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Bolivia: Ayo Ayo o la justicia comunitaria de los Aymaras
"Hemos hecho justicia", dicen los comunarios que secuestraron y quemaron al alcalde de Ayo Ayo, acusado de robar a los más pobres y de usar la corrupta justicia oficial para perseguir y encarcelar a sus detractores
Econoticiasbolivia.com
Campesinos y comunarios aymaras de Ayo Ayo, en el altiplano boliviano,
justificaron el linchamiento de su alcalde, al que prendieron fuego y asesinaron
por supuestos actos de corrupción y robo de los escasos recursos de esa
población, una de las más pobres de la región.
Según los pobladores de Ayo Ayo, el linchado, Benjamín Altamirano, habría
infringido la ley moral de los indígenas aymaras y quechuas que ordena "no
robar", "no mentir" y "no ser holgazán" (ama sua, ama llulla, ama kella).
"El alcalde Benjamín Altamirano cometió actos de corrupción con los fondos de la
Participación Popular". Don Nicasio, comunario del lugar dijo que Altamirano fue
una autoridad corrupta que nunca hizo nada por la región que necesitaba obras,
razón por la que le aplicaron la justicia comunitaria.
"Las autoridades de los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo no escucharon
las decisiones de los pobladores", se quejó a la red radial Erbol, don Nicasio,
quien explicó que la justicia comunitaria se aplica ante la persistente
injusticia de la justicia burguesa, de la justicia oficial, una de las más
corruptas e ineficientes de Sudamérica, que deja impunes a quienes roban y
asaltan los recursos y dineros de los más pobres.
"Para los pobres no hay justicia, para los pobres no hay perdón", dicen los
pobladores de Ayo Ayo, concentrados en la plaza principal, tras los sangrientos
sucesos que conmocionaron al país.
La acción de los comunarios recibió el respaldo del "Mallku" Felipe Quispe, el
líder de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).
"Yo creo que si es una acción comunaria, la CSUTCB va a defender a los
comunarios, porque los comunarios no son los culpables (del linchamiento) . Los
culpables son los que manejan las leyes, los que administran las leyes, aquellos
doctores que se corrompen hasta los tuétanos y que dejan en la impunidad y sin
castigo a los que le roban al pueblo, dijo el "Mallku", un ex guerrillero
indigenista que hace dos semanas renunció a su diputación para "estar en la
lucha al lado de su pueblo y no corromperse con el parlamentarismo".
Según los comunarios de Ayo Ayo, el ex alcalde Altamirano habría, por el
contrario, utilizado los resortes de la justicia oficial para perseguir a sus
opositores y a quienes cuestionaban su gestión. Varios de los comunarios habían
sido acusados de robo en la Fiscalía en la ciudad de El Alto y La Paz, donde
residía el linchado y desde donde dirigía el municipio altiplánico.
El secretario Ejecutivo del Sindicato de Campesinos de la provincia Aroma, Ramón
Copa, recordó que cuando Altamirano se constituía en esa población era para
iniciar procesos judiciales contra los miembros del Comité de Vigilancia y
dirigentes sindicales de Ayo Ayo, buscando dividir a los comunarios.
Cecilio Huanca, representante de la Central Agraria de Ayo Ayo, dijo que la ex
autoridad vivía en La Paz y que nunca se constituyó en el lugar para elaborar el
plan operativo de acción ni entregó obras en favor de los campesinos de la
tercera sección.
Una mujer anciana del lugar le dijo a la red Erbol: "Esa persona era corrupta
porque no se han visto obras en la región".
Pero la acción de los comunarios y campesinos ha sido cuestionada y criticada
por la Iglesia Católica, por el gobierno, los partidos políticos, los grandes
medios de comunicación y muchos otros. Las autoridades aseguraron que se
buscarán y castigarán a los culpables, a pesar que la Policía no tiene entrada a
los pueblos del Altiplano. Desde Sucre, el Presidente de la Corte Suprema de
Justicia dijo que no se debía tomar como excusa la justicia comunitaria para
quitar la vida de una persona.
En La Paz, donde se velan los restos de Altamirano, también eran intensas las
acusaciones contra los comunarios y la Policía. Sin embargo, el Comandante
Nacional de la Policía, Jairo Sanabria, rechazó las acusaciones de que su
institución no habría atendido a tiempo la denuncia del secuestro del difunto.
"Cuando se abrió la denuncia la Policía actuó inmediatamente haciendo
patrullajes. Se actuó con la Policía Caminera para hacer la revisión de los
vehículos que salían de La Paz", dijo. Sin embargo, una de las hijas de
Altamirano dijo que la Policía llegó ocho horas después del linchamiento y no
pudo quedarse en Ayo Ayo porque el pueblo los echó a pedradas y apenas se pudo
recoger el cadáver de su padre.
El informe del Fiscal William Alave establece que "Altamirano fue secuestrado
por un grupo de personas el lunes en la ciudad de La Paz y que luego fue llevado
a Ayo Ayo, donde lo torturaron primero y lo quemaron después". El Fiscal presume
que un golpe de pala en la cabeza habría matado a Altamirano, al promediar la
una de la mañana del martes, para ser quemado después cuando ya estaba muerto.
"Los dos policías que trabajan en la población de Ayo Ayo vieron que los
campesinos encendieron una fogata el lunes en la noche, pero no se imaginaron
que allí se quemaba el cuerpo del alcalde", relató el Fiscal
En las ciudades se alzaron muchas voces de condena contra los campesinos de Ayo
Ayo, aunque la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados advirtió
que lo sucedido este martes no era un hecho aislado y que habían más de dos
decenas de casos muy similares, en los que la población tomaba justicia por
propia mano.
En los barrios marginales de las ciudades, donde convive la extrema pobreza y la
total desatención gubernamental, cada mes hay por lo menos un caso en el que los
vecinos flagelan, queman, cuelgan y asesinan a los ladrones o a quienes son
acusados de delitos como la violación o el hurto. Una costumbre ancestral de los
pueblos que soportan la histórica injusticia de los poderes públicos y que sólo
encuentran justicia cuando la ejecutan con sus propias manos. Esto al menos es
lo que dijeron los comunarios de Achocalla, otro pueblo en las afueras de la
ciudad de La Paz, que amenazaron esta mañana a su alcalde Gastón Cárdenas con
aplicarle la justicia de Ayo Ayo si no renunciaba al cargo.
"Va a haber casos similares a Ayo Ayo en todos los lugares, las habas van a
cocer en todas partes", sentenció el "Mallku" Quispe.