Latinoamérica
|
Racionalidad y medios masivos, los académicos y el caso Chávez
El Complejo de Ulises o el
Síndrome de la perplejidad
José Padrón G.
Rebelión
Llegarás primero a las sirenas, que encantan a cuantos hombres van a su
encuentro.
Aquel que imprudentemente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a
su esposa ni a sus hijos rodeándolo, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar;
las sirenas lo hechizan con el sonoro canto, sentadas en una pradera en el
centro de un enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va
consumiendo.
(Homero: Odisea, Canto XII).
En casi todas las mitologías existentes, las sirenas son bellas y
desinhibidas. El único defecto que tienen es el de no poder hablar. Emiten
sonidos que embriagan a cualquier mortal o hablan en lenguas incomprensibles que
impiden la comunicación.
(Pedro Palau Pons: Sirenas, las Hadas del Océano).
En su Odisea, Homero nos habla de unos guerreros griegos al mando de Ulises que,
de regreso a casa luego de la guerra con Troya, entre los tantos castigos de
desorientación a que fueron sometidos por la ira de los dioses troyanos,
tuvieron que enfrentarse a las Sirenas, unos seres extraños que tenían la
importante capacidad seductora para hacer que sus víctimas perdieran su norte y
olvidaran todo aquello en lo que hasta entonces habían creído, al punto de que
ya no serían capaces ni siquiera de reconocer a su propia familia, a su propia
esposa e hijos. Las Sirenas podían lograr que cualquier hombre olvidara su
propia memoria histórica y que perdiera el mapa de su propia vida y de sus
propios recuerdos y objetivos personales. Esto no lo lograban con razonamientos
ni con argumentaciones, ya que no podían hablar, sino con unos extraños sonidos
embriagadores cuyo poder radicaba, precisamente, en la eliminación del lenguaje
y de la racionalidad. Básicamente, las Sirenas eran unos seres cuyo poder
seductor radicaba justamente en la irracionalidad, en el no- lenguaje, en la
no-palabra y en el no-pensamiento. De ese modo, las víctimas de las Sirenas
dejaban de ser ellos mismos, perdían cualquier noción acerca de su trayectoria
de vida, perdían su identidad cognitiva y, para decirlo en las mismas palabras
de Homero, ya no volvían "a ver a su esposa ni a sus hijos rodeándolo, llenos de
júbilo, cuando torna a su hogar". En efecto, perderían sus más elementales
nociones de 'hogar', 'esposa' e 'hijos', entendiendo por esto sus teorías
personales, sus creencias de vida y, en fin, todos sus puntos de referencia y
todas sus bases de estabilidad mental.
Los Medios de Comunicación Masiva (MCM), en especial aquellos cuyos dueños
amasan su fortuna personal sobre la base de desorientar y confundir mediante
"sonidos que embriagan a cualquier mortal", equivalen a las Sirenas de Homero.
Los académicos que sucumben ante los Medios Masivos sacrificando sus propias
creencias y sus propias teorías equivalen a las víctimas de las Sirenas. Se
comportan como Ulises, quien, habiéndose mandado a atar por haber sido
advertido, una vez que oyó el canto de las sirenas pedía que lo desataran y que
lo dejaran ir tras ellas, olvidando así todas las referencias previas,
incluyendo las advertencias de Circe. Su estado mental con respecto a todas sus
nociones previas, en particular con respecto a las advertencias que había
recibido de Circe, puede describirse como un estado de desconcierto, de
PERPLEJIDAD, por efecto del canto de las sirenas.
