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Referéndum de Mesa y Evo:
Ganó la "rosca" petrolera
Palabra Obrera
LOR CI
Carlos Mesa presentó el resultado del referéndum como un "triunfo de la
democracia". La amplia mayoría de la "Bolivia oficial" (parlamentarios, "politólogos",
empresarios, la iglesia, "cívicos" y medios de prensa) le hacen coro. Algo de
razón tienen en festejar: el gobierno logró mediante el engaño un relativo éxito
político de corto plazo. Pese a las aspiraciones de muchos votantes, el Sí, fue
un sí a Mesa y a la entrega. Ahora tiene un "barniz de legalidad" el plan de
exportación del gas por las transnacionales. No había terminado el conteo
oficial cuando Mesa y Kirchner acordaban aumentar las ventas a Argentina en
beneficio de Repsol.
El referéndum se impuso "a presión". El gobierno lanzó una millonaria campaña de
propaganda. Los Comités Cívicos de Tarija y Santa Cruz y las petroleras
terminaron apoyándolo. Se recurrió a la amenaza de la fuerza y de sanciones para
obligar a votar: multas, que no cobrarían sueldos los empleados públicos ni
podrían realizar trámites bancarios si no votaban. Un enorme dispositivo militar
y policial impuso el "auto de buen gobierno". La "comunidad internacional" hizo
campaña a favor: desde la OEA, Lula y Kirchner hasta el Banco Mundial, el FMI y
el BID, que chanteajeron con "ayudar" si el resultado era "positivo".
Pero se apoyó en las ilusiones democráticas del pueblo. Muchos trabajadores y
campesinos que aspiran a recuperar efectivamente el gas y desconfían de Mesa,
quisieron hacer pesar su voluntad en las urnas. Apoyándose en este sentimiento,
el gobierno y el MAS convencieron a importantes sectores de que el Referéndum
como tal era una conquista democrática, recreando la ilusión de que los grandes
problemas nacionales se pueden decidir con el voto dentro de esta podrida
democracia burguesa.
Por si fuera poco, el frente por el "tramparendum" tuvo la decisiva ayuda de Evo
Morales y el MAS, que avalaron la convocatoria de Mesa y se jugaron a lograr el
sí a las tres primeras preguntas.
Así, el referéndum fue un paso más en la estrategia de "reacción democrática"
del gobierno, con la que a través de engaños, pretende fortalecer el régimen
político y desmontar el peligro de nuevos levantamientos como el de octubre.
Los resultados
Votaron 2 millones y medio, un 60% del padrón. Las tres primeras preguntas
tuvieron un alto porcentaje de votos positivos, pero muchos de ellos no expresan
un apoyo incondicional al presidente sino expectativas de un cambio real que se
verán defraudadas. Es significativo que las preguntas 4 y 5, ("gas por mar" y
"exportación"), identificadas con propuestas del propio Mesa, no alcanzaron el
50% de aprobación.
La diferencia entre el sí a las tres primeras preguntas, apoyadas por Evo
Morales y las dos últimas (que éste llamó a rechazar) muestra que el MAS influyó
en sectores obreros y campesinos, en Cochabamba, Potosí, Oruro o La Paz.
Un grado importante de rechazo se hizo notar en la abstención de un 40% de los
potenciales votantes (aunque una parte de quienes se abstienen lo hace por
indiferencia). El voto blanco y nulo sumaron un importante 20%, reflejando un
rechazo a las preguntas pero al mismo tiempo una aceptación del referendum (No
se puede olvidar que en su mensaje del 16/07 Mesa llamó a votar "por sí, por no,
blanco o nulo, pero a votar").
Un éxito limitado y temporal del gobierno... y las petroleras
En primer lugar, el gobierno pretende ahora que su política gasífera, favorable
a las transnacionales, fue aceptada. Va en mejores condiciones a negociar en el
Parlamento su proyecto de Ley de Hidrocarburos, que bajo el manto formal de la
abrogación de la Ley de Goni y algunos pequeños cambios como el
"fortalecimiento" de YPFB o una nueva escala de regalías, garantiza que las
petroleras sigan dueñas del negocio gasífero. Se respetarán los 78 contratos que
entregan el gas por los próximos 36 años. No sólo los intereses fundamentales de
Repsol, Petrobras, Andina, quedan a salvo, sino que se aseguran el "negocio del
siglo".
Segundo, Carlos Mesa planeó el referéndum como un virtual plebiscito para
legitimar su gobierno. El resultado, le da "oxígeno político" para gobernar
durante los próximos meses. Se siente más fuerte ante la oposición obrera y
popular pero también ante sectores de derecha que veían con desconfianza su
actuación. Se fortalece el "centro" burgués que apoya a Mesa en el Parlamento.
Con este nuevo aire el Gobierno espera recuperarse de la debilidad política de
los últimos meses y avanzar en sus planes al servicio de los empresarios
privados, los terratenientes y las transnacionales.
