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República Dominicana, desafíos considerables
Hedelberto López Blanch
Rebelión
La situación económica en la República Dominicana no resulta nada halagüeña
para el representante del Partido de la Liberación Dominicana (PCD) y recién
ganador de las elecciones presidenciales en esa nación caribeña, Leonel
Fernández, quien ascenderá al poder el próximo mes de agosto.
Como aseguraban todas las encuestas, Fernández, que ocupó la presidencia de 1996
a 2000, salió vencedor por amplio margen frente a su más cercano oponente, el
representante del Partido Revolucionario Dominicano, Hipólito Mejías que
apostaba por una segunda designación después de haber reformado la constitución
para lograr ese propósito.
Los analistas insisten en destacar que muchos de los votantes no recordaban ya
la gestión anterior de Fernández y tenían frescas las heridas dejadas por el
actual mandatario Mejías.
La canasta básica de la población se ha elevado a niveles inalcanzables para
muchos y uno de los problema más acuciantes es como resolver diariamente el
dinero para comprar arroz, frijoles, pollo o la gasolina y la electricidad.
Según los últimos datos oficiales, la inflación alcanzó el 43 % en 2003 y para
el primer trimestre de este año ya rondaba el 25 %. El dólar que en 2000 se
cotizaba a 17 pesos por unidad, en estos momentos se cambia a uno por 45.
El estancamiento, que afectó a Estados Unidos y que aún no ha podido superar,
provocó que sectores productivos como el textil y otras industrias, que dependen
fundamentalmente de sus ventas al país del norte, resultaran fuertemente
afectadas.
Los bajos precios del café, el azúcar y el cacao, productos básicos del país,
también influyeron en la drástica caída de la economía.
Sin deshacerse de esos inconvenientes, ocurrió en el país el llamado "agujero
financiero" en el Banco Intercontinental (Banister) que se cifró en 2.200
millones de dólares y que representó el 66 % del presupuesto nacional.
El Banister fue intervenido por el Banco Central, mientras otros dos bancos
comerciales quebraron por deficiencias de gestión y como es lógico se acrecentó
la desconfianza y la depreciación del peso dominicano.
Ante la caótica situación, y con el país endeudado por varios empréstitos
internacionales y la emisión de 1.200 millones de dólares de bonos soberanos,
Mejías tomó la decisión de firmar en agosto pasado un acuerdo de dos años con el
Fondo Monetario Internacional (FMI) por 657 millones de dólares.
Durante el período de Mejías, la economía ha decrecido a un promedio del 3 %,
(en 2003 solo fue de 0,4 %) mientras que durante la gobernación de Fernández se
mantuvo a un promedio del 7 %.
En esto influyeron varios factores, como fueron la estabilidad y crecimiento de
la economía mundial que garantizaban las ventas dominicanas a buenos precios en
el mercado internacional, y la privatización de la industria eléctrica, que en
un principio insufló capitales al entonces gobierno pero que, a la larga, ha
significado un gran problema para los consumidores que no pueden pagar los
precios fijados por las compañías propietarias.
Para tratar de paliar este inconveniente, hace pocos meses, Mejías renacionalizó
el 50 % de dos compañías españolas, la Edenorte y Edesur, distribuidoras de
electricidad, pero lo hizo sin consultar al FMI y esta institución financiera,
actuando como un verdadero procónsul, suspendió temporalmente el préstamo
acordado.
Si el anterior programa de Fernández (1996-2000) se basaba en la reducción del
gasto público y la privatización de la industria azucarera y del servicio
eléctrico, en esta ocasión tendrá que cambiarlo pues se ha demostrado que el
modelo de producción eléctrica solo beneficia a los generadores, mientras
reporta grandes pérdidas al Estado y a los usuarios por la carencia del
servicio.
Los apagones en el país son constantes y prolongados y la energía eléctrica ha
dejado de ser un servicio público para convertirse en un lujo.
Al explicar los graves problemas que se presentan en el sector, el administrador
de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas (CDEEE), César Sánchez,
afirmó que el actual modelo deja pérdidas anuales al Estado ascendentes a 3,000
millones de pesos.
A esto se suma que, por la mala administración y el descontrol, las
recaudaciones de las empresas distribuidoras que fueron re-compradas por el
Estado (Edenorte y Edesur), han caído en más de un 70% en los últimos meses, lo
que agrava las pérdidas del Estado.
República Dominicana es una nación completamente dependiente de la importación
del petróleo, combustible que cada día sube más en el mercado internacional, lo
que augura mayores afectaciones en este servicio, máxime cuando no existe formas
de adquirir las divisas necesarias para comprarlo.
El electo presidente Leonel Fernández tendrá que hacer obras malabares para
poder sortear los numerosos escollos que tiene por delante, pero mientras tanto,
a la población dominicana les esperan etapas oscuras, con solo pequeños "alumbrones".