Latinoamérica
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César Gaviria, Alvaro Uribe y Frankenstein, acechan a Venezuela
Luis Alberto Matta Aldana
Rebelión
En abril de 1982 Colombia se ganó el calificativo de "Caín de América",
después que su presidente Julio César Turbay Ayala, decidiera respaldar a los
británicos en la Guerra de las Malvinas contra Argentina. Excepto por el General
Simón Bolívar que gobernó Colombia en 1819 y posteriormente entre 1827 y 1830,
casi todos los gobernantes colombianos han sido lacayos del imperialismo, y
habitualmente han apoyado a sus amos en conflictos ajenos, como sucedió durante
la Guerra de Corea a mediados del siglo pasado, cuando centenares de jóvenes
fueron enviados a participar en aquel conflicto desconocido y lejano.
El actual mandatario de Colombia Alvaro Uribe Vélez, el más belicoso de las
últimas décadas, 23 años después del suceso de las Malvinas hizo honor a su
tradición camorrista y pendenciera, respaldando políticamente la guerra inmoral
del presidente Bush contra Irak, y además, insinuando una intervención semejante
contra su propio país, destinada a derrotar la oposición armada que componen las
insurgentes FARC-EP y ELN. Un año más tarde cuando no quedan dudas sobre los
intereses económicos de la invasion a Irak, en Abril 2 de 2004 según denunció la
revista 'Financial Times' sin eco en la prensa nacional, Uribe le ofrece a
Washington enviar tropas colombianas a Bagdad, a cambio de que los
norteamericanos aumenten el número de militares y "contratistas" suyos en
Colombia, estos últimos mercenarios a sueldo sin Dios y sin ley.
Actualmente más de 1.500 estadounidenses –cifras oficiales–, 783 de ellos
con denominación "contratistas", son parte del "Plan Patriota", una dura
ofensiva militar contra las FARC-EP en las selvas del sur. En esta operación los
estadounidenses apoyan a 23.000 soldados colombianos –se estima que podrían
ser en realidad más de 40.000 militares criollos–, cuyo propósito es
desalojar a los insurgentes de las vastas y hermosas regiones que controlan,
como El Yarí y el histórico Caguán en el Caquetá, Calamar y
La Libertad en el Guaviare, parte del Sibundoy y el Piñuña
en el agreste Putumayo, así como del Ariari y otros extensos montes y
llanuras del Meta.
Se trata de regiones colonizadas por humildes labriegos que buscan un mejor
porvenir, o migrantes que en décadas pasadas huyeron de la violencia oficial,
desplazados de sus lugares de origen por chulavitas y pájaros, posteriormente
por el MAS, los carranceros, los mochacabezas, etc., una interminable lista de
bandas de asesinos al servicio de terratenientes, narcotraficantes y politicos
corruptos.
En columnas colectivas de marcha, individualmente o en familia, los campesinos
desterrados se afincaron nuevamente y dominaron porciones de selva, en las que
fundaron pequeños poblados a la margen de los ríos, sitios donde las gentes
comercian pescado, maderas, oro y variados productos agrícolas. A final de los
setenta e inicio de la década de los ochenta incorporaron a su realidad el
cultivo de la coca, como reflejo de la erradicación de estos plantíos en países
vecinos, y también por nuevos flujos migratorios de carácter interno. Los
cultivos de coca se expandieron rápidamente en algunas de esas areas,
principalmente en Putumayo y Guaviare, donde la hoja de coca se convirtió en uno
más de los productos agrícolas. Las FARC-EP no pudieron ni podrán impedir este
cultivo en aquellos territorios, a men! os que haya condiciones concretas para
la realización de una reforma agraria integral, que mejore la economía campesina
y pueda ofrecer alternativas creíbles de integración nacional, vías de
comunicación, préstamos de cosecha y acceso a mercados, para que el campesinado
pueda sustituir concertadamente la coca por cultivos tradicionales.