El complejo de Ulises podría describir el comportamiento de aquellas personas
que, a partir de una determinada experiencia, comienzan a actuar, hablar y
pensar de modo inconsistente con lo que hasta ese momento siempre habían
declarado como su sistema de creencias, normas y valores. Ante tal cambio, su
estado mental se traduce en confusión, desconcierto y perplejidad. Los rasgos de
ese estado cognitivo, conforman todo un cuadro típico, el síndrome de la
Perplejidad(1). Ocurre que el modo en el cual reaccionan frente a esa nueva
experiencia que están viviendo no logra ser coherente con su anterior sistema de
creencias, valores y normas, el que siempre habían declarado, y entonces ya no
saben cómo responder al compromiso de coherencia al que todo individuo está
obligado: no saben si la falla está en el mismo sistema que siempre habían
declarado o si, en cambio, por debajo de ese sistema declarado, en realidad
siempre funcionó otro sistema inconfesado (y, tal vez, inconfesable) que sí es
consistente con sus nuevos comportamientos, pero que ellos nunca reconocieron o
no quisieron reconocer. Toda esta duda, esta dificultad en armonizar sus propios
compromisos de coherencia, se expresa en un absoluto silencio ante los
argumentos, en una tendencia a las conductas viscerales, en racionalizaciones
constantes y en una gran orfandad intelectual. Al hablar de conductas
'viscerales' o de 'visceralidad' me refiero a la negación de la racionalidad,
conformada por el doble hecho siguiente: primero, la persona no logra responder
a ningún argumento o razonamiento que impugne su conducta, actitud o modo de
pensar y, sin embargo, persevera en esa conducta o actitud, aun sin argumentos
que la justifiquen racionalmente; y, en segundo lugar, la persona enfoca los
hechos bajo el filtro primario de alguna emoción o sentimiento frente a esos
hechos. Cuando ocurre este hecho doble, estamos frente a la 'visceralidad'. Es
probable, por ejemplo, que muchos lectores, al recorrer estas líneas, sientan un
odio fuerte hacia el contenido expresado, pero además, probablemente no tengan
buenos contra-argumentos. Serán entonces lectores viscerales. De ese modo, los
Perplejos o los Ulises son incapaces de responder a muchos argumentos serios y
se limitan sólo a calificar: "el coño'e madre de Chávez", el "mico- mandante",
el "dictador asesino", etc., expresiones que revelan un fuerte odio, desligado
de cualquier razonamiento susceptible de crítica.
Aunque el Complejo de Ulises o el Síndrome de la Perplejidad, parecen ser
válidos para cualquier persona, en el caso de los académicos es más llamativo,
por el hecho de que los académicos suelen caracterizar su propio desempeño
profesional precisamente mediante la declaración casi permanente de creencias,
normas y valores. Están obligados a escribir artículos, a dar clases, a emitir
juicios en reuniones y eventos, etc., con lo cual inexorablemente expresan su
apego a ciertas teorías, a ciertas ideologías y a ciertas posturas filosóficas y
éticas, de modo que, mientras no se produzca ninguna 'situación- límite' (el
tipo de situaciones críticas que la sabiduría popular venezolana describe como
"la hora de las chiquiticas"), sus declaraciones teórico-ético-normativas no se
exponen a ninguna confrontación con la realidad. En ese caso, en los períodos
sin crisis, los académicos pueden vivir felices predicando tal o cual cosa,
pontificando sobre tal o cual problema, etc. Pero, una vez que surge alguna de
esas 'situaciones-límite' que ponga en confrontación la realidad con sus propios
sistemas de creencias, valores y normas, entonces es cuando uno puede evaluar
qué tan consistentes son realmente los académicos. Muchos de ellos salen
fortalecidos ante estas situaciones-límite y entonces uno los admira por esa
consistencia que pasa las pruebas de la experiencia. Pero muchos otros se
comportan como Ulises y padecen del Síndrome de la Perplejidad. Con esto quiero
decir que, al referirme a los académicos con el Complejo de Ulises, no me
refiero a todos los académicos anti-chavistas, ya que muchos de éstos, desde
bastante antes del caso Chávez, siempre declararon sus ideales oligárquicos,
neoliberalistas, neocapitalistas e individualistas "meritocráticos", por lo cual
no podemos achacarles ningún tipo de inconsistencias entre sus comportamientos
políticos actuales y sus anteriores declaraciones teóricas, normativas y
valorativas. Por tanto, ellos quedan excluidos de esta crítica. Y, en el otro
lado, están aquellos que desde siempre habían declarado sus férreas convicciones
hacia la justicia social y hacia la necesidad de eliminar los privilegios y de
redistribuir la riqueza social y ahora, ante el caso Chávez, simplemente están
apoyando algo en lo que siempre creyeron, de modo que para ellos Chávez no es
interesante como persona, sino como representación empírica de toda una
estructura teórica universal de la cual son parte las relaciones de dominación y
las estructuras de distribución de la riqueza, entre otras. En ambos casos, la
consistencia es admirable. Pero no son nada admirables las reacciones
incongruentes, contradictorias y relativistas.
