Latinoamérica
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El terrorismo de estado y el movimiento sindical colombiano
Rebanadas de Realidad
La magnitud de la violación sistemática, selectiva, extendida en el tiempo e
impune de los derechos a la vida, a la libertad y a la integridad de los
trabajadores sindicalizados y sus organizaciones en Colombia a través de las
prácticas y procesos históricos de exterminio, pone de manifiesto la grave
situación humanitaria de los trabajadores colombianos, que han luchado en medio
del establecimiento de una práctica de violaciones sistemáticas, permanentes y
selectivas de los derechos humanos de los trabajadores colombianos, en un
contexto general de impunidad que corrobora la fragilidad de nuestra democracia.
La mayoría de las violaciones a los derechos humanos de los sindicalistas en
Colombia se encuentran ligadas a conflictos laborales, aunque ellas ocurran en
el contexto del conflicto. La mayoría de asesinatos, amenazas, secuestros y
desplazamientos forzados de trabajadores colombianos se han realizado en
momentos marcados por el aumento de sus reivindicaciones laborales y, en este
sentido, ellos no son víctimas casuales o colaterales del conflicto armado. La
crisis humanitaria del sindicalismo colombiano evidencia, entre otras cosas, la
incapacidad histórica del Estado para garantizar el pleno ejercicio de los
derechos. (1)
La historia del sindicalismo colombiano que ha padecido esta política
represiva, desde finales del siglo XX el gobierno colombiano mediante varios
modelos represivos, que van desde el ejercicio de la represión apoyada
predominantemente en el uso de formalidades legales, bajo el amparo de los
estados de excepción; hasta el empleo y consecuente institucionalización de
civiles a cargo del ejercicio represivo, constituyendo una estrategia
paraestatal, que se ha dado a la tarea de cercenar cada expresión social y
política, contraria a sus principios de terror.
En la primera mitad del siglo XX la mayoría de las acciones criminales son
cometidas abiertamente por funcionarios estatales, desde sus inicios el
incipiente movimiento sindical ha padecido esta forma de represión, un ejemplo
de ello, lo constituye la represión que sufrió a principios del sigo XX, bajo la
dictadura de Melo, la incipiente clase obrera que estaba constituida
principalmente por obreros de transporte fluvial, de obras públicas, de la
naciente industria de manufacturas, además de la base de artesanos, sufrieron
persecuciones y destierros, de tal manera que cualquier iniciativa popular, es
fuertemente reprimida por la hegemonía conservadora.
La concepción dogmática de las diversas expresiones sociales y políticas que
representan las guerrillas condujo a aplicar una política contrainsurgente
homogénea, este reduccionismo llevó a confundir las diferentes expresiones de
lucha social con los proyectos de las guerrillas y por tanto, condujo a extender
las políticas contrainsurgentes hacia los movimientos sociales con un elevado
numero de violaciones a los derechos humanos y un deterioro a un mayor de la
legitimidad de las instituciones de la fuerza pública y del Estado en general.
Especialmente por el recurso ininterrumpido de los Estados Excepcionales, en los
que la vigencia de los derechos es la excepción y su desconocimiento la norma.
Las diferentes expresiones populares fueron reprimidas bajo los parámetros de la
DSN, Doctrina de Seguridad Nacional, Con la imposición de la DSN, Doctrina de
Seguridad Nacional, por medio de la cual los conflictos internos se han
internacionalizado sobre la base de la dicotomía democracia occidental -
comunismo internacional, varios de los grandes crímenes de guerra han dejado de
exigir una situación previa de conflicto internacional de guerra entre naciones,
para trasladarse al equivoco escenario de situaciones de orden público.
