Latinoamérica
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Sobre EEUU y Colombia
Mal le paga el diablo a quien bien le sirve
Insurrección
Era un secreto a voces que los Estados Unidos tiene pruebas que relacionan al
Presidente Álvaro Uribe Vélez con el cartel de Medellín, en los tiempos en que
Pablo Escobar era un poder en Antioquia, y de sus vínculos posteriores con los
nuevos capos, los paramilitares Carlos Castaño, Salvador Mancuso y el Ñato Don
Berna, entre otros.
Por eso, desde el inicio del mandato el Presidente se sobrepasó haciendo méritos
para que los gringos le borraran el pasado salpicado de narcotráfico y le dieran
el beneplácito, motivado además por las identidades ideológicas que tiene con
los halcones y mister Bush.
No le importó pisotear la Constitución Nacional y, sin autorización del
Congreso, permitió la implantación de bases militares gringas en la frontera
oriental y en la Amazonía , la presencia de soldados extranjeros y mercenarios
enmascarados como contratistas en varias regiones del país, convirtiendo el
territorio colombiano en cabeza de playa de los planes del imperio contra la
revolución venezolana y para el control militar del sur del continente.
Tampoco tuvo empacho en conspirar contra las iniciativas de integración y
cooperación regional, debilitando las posibilidades de negociar en mejores
condiciones desde la unión de los países del sur del continente. Prefirió picar
espuelas acelerando la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los
Estados Unidos, atrayendo los gobiernos de Ecuador y Perú para hacer una sola
mesa y llegar a la meta del 2005 con el proyectado ALCA casi consumado por esta
vía, echando a un lado el MERCOSUR que plantea fortalecer primero un bloque,
para luego negociar con el imperio.
Ni siente vergüenza delegar en el gobierno de los Estados Unidos la conducción
de la lucha contra el narcotráfico y que se continúe aplicando su política
equivocada y lesiva, como tantas veces ha sido demostrado y denunciado. Los
desastres ambientales y los graves perjuicios causados con las fumigaciones a
las comunidades en la salud, lo social y económico, son incontrovertibles.
Por el contrario el Presidente se siente orgulloso de haber entregado a
tribunales norteamericanos a más de 150 colombianos, acusados de narcotráfico y
pedidos en extradición, para que los penalicen. Desde luego no está incluido en
éstos ninguno de sus amigos, que permanecen protegidos en Santa Fe de Ralito, a
pesar de los reiterados pedidos de extradición.
Mirando este currículo destacado de servicios a los intereses de los Estados
Unidos, coge de sorpresa que se haya filtrado la información que mantenían
guardada, sobre los vínculos del Presidente Álvaro Uribe Vélez con el extinto
cartel de Medellín.
¿Por qué el gobierno de los Estados Unidos soltó una parte de la información que
tenía cifrada sobre el "socio más leal y
confiable que tiene en Latinoamérica"?, ¿Por qué lo "tiró a la olla"?
La noticia difundida profusamente por el semanario Newsweek y reproducida a
nivel mundial, señala que el "Senador Álvaro Uribe Vélez" tuvo nexos con el
cartel de Medellín y aparece incluido en una lista del archivo de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos sobre narcotráfico, con otros 106 testaferros,
sicarios y colaboradores del cartel, en el puesto 82, hace un poco más de diez
años.
Este hecho escandaloso reafirma que los Estados Unidos "no tiene amigos, sino
intereses". Y deja entrever con este caso que algo se está cocinando en la olla
de las infamias gringas. ¿Qué más querrán que le entregue del país, si ya es
poco lo que queda de soberanía?, ¿qué cobro le están pasando, o qué le están
exigiendo que afloje?
Así unos y otros hagan desmentidos restando importancia a este hecho, se trata
de un chantaje de la típica política gringa. Hoy la "víctima" es Uribe, ayer fue
Ernesto Samper y antes Noriega en Panamá.
A pesar de la generosidad de Uribe con el imperio, traicionando el interés
nacional, se perciben indicios de desajustes entre los dos gobiernos. Las
diferencias aparecen referidas a las negociaciones que adelanta el gobierno
colombiano con los paramilitares, procesados por narcotráfico en los Estados
Unidos y pedidos en extradición algunos. Las declaraciones de la embajada en
Bogotá, cuestionando con dureza el manejo de las negociaciones y calificando de
vergonzosos algunos hechos, pone en evidencia los malestares.
Y este clima trasciende al Congreso de los Estados Unidos. Los cuestionamientos
de legisladores al gobierno colombiano son cada vez más frecuentes; dos cartas
que han circulado firmadas por varios congresistas, son dicientes.
En una de ellas sesenta y dos senadores le reclaman al Presidente Uribe que se
retracte de las declaraciones ofensivas dadas contra Amnistía Internacional y en
otra, más reciente firmada por veintitrés senadores, entre ellos los candidatos
a la Presidencia y vicepresidencia por el Partido Demócrata, le exigen a Uribe
que cumpla las recomendaciones de la ONU relacionadas con los derechos humanos y
rompa los vínculos que tiene el Ejército con los paramilitares.
A dos años del gobierno Uribe son perceptibles desajustes y malestares en las
relaciones internacionales.
Con los Estados Unidos no andan tan bien como quisiera Uribe así le estén
metiendo más recursos al Plan Colombia, no hay que perder de vista que ese plan
es el de ellos para Suramérica y lo seguirán financiando mientras haga parte de
su estrategia para el sur del continente. En la Unión Europea se mantienen los
cuestionamientos en materia de derechos humanos y con las influyentes ONGs, que
trabajan en defensa de los mismos derechos, la relación sigue tensa.
Desde luego aquellos gobiernos apoyan a Uribe. Los malestares y cuestionamientos
que tengan son mínimos comparados con las identidades de propósitos e intereses
de clase que les unen.
Amanecerá y veremos cómo le pagan a quien bien les ha servido.