Latinoamérica
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Nicaragua: Cuando 25 años son una Vida
Francisco X. Ramírez V
Rebelión
Cuando uno llega a los 25 años, normalmente da pie para la reflexión y la
introspección de lo que ha realizado, y tiende a asumir algunos retos y metas a
futuro. Y es ese paso que quiero dar a raíz de cumplirse el cuarto de siglo de
un hecho histórico que marcó en gran parte la historia de América Latina, como
fue la llamada "Revolución Popular Sandinista".
El momento cúspide del hecho fue cuando un 19 de Julio de 1979, en Nicaragua, se
cambió un gobierno de corte dictatorial, que por décadas había mantenido al país
en un abismo de pobreza social, encabezado por la familia Somoza. Este grupo
familiar se enriqueció escalando en su influencia militar y explotando a su
nombre todos los bienes que podía tener el país centroamericano. Esta revolución
social, fue liderada por un grupo armado, que contaba con un amplio apoyo
popular y también con el beneplácito de diversos grupos socioeconómicos, e
incluso con amplios sectores del empresariado eclipsado por el gobierno
saliente.
Estos eran los sandinistas, mencionados en los ámbitos políticos y
conversaciones clandestinas de los años ochenta, herederos de las hazañas de un
guerrillero nicaragüense llamado Agusto C. Sandino, quien en la década del 30,
junto con su "pequeño ejercito loco", en palabras de nuestra poetisa Gabriela
Mistral, mientras liberales y conservadores de su país hacían tratados con
Norteamérica, lucho contra la intervención de los marines americanos que
ocupaban su territorio.
Si bien éste era en su mayoría un grupo guerrillero, en sus filas se podía
encontrar un buen número de profesionales, intelectuales, escritores y el apoyo
de un buen sector de la iglesia católica local, lo que permitió poder empezar a
gobernar el país en medio de las cenizas que había quedado; es que entre otras
cosas al huir los somozas y compañía se habían llevado su riqueza personal,
dejando literalmente vacías las arcas de la empobrecida nación centroamericana.
La Revolución Sandinista se caracterizó por tres principios fundamentales, que
se trataron de mantener con las dificultades de los años venideros, éstos eran
la no-alineación, economía mixta y el pluralismo político. La primera, por sus
propias necesidades socioeconómicas y el bloqueo que le fue impuesto por su
principal e histórico socio comercial, como era Estados Unidos, bajo la política
del recién fallecido Reagan, tuvo que quebrar para buscar el sustento en la
economía del llamado bloque soviético.
La política de economía mixta, en que las empresas productivas funcionaban bajo
la supervisión del estado, pero con administración privada, en un principio bien
recibida, tuvo en el devenir de los años de la revolución como detractores a
sectores del empresariado que no vieron desarrollado su capital a los limites
imaginados de riqueza propia o porque no podían desarrollar su proceso
productivo por la falta de insumos extranjeros, o maquinaria tecnológica para la
producción, dándose en muchos casos una lucha de poder interminable por las
empresas productivas, que sustentaban al gobierno sandinista.
Por otro lado el principio dirigido hacia el pluralismo político, terminó
desafiando su propio sistema, por un lado la línea dura del socialismo criticaba
y rechazaba la permisividad y libertades otorgadas a diferentes movimientos y
partidos políticos a expresar abiertamente su desacuerdo con el proceso
revolucionario, no teniendo una mano realmente dura sobre los opositores como
muchos querían que existiera, por otro lado esta misma apertura llevó a crear un
bloque opositor que por el deterioro del sistema, la situación de guerra que se
vivió y el bloqueo económico impuesto, se viera ganador dentro del segundo
proceso democrático de elecciones realizadas dentro del periodo del sandinismo
en febrero de 1990.
Pero los principios que rigieron la revolución sandinista, lograron alcanzar
metas nunca antes soñadas en el istmo centroamericano, una de las primeras
grandes tareas fue la Cruzada Nacional de Alfabetización, donde se dio una
participación masiva y voluntaria para llevar los principios básicos de lectura
a una población que tenia mas del 50% de analfabetismo, llegando a reducir la
tasa de analfabetismo a un cercano 12%. Se dieron procesos innovativos en la
formulación de políticas de Reforma Agraria, dándose una distribución y retorno
de miles de hectáreas a los pequeños productores. Y así mismo se redujeron a más
de la mitad todas aquellas enfermedades de alto índice de riesgo mortal para la
población, sólo por citar algunas de las políticas sociales dirigidas a
retribuir una justicia social que nunca se tuvo.
Todo este proceso tuvo un eje común, que fue la alta participación de los
jóvenes desde su inicio. Fue en su oportunidad un alto número de jóvenes los que
se levantaron en un movimiento guerrillero en contra de la dictadura somocista,
así mismo fue un motor importante la participación juvenil en la alfabetización
de la población, así como estaban presentes en los procesos que movilizaban a
jornadas productivas agrícolas, encaminadas a ser un soporte productivo del país
y de gran importancia fue el compromiso de la población juvenil en el conflicto
bélico que se vivió en los ochenta.
Conflicto bélico que fue motor de las consecuencias del deterioro económico y
social del país, en que no sólo fue una guerra de movimientos
contrarrevolucionarios o de opositores al sandinismo, sino que fue una
organización bélica abiertamente financiada por los intereses de Estados Unidos,
sino basta darse el tiempo de revisar las enmiendas aprobadas por el gobierno de
Reagan para su financiamiento y todo el encubrimiento de la operación
Irán-Contras. Es así que un proceso que primariamente se dio voluntariamente
entre la juventud, tuvo que convertirse en una ley de obligatoriedad de Servicio
Militar, para poder contar con la fuerza activa para enfrentar el conflicto,
proceso donde los jóvenes fueron partícipes en los combates y en el proceso de
paz que se inicio mucho antes del año 90, fueron muchos de estos jóvenes
protagonistas de la defensa de sus convicciones y de la muerte por ellas.