Cuando inicia la segunda mitad del siglo pasado se evidencia un modelo represivo
basado en una dominación centralizada, institucional, apoyado predominantemente
en formalidades legales, que intentan hacerle frente al renacer de las luchas
populares en el territorio colombiano. Bajo su imperio la mayor parte de
acciones represivas estuvieron a cargo de funcionarios estatales, por otra
parte, la limitación de las libertades de expresión, reunión y asociación, en
cabeza de tribunales militares, que utilizaban predominantemente la detención y
enjuiciamiento de los opositores, combinada con la tortura de los capturados,
especialmente, a finales de la década de los sesenta, constituye la respuesta
que el estado da al auge de las luchas populares en el país, retomadas en esta
época.
Frente a la respuesta del establecimiento, el movimiento sindical adopto una
dinámica que los llevo a la conformación de comités de solidaridad, alrededor de
conflictos específicos, e intersindicales en torno a movimientos regionales.
Finalizando los 70`s, ante la inminencia de la instauración del modelo
neoliberal en el país, y ante la respuesta que se le dio a esta posibilidad por
parte del movimiento popular, colombiano (2),
el movimiento sindical reconoció la necesidad de unirse y concretar un lenguaje
común, que posibilite su adhesión al movimiento de protesta. Buscando este
objetivo, bastos sectores que conformaban las centrales y el Sindicalismo
Independiente, asistieron a un encuentro de solidaridad y unidad de acción que
tuvo lugar en Zipaquira, en donde se crea la Coordinadota de Protesta y
Solidaridad.
En la década de los 80`s se configura un modelo de represión donde impera el
recurso paraestatal, en este interregno se pueden ubicar dos elementos
fundamentales, de un lado el impulso a un proceso de paz con el presidente
Betancur y, de otro, el desarrollo de formas extralegales y clandestinas de
represión.
Durante el periodo presidencial de Betancur se "modifica el marco político y
jurídico de la acción represiva precedente" lo cual implica que el ejercicio
represivo no se llevara a cabo por los acostumbrados -hasta el momento-
mecanismos institucionales, abiertos, y legales, sino que por el contrario, "en
tales años se consolida la represión paraestatal y la guerra sucia", este nuevo
accionar va evidenciarse en el aumento de las desapariciones forzadas, amenazas
y asesinatos con móvil político y un paulatino retroceso en la cantidad de
detenciones oficiales.
Según datos de la Fiscalía General de la Nación en esta década se registran tan
sólo 15 homicidios en el sector sindical, cifra que no se compadece de la grave
situación humanitaria que afrontan los líderes en ese momento.
Del registro que tiene en su base de datos la Fiscalía General de la Nación, el
sector más victimizado, para ese momento es el magisterio, que desde entonces
proyectaba la masacre que pesaría sobre las personas que están a cargo de la
educación del futuro del país, los maestros y maestras de Colombia, registran
seis homicidios del total de quince, esta conducta afecta básicamente al
Sindicato de Educadores de Risaralda SER con el 40% de los asesinatos.
De esta manera del 100% (15 casos) que están relacionados en el ente
Investigador, el 60% se encuentra en practica de pruebas, el restante número
correspondiente al 33% de los casos, las diligencias se encuentran suspendidas y
el restante 7% recibió una sentencia inhibitoria, de esta manera nos enfrentamos
a la decepcionante conclusión que en ninguno de estos casos se presenta una
sentencia condenatoria.
En cuanto a la identificación de los responsables encontramos, que es una de las
falencias más importantes, pues del total de los casos, en ninguno se ha
obtenido la individualización de los posibles responsables materiales del
homicidio.
De la totalidad de la muestra tan solo esta radicado un caso en la Unidad
Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Fiscalía
General de la Nación, sometiendo estos crímenes contra la sociedad en general al
conocimiento de Fiscales Especializados en un 53%, y de Fiscales Seccionales en
un 47%.
Pese a que en su base de datos la Fiscalía no registre la magnitud de la crisis
humanitaria que experimentan los sindicalistas colombianos, y su registro del
accionar criminal sea deficiente, no se puede negar que los asesinatos y demás
crímenes cometidos en este interregno forjan las formas represivas que
sobrevendrán.