Entre los tantos fenómenos sociales y psicológicos que se han puesto de
manifiesto en Venezuela a raíz del caso Chávez (este caso, inesperadamente,
convirtió a Venezuela en todo un auténtico ámbito empírico y en un laboratorio
de investigaciones sociales, psicológicas y antropológicas, lamentablemente
desperdiciado por nuestros investigadores sociales), uno de los más curiosos es
el de las reacciones de buena parte de los académicos ante el conflicto entre la
clase de los privilegiados y un gobierno ante el cual dicha clase ve amenazados
sus privilegios.
Uno de los más característicos grupos pertenecientes a la clase de los
privilegiados es el de los grandes empresarios, sobre todo aquellos que lo son
en términos macro-corporativos globalizados(2). Y, dentro de éstos, los dueños
de medios de comunicación masiva (MCM) son altamente típicos y
representativos. En consecuencia, los MCM venezolanos (y también los
internacionales, que al fin y al cabo son la misma familia macro-corporativa
globalizada) han orientado de modo drástico y radical toda su función a salir
del gobierno de Chávez, por la vía más inmediata posible, siguiendo aquel
célebre principio de que "el fin justifica los medios", transformado en una
versión más moderna: "el fin lo justifican los medios (los MCM)".
Ocurrió entonces que los MCM, a cuya influencia el ciudadano común se ve
sometido en más de un 25% de su tiempo semanal, decidieron actuar como las
Sirenas de Ulises: sistemáticamente callaron información, difundieron
información falsa, tergiversaron información válida, deformaron información
original..., en fin, cambiaron la percepción del mundo-objeto. En lugar de
información sobre ese mundo, en lugar del lenguaje y en lugar del razonamiento,
utilizaron esos extraños "sonidos que embriagan a cualquier mortal o hablan en
lenguas incomprensibles que impiden la comunicación". A estas alturas hay ya en
todo el mundo numerosos trabajos de investigación que demuestran esa orientación
manipuladora de los MCM en el caso Chávez: son más de dos mentiras por hora,
mentiras demostradas, que, en promedio, se le han contabilizado a los MCM
venezolanos en su conflicto con Chávez, de acuerdo a algunas investigaciones
académicas. Pero, en realidad, desde una perspectiva teórica, no eran necesarios
tantos trabajos de tipo inductivo, porque ya todos sabíamos acerca del poder de
manipulación informativa de los MCM en general, tanto venezolanos como
internacionales. Hay gandolas, literalmente hablando, del tamaño de las gandolas
del Transporte Rosalio Castillo, C.A., que podrían cargarse con libros y
artículos científicos que demuestran la orientación manipuladora, tendenciosa y
conveniente de los MCM en su objetivo de hacer que el público actúe según a
ellos les interesa. Son innumerables los argumentos y evidencias a favor del
comportamiento de los MCM como las sirenas de Ulises. Y, además, son incontables
los testimonios acerca de delitos, tragedias y todo tipo de comportamientos
enfermizos generados por los MCM en las conductas antisociales. El último
escrito de Karl Popper, lo último que escribió poco antes de morir, apuntó a
denunciar el poder nefasto y destructivo de los MCM, proponiendo un control
social del Estado que muchos de los académicos venezolanos de ahora calificarían
de "chavista". Pero, a diferencia de ellos, Popper fue un intelectual muy
consistente. Estos académicos, en cambio, asistieron a las marchas de la
oposición política venezolana, convocadas desde los MCM, llevando pancartas que
decían "con mis Medios no se metan". Uno de estos académicos, una profesora
universitaria, en correspondencia personal, me escribía lo siguiente: "los
medios son los únicos que nos han defendido de esta pesadilla de Chávez; por eso
yo los apoyo". Increíble, realmente. Resulta asombroso ver a unos académicos que
ya saben acerca de la perversidad de los MCM, muchos de los cuales ya habían
escrito acerca de esa perversidad, portar ahora esas leyendas y lemas tan
drásticamente contradictorios con todo lo que antes habían declarado y habían
enseñado. De hecho, esta amiga académica es autora de un e-mail masivo, hace
unos cinco años, en el que nos convocaba a todos sus destinatarios a asumir una
"posición pública clara" frente al "abuso de los canales comerciales venezolanos
de TV" por su "constante bombardeo de sexo y violencia" y por la "siempre
interesada y conveniente manipulación de la información a favor de sus propios
intereses". Ahora, en una de las marchas antichavistas, era una de las que
portaba su pancarta "con mis medios no se metan".
