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Hay dos justicias en Bolivia: una para ricos, la otra es de los pobres
Econoticiasbolivia.com
Aún conmocionada por el ajusticiamiento del alcalde de Ayo Ayo, Bolivia
volvió a constatar hoy que dos clases de justicia se aplican en su territorio:
una, la oficial, casi siempre favorable a los ricos y poderosos, y otra impuesta
desde abajo por los más pobres.
Tres sucesos distintos mostraron esta realidad. En La Paz, el ex ministro de
Gobierno del régimen del genocida Gonzalo Sánchez de Lozada, Yerko Kukoc,
co-responsable de la matanza de más de 80 bolivianos durante el levantamiento
popular de octubre del 2003 y autor confeso del robo y malversación de más de un
cuarto de millón de dólares, se libró este jueves de ir a la cárcel al acogerse
a los beneficios del perdón judicial que establece la legislación boliviana.
Estupor e ira en las organizaciones sociales y populares que constataron que se
aplica estrictamente lo que manda la ley, pero se viola los más elementales
conceptos de la justicia.
El segundo suceso, registrado hoy en el extremo norte del país, en la localidad
de Magdalena en el Beni, varios miles de ciudadanos, hombres, mujeres y niños en
edad escolar tomaron por asalto la cárcel pública, redujeron a los guardias y
flagelaron en la plaza pública durante 20 minutos a un hombre acusado de violar
a una niña de 10 años y a una mujer de 30. La Policía, apoyada por el Ejército,
reestableció el orden, gasificando a la población civil y golpeando a mujeres y
niños que reclamaban que se haga justicia. Tras los enfrentamientos, el fiscal
Juan Pedro Ortuño se comprometió a realizar de inmediato un juicio oral en
Magdalena y emitir la sanción que corresponda.
El tercer suceso se registró también hoy en la población altiplánica de Ayo Ayo,
donde un cabildo abierto de vecinos, comunarios y campesinos justificó el
ajusticiamiento del ex alcalde Benjamín Altamirano Calle, que había sido
secuestrado, asesinado y quemado la madrugada de este martes bajo la acusación
de haber desfalcado los recursos del municipio, uno de los más pobres de la
región. "Se ha hecho justicia", dijeron al explicar que el ex alcalde utilizaba
a fiscales y juzgados de la ciudad de El Alto y a policías para perseguir a sus
opositores y detractores.
El cabildo amenazó con bloquear los caminos del Altiplano y hacer volar las
torres de alta tensión ubicadas en la zona, si los poderes del Estado (gobierno
y justicia ordinaria) no descongelaban las cuentas del municipio o tomaban
prisioneros a los pobladores que actuaron en el linchamiento. La población de
Ayo Ayo exige, también, que la familia del ex alcalde devuelva los dineros que
habrían sido retirados de la Alcaldía y que se libere al concejal Saturnino
Apaza, acusado por las autoridades de participar en la aplicación de la justicia
comunitaria.
Estos tres sucesos muestran de cuerpo entero lo que se entiende en Bolivia por
justicia. En las próximas horas el ex ministro de Sánchez de Lozada será
sometido a un proceso abreviado de justicia y sería formalmente condenado a dos
años de cárcel, pena leve y que sería suspendida de inmediato, tras la
devolución de los dineros hurtados al erario nacional. Según adelantaron las
propias autoridades judiciales, el ex ministro Kukoc no llegará a la cárcel por
haber robado, según su propia confesión, un monto que es casi veinte veces más
de lo habría desfalcado el ex alcalde de Ayo Ayo.
"Kukoc es un ladrón más que debería ir a la cárcel", "Los políticos se están
protegiendo", "Todas estas personas debían estar en la cárcel", "Tiene que haber
un castigo severo", "Kukoc es un asesino y un ladrón, pero igual lo dejan
libre", "Es una injusticia", "Debía ir a Chonchocoro (cárcel de máxima
seguridad)", dijeron, a través de las radioemisoras locales, indignados
ciudadanos al conocer sobre la situación de Kukoc.
El comentarista de televisión, Víctor Hugo Rosales, reseñó esta paradoja: "No
puede ser que un alcalde en el municipio de Ayo Ayo sea sentenciado a muerte por
su comunidad por algunos miles de dólares que habría sustraído y un ex ministro
siga en las calles con dos millones de bolivianos. Hay tanta gente que está en
cárcel por delitos menores, pero esta gente lamentablemente no tiene dinero para
acceder a un proceso de esta naturaleza. Esto provoca indignación en la
ciudadanía y es justificado".
La acción de los comunarios de Ayo Ayo de La Paz ha sido severamente cuestionada
por las instituciones oficiales, aunque en otros distritos es vista como un
ejemplo. Así, en Potosí, dirigentes campesinos de varios municipios advirtieron
que podrían recurrir a la justicia comunitaria si las autoridades no atendían de
inmediato las denuncias que hay contra algunos alcaldes por corrupción.