En este momento el terror paramilitar opera de una forma más abierta y
descarada, reivindicando con más frecuencia la creciente cifra de asesinatos y
desapariciones, de igual manera, generalizan el empleo de "listas negras".
Las cifras de violación a los derechos humanos muestran las tendencias, tan sólo
en el periodo de 1981 a 1982 el número de asesinatos se dobla (de 269 pasa a
525), manteniendo desde este año un aumento sostenido, igual comportamiento
muestran las cifras de desaparición forzada. Las amenazas que de 32 en 1981
llegan a 122 en el año siguiente, tendrán un comportamiento irregular y su punto
más alto se presentará en 1987 cuando se registran 565 casos.
(3)
El nuevo modelo represivo trocaba el encarcelamiento arbitrario de
los opositores políticos y su sometimiento a todas las formas de tortura por la
desaparición forzada y asesinato para castigar a las diversa manifestaciones del
movimiento popular, aunque se generaliza el empleo del recurso paramilitar como
un mecanismo muy útil para eludir la deslegitimación jurídica del Estado,
garantizando a su vez la impunidad de los victimarios.
(4)
Simultáneo a la cabalgata de impunidad y represión por el territorio
colombiano reflejada en las cifras anteriores, la ideología neoliberal se
afianza, constituyéndose en la principal adversaria de la legislación laboral,
de tal manera que con el gobierno Gaviria se expedirá la ley 50 de 1990, las
disposiciones contenidas en esta, dificultan enormemente el ejercicio del
derecho de negociación, a la par que introduce al máximo la flexibilización y la
precariedad, desconociendo flagrantemente los Convenios de la OIT.
Los primeros cinco años de la década del noventa, van a establecer una marcada
victimización sobre el sector agrario, ya que se van a encaminar esfuerzos para
implantar una guerra contra los trabajadores agrícolas agrupados en Sintrainagro
en al zona bananera de Urabá. Finalizando este quinquenio se presentará uno de
los picos más altos en cuanto a homicidios, el año 1996 es testigo del mayor
número de masacres que tienen como objetivo primordialmente la población rural,
pero también en este año se presenta el mayor índice de asesinatos de
trabajadores en el país, ese año fueron asesinados 284 sindicalistas.
Con la entrada y el despliege de la estrategia paramilitar en el año
inmediatamente anterior, en el año 1997 seremos testigos de la generalización
del fenómeno del desplazamiento forzado de sindicalistas, como instrumento
importante de la estrategia de guerra.
"En el período que va de 1998 al 2000, la violación de los derechos humanos de
los sindicalistas estuvo marcada por el auge de las intimidaciones, amenazas,
violaciones a los derechos de asociación sindical y asesinatos de altos
dirigentes sindicales. El paro nacional estatal, realizado entre el 7 y 26 de
octubre de 1998, presentó como balance final 9 sindicalistas asesinados,
permanentes choques con la fuerza pública, intimidación a las marchas de los
trabajadores y aumento de la represión." (5)
El banco de datos de la Fiscalía General de la Nación para la década
de los noventas reporta un total de 304 agresiones, entre las que se cuentan los
primeros reportes de Desplazamiento Forzado, el número creciente de amenazas y
homicidios, el aumento en relación a la década anterior es protuberante,
encontrándose que en el número de registros sobre agresiones a sindicalistas que
reporta la Fiscalía, el 70.5% (214) corresponde a casos de asesinatos, el 18%
corresponde a 54 casos de amenazas y 15% correspondiente a las cifras de
desapariciones Forzadas.