Es que no sólo fue una lucha militar la que se vivió en esos años, muchas veces
la historia no reconoce el camino buscado de diálogo, que siempre estuvo
presente dentro del sandinismo, con los grupos que se encontraban en la
resistencia armada. Con un gran respaldo de varias naciones latinoamericanas es
que se dan los encuentros de Esquipulas, Manzanillo, Contadora o Sapoá, por
mencionar los principales, donde se lograron acuerdos, en especial este último
realizado en el año 88, que conllevaban al término del conflicto.
Me gustaría destacar un punto fundamental ya mencionado con anterioridad, que
mucho de lo que movió los años de la revolución sandinista fueron las
convicciones y la creencia en los ideales que fundamentaron el proceso, esto es
comprobable en la mínima diferencia porcentual de votos eleccionarios con que
fue derrotado el gobierno sandinista, y fue este reconocimiento al modelo, de
donde provino su gran fortaleza moral y valórica en el momento de defenderse en
tribunas internacionales y en las zonas bélicas, y en especial en el momento
posterior a su derrota de reinvidicar los objetivos y los beneficios alcanzados
con el gobierno revolucionario.
Sí, el proceso reconocido de experimental, pragmático e incluso de innovativo
por diversos ojos observadores y participantes, también tuvo sus falencias y sus
errores. La visión sesgada de muchos de imponer un sistema único a un pueblo
claramente multicultural, llevó a su propia división y fractura de procesos
nacionales, e incluso a la peligrosa obligatoriedad y la coerción de políticas
de poder, transformando las ambiciones populares en ambiciones personales,
cegándose la ambición de una nación por la ambición de ostentar el poder.
Minutos después de conocer el resultado electoral frente al comando electoral
sandinista, para algunos, la rabia del llanto tendía a confundir y a
recriminarse por las muertes en combate de tantos que defendieron esa
revolución, hoy en día esas vidas hacen reflexionar sobre la importancia que
tuvo para América Latina este proceso donde los sueños eran válidos.
El sandinismo dentro de sus orígenes en el pensamiento y accionar de Sandino,
tiene raíces integradoras y latinoamericanistas de unión, de una búsqueda de
identidad nacional y de rechazo a políticas externas, así como de valorización
de la riqueza social y cultural de los pueblos. Los movimientos sociales de
América Latina se posesionaron en muchos momentos de la causa nicaragüense y la
hicieron propia, adaptándola a su realidad. Muchos movimientos sociales
latinoamericanos mantuvieron encendida las esperanzas y sus ojos puestos en lo
que podía suceder en Nicaragua, y eso también avivó las luchas propias contra
las dictaduras militares y los gobiernos conservadores de derecha que dominaban
en la región.
La experiencia vivida en Nicaragua, es un capítulo de la historia
latinoamericana que no debemos cerrar, porque fue un proceso fundamental en la
época de la efervescencia de los movimientos populares en la década de los
ochenta, que no debe de ser ignorado por las organizaciones sociales y
latinoamericanistas de nuestro territorio iniciado el siglo XXI.
Si bien es cierto, que los años ochenta se caracterizaron por la mayor brecha
existente entre los grandes bloques ideológicos y políticos, así como su
desmantelamiento, también hoy contamos con un bloque globalizado, que se
enfrenta con las realidades nacionales y sobre todo locales. Las características
que tomó el proceso revolucionario nicaragüense, en sus principios básicos,
fueron de acuerdo a su propia historia y realidad nacional. Éste es un enfoque a
tener en cuenta por los movimientos locales de hoy en Latinoamérica.
Uno de los errores, reconocidos en la autoflagelación de muchos dirigentes de la
Revolución Popular Sandinista, fue el dogmatismo y el caciquismo en que
terminaron diferentes sectores dentro del sandinismo. Por un lado se tildaba de
contrarrevolucionarias a las críticas al sistema, sin importar su índole
constructiva, reformista o destructiva de ésta; por otro el otorgamiento a
algunos personajes de la revolución de un liderazgo mesiánico, que llevó al
rompimiento y destrucción del sandinismo como movimiento y partido político.
El desmembramiento de lo que fuera uno de los movimientos más representativos de
Latinoamérica, sirve para reflexionar sobre cómo la lucha de poderes dentro de
una organización, conlleva a su propia decadencia, ejemplo claro de lo que pasa
hoy en día en el Frente Sandinista, que se encuentra divido en sin número de
partidos políticos y movimientos sociales, que se han distanciado de sus
principios y de sus raíces históricas e ideológicas; fractura que debe servir de
meditación sobre la importancia de actuar bajo signos de unidad y cohesión para
enfrentar los fenómenos sociales en que como latinoamericanos nos vemos
envueltos día a día.
Esta experiencia de 25 años de vida nos deja una enseñanza basada en la búsqueda
de una ideología fundada en los principios del sandinismo, la cual se aparta de
los errores que se dieron dentro del gobierno sandinista y su cúpula partidaria,
aquellos principios que nos hablaban de procesos de solidaridad humana y de
justicia social como base de desarrollo de una sociedad.
En recuerdo de Álvaro, Yuri, "Chapo", "Baquita", Gustavo y otros que hoy están
presentes