Latinoamérica
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La guerra en casa
Kintto Lucas
TINTAJI
En el año 2000, en el libro Plan Colombia. La paz armada, hacia referencia a
lo que se estaba gestando con la implementación de ese plan de guerra. Muchos
imaginaron que estaba escribiendo ficción. Lamentablemente cuatro años después
lo escrito se va confirmando y casi todo el país está preocupado por lo que
pueda ocurrir con el denominado Plan Patriota que implementarán los gobiernos de
Colombia y Estados Unidos con la benevolencia del ecuatoriano. Algunos se
sorprenden por este supuesto nuevo plan, cuando es sólo una parte del Plan
Colombia que establecía, además de la fumigación de las plantaciones de coca en
las zonas controladas por las FARC, la entrada de paramilitares para tratar de
hostigar a la guerrilla y el asalto final a territorio insurgente de 3000
efectivos adiestrados por Estados Unidos. La Iniciativa Regional Andina propuso
que entraran en el juego 2000 efectivos más porque se dieron cuenta que derrotar
a la guerrilla no era tan fácil. Ahora, tras el intento paramilitar de entrar en
el Putumayo y su posterior derrota, el gobierno de Alvaro Uribe y el de George
W. Bush, asumieron que con más efectivos pueden doblegar a los insurgentes y
proponen 15.000 soldados.
El esquema es el mismo del martillo que golpeará a la guerrilla contra el yunque
establecido por las fuerzas armadas ecuatorianas. No hay nada nuevo, solo el
aumento de la cantidad de efectivos en el martillo. Esto estaba escrito hace
cuatro años, pero muy pocos hicieron algo para intentar torcer el destino
impuesto.
También en el 2000 denunciábamos que la utilización de la base y el puerto de
Manta por parte de Estados Unidos no era un hecho aislado dentro de la
participación de Ecuador en el Plan Colombia y la posibilidad de una
regionalización del conflicto colombiano. Ya a mediados de 1999, un contingente
de las Fuerzas Especiales Operativas del Comando Sur de Estados Unidos comenzó a
operar desde la base naval de Iquitos, en Perú, y de la Escuela de Selva de
Coca, en Ecuador.
Los sectores nacionalistas de las fuerzas armadas (¿existen?) y el Congreso
debería dejar de divagar sobre el tema y presionar para que se anule el convenio
que entregó la base de Manta y los acuerdos que cedieron la base de Coca. Tal
vez así se pueda evitar la guerra en casa.