En este periodo la más grave vicitimización afecta a la Unión Sindical Obrera
que cuenta con el 16% de la totalidad de agresiones sobre el sector sindical en
la década del noventa; por su parte, el magisterio cuenta con el 15% de las
agresiones, en este interregno, encontramos que al interior del magisterio, la
organización sindical mas victimizada es el Sindicato de Educadores de Risaralda
SER, que cuenta con el 6% del total de las agresiones; las constantes acciones
criminales en contra de SINTRAINAGRO arrojan como resultado que de 304
agresiones el 11.5% sean cometidas sobre sus miembros.
Del total de agresiones el 7% es cometido sobe mujeres, registrándose por parte
de la Fiscalía tan solo un caso de violación, ANA LUISA ARCILA OSPINA afiliada
al Sindicato de Educadores de Risaralda SER, fue ultrajada, violada y asesinada
el 1 de mayo de 1994.
De esta manera del 100% (304 casos) que están relacionados en el ente
Investigador, el 37% se encuentra en practica de pruebas, el restante número
correspondiente al 35.5% de los casos las diligencias se encuentran suspendidas
y el restante 13% recibió una sentencia inhibitoria, de esta manera nos
enfrentamos a la decepcionante conclusión que tan solo en el 1.4% de los casos
se presenta una sentencia condenatoria.
De la totalidad de la muestra tan solo esta radicado 5.5% (16 casos) en la
Unidad Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la
Fiscalía General de la Nación, sometiendo estos crímenes contra la sociedad en
general al conocimiento de Fiscales Especializados en un 22%, y de Fiscales
Seccionales en un 25%.
Estas cifras son contrastadas con las aportadas por la Comisión
Interinstitucional para la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de los
Trabajadores que ha tenido entre sus objetivos unificar la información
estadística relacionada con las violaciones a los derechos humanos de los
sindicalistas, según estos datos entre 1991 y el 2000 se presentaron 820
víctimas de homicidio. Según la Central Unitaria de Trabajadores -C.U.T., en el
2001 fueron asesinados 192 sindicalistas, y en el 2002, la mencionada
organización sindical reporta 148 crímenes contra la vida de los sindicalistas.
Si se toma como base la información de la Comisión Interinstitucional citada y
se le agregan los datos referidos del 2001, 2002 y de lo que va transcurrido del
2004, el acumulado resulta superior a 1270 muertes violentas de dirigentes
sindicales y trabajadores sindicalizados. Situación reconocida por el defensor
del pueblo en resolución del 23 de julio de 2002, mediante la resolución
defensorial No 23.
Por otro lado, en términos relativos, la Escuela Nacional Sindical señala que
entre enero de 1.991 y diciembre de 2001 fueron asesinados 1.841 dirigentes y
trabajadores sindicalizados, lo que supone un promedio de 184 homicidios por
año. Aunque la evolución de los homicidios en el tiempo presenta variaciones
intermitentes, según algunos analistas, las tasas de estancamiento y
decrecimiento de la población obrera afiliada a los sindicatos, aumenta las
dimensiones del fenómeno. De acuerdo con la Escuela Nacional Sindical, Colombia
presenta una de las tasas más bajas de cobertura sindical de América Latina,
pues apenas llega al 7% de la población trabajadora y abarca cerca de 900.000
afiliados, mayoritariamente inscritos en la CUT. Si se considera esa base de
población sindicalizada, la tasa de homicidios promedio de sindicalistas sería
de 183.2 por cada 100.000 de ellos; índice que supera aún las altas tasas de
homicidio registradas en Colombia (tasas en promedio de 75.5 por cada 100.000
habitantes).
En el siguiente recuadro se aprecia en forma discriminada las violaciones de
derechos humanos al sector sindical, durante los últimos años:
Total asesinatos año 1999
83 (6)
Total asesinatos año 2000
135 (7)
En el contexto general de los cambios y superposiciones entre conflictos
laborales y guerra, el año 2001 presenta un aumento de la violencia contra
dirigentes sindicales, pues en ese año se reporta el mayor índice de homicidios
de dirigentes con 199 casos. Paralelamente, en ese año se aprecia la
instrumentalización de los actores armados por parte de administraciones
municipales para crear contextos de represión favorables a la aplicación de la
Ley 617 -referida al ajuste fiscal de las entidades territoriales-, y el aumento
de la violaciones a los derechos humanos de sindicalistas ubicados en los
grandes centros urbanos del país (Bogotá, Cali, Barrancabermeja, Bucaramanga y
Medellín), como consecuencia del proceso de urbanización del conflicto armado.
