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Sobre la política económica del gobierno de Lula
Aparecido Dias
Revista Laberinto
(http://laberinto.uma.es)
Desde la asunción de Lula a la presidencia de la República, la cuestión de los
intereses ha dominado el debate de la sociedad brasilera, junto con las
especulaciones sobre el alza o la baja del dólar y del llamado riesgo/costo-Brasil.
La continuidad de la política económica del gobierno de Fernando Henrique
Cardoso (FHC)1, completados ya siete meses de mandato petista,2 genera una
polémica que a muchos parecería absurda algunos meses atrás. Por un lado ninguno
menos que el vicepresidente, José Alencar, integrante del Partido Liberal (PL),
defendiendo la rebaja de los intereses y criterios políticos para definir esta
tasa. Por otro lado, Lula, Zé Dirceu3 y otros, defendiendo la política de
Palocci/Meireles4/FMI y criterios "técnicos" para la definición de la tasa.
Entre los diferentes actores sociales y entre el pueblo de manera general
comienza a aparecer la desconfianza con relación a adónde nos llevará tal
transición. Las reformas - previsional y tributaria - que el gobierno ubicó como
prioridad aumentan la percepción de continuismo. Como afirmamos en un análisis
anterior, la continuidad de la política neoliberal acabaría por desgastar el
apoyo social al gobierno y, en consecuencia, dañaría su base de sustentación
política.
Este hecho no podía tardar y no tardó, siendo que sus manifestaciones más
dramáticas hasta este momento ocurrieron en los meses de mayo y junio
involucrando manifestaciones públicas de los empleados estatales con millares de
participantes, inclusive en Brasilia, crisis en la bancada oficialista,
principalmente en la bancada del PT, crisis en el PT y crisis en el gobierno,
con exposición pública de las divergencias.
La paradoja - real o aparente - se completa cuando observamos la alta
popularidad de Lula, el acuerdo con el PMDB5, la negociación de apoyo con el PP,
ex PPB, de Maluf y compañía; el apoyo de ciertos órganos de prensa, sobre todo
Globo, que continúa dando una cobertura favorable al gobierno.
En este análisis, pretendemos establecer los nexos entre los sucesos en la
escena política con los fundamentos que le dan base, lo cual, según nuestro modo
de ver, sólo se puede realizar analizando la situación del conjunto del edificio
social burgués-capitalista erigido en Brasil y sus relaciones con la situación
del sistema como un todo.
Capitalismo y situación de las clases sociales en Brasil
En nuestro país en los últimos 15 años, y con mayor intensidad en los últimos
ocho, se practica un modelo de capitalismo que convenimos en llamar neoliberal.
Modelo éste que, con diferencia de tiempo e intensidad, fue implementado en casi
todos los países capitalistas.
En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, y como consecuencia de la
destrucción de fuerzas productivas que provocó, el capitalismo mundial creció a
tasas relativamente elevadas. La coyuntura de la Guerra Fría impuso un control
sobre la posibilidad de que se produjeran revoluciones socialistas en los países
que estaban bajo la influencia del centro capitalista-imperialista. Estos dos
factores - crecimiento económico y recaudo ante la posibilidad de revoluciones -
fueron determinantes para que el capitalismo practicado en la segunda posguerra
tuviera una faz menos cruel, resultado de la política de Estado de Bienestar
Social en los países dominantes y de sus sucedáneos más o menos bien hechos en
los países dominados.
El fin de los regímenes del Este europeo rompió la correlación de fuerzas
establecida hasta entonces, generando una situación internacional caracterizada
por la emergencia de una única potencia económica y militar, los EE.UU. , que, a
partir de entonces pasó a dictar una nueva orientación caracterizada por un
mayor y cada vez más intensificado grado de explotación de la clase trabajadora
en cada país y por el recrudecimiento de la política imperialista en las
relaciones entre los países capitalistas dominantes y dominados.
En Brasil, de acuerdo con Armando Boito Jr., la aplicación del modelo
capitalista neoliberal provocó el debilitamiento de la burguesía industrial, el
surgimiento de una burguesía de servicios, la división política de la clase
trabajadora y el aislamiento del sector público. Según él podemos definir la
política neoliberal a partir de las siguientes características: a) el círculo
externo y mayor representa a la política de desregulación del mercado de trabajo
y de reducción de los derechos sociales; b) el circulo intermedio, representa a
la política de privatización y c) el circulo menor y central de la figura,
representa a la apertura comercial y financiera.