Muchos de los académicos en referencia habían construido prácticamente todo su
piso profesional y toda su 'imagen' intelectual propugnando y predicando acerca
de la "Teoría Crítica" de Habermas, por ejemplo, o acerca de la "Pedagogía del
Oprimido" de Freire o acerca de los "Siete Saberes de Morin" o acerca de la "Otredad"
o el "Reconocimiento del Otro" o del "Poder Económico", la "justicia social" y
los maleficios de la globalización, etc. Pero ahora, ante esta situación-límite
marcada por el caso Chávez y ante el embrujo de las Sirenas, ya han dejado de
hablar de eso, padecen del Complejo de Ulises y sufren de una gran Perplejidad.
Resulta que Chávez plantea precisamente la misma "emancipación" de Habermas. Su
lucha contra los MCM, que es la misma lucha de la Academia universal contra el
avasallamiento de los dueños de la información, es parte, justamente, de la
misma "Teoría Crítica" de Habermas y de los neo-marxistas de Frankfurt (por
cierto, a veces da la impresión de que algunos de ellos es ahora cuando se
acaban de enterar de las relaciones entre Marx y la Escuela de Frankfurt). Sus
planteamientos a favor de los desposeídos y excluidos, que la prensa
norteamericana y europea llama "populistas", no son ni más ni menos que los
mismos planteamientos de la Pedagogía del Oprimido, de la Concepción
Bancaria de la Educación y, en general, de toda la Teología de la
Liberación (uno se pregunta, entre muchas otras cosas, ¿por qué nuestros
académicos no llaman "populista" a Freire? ¿Cuál es la diferencia? ¿será que
Freire habla más bonito que Chávez o que Freire es intelectual y Chávez es
indio?).
Un caso particularmente interesante es el anterior apasionamiento de varios de
estos académicos por Edgar Morin, hasta antes de aparecer Chávez. Resulta que
muchos de ellos vivieron de Morin, hablaron de Morin y dieron múltiples
conferencias y charlas sobre Morin. Pero llegó Chávez y habló de las reglas del
juego, del respeto a la Constitución y del apego a la 'Norma', mientras nuestros
académicos, extasiados ante el canto de las Sirenas, aplaudían el golpe de
estado y el paro petrolero. Resulta que Edgar Morin había escrito cosas como
éstas:
La democracia se funda sobre el control del aparato del poder por los
controlados y así reduce la esclavitud (que determina un poder que no sufre la
autorregulación de aquellos que somete); en este sentido la democracia es, más
que un régimen político, la regeneración continua de un bucle complejo y
retroactivo: los ciudadanos producen la democracia que produce los ciudadanos.
(...) Evidentemente, la democracia necesita del consenso de la mayoría de los
ciudadanos y del respeto de las reglas democráticas. Necesita que un gran número
de ciudadanos crea en la democracia. Pero, al igual que el consenso, la
democracia necesita diversidades y antagonismos (...) La democracia necesita
tanto conflictos de ideas como de opiniones que le den vitalidad y
productividad. Pero la vitalidad y la productividad de los conflictos sólo se
pueden expandir en la obediencia a la norma democrática que regula los
antagonismos reemplazando las batallas físicas por las batallas de ideas.
Morin, Edgar (1999): Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del
Futuro. Paris: UNESCO. Pp. 55-56.
Entonces sucedía que Morin estaba diciendo las mismas cosas que Chávez y así sus
ideas se colocaban contra el golpe de estado y contra el paro petrolero. Desde
entonces, para estos académicos, Morin dejó de ser la diva de la intelectualidad
francesa que había sido hasta antes de Chávez, porque decía lo mismo que éste y
contradecía a las Sirenas, convertidas en los nuevos dioses de los académicos
sometidos al Complejo de Ulises. ¿Resultado? Una Perplejidad total ante el
mensaje de Morin, que hasta ese momento había sido una de sus 'biblias'.
Mientras durante muchos años la academia venezolana había predicado las reglas
del juego democrático y las referencias intersubjetivas tanto en el plano
epistemológico como en el plano ético-político, ahora ante el caso Chávez se
hizo partidaria del aplastamiento del 'Otro'. Chávez había salido favorecido en
varias contiendas electorales sucesivas con una cantidad de votos cada vez
mayor, ante una oposición con cantidad de votos cada vez menor (véanse las
cifras sucesivamente crecientes de Chávez en los procesos eleccionarios desde
1998, contra las cifras sucesivamente decrecientes de la suma de todo el resto
de la oposición en esos mismo procesos, en http://www.cne.gov.ve/estadisticas.asp).
