Latinoam�rica
|
Con el senador tupamaro Jos� Mujica
"Estoy m�s cerca de Marx que de Lenin"
por Carlos Caillabet
Derrotados militarmente en 1972, a partir del retorno a la institucionalidad
de 1985 los tupamaros generaron un espacio pol�tico actualmente mayoritario
dentro de la coalici�n de izquierda Frente Amplio. El referente de esa nueva
mayor�a es Mujica, ex jefe guerrillero y hoy senador de la Rep�blica.
Mujica naci� en 1934 en un hogar de modestos chacareros de la zona perif�rica de
Montevideo. Comenz� su militancia de adolescente, en el movimiento estudiantil
de izquierda. Interrumpi� sus estudios sin terminar el ciclo de ense�anza
secundaria y en las primeras elecciones que vota lo hace por el Partido
Socialista. Poco despu�s acompa�a activamente la formaci�n de un "ala
progresista" del tradicional y entonces gobernante Partido Nacional.
A mediados de los 60 Mujica abandona el Partido Nacional y toma una
determinaci�n radical de la que no se arrepiente: ingresa al incipiente
Movimiento de Liberaci�n Nacional (MLN), Tupamaros.
En esa organizaci�n Mujica participa en audaces operativos guerrilleros al
tiempo que trabaja en su chacra, hasta que, requerido por la Polic�a, se refugia
en la clandestinidad.
El actual senador prefiere no hablar de su pasado pero es sabido que fue herido
de seis balazos, apresado cuatro veces y que se fug� en dos oportunidades de la
c�rcel de Punta Carretas. En total Mujica pas� casi 15 a�os de su vida en
prisi�n. Su �ltimo per�odo de detenci�n dur� nada menos que trece a�os, entre
1972 y 1985, y fue particularmente duro. El hoy senador fue uno de los
dirigentes tupamaros que la dictadura c�vico militar que se instal� en Uruguay
en junio de 1973 tom� como "rehenes": ser�an ejecutados en caso de que su
organizaci�n retomara las acciones armadas. En esa condici�n, pautada por un
aislamiento absoluto y condiciones de detenci�n infrahumanas, Mujica permaneci�
durante once a�os.
Cuando el Uruguay recobra su institucionalidad, en 1985, y a pocos d�as de salir
en libertad Mujica, en nombre del MLN, adelanta en un acto p�blico pautas de lo
que ser� su conducta pol�tica -y la de su organizaci�n- en el futuro: "No
tenemos l�nea. No podemos tenerla porque nuestros cerebros est�n ignorantes:
muchos a�os sin nada. No venimos a llorar nuestros dolores ni nuestras penas
(...) El pu�ado de viejos tupamaros que va quedando tiene claro que apenas es un
palito que debe funcionar para que la colmena se aglomere en rededor". Pero
advierte que "lo esencial no es el palito sino la colmena". La lucha armada ya
era cosa del pasado. El camino institucional, sostiene Mujica, era el �nico que
pod�a tomar su organizaci�n, ya que de lo contrario los ex guerrilleros deb�an
"sentarse en el cord�n de la vereda a tirar piedras a los que pasan".
Ra�l Sendic, fundador y jefe hist�rico de esta guerrilla y otro de los rehenes
de la dictadura, piensa tambi�n en esa direcci�n y propone crear un "Frente
Grande" por medio del cual el MLN y la izquierda tradicional agrupada en el
Frente Amplio (FA) deber�an buscar alianzas con otros sectores pol�ticos y
sociales, incluso con los "burgueses nacionales", en torno a un plan de medidas
econ�micas "de emergencia nacional". Pero mientras Sendic planteaba que el
proceso unitario deber�a ser conducido desde las bases -"de abajo a arriba"-,
Mujica lleva adelante entendimientos entre "c�pulas", es decir entre dirigentes.
En un complejo proceso, y pese a algunos desgajamientos, la ex guerrilla se
recompone inclin�ndose por una pol�tica de acercamiento a fuerzas
tradicionalmente conservadoras pero arruinadas econ�micamente, al centrar su
discurso y demandas principales en la cuesti�n agraria.
El Frente Grande nunca lleg� formalmente a conformarse, pero luego de una larga
espera, con resistencias de uno y otro lado, el MLN ingres� al Frente Amplio.