"El circulo externo y mayor abarca los intereses del imperialismo y de toda la
burguesía...Todas las empresas capitalistas, pequeñas o grandes, industriales,
comerciales o agrícolas se benefician...con esa reducción de los costos
salariales y los derechos sociales. Este es el anillo de hierro de la unidad
burguesa que tiene asegurado, por lo menos hasta este momento, el apoyo del
conjunto de la burguesía al neoliberalismo".
"Ya el segundo círculo, el de la política de privatización, favorece a una
fracción de la burguesía brasileña -el capital monopolista - y al imperialismo
y, al mismo tiempo, margina al pequeño y mediano capital. Esa
política...fortaleció al gran capital privado y está haciendo desaparecer a la
fracción que podríamos denominar burguesía nacional de Estado: los agentes de
cúpula de la burocracia estatal que controlaban las empresas públicas de los
sectores minero, industrial, bancario, de servicios urbanos, etc. La importancia
de la declinación económica y política de la burguesía nacional de Estado reside
en el hecho de que esa fracción de la burguesía hasta hace poco tiempo fue una
de las bases sociales del nacionalismo burgués en la política brasileña".
Los tres pilares del neoliberalismo, a saber: la desregulación laboral, la
reducción de salarios y de derechos sociales, las privatizaciones y la apertura
comercial y financiera, atienden de manera diferenciada los intereses del bloque
burgués en el poder, compuesto por el capital financiero y el imperialismo, el
capital monopolista y la burguesía media y pequeña.
La desregulación laboral interesa a los tres sectores del bloque en el poder.
Las privatizaciones atienden a los intereses del imperialismo y del capital
monopolista, pero dejan afuera a la burguesía media y pequeña. La apertura
comercial y financiera atiende a los intereses del sector bancario del capital
monopolista y del capital imperialista. "La gran burguesía industrial interna
tiene algo que perder con esa política de altos intereses que favorece el sector
bancario. Esto, principalmente, de dos maneras. Por un lado, por el hecho de que
este sector, disponiendo de mayor liquidez que el sector productivo es el
principal comprador y poseedor de títulos de deuda pública; por otro lado, por
el hecho de ser parte de esa política no sólo el establecimiento de una elevada
tasa básica de intereses sino también la concesión de libertad total a los
banqueros para estipular, a su antojo, los intereses que irán a cobrar por los
préstamos concedidos al sector productivo y al consumidor - crédito en cheques
especiales, tarjetas de crédito, para inversiones, etc. ".
Pese a las pérdidas, "esa burguesía industrial interna, a pesar de su base
autóctona de acumulación", no se comporta como una burguesía nacional y parece
mucho más interesada en renegociar los términos de la política neoliberal con
los bancos y con el capital financiero internacional que en romper con ese
modelo.
En el gobierno de FHC, se produjo una disputa "entre el gran capital industrial
y el gran capital bancario". Expresión de esa disputa eran las controversias que
abarcaron a los neoliberales extremos: Malán, Gustavo Franco y Arminio Fraga y a
la corriente neoliberal moderada: Sergio Motta, Luis Carlos Mendonca de Barros y
José Serra.
En la parte final de su artículo, Boito destaca el crecimiento de la burguesía
de servicios con el proceso de privatizaciones, destacando que ella se conforma
como uno de los sectores más reaccionarios de la sociedad brasileña, en la
medida en que cualquier pequeña mejora en los servicios públicos afectaría sus
intereses. "Un triunfo de la nueva burguesía de servicios es que el imperialismo
y todas las fracciones burguesas presentes en el bloque en el poder están unidas
en la presión por reducir los gastos sociales estatales y en esa medida
convergen en la defensa, aunque sea indirecta, de los intereses de la nueva
burguesía de servicios".
El artículo de Boito fue escrito en octubre de 2002 y una nota inicial indicaba
que el autor no podía anticipar si la elección de Lula modificaría del bloque en
el poder. Entre tanto él observa que, percibiendo la disputa en ese bloque, "
Lula y el PT explotaban ampliamente esa insatisfacción del gran capital
industrial...mostrando a la gran burguesía industrial que tenía un por qué para
apoyar la candidatura de Lula"6.
Algunas conclusiones
Lo expuesto nos parece suficiente para formular algunas conclusiones para la
escena política en desarrollo.
En primer lugar, el capitalismo neoliberal aumentó considerablemente el
contingente de marginados en todo el planeta. Para la clase obrera ese modelo
representó el peor de los mundos: la profundización del grado de monopolización
del capital combinado con la destrucción de la protección social: derechos
obreros, servicios públicos, etc.