Según las creencias previas de nuestros Ulises, esto bastaba para "reconocer al
otro", al que había prevalecido en tales contiendas. Pero ahora, ante el canto
de las Sirenas, eso no importaba. Lo que importaba era "salir de Chávez",
aplastando la voluntad de los 'Otros'. Hay una pregunta que nuestros Ulises
todavía no logran responder: si hay un desacuerdo entre un grupo 'A' y un grupo
'B', si se decide resolver todo por votación y si gana el grupo 'A', ¿qué
argumentos hay para que se imponga la opinión de los 'B' por encima de la
decisión mayoritaria del grupo 'A'? No hay argumentos de respuesta. Sin embargo,
nuestros académicos Ulises aplaudieron el golpe de estado de abril de 2002 y
luego el paro petrolero de 2003-2004. Un ejemplo que pasará a la historia es,
entre muchos otros, el del Rector de la Universidad del Zulia, cuando
públicamente celebró ese golpe de estado y dio la bienvenida a la dictadura de
Carmona El Breve, que fue un histórico aplastamiento de la Otredad y de
la Diversidad. Otro ejemplo insigne es el del recién electo Rector de la
UCV, cuya primera declaración pública a la prensa fue algo así como "Vamos a
salir de esta Tiranía". Y, entonces, al presenciar este tipo de espectáculos,
uno entiende realmente por qué jamás en este país hubo verdadera Investigación
Universitaria ni verdadera Academia. Con rectores así, cuyas actitudes se
revelan del todo opuestas a las de un investigador ¿qué podríamos esperar de las
potencialidades de producción de conocimientos y tecnologías en nuestras
universidades?
Sigamos con las prédicas sobre la Otredad, el Reconocimiento del Otro,
la Convivencia en la Diversidad y otras grandilocuencias filosóficas por
el estilo. ¡Por cuántos años nuestros Ulises académicos habían impresionado a
sus estudiantes con estos vibrantes discursos acerca del Otro, la
Otredad y la Diversidad! ¡Casi toda una vida académica alimentada de
conferencias y participaciones en foros y eventos, dedicada a construir un
prestigio personal sobre la base de estas prédicas! ¿Y qué pasó? Llegó Chávez y
declaró estar de lado del 'Otro' y de los 'Diversos', pero de los verdaderos
otros, los que siempre y realmente habían sido excluidos de la vida social,
es decir, los otros de carne y hueso, la otredad observable y
tangible, aquella que no pertenece al mundo de la retórica académica, sino a la
realidad de la injusta distribución de la riqueza. Nuestros Ulises académicos
entonces comenzaron, repitiendo a las Sirenas, a hablar ahora de "chusma", de "lumpen",
de "desdentados" y de "borrachos" (olvidando, por cierto, que uno de sus líderes
llamaba a "repartir cañita" en las marchas de la oposición, a las que nuestros
Ulises asistieron sistemáticamente, convencidos de que cada marcha iba a
terminar en el asalto a Miraflores y en la caída del gobierno).