Entre tanto sectores de gobierno enquistados en el poder y que actúan bajo
asesoría de la Embajada estadounidense, pretenden erradicar la coca asperjando
químicos, hongos y otras armas bacteriológicas, ignorando la tragedia ecológica
que estas causan, y la tragedia humana que significa volver a romper el tejido
social de los campesinos. La estrategia incluye ametrallamientos y bombardeos
contra la población, robo y ejecución de animales domésticos, destrucción de
huertas, puentes y acueductos, arrasamiento de viviendas y finalmente la
infiltración de redes paramilitares, cuyos miembros cometen atrocidades y
encubren los crímenes cometidos por tropas oficiales. Algo semejante a lo que
ahora mismo acontece en regiones como Arauca –nororiente de Colombia–,
donde Ejército y Policía literalmente han secuestrado a la población, mientras
los p! aramilitares violan, saquean, desaparecen y asesinan a las gentes
indefensas. Otro tanto sucede en areas del Magdalena Medio, circunvecinas al
hermoso Valle del Río Cimitarra.
Mediante estas formas de terror oficial pretenden desarticular y descabezar las
organizaciones opositoras, como en el caso de la Asociación Campesina de Arauca
– ACA, cuya presidente Luz Perly Córdoba, una valiente líder campesina de
rasgos indígenas, quien ha sido injustamente encarcelada por el régimen en
Bogotá. Suerte parecida le corespondió por algún tiempo al líder agrario Luis
Angel Perdomo Trochez, luchador popular y fundador de la Organización
Regional Indígena del Valle del Cauca – ORIVAC. Y como ellos centenares de
líderes han sido encarcelados en todo el país por orden de la Fiscalía General
de la Nación, un ente convertido en monumento a la impunidad, infiltrado por el
narcotráfico y los paramilitares, hoy encabezado por el jurista Luis Camilo
Osorio, un personaje tan cínico como corrupto, que sin duda pasará a la hi!
storia por su notable odio contra los opositores del regimen.
El "Plan Patriota" busca dasalojar a los campesinos de las selvas del sur con la
vana ilusion de restarle apoyo popular a las guerrillas. Para estos hombres y
mujeres curtidos por las desgracias de la guerra será su segundo o tercer
destierro, ya que muchos de ellos padecieron a mediados del siglo pasado el
feroz ataque contra Marquetalia, El Guayabero y Riochiquito, zonas en las que
también habían fundado fincas para criar ganado, cerdos y gallinas, sembrar
arboles frutales, cultivos de café, yuca y plátano, motivados por la ilusión de
criar hijos y prosperar en aquellas tierras.
Los terratenientes que desde la epoca colonial detentan el poder en Colombia,
vieron con malos ojos que se realizaran formas sencillas de reforma agraria sin
el consentimiento del gobierno, por lo que aquellos campesinos fueron atacados y
desalojados violentamente. El presidsente de turno Guillermo León Valencia
anunció el 18 de mayo de 1964, que 16.000 soldados atacarían a Marquetalia,
según él para restablecer la democracia y eliminar las "repúblicas
independientes", título que les endilgó a aquellas pacíficas regiones Alvaro
Gómez Hurtado, un congresista de ultraderecha, años después asesinado por sus
compinches.
El temor hizo que muchas familias se desplazaron hacia las selvas del sur, sede
actual del "Plan Patriota", donde siguieron y hoy siguen cultivando la tierra,
mientras que 48 familias cansadas de huir, y por amor a sus tierras se quedaron
a enfrentar la agresión. El 27 de mayo de 1964 suceden los primeros
enfrentamientos y con ellos se inició la resistencia, misma que por estos días
está cumpliendo 40 años. El 20 de Julio siguiente, a dos meses de iniciada la
resistencia, los campesinos marquetalianos dan a conocer una famosa declaración
conocida como el "Programa Agrario de los guerrilleros". Dos años más tarde y en
la misma región, el 5 de Mayo de 1966, hacen pública la declaración política de
una Conferencia Guerrillera celebrada en aquellas montañas, constitutiva de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.
No obstante ser en mayo de 1966 cuando se declaran como FARC, los campesinos
marquetalianos tomaron el 27 de Mayo de 1964 –día que suceden los primeros
combates entre las tropas oficiales y miembros de las 48 familias que quedaban
en Marquetalia –, como fecha emblemática de su resistencia. Transcurridos 40
años desde aquella fatídica agresión, hoy Colombia se debate en un intenso
conflicto politico, social y armado. Las FARC y otras expresiones armadas de la
oposición como el ELN, hacen presencia en casi todo el territorio nacional. Por
su parte las FARC impulsan clandestinamente el Movimiento Bolivariano por
una Nueva Colombia – MB, alternativa de poder lanzada el 29 de Abril del
año 2000 en el Caguán, a la que acuden intelectuales, obreros, sectores
indígenas y afroamericanos, académicos y estudiantes, porque ha sido int!
erpretada como un efectivo compromiso con la búsqueda de la paz, y porque fue
dada a conocer durante los fallidos diálogos que esta guerrilla adelantaba con
el gobierno del presidente Andrés Pastrana.