La ampliación del universo de los miserables tiene como consecuencia la caída
del consumo, lo cual alimenta las crisis en el sistema capitalista. Mientras
tanto esta crisis del capitalismo ha sido enfrentada con las privatizaciones, lo
que colocó en la esfera de acumulación privada a buena parte del patrimonio
estatal en casi todo el mundo, sobre todo en los países del Este europeo y en
los países periféricos del sistema capitalista.
La apertura comercial y financiera, promoviendo altos beneficios especulativos
también ha sido una fuente de transferencia de riqueza de los países dominados a
los países dominantes. En cada país, internamente, la política la tributaria
orientada a partir de la receta del FMI funciona como poderosa forma de
transferencia de renta de los más pobres a los más ricos.
En Brasil este proceso es particularmente visible cuando observamos el hecho de
que el país ocupa el undécimo lugar entre los países más ricos del mundo y el
cuarto lugar en términos de concentración de renta, o sea, en volumen de
riquezas producidas es el undécimo entre los mejores. Pero en lo que respecta a
la distribución de estas riquezas, Brasil es el cuarto entre los peores, lo que
explica el hecho de que - en una población de ciento setenta millones de
habitantes - existan cincuenta cuatro millones de personas debajo de la línea de
pobreza y entre éstas veintitrés millones de indigentes. Esta parte -compuesta
por el universo de aquellos que están desocupados o con empleo precario -
constituye la mayoría de la clase trabajadora en el mundo de hoy.
En términos políticos, el pueblo depositó sus esperanzas en Lula en el 2002.
Pero el gobierno petista, hasta este momento, ni siquiera consigue rebajar los
intereses, compromiso asumido con la burguesía brasileña. Hasta este momento el
gobierno permanece como rehén de los acuerdos suscriptos con el FMI, que
continúa dictando la política económica. Por esta razón es que José Alencar pasó
a liderar a quienes reivindican la rebaja de la tasa de interés. Así defiende
los intereses de la fracción de la burguesía que representa en el gobierno.
No se le puede negar coherencia. Su error está en suponer que los criterios de
Palocci / Merieles para el establecimiento de la tasa de interés sean técnicos,
pues son también criterios políticos para atender a los intereses de la
especulación internacional.
La clase trabajadora, gran soporte de la proyección de quienes hoy ocupan el
gobierno, ha sido una vez más abandonada a su propia suerte y a su propia
fuerza. Salvo las honrosas y conocidas excepciones, el PT ya no defiende más sus
intereses. Uno de los grupos más representativos de la bancada petista, llamado
"de los 30" , lo máximo que consiguió hacer fue firmar un manifiesto pidiendo
crecimiento económico, señalando que Brasil se sitúa entre los países que más
crecieron económicamente en el siglo pasado sin que esto significara mayor
justicia social.
Creemos así poder responder la cuestión que Boito no pudo contestar en octubre
del 2002. La elección de Lula no modificó la situación del bloque en el poder.
Su elección y la representatividad de ella derivada, terminó por transformarse
en un nuevo instrumento al servicio del bloque dominante. Esto es lo que se
puede constatar en julio de 2003.
Capitalismo e imperialismo
El capitalismo, aquí entendido como el modo de producción y distribución de los
bienes y servicios surgidos en Europa a partir de la caída del feudalismo, e
impulsado por la revolución industrial, así como la sociedad erigida sobre tal
base, es constantemente sacudido por las contradicciones que genera.
La sociedad capitalista no es la primera en asentarse sobre la explotación de la
mayoría de la sociedad por parte de una minoría privilegiada. En la sociedad
capitalista, este fenómeno se produce en grados extremos de intensidad, sólo
disminuidos por la lucha organizada de la clase explotada. La explotación de la
clase trabajadora por la burguesía que se da en cada país, se desarrolla en
escala planetaria, dando origen al imperialismo, el cual es la intensificación
de la explotación de las clases trabajadoras de los países dominados, ya que
sobre ellas se ejerce una doble explotación: de la burguesía de su propio país y
de los intereses de las empresas trasnacionales que por desgracia operan en su
territorio.
El capitalismo, después de la corta etapa de desarrollo de la libre
concurrencia, por la acción de su propia lógica de funcionamiento, pasa a
conducir grandes empresas monopolistas. "Así, el resumen de la historia de los
monopolios es el siguiente: 1) 1860 a 1880, punto culminante de desarrollo de la
libre competencia. Los monopolios no constituyen más que gérmenes apenas
perceptibles. 2) Después de la crisis de 1873, largo período de desarrollo de
los cártels, los cuales todavía constituyen sólo una excepción, aún no son
sólidos, todavía representan un fenómeno pasajero. 3) Auge de fines del siglo
XIX y crisis de 1900 a 1903: los cártels se convierten en una de las bases de
toda la vida económica. El capitalismo se ha transformado en imperialismo"7.
