Latinoamérica
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Lula da vuelta al lema de la campaña popular que llevó a la creación de Petrobrás
El petróleo es de ellas
César Benjamín
Servicio Informativo "Alai-amlatina"
Cupo al propio presidente Lula, hace poco más de un mes, anunciar
discretamente la realización de la sexta ronda de licitaciones de las áreas
petrolíferas brasileñas, prevista para el próximo 15 de agosto. En las cinco
primeras rondas, realizadas durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso,
las empresas extranjeras remataron, a precios simbólicos, áreas descubiertas por
la Petrobras, ganando automáticamente el derecho de exportar todo el petróleo de
ellas extraído.
En 1997, el PT, en la oposición, votó contra la ley que permitía eso, y al
hacerlo usó adjetivos muy duros contra el gobierno de entonces. En el 2004, el
PT, en el poder, se prepara para patrocinar una megasubasta de las áreas donde
Petrobras ya encontró 6,6 mil millones de barriles de petróleo de excelente
calidad, correspondientes al 50% de las reservas nacionales comprobadas.
¿Qué adjetivos merece un partido que actúa así?
Ningún motivo legítimo hay para este indignante cambio de posición. Al
contrario. Toda la evolución del sector petrolero, en Brasil y en el mundo,
apunta a la necesidad de fortalecer a Petrobras y a actuar con gran cautela. Los
argumentos usados por Fernando Enrique para abrir el sector al capital
extranjero se muestran falsos: en vez de buscar nuevas reservas, las empresas
privadas entran solo en las áreas donde Petrobras ya había hecho con éxito la
prospección, una actividad cara y arriesgada. Comprarán billetes premiados. Es
lo que se repite ahora, con la subasta de los llamados "bloques azules", de gran
potencial. Como estamos a las vísperas de la autosuficiencia en la producción
brasileña de petróleo -una conquista histórica para Brasil-, las áreas que el
gobierno de Lula entregará a las multinacionales solo podrán entrar en operación
para exportar. Por lo menos tres motivos vuelven desastrosa esa decisión.
La geología brasileña es desfavorable para el hallazgo de petróleo, de modo que
no debemos esperar que grandes descubrimientos se sucedan. Nuestras reservas
comprobadas y probables, de 16 mil millones de barriles, podrían garantizar un
horizonte de autonomía de cerca de 18 años, que será dramáticamente reducido por
la política actual. Gracias al esfuerzo y a la competencia de las generaciones
pasadas, Brasil se volverá autosuficiente en el 2006, pero la política
implantada por Fernando Enrique y confirmada por Lula nos reconducirá a una
posición importadora en menos de una década.
Esto sucede en un momento en que, en el mundo, dos procesos se suman, para
sugerir justamente el camino opuesto. De un lado, el vertiginoso crecimiento de
China y de la India, fuertemente dependientes de importaciones, ha aumentado la
demanda mundial y presionado los precios hacia arriba. En la próxima década,
China habrá doblado su consumo y precisará obtener en el exterior más del 80% de
todo el petróleo que necesita. La dependencia de abastecimiento externo ya es de
50% para Estados Unidos, 60% para Europa y 100% para Japón, lo que permite
entrever el potencial del conflicto inmerso en esta cuestión.
De otro lado, hoy se sabe que las reservas mundiales fueron groseramente
sobreestimadas. En todos los casos, están siendo revisadas a la baja. Durante la
reciente epidemia de fraudes contables, las más respetables multinacionales del
sector presentaron datos falsos para elevar el valor de sus acciones. Las
reservas de Shell fueron infladas en un 24%, las de El Paso en 33% y las de
Enron en 30%. Diversos países hicieron lo mismo, inclusive grandes productores,
como los Emiratos Árabes, Arabia Saudita y México. Anunciaron poseer yacimientos
entre 20% y 40% mayores que los verdaderos, pues las cuotas de producción,
definidas en el ámbito de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEP), son proporcionales a las reservas declaradas. Hay mucho menos petróleo
disponible del que se pensaba.
Como la elevación del consumo y el descubrimiento de fraudes, el mercado mundial
se sumerge en una gran incertidumbre. En cerca de un año, el precio del petróleo
pasó de cerca de 28 dólares a 40 dólares el barril y no presenta tendencia
descendente. Autores insospechados anuncian nuevos shocks. El embajador Rubens
Recupero, escribe: "La tendencia a un aumento sensible y continuo en el precio
del petróleo es estructural y no apenas fruto de manipulaciones del mercado. La
dificultad en los precios (...) puede venir en cinco años, con un shock mayor
elevando el barril a 50 dólares". El economista Paúl Krugman sigue la misma
línea: "El mercado del petróleo está distendido hasta el límite de la ruptura
(...) La última vez que los precios alcanzaron los niveles actuales, poco antes
de la Guerra del Golfo (1991), había capacidad de producción excedente en el
mundo, de modo que había espacio para enfrentar serias perturbaciones de oferta,
en el caso de que ellas surgiesen. Esta vez, esto no se aplica (...) Los nuevos
hallazgos han sido cada vez más raros (...) Los precios del petróleo están altos
y pueden subir aún más".
Se prevé que en el 2010 asistiremos al pico de la producción mundial y
comenzaremos a ver una declinación en la oferta. Algunos, más asustados, ya
hablan de un petróleo a 100 dólares el barril hacia fines de la próxima década.
El dato es especulativo, pero la tendencia es cierta.
En este contexto -con un mercado estresado, precios en alza, conflictos a la
vista y a las vísperas de un shock anunciado-, el gobierno de Lula decide
retirar del control de Petrobrás y entregar a las empresas multinacionales 6,6
mil millones de barriles de las reservas comprobadas brasileñas (repito: la
mitad de las reservas comprobadas brasileñas). Esas empresas tendrán un festín
de exportaciones durante algunos años. A cambio, nos darán algunas dádivas que
el ministro Palocci traspasará al día a los bancos internacionales, nuestros
acreedores. A causa de esta destinación prevista, la suspensión de la
licitación, según el ministro, "emitiría una señal negativa para los mercados".
¿Qué adjetivos merece un gobierno que actúa así?
El petróleo, como se sabe, es un recurso no renovable, sin el cual, con la base
técnica actual, ninguna economía funciona. Un país carente de ese recurso, como
Brasil, y que necesitará, en algún momento, reencontrar el camino del
desarrollo, precisa gerenciar con mucho cuidado sus propias reservas,
insertándolas en un planteamiento estratégico de largo plazo. Percibir esto no
depende de la ideología ni exige formulaciones sofisticadas. Basta la decencia.
Invirtiendo el lema de la campaña popular que llevó a la creación de Petrobrás,
el gobierno Lula decretó que el petróleo es de ellas. Me faltan los adjetivos.
(Traducción de ALAI).
* César Benjamín es autor de A opçao brasileira (Contraponto, 1998. nona
ediçao) y Bom combate (Contraponto, 2004). 22/06/2004, Sao Paulo