Veinte años atrás y en otro accidentado proceso de paz en 1985, durante la
presidencia de Belisario Betancur, las FARC ya habían intentado una propuesta
política, esta vez abierta y legal, orientada a participar en elecciones
populares y que bautizaron como Unión Patriótica. A la UP se unieron miles de
colombianos de todas los talantes y vertientes políticas, obteniendo un
inesperado respaldo de masas en su primer examen electoral, que la llevó de
inmediato a ser la tercera fuerza política nacional.
La reacción de la derecha oligarquica y sus aparatos militares fue someter a la
UP a un criminal genocidio, que en los siguientes años cobró la preciosa vida de
casi 5.000 líderes y simpatizantes. Fueron asesinados en estado de indefensión
candidatos presidenciales, Senadores, Representantes a la Cámara, Diputados,
Alcaldes, Concejales y miles de seguidores, y pese a que las FARC ya no hacían
parte de la UP, luego que renunciaran públicamente a dejarse asesinar
desarmados. Por su parte el nuevo presidente César Gaviria Trujillo había roto
cualquier posibilidad de reconciliación nacional, luego de que ordenara una
impresionante ofensiva aérea y terrestre contra la dirigencia guerrillera el 9
de diciembre de 1990, acantonada entonces para los diálogos en la region de Casa
Verde, departamento del Meta. Gaviria cerraba la puerta de la paz y estren! ó de
esta manera su mandato, acción felicitada públicamente por los EE.UU.
Ahora su pupilo de andanzas lanza el "Plan Patriota", considerado la más
importante campaña militar que emprenden tropas mixtas de colombianos y
mercenarios extranjeros, desde que se iniciara el contrainsurgente "Plan
Colombia", impulsado por Andrés Pastrana –anterior presidente–, cuyo
sofisma inicial era combatir el terrorismo y el tráfico de drogas. Esta costosa
operación de Guerra también está destinada a convertirse en rotundo fracaso,
dada la inobjetable capacidad de resistencia de los guerrilleros, cuyos
combatientes se mimetizan en las tupidas selvas, pero sobre todo por el respaldo
de miles de campesinos y colonos que no fácilmente abandonarán de nuevo sus
tierras.
El Estado colombiano desde 1998 venía preparando esta ofensiva, iniciando una
impresionante carrera armamentista de la que han sido oportunamente informados
por el Comando Sur de EE.UU., los presidentes de Ecuador y Perú, Lucio Gutiérrez
y Alejandro Toledo respectivamente. La prensa ha registrado casi todos los
sucesos, como que el gobierno colombiano ha recibido algo más de 1.700 millones
de dólares en ayuda militar, pero llama la atención que poco o nada ha informado
sobre la contratación de un millón de informantes. El gobierno colombiano ha
sido parco sobre este tema, pese a la generalizada sospecha de que miles de
estos "contratistas" criollos están siendo entrenados y armados hasta los
dientes, con el aparente propósito de exterminar a la insurgencia.
No obstante se conoce que algunos miles de estos "contratistas" o informantes
han sido situados estratégicamente en los perímetros urbanos y areas rurales de
poblaciones fronterizas con Venezuela como Puerto Inírida, Puerto Carreño,
Puerto Colombia, Arauca, Arauquita, Saravena, Villa del Rosario, Cúcuta y Puerto
Santander, a lo largo de casi 2.000 kilómetros de frontera con la hermana
República Bolivariana, que van desde la region de Guinía, pasando Vichada,
Arauca, Norte de Santander y Cesár, hasta la Guajira. ¿Que trama la rancia
oligarquía colombiana? ¿Otra vez camino a ser el Caín de América?
