Latinoamérica
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Venezuela: ¿Será lo que nos cuentan, o todo lo contrario?
Fran Pérez y Cristina Xalma
Rebelión
Parece que los grandes medios de comunicación siguen muy pendientes de lo que
acontece en el día a día de la política venezolana. Nunca antes, el quinto
exportador mundial de petróleo (o mejor, un país latinoamericano con altísimos
niveles de pobreza) había merecido tanta atención mediática. No obstante, lo que
sorprende no es tanto el tiempo que cuantitativamente le dedican a este país
sino la reiterada insistencia por utilizar "el caso venezolano" para
ejemplificar lo que, en su opinión, "es" y "no es" democracia. Prueba reciente
de ello, el modo en que los medios han tratado la convocatoria de un referèndum
para revocar el mandato del Presidente Hugo Chávez Frías.
Y es que los medios se han empeñado en demostrarnos qué "era democrático" y qué
"no lo era" en esta convocatoria. Todo ello, a través de una particular
interpretación sobre la realidad venezolana, que bien puede estar al servicio de
demostrar que "otro mundo no es posible", no sea que fueran a desafinar con la
corriente de "pensamiento único" que impone este tiempo globalizado.
Curioso que Hugo Chávez siga siendo tratado como el "autócrata" y el "tirano"
que conduce al país a su "peor crisis". Curioso, cuando se le niega una y otra
vez el reconocimiento a su legitimidad democrática, obviando su abrumadora
victoria en las urnas en los años 1998 y 2000. Curioso también, cuando tratan a
Pedro Carmona, protagonista del Golpe de Estado del 11 de abril de 2002, como
"presidente de un Gobierno Interino". O cuando otros (como Joaquim Ibarz,
corresponsal de La Vanguardia para Venezuela) se empeña en demostrar la
injerencia de Chávez en el funcionamiento de los poderes del Estado a través de
la impunidad de la que gozan quiénes, precisamente, dieron un golpe de Estado
para derrocarlo.
Y no deja de ser sorprendente, que eso lo hagan sobre un legítimo Presidente que
impulsa una Reforma de la Constitución que hasta entonces avalaba un sistema de
corrupción y clientelismo político, e introduce en ella un plebiscito que
contempla la posibilidad de revocar su cargo a la mitad de su mandato.
Sorprendente, sobre todo, porque esos medios no nos recuerdan que en ningún otro
país los ciudadanos pueden ejercer ese derecho (otra actitud hubieran tenido los
"señores de las Azores" ante Irak...), y sorprendente también, porque toda esa
información emana de grandes medios cuya financiación proviene de élites
nacionales e internacionales raramente ajenas a intereses económicos poco
transparentes. Sorprendente, porque en un marco de financiación a los grandes
medios como el actual, si algo no son estos medios, es precisamente
democráticos.
La convocatoria para revocar el mandato de Hugo Chávez lleva siendo desde hace
meses (sino varios años...) la excusa para que los medios de información
coloquen recurrentemente a Venezuela en primera línea de la actualidad
internacional. Eso sí: siempre en un tono que permita que quienes reciben la
información asuman a modo de dogma que los "demócratas", en Venezuela, son
quienes se oponen al Gobierno elegido en las urnas por el pueblo. Y parece que a
muy pocos les sorprende que "estos demócratas" hayan protagonizado un Golpe de
Estado, un boicot económico o el gravísimo sabotaje a la principal industria del
país, además de varios intentos de "convocatoria del esperado plebiscito" por
vías ajenas a las que están contempladas en el marco legal venezolano (como las
llamadas a convocatorias fuera de período o las recogidas de firmas sin aval
institucional, entre otras).
La aceptación y extensión "del dogma" ha provocado que tampoco se hayan
cuestionado "las irregularidades" que se han ido sucediendo a lo largo del
finalmente extenso proceso de contabilización de las firmas recogidas contra el
Presidente. Las "exiguas" 15.000 firmas que han decantado el resultado a favor
de la convocatoria del referéndum (frente a las más de 1.200.000 que según los
medios decantaron desde el principio el resultado a favor de la oposición)
tampoco han provocado ninguna gran reflexión. Bien al contrario. Para estos
grandes medios, el "único resultado democrático" era la consecución del número
de firmas necesarias para convocar el plebiscito. Así, nunca se ha aceptado que
la no consecución de las firmas fuera también un resultado democráticamente
posible. En su particular interpretación de la realidad venezolana, la
convocatoria a referéndum es el "triunfo de la democracia". La no convocatoria
es una prueba más de que Chávez sólo es "un autócrata que amaña resultados" para
poder seguir manteniéndose en el poder.
Con estos precedentes, el trato mediático que se puede esperar del referéndum
convocado para el próximo 15 de agosto promete mucha parcialidad, poca
veracidad, y un nulo respecto a la auténtica democracia. Porque es probable que
en el "nuevo escenario", los medios se encarguen de transmitir a la opinión
pública internacional que sólo existe un resultado "democráticamente" posible:
la victoria de la oposición y el consecuente revocatorio al mandato del
Presidente. Ello a pesar de que la realidad pone en duda que ese resultado sea
el más factible: las poco más de 2.400.000 personas que con sus firmas han
conseguido convocar el referéndum están todavía lejos de poder conseguir los más
de 3.800.000 votos que se necesitan para revocar a Hugo Chávez.
Si los medios no aceptan esta posibilidad será, presuponiendo inocencia, que
tienen una percepción "errónea" de lo que es democráticamente factible. De otro
modo, y eliminando la presunción, será, quizás, que "su democracia" y la
democracia, no es lo mismo sino, precisamente, todo lo contrario.