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Latinoamérica

Colombia: Gobierno y ELN: ¿retos y oportunidades?

Alejo Vargas Velásquez
Alai-amlatina


La superación política negociada del conflicto interno armado por momentos pareciera encontrarse en un laberinto, o en un 'circulo vicioso' que por donde se le mire, conduce a profundizar la confrontación y a volverla más difícil de resolver. Por ello se imponen salidas audaces que puedan transformarse en un 'circulo virtuoso' hacia la paz negociada.

Hubo varios hechos coincidentes, aunque cada uno de ellos tenía su propia dinámica: las comunicaciones intercambiadas entre los 'gobernantes alternativos' y el ELN que tenía varias semanas de antelación, antes de conocerse públicamente; la solicitud del Presidente Uribe al Presidente Mexicano Fox de jugar un papel de tercero neutral y la respuesta positiva de éste; el papel activo asumido por el gobierno mexicano al plantear la conformación de un equipo de expertos que formulen una propuesta a las partes; la respuesta inmediata del COCE al presidente mexicano agradeciéndole su disposición y proponiéndole establecer una interlocución; la autorización del gobierno para que Francisco Galán asistiera al Congreso y leyera el mensaje del COCE al seminario sobre minas antipersonales y además para reunirse con el embajador mexicano y el Vicepresidente.

Esto creó un nuevo clima en los acercamientos entre las partes: no hay duda que el gesto del gobierno de permitir la salida a Galán de la cárcel debe ser bien recibido por el ELN; por otra parte, el mensaje del COCE proponiendo un 'acuerdo humanitario' y para la 'liberación de presos políticos' y una tregua bilateral, supone de manera implícita, que el ELN acepta hablar con este gobierno -¿ si no con quién se irían a hacer los 'acuerdos'?-.

Realizado este primer paso, y sin olvidar las diferencias, es necesario definir una estrategia de continuidad del proceso, que debe incluir: a) el ELN precise su decisión de avanzar en un proceso serio de conversaciones (ojalá con las FARC también se pudiera reiniciar un nuevo proceso y el camino de un acuerdo humanitario podría ser la puerta en ese sentido); b) gobierno y ELN se pongan de acuerdo acerca de la Convención Nacional como un espacio de participación social sobre los problemas nacionales más relevantes y acuerden los alcances de la misma; c) las partes definan el procedimiento y la agenda viable a considerar en un proceso de negociación; d) acordar un itinerario razonable para concluir un proceso de conversaciones; e) el rol a cumplir por México y además por el Grupo de Países Amigos y la ONU dentro del mismo y por último, el papel que jugará la sociedad colombiana en todo este proceso, para darle el apoyo político que requiere para su culminación exitosa.

Este proceso, pone a prueba la consistencia de algunos planteamientos que se vienen haciendo desde el Estado, sectores sociales y la propia insurgencia. Todos, aunque de diferente manera, plantean que es una lógica perversa generar hechos de violencia y terrorismo, para posicionarse en una mesa de negociación pretendiendo hacerlo desde posiciones de fuerza. Pero al mismo tiempo, hay voces diciendo que con el ELN no es importante negociar porque tiene poca capacidad militar, en la medida en que no ha hecho últimamente suficientes hechos de violencia o terrorismo. Una manera clara y contundente de enviar un mensaje distinto, es abrir una posibilidad seria y al mismo tiempo generosa de negociación con esta guerrilla y dejar establecido que la negociación se hace posible no con la realización de hechos de violencia, sino con una clara voluntad de transitar el camino de la paz negociada.

El ELN, por su parte, tiene el desafío de mostrar coherencia en sus posiciones y una clara decisión de apostarle a la política, haciendo realidad la afirmación de algunos de sus dirigentes, que es la hora de subirle el volumen a la política y bajárselo a la guerra.

* Alejo Vargas Velásquez. Profesor Universidad Nacional.