No deja de inquietar que antes del 2003 los gobiernos colombianos solo se
interesaban en adquirir helicópteros, corvetas y lanchas artilladas, pero a
mediados de abril de 2004 se destapó una negociación secreta que incluía 35
poderosos tanques AMX-30 de fabricación francesa, sin mencionar 8 aviones C-212,
30 vehículos blindados y artillados para operaciones policiales, 11 lanchas
artilladas, bombarderos tipo Mirage y equipos para repotenciar helicópteros
Black Hawk. Esta transacción se venía finiquitando en España con el gobierno del
franquista José María Aznar. Recordemos que tres años atrás fué conocido y
denunciado el comercio clandestino de armas a través de la ciudad de Turbo
–Urabá–, por donde ingresan contenedores repletos de fusiles, cañones,
rokets y otras armas con destino a los paramilitares. La prensa solo ha dado
notoriedad! a casos que implican la compra de fusiles por parte de las
guerrillas.
Entre tanto el presidente Uribe atiende garrote en mano las solicitudes de
diálogo que expresan los sindicatos nacionales, entre ellos la Unión Sindical
Obrera – USO, que con su valiente protesta ha detenido la tentativa
privatizadora de la estatal de petróleos ECOPETROL. Numerosos líderes
sindicales, igual que acontece con voceros del campesinado sobrevivientes de la
Guerra sucia y el terrorismo de Estado, se ven compelidos a actuar bajo la
intimidación paramilitar y la persecución de la Fiscalía, regularmente acusados
de complicidad con el terrorismo.
Al burdo señalamiento de terroristas no escapan los defensores de derechos
humanos, a quienes el presidente Uribe, en uno de sus acostumbrados ataques de
histeria, señaló como fachadas del terrorismo y las guerrillas. Claro que sus
subalternos tampoco pierden el tiempo, como sucedió el pasado 23 de Mayo con el
cónsul de Colombia en Madrid Jairo Berrío, quien autorizado por la embajadora
Nohemí Sanín –que estaba a su lado–, le gritó epítetos como
"narcoterroristas" a varios defensores de derechos humanos –colombianos y
europeos miembros de una ONG reconocida por el Estado español–, que
protestaban pacíficamente aprovechando la presencia del presidente colombiano en
España. Los activistas gritaban consignas a favor de la paz y contra las
violaciones a los derechos humanos.
El presidente Uribe, ciego y sordo ante la realidad, avanza en su flamante
proceso de diálogos con las paramilitares AUC – Autodefensas Unidas de Colombia.
"Las AUC, son una red paraestatal responsable de centenares de masacres
contra el campesinado y de numerosos crímenes selectivos contra líderes
sociales, sindicales y populares de oposición política al régimen colombiano.
Las AUC son lideradas por confesos narcotraficantes y militares en retiro, y
fueron entrenadas entre otros, por mercenarios israelíes. Las AUC reciben apoyo
logístico y habitualmebte coordinan operaciones contrainsurgentes con secciones
de la policía y del ejército oficial. Su funcionamiento es financiado con dinero
del tráfico de drogas, y con aportes de terratenientes, políticos ! corruptos y
sectores del empresariado. Las AUC constituyen la última version del
paramilitarismo en Colombia, país donde la violencia política ejercida desde el
poder, constituye un fenómeno corriente a lo largo del ultimo siglo"[i].
En este aberrante proceso de diálogos ha vuelto a entrar en escena el actual
secretario general de la "Organización de Estados Americanos – OEA",
César Gaviria Trujillo, que insólitamente pretende poner al servicio del
latifundio narcotraficante y paramilitar, la que se supone es la más importante
organización continental de las Américas. Por ahora Gaviria ha logrado una
Resolución del Consejo Permanente, con lo que alcanza parcialmente su sueño, al
que ha dedicado ingente esfuerzo en los últimos 13 años: la legitimización del
paramilitarismo en Colombia.
El 31 de marzo pasado Gaviria reiteró en rueda de prensa el papel protagónico
del organismo hemisférico, afirmando que la OEA acompañará hasta el final el
proceso con los paramilitares, porque según él, en aras de la paz es importante
convertirles en un actor politico legal. Gaviria no ocultó su interés en evaluar
con prontitud los delitos que se van a perdonar durante dicho proceso de
diálogos. La preocupación del secretario de la OEA gira en torno a la seguridad
de los cabecillas de las AUC, ya que EE.UU. exige la extradición de varios de
ellos, por considerarles jefes del narcotráfico mimetizados en la lucha
contrainsurgente. Hoy día varios de los más reconocidos jefes del narcotráfico,
inclusive denunciados por la prensa oficial y por la embajada de EE.UU., están
sentados en la flamante mesa de diálogos con el gobierno de Uribe.