Estadísticas de violación a los Derechos
Humanos de los Sindicalistas en el año 2001
Total Amenazas |
352 |
Total Desplazamiento de sindicalistas con sus familias |
40 |
Total Atentados |
30 |
Total Desapariciones Forzadas |
69 |
Total Hostigamientos |
22 |
Total Torturas |
3 |
Total Asesinatos |
192 |
Total Secuestros |
83 (8) |
Información aproximada dada por la base de datos de la Central General de Trabajadores Democráticos CGTD:
Total Asesinatos |
7 |
Total Amenazas |
25 |
Total violaciones a los Derechos Humanos de los Sindicalistas en el año 2001 |
851 |
Estadísticas de violación a los Derechos Humanos de los Sindicalistas en el año 2002
Total Asesinatos a 31 de diciembre de 2002 |
148 |
Total Agresión |
12 |
Total Detenidos injustamente |
28 |
Total Desaparecidos |
12 |
Total Atentados contra la vida |
20 |
Total Hostigamientos |
6 |
Total Amenazas |
98 |
Total Allanamientos |
6 |
Total violaciones a los Derechos Humanos de los Sindicalistas en el año 2002 |
350 (9) |
Estadísticas de violación a los Derechos Humanos de sindicalistas, durante el
gobierno de Álvaro Uribe Vélez
Total Asesinatos |
94 |
Total Agresión |
65 |
Total Detenidos injustamente |
28 |
Total Desaparecidos |
4 |
Total Atentados contra la vida |
19 |
Hostigamientos |
32 |
Total Amenazas |
156 |
Total Allanamientos |
23 |
Total violaciones a los Derechos Humanos de los Sindicalistas en el 2003 |
421 |
Información aproximada dada por la base de datos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT:
Total Asesinatos: |
72 |
La información del banco de datos en derechos humanos de la ENS muestra que
en Colombia, entre el primero de enero y el 31 de diciembre del 2003, fueron
asesinados 90 sindicalistas, 295 fueron víctimas de amenazas de muerte, 20
sufrieron atentados contra su integridad personal, 6 fueron desaparecidos y 6
más fueron secuestrados. A este preocupante panorama se suman los 42
sindicalistas detenidos, los 12 allanamientos a residencias de dirigentes
sindicales y los 55 casos de hostigamientos a dirigentes y a sus familias.
De este último periodo, hay tres asuntos que merecen destacarse: En primer
lugar, los aumentos vertiginosos de las violaciones a los derechos humanos de
las mujeres sindicalizadas.
En segundo lugar, del total de violaciones a los derechos humanos de los
trabajadores, el 432 por ciento, fueron cometidas contra dirigentes sindicales,
miembros de juntas directivas, comités ejecutivos y subdirectivas de las
centrales sindicales.
Los trabajadores afiliados a la CUT siguen siendo las mayores víctimas de las
violaciones a la vida, a la libertad y a la integridad. Del total de
sindicalistas asesinados, 84 estaban afiliados a esta central y 294 (99%) de los
amenazados pertenecen a ella. Es necesario señalar, además, que todos los
miembros de las subdirectivas de la CUT en los departamentos de Valle, Arauca,
Caldas y Risaralda, recibieron amenazas de muerte y como consecuencia de ellas
muchos tuvieron que desplazarse y exiliarse.