All� forma el Movimiento de Participaci�n Popular (MPP), una estructura m�s
plural integrada en su mayor�a por militantes y organizaciones de la izquierda
llamada "radical". El MPP posteriormente genera un "Espacio" -m�s amplio a�n- en
el que, ahora s�, confluyen militantes, dirigentes y sectores escindidos de los
partidos tradicionales atra�dos por la figura de Mujica. Esta "es la �nica forma
de crecer", opina entonces Mujica, criticando a aquellos sectores de la
izquierda que se dedican al "internismo", es decir a "pescar en la pecera de la
izquierda, pues as� no se crece, no se avanza. De convencer a los que no est�n
convencidos se trata y no de mirarse el ombligo", rezonga.
En 1995 Mujica es electo diputado y en 1999 senador. Desde entonces concita las
m�s diversas adhesiones, por ejemplo de empresarios y productores rurales. A
cuatro meses de las elecciones nacionales que podr�an marcar la llegada de la
izquierda al gobierno, la fuerza que lidera Mujica constituye el sector del FA
que concentra la mayor�a de las preferencias. Seg�n las elecciones internas que
llevaron a cabo los partidos pol�ticos uruguayos el domingo 27, el MPP
representa actualmente cerca del tercio del Frente Amplio, y es, seg�n coinciden
los diversos analistas pol�ticos una de las principales "puertas de acceso" a la
coalici�n de izquierda.
Mujica predica con el ejemplo y vive modestamente. Se traslada al Palacio
Legislativo en motoneta y hasta no hace mucho cultivaba flores en su chacra que
luego vend�a en una feria vecinal de Montevideo. Viste con humildad y su
lenguaje liso y llano est� cargado de met�foras camperas:"Soy un terr�n de
tierra con patas", dice.
El senador desecha formalidades, pero recomienda a sus correligionarios no
agraviar a los adversarios pol�ticos ni devolver insultos y provocaciones: "Que
nos peguen, as� nos arriman m�s al pueblo", razona.
Sus respuestas lo desmarcan del pensamiento habitual de la izquierda y
despiertan interpretaciones varias. No es de los que acompa�an el reclamo de
verdad y justicia en los casos de violaciones a los derechos humanos bajo la
dictadura (�l dice no creer en la justicia humana, que prefiere "mirar hacia
adelante", a los problemas del Uruguay actual). En cuanto a la identificaci�n
del "enemigo principal" no se�ala a la burgues�a ni al neoliberalismo, como
ser�a esperable, sino al miedo, al miedo a los cambios: "El hombre es
biol�gicamente conservador", filosofa.
Preguntado por Rel-UITA sobre la relaci�n entre el antiguo MLN y este actual
Mujica considera que si esa organizaci�n sigue existiendo se debe a que ha
sabido ser flexible, entre otras cosas porque nunca fue un partido sino un
movimiento. "Algunos identifican esta actitud con un renunciamiento, pero para
nosotros la flexibilidad, la apertura, siempre fueron un presupuesto".
Luego agrega: "No erramos sustantivamente en cuestiones de l�nea, y esto hace
nuestra interpretaci�n de lo que significa la liberaci�n nacional.
�ste es un tema en que la izquierda ha ca�do en distintas confusiones, por
ejemplo pensar que liberaci�n nacional es lo mismo que socialismo". Y
ejemplifica: "Seguramente Suecia es un pa�s que ha hecho su liberaci�n nacional,
lo cual no quiere decir que vaya hacia el socialismo".
Para Mujica, alcanzar esta meta intermedia habilita a "hacer alianzas honradas
con vast�simos sectores y tener un discurso abierto. Alianzas y discursos que de
alguna manera son socializantes pero sufren las contradicciones de un proceso de
liberaci�n nacional. Hay que negociar acuerdos, muchos acuerdos".
De todas maneras, admite el senador, la liberaci�n nacional representa s�lo una
etapa. "No quiere decir que ah� quede concluida la historia, pero para nosotros
siempre fue un requisito determinante y previo. Estoy m�s cerca de Marx que de
Lenin, porque no creo que una sociedad pobre, intelectualmente sometida y sin
una alta capacitaci�n pueda plantearse la construcci�n de una sociedad superior.
De pretenderlo, se puede construir un monstruito, como ya ha pasado".