Todo indica que el único escollo por resolver en esta mesa está relacionado con
las toneladas de coca que los paras envían a EE.UU., mientras que hechos
criminales relacionados con masacres, atentados contra sindicalistas,
desplazamiento forzado y acumulación de tierras –paramilitares y
terratenientes han sido aliados en el despojo de tierras a casi tres millones de
labriegos– y el asesinato selectivo de miles de líderes sociales
–acribillados en indefensión, desaparecidos, y otros salvajemente torturados y
cortados con motosierras–, son situaciones que hacen tránsito al olvido y la
impunidad, que perversamente y con subterfugios semánticos promueve el doctor
"Ternura", remoquete popular del comisionado de paz (yo diría comisionado de la
impunidad) Luis Carlos Restrepo.
Y para que no hayan dudas sobre el cinismo del secretario de la OEA, basta
analizar el homenaje que presidió el 14 de abril de 2004, en el que a nombre del
organismo continental entregó un premio a la multinacional bananera Chiquita
Brands, públicamente acusada de financiar bandas paramilitares en Colombia
–como los Comandos Populares del movimiento Esperanza Paz y Libertad–,
responsables del asesinato de más de un centenar de lideres obreros del otrora
combativo sindicato de los trabajadores del banano SINTRAINAGRO –hoy bajo
control paramilitar–, y más de mil líderes y simpatizantes del movimiento
politico Unión Patriótica. La UP fue practicamente exterminada en Urabá, a manos
del paramilitarismo, precisamente durante el periodo presidencial de César
Gaviria, guerra sucia que prosiguió durante el periodo en que Uribe Vélez fue g!
obernador de Antioquia.
No son estos los únicos sucesos que aproximan a Uribe y Gaviria, cuya historia
común les liga a la política, al mundo empresarial y a las multinacionales.
Varios de sus respectivos ministros son y han sido consultores, abogados o
asesores del Banco Mundial, el FMI y de las multinacionales, como Rudolf Hommes,
Fabio Echeverry o Fernando Londoño. Otros como Nohemí Sanin o Luis Alberto
Moreno, dedicados a la diplomacia apátrida, han sido funcionarios en ambos
gobiernos. Alvaro Uribe inició en mayo de 2004 su incorporación al Area de
libre Comercio de las Américas – ALCA, que en realidad es la culminación de
un proceso que comenzó en 1990, cuando Gaviria impuso la llamada "apertura
económica".
Desde entonces en Colombia se profundizó la tragedia social! que afecta
principalmente a las capas de población pobre –más de 27 millones de
personas–, repercutiendo gravemente en la intensificación y ampliación del
conflicto social y armado interno. Uribe Vélez simplemente está cerrando el
proceso que inició Gaviria.
Recordemos que siendo Gaviria presidente, Uribe era Senador, curul desde la que
promovió Leyes que favorecieron a las multinacionales, como la reforma pensional
que sirvió para privatizar el manejo de las pensiones y cesantías; la Ley 50 de
1990 bautizada como Ley de reforma Laboral, con la que los empresarios
despojaron a los trabajadores colombianos de sus conquistas acumuladas durante
un siglo de luchas y sufrimientos; la Ley 100 de 1993 o "Ley de Seguridad
Social", con la que la salud fue convertida en millonario negocio. En Colombia
durante los últimos 14 años, la apertura de estaciones de Policía y batallones
del Ejército coinciden con el cierre de hospitales y escuelas públicas.
A Uribe se le acusa de haber tenido fuertes ligazones con el narcotráfico, como
cuando fué director de la Agencia de Aeronáutica Civil de Colombia en 1981,
época en que aprobó licencias a pilotos, que según él no sabía que eran
aviadores del Cartel de Medellín, y menos que trabajaban con su amigo, el
Representante a la Cámara Pablo Escobar Gaviria, el tristemente célebre capo del
narcotráfico que reinó en Colombia durante los ochenta.