La tensión política y social se ha amortiguado pero no cerrado. En "las alturas"
no están cerradas las disputas entre las distintas camarillas. Es probable que
haya nuevos tironeos con los Comités Cívicos y que al gobierno le resulte
difícil lograr "consenso" en torno a sus propuestas.
"Por abajo" el engaño puede tener patas cortas. El estado de ánimo de las masas
se expresa en constantes conflictos sectoriales en todo el país, así como en el
permanente debate político en las organizaciones obreras, campesinas y
populares. Las masas vienen haciendo una gran experiencia desde Octubre y el
gobierno está bajo su atenta mirada. Si bien las posibilidades inmediatas de una
nueva ofensiva se redujeron, todos los elementos de la crisis nacional siguen
presentes.
La "guerra del gas" sigue
Lejos de poner "punto final" a la discusión sobre la propiedad y destino del
gas, después del 18/7 el gas seguirá siendo una gran causa nacional. En su
entrega a las transnacionales se condensan la venalidad de la clase dominante y
la humillación ante el imperialismo. Entre los hombres y mujeres del pueblo
trabajador que creyeron en el referéndum sigue vivo el reclamo de
nacionalización. Tarde o temprano, constatar el engaño hará crecer la
indignación y habrá mejores condiciones para la movilización por la efectiva
recuperación de los hidrocarburos. En lo inmediato, es necesario hacer un
balance del referéndum en todo el movimiento obrero y popular, debatiendo con el
MAS que apoyó la trampa pero también sacando las lecciones de la equivocada
política de los dirigentes cobistas, que se opusieron pero no preparararon
efectivamente desde las bases una campaña por el rechazo activo, discutir cómo
continuar la lucha contra la política de entrega del Gobierno.
Hay que prepararse para las nuevas batallas de la "guerra del gas". Ésta no se
decidirá en las urnas o en el Parlamento sino con la movilización, hasta imponer
la anulación de todos los contratos con las petroleras y la nefasta
"capitalización" de YPFB, la nacionalización del gas y el petróleo sin
indemnización a las transnacionales saqueadoras y bajo control obrero colectivo.
Sólo así, y como parte de una salida obrera y campesina a la crisis nacional, el
gas podrá ser puesto al servicio de la industrialización del país.
La responsabilidad de las direcciones
Aunque el nivel de abstención fue alto, es un hecho que no hubo un rechazo
activo, es decir, boicot. El paro cívico llamado por la nueva directiva de la
FEJUVE alteña fue la acción más importante pero se cumplió sólo parcialmente el
viernes y sábado y no impidió que el domingo la abstención en El Alto estuviera
por debajo del promedio nacional. Los llamados de la COB y otras organizaciones
no se concretaron.
¿Por qué no se pudo perforar la trampa de Mesa?
En primer lugar colaboraron con la trampa Evo Morales y el MAS, quienes
cooperaron con Mesa en la formulación de las preguntas, presentando el
escandaloso proceso de la trampa como una "conquista de Octubre" y haciendo
campaña por el voto en las organizaciones sindicales y populares que dirigen por
el "Sí" a las tres primeras. Ahora la política del MAS es "reinterpretar" estas
preguntas en la discusión parlamentaria proponiendo una "nacionalización de
derecho" e incluso amenaza con protestas. Pero su socio Mesa repitió hasta el
cansancio que no habrá nacionalización. El MAS no puede ocultar la gravísima
responsabilidad que le cabe como "pata izquierda" del plan oficial y por haber
traicionado las demandas de Octubre.
Se equivocaron quienes llamaron a votar "nulo" (escribiendo "nacionalización",
por ejemplo), alimentando la ilusión de que era posible "cambiar el contenido"
al referéndum tramposo y quedando de hecho como un ala izquierda de la propuesta
masista. Lamentablemente, esta campaña que fue tomada por algunos importantes
sindicatos (fabriles y mineros) impidió unificar las fuerzas obreras en torno al
rechazo activo.
Por otra parte, en el fracaso del boicot cabe una cuota de responsabilidad
política a la dirección de la COB, al Mallku Quispe y otros, que si bien
estuvieron contra el referéndum, no hicieron nada por preparar efectivamente, en
las bases, la campaña por el rechazo activo. No llamaron a algún tipo de
coordinación o encuentro de las bases obreras, campesinas y populares para
asumir la organización del rechazo activo, conformándose con "impartir
directivas" desde arriba, o sosteniendo políticas confusas (como que estaban de
acuerdo con el mecanismo pero no con las preguntas).
Como no cuestionan de fondo la "agenda" de Mesa (es decir, su plan de "reacción
democrática") y no le oponen una salida obrera y campesina concreta que recoja
las aspiraciones democráticas, no podían dialogar con las ilusiones de una parte
de la base. Sin embargo la decisión de oponerse frontalmente a la trampa de Mesa
fue un acierto político y hoy, de hecho, la COB sigue encabezando la oposición
sindical al gobierno y sus planes.