Cayeron cautivos de simbolismos como las Plazas de la Libertad (en las
zonas ricas de las ciudades más pobladas del país y asistían a esas plazas con
sus vestidos negros, con sus cintas en las antenas de los carros, con sus pitos
e imitaciones de cacerolas), las verborreas acerca del Régimen,
Libertad de Expresión, Dictadura, Castrocomunismo…, y hasta
llevaron banderas norteamericanas como símbolos de la Libertad. Por cierto, su
Síndrome de Perplejidad los ha llevado recientemente a dudar y a callar como
zombis ante las atrocidades cometidas por el ejército norteamericano en Irak:
protestaron, vociferaron, vilipendiaron y chillaron ante lo que las Sirenas
llamaron "Pistoleros del Puente Llaguno", "Círculos violentos" o "asesinos de la
Plaza Altamira", por ejemplo, y ahora andan atolondrados ante los desmanes del
gobierno de USA en Irak, Afganistán, Guantánamo, y Palestina. Muchos de ellos,
incluso, han llegado a desear que los norteamericanos invadan a su propia
patria, en un gesto de total desprecio histórico y teórico acerca de las
relaciones macro-políticas de las conquistas y los imperios, en un gesto de
verdadera traición a su propio pasado humilde y marginal, a sus propias raíces
de pueblo, de las cuales provienen. Se quedaron atrás las prédicas acerca de los
peligros de la globalización, acerca de las necesidades de emancipación de los
pueblos, acerca de los ventajismos de los países industrializados sobre los
países subdesarrollados, acerca de las "hermenéuticas" de los "simbolismos
socioculturales dominantes", acerca de la "justicia social", etc. Ahora, esos
mismos académicos defendieron a la Polar, a la Pepsi-Cola, a la Coca-Cola y a
todo el empresariado golpista, abusador y extorsionador (el mismo que construyó
toda esta miseria de ranchos, de pobreza y de exclusión), en los momentos en que
el actual gobierno los allanó y les impidió el acaparamiento de sus productos
contra las clases desposeídas. Prefirieron sumarse a las burlas de los MCM sobre
el "eructo de Acosta Carles" antes que mantener alguna consistencia con lo que
hasta entonces había sido toda su prédica académica, que ahora luce como una
vulgar cháchara. En fin, ¿quién puede ahora creer en estos académicos víctimas
del Complejo de Ulises y del Síndrome de la Perplejidad? ¿Quién puede creer en
unos intelectuales que durante años habían condenado la injusticia social y los
abusos del imperialismo y que ahora se ponen de parte de los típicos generadores
de injusticia y anhelan la intervención de la bota extranjera en su propia
patria, justamente para salir de un gobierno que promete luchar contra esa
injusticia y contra esos abusos imperialistas?
Es por eso por lo que ahora los vemos a todos ellos callados, perplejos, sin
teorías de asidero, sin piso académico. Ya no asisten a foros ni a conferencias
ni han vuelto a escribir dos párrafos en revistas. No son capaces de responder a
argumentos del tipo que se plantea en estas líneas. No saben explicar
teóricamente lo que ha pasado en Venezuela y no logran trascender una visión
absolutamente empírica y singularizada de la actual crisis política. La
capacidad de abstracción, aquella que constituye el primer paso para la
teorización, se quedó bloqueada con esa imagen particularizada, hic et nunc,
que los MCM proyectaron de Chávez como si sólo fuera un personaje siniestro y no
lograron ver estructuras teóricas universales de fondo. Einstein insistía en que
el secreto de la investigación científica radicaba en ver estructuras de fondo
detrás de cada hecho anecdótico y en ver lo uniforme detrás de la aparente
diversidad de las cosas. Después de los fracasos del golpe de estado, del paro
petrolero y de las guarimbas, ahora se limitaron a firmar contra Chávez y luego
a protestar porque su firma fue divulgada por internet. Predominan la actitudes
viscerales e irracionales, cargadas de odio y limitadas a declarar y repetir que
Chávez es un dictador, un tirano, que en Venezuela no hay libertad de expresión,
que ojalá se muera ese dictador o que se vaya al infierno. Pero ¿argumentos?
Ninguno, en absoluto. Para ellos sólo vale la imagen visceral (no la 'idea' ni
el 'concepto') de la "pesadilla" de Chávez. Pronto los veremos votando por
Cisneros o Granier y vitoreando a Bush.
De una Ética más o menos universal y más o menos estable, pasaron a una ética
totalmente subjetivista, circunstancial y relativista: una ética en minúsculas,
doméstica y anecdótica, totalmente singularizada. Para ellos, todo lo que
adverse a Chávez es bueno, aun cuando en sí mismo y universalmente lo hubieran
declarado desde siempre como malo. Y, a la inversa, todo lo que se asocie a
Chávez es malo, aun cuando en sí mismo y universalmente lo hubieran declarado
desde siempre como bueno.
Por eso aplauden a los MCM (de quienes siempre habían declarado que son en sí
mismos nocivos), sólo porque los MCM adversan a Chávez. Por eso se alegran ante
la idea de un golpe de estado (lo cual siempre habían condenado como un factor
en sí mismo antidemocrático y fascista), sólo porque un golpe acabaría con
Chávez. Por eso desean una intervención de la bota norteamericana en su propio
país (cosa que siempre habían declarado como traición y como degradación), sólo
porque ahora la bota del imperio norteamericano acabaría con Chávez. Por eso
defienden a los ricos, a los empresarios, al alto clero, a los dueños de MCM
privados (de quienes siempre habían declarado que eran la causa de la injusticia
social, un peligro para su propia familia y una mina de sexismo, frivolidad y
enajenación), sólo porque ahora esos mismo elementos están contra Chávez. Por
eso ahora están contra su propia patria y contra sus propios antepasados (de
quienes siempre habían dicho que eran la fuente sagrada de las tradiciones y del
raigambre de la identidad de los pueblos), sólo porque ahora Chávez se pone de
parte de esa patria y de esos antepasados aborígenes, negros y mestizos. Por eso
ahora detestan a la chusma, al lumpen y a los desdentados
(a los cuales siempre antes habían defendido como la clase de los "oprimidos" de
Freire y de Habermas), sólo porque esta clase de gente, de la cual ellos mismos
provienen, ahora son los que defienden a Chávez.