La contradicción básica de la sociedad capitalista reside precisamente en la
explotación de la clase trabajadora, lo que obliga a ésta a oponer a la clase
dominante, la burguesía, una lucha que se da en cada lugar de trabajo, por
mejores salarios y condiciones laborales, pero también en cada país y en escala
internacional, por la destrucción de la sociedad capitalista y la construcción
de una sociedad basada en la igualdad económica, el socialismo.
Derivada de esta contradicción fundamental tenemos el desarrollo de otras
contradicciones importantes, entre las cuales, la que opone los países dominados
a los dominantes, debido al desarrollo del imperialismo. Estas contradicciones
están presentes, por lo tanto, de acuerdo con el resumen de Lenin, hace por lo
menos 100 años. Aunque unos y otros parecieran haberlas olvidado, la realidad,
terca como es, trata de refrescar la memoria de éstos, pues puede ser percibida
con claridad meridiana en los eventos que se desarrollan ante nuestros ojos, en
Irak y en varias otras partes del mundo. Los antídotos que utiliza la burguesía
para mantener su sociedad de explotación también son conocidos. Hablemos pues un
poco de ellos.
Capitalismo, guerras y especulación
Llegando a determinada fase de su desarrollo, el capitalismo pasa a enfrentar
crisis cada vez más intensas, provocadas por su contradicción fundamental,
generadas por la lógica de su funcionamiento, que promueve que la acumulación de
riquezas en el polo minoritario de la sociedad y la acumulación de miseria para
la gran mayoría del pueblo. Con sectores cada vez más numerosos de la clase
trabajadora sometidos a grados extremos de explotación, el consumo de los
productos disminuye y esta situación conduce a las famosas crisis cíclicas del
capitalismo. Estas crisis, combinadas con la acción política de los sectores
organizados de la clase trabajadora pasaron a poner en riesgo la propia
existencia del sistema capitalista.
Esta es la base del estancamiento económico del capitalismo, producido, por
tanto, por la lógica del funcionamiento del sistema y no por factores laterales,
difundidos por teorías económicas burguesas a través de los medios académicos y
de comunicación masiva, sintetizadas en fórmulas oscuras tales como "riesgo/costo-Brasil".
Estas seudoexplicaciones respecto de las causas del estancamiento económico
sirven para confundir a la clase trabajadora y hacerla aceptar medidas de
destrucción del Estado, más apertura económica y destrucción de los derechos
laborales. En verdad este paquete forma parte de las medidas anticrisis a los
cuales la burguesía apela para perpetuar el capitalismo. Sin embargo, no son
suficientes para promover ni siquiera el tan ansiado crecimiento económico, pero
sí resulta en un agravamiento de las ya precarísimas condiciones de vida del
pueblo.
Junto a estas medidas, tenemos el continuo estímulo a impulsar guerras de
rapiña, como acabamos de asistir en Irak y en Afganistán. La destrucción en masa
de fuerzas productivas es un mecanismo clásico que la burguesía usa para
perpetuar el capitalismo. No obstante, tales atrocidades que están siendo
cometidas no serán suficientes para generar crecimiento económico. Conforme nos
explica José Martins, "los gastos en las guerras de Afganistán y de Irak fueron
incapaces de curar la fragilidad de la economía de los EE.UU. Los economistas
lamentan que no se repiten los tremendos impactos económicos del pasado. Y hacen
constataciones. Por ejemplo, que la economía norteamericana es mucho mayor que
durante las guerras del pasado, cuando el aumento de los gastos bélicos hacía la
diferencia...Otras constataciones: con las actuales tecnologías de guerra, que
permiten ataques a larga distancia, hay una reducción de pérdidas de armamentos
y de la necesidad de reponerlos. Además de esto, el ejército, la marina y la
aeronáutica de los EE.UU. entraron al conflicto con Irak con su stock de
armamentos totalmente abarrotado, al contrario de las guerras pasadas, cuando
tuvieron que realizar a cargo del erario público enormes pedidos de todo tipo de
nuevos armamentos a su industria civil, como en la Segunda Guerra Mundial" 8.
El análisis de Martins está corroborado por la evaluación de los editores de
Monthly Review del 14 de marzo del 2003, donde enfatizan que "la escalada de
gastos militares asociada a la guerra contra el terrorismo proporcionó algún
estímulo económico, pero todavía no en una escala en relación con el PBI global
comparable a las guerras de las décadas de 1950 y 1960"9.
