Latinoamérica
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La madre de las batallas
Antonio Peredo Leigue
Varias decenas de periodistas de todo el mundo llegaron a Bolivia para cubrir los acontecimientos del 18 de julio, cuando se hizo la consulta nacional respecto a la política energética del país. Más de uno de ellos soñó con hacer ¿la nota del año? con los desórdenes, el conflicto y la sangre que se anunciaba para ese día. Debieron irse con las cajas destempladas, pues no ocurrió nada de lo que esperaban.
Por supuesto, los personajes nativos que se despacharon a su gusto, los días previos, vaticinando las mil desgracias que ocurrirían el 18, debieron quedar también tan destemplados como los otros. Sin embargo, como no pueden escapar, no encontraron mejor solución que hacer de cuenta que sus pronósticos se cumplieron.
Los resultados
De casi 4 y medio millones de inscritos votaron más de 2 y medio millones, vale decir: 60 %.
Según los datos proporcionados por la Corte Nacional Electoral, las 5 preguntas se respondieron así: primera (abrogatoria de la Ley de Hidrocarburos vigente) 87% SI, 13% NO; segunda (recuperación de la propiedad de los hidrocarburos) 92% SI, 8% NO; tercera (refundación de YPFB) 87% SI, 13% NO; cuarta (gas por puerto) 55% SI, 45% NO; quinta (exportación previa cobertura nacional e industrialización más otras cuestiones) 62% SI, 38% NO..
Los porcentajes se calcularon sin contar votos blancos ni nulos.
El Movimiento al Socialismo (MAS) propuso al país la fórmula: 3 SI y 2 NO. Planteó que las primeras tres preguntas eran la base para estructurar la política energética del país; las dos últimas creaban confusión y desviaba la atención del problema central. Los resultados muestran que fue una apreciación correcta. El gobierno no puede ignorar la gran diferencia que hay entre la votación que recibieron las tres primeras preguntas (sobre todo el 92% de la segunda) y las dos últimas que tuvieron un importante porcentaje de rechazo.
Como era de esperar, los agoreros de la catástrofe comenzaron a manipular esta información. Según ellos, sumando la abstención más los votos nulos y los blancos, el gobierno perdió y perdió también quien apoyó el referendum. No les interesa que quienes no votaron lo hicieron por diversas razones. Que no es lo mismo abstenerse que anular el voto y mucho menos votar en blanco. Pero, como su bolsa es grande y ellos no tienen reparo, hacen un revoltijo y la llenan a su gusto.
Las tareas
Todas esas artimañas no les sirvieron para otra cosa que justificarse, pues ahora se ven obligados a desembocar en la misma conclusión: las tareas que nos esperan, son de la mayor importancia. No se derrumbó este proceso que, ciertamente, es precario pero tiene el respaldo popular. No se dio la madre de las batallas, como anunciaron hasta una hora antes de que se conociesen los primeros resultados del referendum.
La siguiente batalla se dará en la elaboración de la nueva Ley de Hidrocarburos. Luego viene la elección municipal que determinará el nuevo mapa político del país. El tercer paso es la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Finalmente, las elecciones generales de 2007, cerrarán el proceso de preparación del terreno. De ahí en adelante viene la gran tarea de la construcción.
En otros términos, los agoreros de la madre de las batallas, tienen la vista corta. Para ellos, la confrontación mayor era el referendum cuando, haciendo una somera revisión, encontramos que es el primero de una serie de pasos cortos que se darán con el propósito de preparar las condiciones en que ocurrirá el enfrentamiento real: la construcción de un nuevo país.
A menos, claro está, que esa miopía esté determinada por su negativa a aceptar que el pueblo puede ganar la guerra. Es posible que tengan la soterrada convicción de que, el pueblo, ganará batallas pero nunca la guerra. De donde se desprende que, si militan en el campo popular, de principio se sienten derrotados.
Los peligros crecientes
Tampoco se trata de ser optimistas ingenuos. El 17 de octubre pasado, cuando el pueblo derrocó a Gonzalo Sánchez de Lozada y aceptó una transición con Carlos Mesa, debíamos estar claros que iniciábamos un camino lleno de dificultades.
Con preocupación, muchos compañeros alertaron varias veces sobre los preparativos de un golpe de estado, señalaron las torpes provocaciones de los infiltrados en el movimiento popular y acusaron a los trasnochados de hacerle el juego a la derecha.
Todos estos riesgos se corrieron entre el 17 de octubre y el 18 de julio. Pero los peligros no serán menores en los pasos siguientes. Al contrario, en la medida en que vaya cumpliéndose el programa, habrá más complots, los infiltrados se multiplicarán, los trasnochados se pasarán abiertamente al enemigo e incluso se harán atentados contra las organizaciones y contra las personas.
La batalla más importante será, siempre, la que está por venir.