(10)
El sello de las políticas de paz -o de seguridad- nos presenta como
constante histórica, un aumento escandaloso de la represión al derecho de
asociación sindical, la calificación de cualquier protesta sindical como ilegal,
los hostigamientos de la fuerza pública a todo movimiento de protesta y el
aumento de las amenazas a trabajadores sindicalizados en momentos clave de
resolución de conflictos laborales. El aumento de las detenciones, los
allanamientos y hostigamientos por parte de la fuerza pública a las
organizaciones sindicales en el contexto de la estrategia de guerra del gobierno
de Álvaro Uribe. La actual política gubernamental con los sindicatos de TELECOM,
SINTRAEMCALI, ECOPETROL, SINALTRAINAL y el Seguro Social evidencian la
existencia, tal como lo recordó el periódico El Tiempo en su edición del 1° de
mayo (2003), de "un Estado que dialoga con más facilidad con los grupos armados
que con las organizaciones legítimas del trabajo y que tiende a criminalizar la
protesta social".
Se puede afirmar entonces que las detenciones "legales", las retenciones
arbitrarias, los allanamientos y los hostigamientos por parte de organismos
estatales, se constituyen en elementos violatorios de la libertad individual y
contribuyen a la generalización de una cultura antisindical que continúa
señalando a las organizaciones sindicales como organizaciones colaterales a la
subversión y como un estorbo para el progreso económico de las empresas.
En lo que va corrido del año 2004 se cuentan 28 asesinatos de sindicalistas,
según datos de la base de datos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT.
Según la Base de Datos de la Escuela Nacional Sindical, en lo corrido del año se
cuentan 2 secuestros, 143 amenazas de muerte, 2 victimas de allanamiento y 2
detenciones. Al mismo tiempo, en el contexto de conflictos laborales, la
situación de seguridad personal de los sindicalistas colombianos y de sus
familias ha empeorado, los espacios de concertación siguen cerrados, las
amenazas contra los directivos de SINALTRAINAL, en el contexto de la huelga de
hambre decretada por esta organización el 15 de marzo de 2004, el agravamiento
de la situación del magisterio en diversas regiones del país y la declaratoria
de ilegalidad de la Huelga de la USO; confirman, que el gobierno de AUV, carece
de voluntad política y garantías para proteger el ejercicio de la libertad
sindical, en materia de derechos humanos el gobierno aun no asume su función
constitucional y legal de investigar seriamente, identificar y sancionar a
tiempo con penas proporcionadas a los responsables de la comisión de estos
crímenes. El aumento de las detenciones, los allanamientos, y hostigamientos por
parte de la Fuerza Pública, evidencia la política antisindical del gobierno
Uribe, pese a que las organizaciones defensoras de Derechos Humanos han
insistido en el hecho de que reformas como el estatuto Antiterrorista y el marco
normativo de la política de seguridad democrática, es un instrumento útil para
limitar el ejercicio pleno de los derechos de libertad sindical.
El nivel de impunidad alcanza un 99%, en este periodo los casos de homicidios a
sindicalistas se evidencia una constante determinación procesal por parte de la
Fiscalía General de la Nación a que las investigaciones queden en Preliminares,
sean Suspendidas, Archivadas o resueltas con Preclusión de la Investigación,
ello sin contar los casos en que no existe investigación penal, especialmente.
La continua y progresiva victimización de activistas sumados al deterioro de los
derechos laborales y al cierre de los espacios de concertación, hace explícita
la postura antisindicalista del gobierno Uribe.
A esta impunidad casi absoluta, le ayuda el hecho de que el gobierno colombiano
no toma medidas inmediatas para que las investigaciones cubran la totalidad de
los hechos violentos, insistiendo en señalar que la violencia sindical es una
consecuencia del estado de guerra que vive el país, y no el resultado de una
violencia selectiva y discriminada contra los trabajadores y sus organizaciones.