Como se puede ver las guerras no han sido suficientes para generar crecimiento
económico en la punta del sistema capitalista. Y esta "fatalidad" necesita ser
compensada de alguna forma. Y es ahí que entra el papel de la especulación
internacional, poderosa forma de transferencia de riquezas de los países
periféricos al centro imperialista. Aquí los bancos cumplen un papel importante,
que Lenin ya explicaba en los inicios del siglo pasado.
"La operación fundamental e inicial que los bancos realizan es la de
intermediarios para los pagos. En relación con ello convierten el capital
monetario inactivo en activo, esto es, en capital que rinde beneficio; reúnen
toda clase de ingresos metálicos y los ponen a disposición de la clase
capitalista".
"A medida que van aumentando las operaciones bancarias y que se concentran en un
número reducido de establecimientos, de modestos intermediarios que eran antes,
se convierten los bancos en monopolistas omnipotentes, que disponen de casi todo
el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños patronos, así como de
la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas
de uno o de muchos países. Esta transformación de los numerosos y modestos
intermediarios en un puñado de monopolistas constituye uno de los procesos
fundamentales de la transformación del capitalismo en imperialismo capitalista,
y por eso debemos detenernos, en primer lugar, en la concentración bancaria"10.
En nuestros días sabemos cuánto se ha desenvuelto el poderío de los bancos en un
proceso que degeneró en mera especulación. A través de la centralización del
crédito, los trusts bancarios pasaron a controlar la vida económica no sólo de
un grupo de empresas sino también de países y regiones enteras del mundo y, como
consecuencia de este proceso, tenemos la intromisión en la vida política de los
países subordinados.
A través de sus agencias internacionales, como el FMI, la burguesía exige el
mantenimiento del modelo de política económica que le interesa y amenaza
desestabilizar gobiernos que no sigan sus dictámenes. A través de una prensa
servil, que en definitiva depende de la publicidad y de los préstamos de estos
bancos, se engaña al pueblo con páginas y más páginas sobre las condiciones
necesarias para retomar el crecimiento, para que los "inversores" confíen en el
país, sobre las reformas necesarias para equilibrar el presupuesto, cuando se
sabe que ningún presupuesto puede ser equilibrado enviando miles de millones que
alimentan la especulación en escala planetaria y cuando se sabe también que
ningún país que se mantenga rehén de las políticas impuestas por el FMI podrá
aspirar a tener crecimiento económico y mucho menos a resolver los problemas que
afligen al pueblo.
Por lo tanto, desde el inicio del siglo pasado, los países capitalistas pasaron
a la dominación del capital financiero y del sector bancario. Esto no significa
que el sector financiero pasó a tener autonomía con relación al sector
industrial y agrario. Si esto fuese posible, sería lo mismo que admitir que el
capitalismo pudiese prescindir de la explotación y de la plusvalía. No obstante,
es patente el predominio del capital financiero lo que acarreó la subordinación
del capital industrial a aquél, de la misma forma que éste un día subordinó a la
burguesía agraria.
Consideraciones finales
Creo que quedan bien establecidos los condicionamientos impuestos a los
gobiernos de los países periféricos del sistema capitalista en el actual período
de la lucha de clases.
Cualquier tentativa de llevar adelante una política económica y social que tome
en cuenta las necesidades de la clase trabajadora, necesariamente debe romper
con tales condicionamientos. El actual gobierno brasileño, en la línea que es
común a los partidarios de la llamada "gobernabilidad progresista", hasta este
momento adhiere inconfesadamente a las políticas emanadas del centro
imperialista. Ante este hecho, a corto plazo, la militancia de izquierda tendrá
que tomar posición.
Notas
1 Presidente de Brasil hasta fin de 2002 (NdR).
2 Petista: del Partido de los Trabajadores (PT) liderado por Lula (NdR).
3 Uno de los principales colaboradores de Lula (NdR).
4 Principales miembros del equipo económico del gobierno de Lula (NdR).
5 Esta y las otras dos siglas que menciona el autor corresponden a partidos de
centroderecha y de derecha (NdR).
6 Armando Boito JR, en Neoliberalismo y Burguesía en Brasil. Revista PUC-VIVA.
Número 19
7 Lenin: El imperialismo fase superior del capitalismo, en Obras Completas,
Cartago, Buenos Aires, 1960, t.22, pág.212..
8 José Martins: Una guerra en proceso. Crítica Semanal de Economía números 13 y
14 año 17, 13 de mayo NEP.
9 El original se entra en: www.monthlyreview.org/0403editors.htm
10 Lenin: lugar citado, págs.220-221.