Latinoam�rica
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Mirada al frente
William E. Izarra
Rebeli�n
La lucha por la consolidaci�n del Proceso no ha finalizado. Ahora m�s que
antes, incluso con mayor vigor y energ�a que el per�odo iniciado a partir del
11-A, la moral y el esp�ritu de cuerpo del revolucionario tiene que estar
presente en la cotidianidad del quehacer pol�tico. Nadie puede asomar amagos de
desmoralizaci�n. Ning�n ser de buena voluntad identificado con la Revoluci�n
Bolivariana puede en ning�n momento sentirse debilitado. Esta lucha lleva muchos
a�os gest�ndose y ahora, cuando hemos comenzado a establecer su concepci�n
estrat�gica y sus nuevos paradigmas existenciales no podemos tirar "la toalla".
En la lucha inacabable por la emancipaci�n del pueblo, los escenarios adversos
que se presentan pasan a comportarse como otro obst�culo m�s que hay que vencer.
Son como barreras duras, hechas de plomo e insalvables como la profundidad del
mar, pero siempre se le busca la vuelta para superarlos.
Y, sin que nos genere ansiedad, asum�moslo de una vez, as� ser� hasta que esa
adversidad eterna sea reducida a su m�nima expresi�n. A cada acci�n
revolucionaria le acontecer� de manera contraria una fuerza reaccionaria.
Nada de lo que ejecute la Revoluci�n se desplazar� en l�nea recta hacia la
consecuci�n de su meta. El oponente le lanzar� otra l�nea que le chocar� de
frente, haciendo entonces que la ejecutoria revolucionaria se convierta en curva
sinuosa, o zigzag tangencial, para poder llegar en el doble o triple del tiempo
pre-establecido originalmente. Pero llegar� a la meta. Sin anclarse en el
tiempo, al fin del camino la Revoluci�n obtendr� el objetivo.
Los luchadores que han pasado a�os en su brega, se han habituado a que nada le
es f�cil en la b�squeda revolucionaria. Y ya curtido su esp�ritu, lo que es
ahora y lo que viene despu�s no le ser� desconocido. Nada le har� temer ni mucho
menos vacilar, ante la arrogancia del poder que le pretende arrebatar de nuevo
lo que ha labrado.
No obstante, toda la militancia revolucionaria, curtidos y novatos, veteranos o
iniciados, todos en su conjunto tienen que sudar muchos a�os m�s, para poder
sentarse en la sublime calma a ver los frutos de la lucha.
Para llegar a ese nivel de placidez espiritual, faltan amplios trechos de
abismos todav�a y largos tiempos de saboteo, conspiraci�n e intentos por impedir
consolidar la meta.
Los escenarios que surgen a ra�z del revocatorio no pueden afectarnos. Sea lo
que sea, se cumplan los pron�sticos, se active de nuevo la desestabilizaci�n y
la acci�n diplom�tica aniquiladora del imperio, invocando la Carta
Interamericana, cualquiera sea el nuevo atentado para cerrarle el paso al
Proceso, el revolucionario aut�ntico, se le enfrentar� con vigor de alma y
fuerza espiritual. El revolucionario que lucha, lo seguir� haciendo y enfrentar�
otra vez los m�ltiplos escenarios de los oponentes y adversarios desalmados que
se le paren enfrente para frenar y destruir su labor de Bien Com�n.
Que nadie llore por creer que se ha perdido algo del Proceso. No hay espacio
para detener el tiempo y drenar lamentos y ansiedades. El temple de luchador no
tolera retrasos por migajas pragm�ticas. La ruta a seguir marca la pauta de la
cadencia de la superaci�n de reveses. Mirada al frente hasta all�, m�s lejos del
horizonte; y el pecho erguido, que exteriorice la moral m�s alta que cualquier
ser vivo en la tierra.
Ya es tiempo de saberlo. Es el momento de convencernos que en la Revoluci�n, la
pr�ctica de la pol�tica es la lucha. La lucha es la brega diaria, es labrar un
destino, es conseguir lo que se busca con esfuerzo y perseverancia. Nada en la
Revoluci�n es regalado. Por eso la tenacidad por abrir brechas inexistentes es
lo que nos vincula emocionalmente con las rutas emancipadores de nuestro pueblo.
Lucha que no es vol�til, como el gas que se diluye con la brisa o desaparece en
la esfera c�bica de la dimensi�n tangible de la tierra. La Revoluci�n ganada no
se abandona, no se deja a medio andar. El Proceso nos exige ahora m�s solidez y
hermandad. Los escenarios aparecidos o por aparecer, generados por las
coyunturas que a lo largo de esta fase de transici�n se han gestado, esos
escenarios nos obligan hoy a ser m�s revolucionarios como nunca antes lo fuimos.
izarraw@cantv.net