Latinoamérica
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En los 74 años del Partido Comunista Colombiano
El camino es la unidad de todos para abrir el horizonte de la alternativa, de la transformación y de la esperanza
Jaime Caycedo
Rebelión
A 74 años de la fundación del PCC surgen en muchas personas desprevenidas
preguntas acerca de una tendencia histórica de la cultura política que ha
persistido con tanta significación en la vida nacional. Más allá de la
percepción maliciosa de si el PCC sobrevive, de los efectos sicológicos
derrotistas de la guerra sucia para su exterminio o del destino manifiesto de su
absorción por el tentáculo de centro-izquierda del sistema, vale la reflexión en
torno a su realidad y su papel en la historia de hoy.
El PCC hoy resume un proyecto nacional que apuesta por el socialismo por la vía
de una profunda revolución democrática de contenido social y de una alternativa
de desarrollo antiimperialista y anticapitalista vinculada a la unidad e
integración de América Latina. Decir esto puede parecer como hablar en chino en
un momento de la vida colombiana en que las palabras que acabo de escribir casi
están borradas de lo cotidiano. Y cuando el régimen pone en tensión todos sus
recursos para intentar establecer una forma de Estado que somete a límites
extremos las libertades democráticas, los derechos ganados por los trabajadores
a través de muchas luchas y muchos muertos, el formato republicano de la
democracia burguesa de la que tanto se ha ufanado la oligarquía colombiana.
En reemplazo del mínimo de democracia que hemos tenido asistimos al montaje
descarado de la demagogia paternalista, de la demagogia asistencialista, del
control social y político a través de las corporaciones privadas transnacionales
y de la militarización de la vida diaria por medio del estatuto antiterrorista.
El "salvador supremo" prepara su reelección. Lanza una agenda legislativa para
hacer moñona con la tutela, la justicia, las pensiones, el IVA. Entrega la
economía a los propósitos de los Estados Unidos en el TLC. Consagra la guerra
social contrainsurgente, con apoyo de tropas extranjeras, como alta expresión de
la seguridad interna. Cambia el desequilibrado sistema de partidos por otro
peor: la legalización del partido paramilitar, armado y amparado en la
impunidad, convertida en doctrina de Estado.
Ciertamente, hablar de socialismo, de revolución, de antiimperialismo y de
unidad de Latinoamérica puede sonar extraño a esta hora. Pero, si las palabras
están vetadas, la realidad habla con el lenguaje de la vida. El PCC encarna dos
realidades conexas: la de principios y propósitos que no se venden ni se
compran; y la de la Colombia popular, obrera, trabajadora, campesina; la de la
cultura, la intelectualidad y la creación; la de la resistencia democrática y la
lucha de masas, en todo su manifestarse. Debajo de la cáscara de la realidad
virtual, mediática, está la realidad con su crudeza pero, también, con las
inmensas posibilidades de la intervención del pueblo para cambiarla. El camino
es la unidad de todos y todas para abrir el horizonte de la alternativa, del
cambio de la transformación, de la esperanza nacional. Salud y logros a todos
los que nos comprenden y acompañan en esta creación colectiva de la Colombia del
pueblo.