De igual manera, se ha establecido que a pesar de las recomendaciones de los
organismos internacionales de Derechos Humanos (Alto comisionado para los
Derechos Humanos de la ONU, Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
Amnistía Internacional y Human Rigth Watch y la OIT) y de los organismos del
ministerio publico de la nación de fortalecer la Unidad Nacional de Derechos
Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Fiscalia General de la Nación,
como entidad idónea para seguir los casos por violación a los Derechos Humanos
de los sindicalistas colombianos, solo se presenta que de la totalidad de la
muestra están radicados en esta dependencia el 13% de las Investigaciones,
agravado por la situación que hoy en día el debilitamiento de la Unidad Nacional
de DDHH y DIH, es constante y escalonado, clarificando la intención del Estado
colombiano para el presente caso en cabeza del presidente Álvaro Uribe Vélez y
el Fiscal General Luis Camilo Osorio en trazar la impunidad en los casos de
violaciones a los Derechos Humanos de los colombianos como objetivo central de
su administración.
Se concluye de la misma manera que frente a los asesinatos de sindicalistas en
Colombia, existe una clara tendencia a realizarlos de manera selectiva y con la
doble acción de eliminar físicamente al líder sindical y debilitar de manera
gradual la organización de los trabajadores, entiendo que estos crímenes
responden a reprimir el libre ejercicio de la Libertad sindical y no es como se
ha tratado de establecer por parte del gobierno nacional y el sector privado,
que la muerte de sindicalistas responde a la existencia de un conflicto armado
en el país, ya que si sumamos el porcentaje de Dirigentes sindicales asesinados
(32%) y de activistas (31,5%)(figura sindical que se enmarca como el afiliado
que por su interés y creencia en la defensa de los derechos de lo trabajadores,
realiza actividades propias de la dirigencia sindical, y se encuentra atento y
con disposición de seguir las directrices del sindicato) encontramos que en un
63.5% se esta atacando la libertad de asociación y la identidad de aquellos
sindicatos que tienen poder de presión ante el Estado y algunas empresas
privadas, registrándose los asesinatos en los periodos de negociación o cuando
existe tensión entre el empleador y el sindicato.
Notas (1) "Cuando lo imposible jurídicamente se hace posible
políticamente". Informe sobre la violación a los derechos humanos de los
sindicalistas colombianos en el año 2003.
(2) Son varios elementos los que se combinan para que las políticas neoliberales
se retarden un poco en el país; por un lado la posición de algunos industriales,
las sendas movilizaciones que tenían como consigna la oposición al modelo, como
el paro de 1977, las crecientes movilizaciones campesinas, la posibilidad
inminente que los movimientos guerrilleros se fortalecieran con la posibilidad
de un golpe de estado.
(3) Datos estadísticos generales de violación de derechos humanos en Colombia de
1978 a 1987 en la revista Solidaridad 100, p. 40. Aunque no hace una
discriminación por sectores sociales, las cifras marcan la tendencia para la
década de los ochentas.
(4) Comisión Intercongregacional de justicia y paz. "Cambio de Etiquetas". Vol
5, No. 4, 1992, p.8.
(5) Cuando lo imposible jurídicamente se hace posible políticamente. Informe
sobre la violación a los derechos humanos de los sindicalistas colombianos en el
año 2003.
(6) Información aproximada dada por la base de datos de la oficina de Derechos
Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT.
(7) Información aproximada dada por la base de datos de la oficina de Derechos
Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT.
(8) Información aproximada dada por la base de datos de la oficina de Derechos
Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT.
(9)Información aproximada dada por la base de datos de la oficina de Derechos
Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores CUT. E información obtenida por
CCAJAR, La escuela Nacional Sindical en su informe establece para el año 2002 un
total de 184 asesinatos.
(10)Datos que son tomados del ultimo informe realizado por la Escuela Nacional
Sindical. Gentileza de
Edgar Páez, Dirección Nacional de
SINALTRAINAL (Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de
Alimentos) - Colombia.