En fin, se les cambiaron todas sus referencias. El conflicto entre excluidos y
privilegiados, cantado por las Sirenas de los MCM como una amenaza del
autoritarismo y el castro- comunismo, ha sido para ellos un verdadero terremoto.
Su piso académico se desmoronó por completo. Sucumbieron al Complejo de Ulises y
manifiestan todo el Síndrome de la Perplejidad. Ya no son lo que siempre habían
dicho que eran. Adiós a Habermas, a Paulo Freire, a la Escuela de Frankfurt, a
la Hermenéutica Profunda, a Morin y a su Complejidad, a la Teoría Crítica y a la
Emancipación, a los factores de Dominación, a la Interacción Simbólica…, y a
muchas cosas más que tienen ese cierto sabor desagradable a Chávez. Como decía
Homero, la víctima del Complejo de Ulises ya no volverá "a ver a su esposa ni a
sus hijos rodeándolo, llenos de júbilo, cuando torna a su hogar", porque
perdieron su hogar académico, perdieron sus teorías previas (su esposa e hijos)
y, en suma, perdieron toda su estabilidad intelectual. No les queda más que
seguir vistiéndose de negro, tocar cacerolas contra Chávez y esperar a que el
poderoso imperio norteamericano engulla de una vez por todas al país, tragándose
en un mismo zarpazo tanto a la industria petrolera como a Chávez, su pesadilla
personal.
Subjetivismo, moral relativa, individualismo, singularismo, circunstancialismo,
conveniencia, visceralismo e irracionalidad parecen ser los tópicos subyacentes
a los Ulises y a los Perplejos.
El axioma de fondo que subyace al Complejo de Aquiles y al Síndrome de la
Perplejidad es el siguiente: si el Diablo se opone a Chávez, entonces el Diablo
es bueno; y si Dios se pone de parte de Chávez, entonces Dios es malo.
Me contaron del triste y lamentable caso de una señora, furibunda antichavista y
constante caceroleadora, cuyo hijo menor comenzó a sufrir de un grave trastorno
psicológico de ensimismamiento: el niño se balancea constantemente, repitiendo
al mismo tiempo esta única frase: "Chávez, vete ya". Ojalá no sea cierto o, si
lo es, ojalá sea algo fácil de resolver, pero no hay duda de que las conductas
fanáticas y viscerales, lejos de ser ingenuas e inocentes, suelen cobrar sus
víctimas. El caso de este niño es un reflejo físico, muy triste, de la
perplejidad de muchos de nuestros académicos, que también es muy triste.
Notas.
Chomsky, en varios de sus escritos políticos, adopta del periodista
norteamericano Lippman la noción de "Perplejidad" (bewilderment) y de "rebaño
perplejo" ("bewildered herd").
[2] Esto no excluye a otros grupos privilegiados aparentemente
diferentes, como el alto Clero, por ejemplo. En el Semanario "Las Verdades de
Miguel" (Venezuela, 4 al 10 de agosto, 2004, Año 1 - Nº 10, p. 24), aparece lo
siguiente: ¿Le dice algo la empresa transportista denominada ' Transporte
Rosalio Castillo'? ¿Si? Por supuesto, la firma pertenece al cardenal Rosalio
Castillo Lara y tiene como sede social Sabana Larga, en Chivacoa, Estado
Yaracuy. Su logotipo es TRC, C.A. Posee 105 gandolas, de siete ejes cada una y
durante todo el año le presta sus servicios a la empresa Promesa del grupo
Polar. El transporte es dirigido por un hermano y un sobrino del prelado. Sus
unidades usan cabinas de color blanco y su teléfono es el 0252-8832847. Valga la
cuña. Los curas también son empresarios. La máxima: a Dios rogando, pero
invirtiendo.