Uribe como gobernador de Antioquia 1995-1997, intentó legalizar el
paramilitarismo mediante las "Cooperativas Convivir", de cuya idea y génesis
legal fue autor César Gaviria Trujillo. Las "Convivir" fueron grupos de
vigilancia privada que degenerararon en secuestradores y grupos de sicarios.
Posteriormente cuando fueron ilegalizadas se aliaron a las "Autodefensas
Campesinas de Córdoba y Urabá, ACCU –un grupo paramilitar que bañó en sangre
regiones de Córdoba y Urabá, dirigido por familias terratenientes, entre quienes
se destacan Fidel, José Vicente y Carlos Castaño, y militares en retiro como
Salvatore Mancuso, uno de los actuales jefes de las AUC que negocian con Uribe–.
La base creada con las "Convivir", junto a otros grupos paraestatales dislocados
en diferentes regiones del país, fueron base inicial para la fundación de las
AUC, autodenominadas el Frankenstein de la oligarquía colombiana.
"Nosotros nacimos como informantes de las instituciones del Estado"
–aseveró ante numerosos periodistas el 14 de mayo de 2004 Salvatore Mancuso,
jefe de las AUC… "no nos hemos consumido 20 años en el monte para salir por
la puerta trasera", –finalizó diciendo, según registro del periódico
bogotano El Tiempo en su edición del sábado 15 de Mayo, en la que el jefe para
se refería a la solicitud de extradición realizada por EE.UU. contra los jefes
paramilitares acusados de narcotráfico. "Y ahora dirán que el papá no va a
responder por el muchachito. Les va a tocar ver qué hacen con el hijo de Herman
Monster que crearon", –amenazó en la misma rueda de prensa Iván Roberto
Duque, alias Ernesto Baez, vocero en la mesa paramilitar. Baez advirtió a Uribe
e instó a Césa! r Gaviria, pidiendo mayor respaldo para el diálogo con las AUC,
insinuando que de lo contrario verdades se conocerían en Colombia. Amanecerá y
veremos.
Y claro que existen antecedentes sobre pactos entre gobierno, narcotraficantes y
paramilitares. La opinion pública colombiana conoce por investigaciones
periodísticas y filtraciones realizadas desde el interior de la Fiscalía, sobre
declaraciones realizadas por miembros de la temida banda de sicarios "La
Terraza", años atrás al servicio del cartel de Medellín, quienes denunciaron
hechos profusamente difundidos en Colombia, en los que se narran tratos del
gobierno de César Gaviria y su flamante política de sometimiento a la justicia.
Se denunció que narcotraficantes como Pablo Escobar, aparentemente "sometidos a
la justicia", continuaron desarrollaron actividades criminales desde sus lugares
de reclusion. Washington presionó al gobierno colombiano para que controlara
efectivamente a los capos de las droga, que habían montado oficinas en sus cár!
celes para seguir traficando hacia los EE.UU., y que en casos como el de Pablo
Escobar también influía en bandas paramilitares, como el MAS –Muerte a
Secuestradores–.
Pablo Escobar rompió su acuerdo de "sometimiento" evadiendo la mansión que tenía
por carcel, e inició una feroz confrontación contra el Estado y contra los que
consideraba sus enemigos. La respuesta no tardó demasiado, ya que un grupo de
narcotraficantes de Cali y Norte del Valle, junto a paramilitares que habían
roto con Escobar, entre los que figuraba Fidel Castaño, hicieron un pacto
temporal con la Policía colombiana, y con agentes de la CIA y la DEA, aprobado
por César Gaviria, para crear un grupo denominado "Los Pepes" – Perseguidos
por Pablo Escobar–, que fue el encargado de liquidar el poderío del famoso
narcotraficante.
Uno de los adalid-encubridores del pacto en mención fué el General Rosso José
Serrano, inflado tiempo después como "el mejor policía del mundo", mientras que
el jefe paramilitar Fidel Castaño, partícipe de atrocidades cometidas durante el
'Plan Condor' contra líderes populares de la izquierda, aprovechó la coyuntura y
desapareció de todo escenario como por arte de magia. Igual suerte parece ser la
de Carlos Castaño, el atroz jefe de las AUC y hermano del anterior, quien para
evadir crímenes de lesa humanidad que implican a la oligarquía gobernante,
también ha desaparecido, e inclusive se rumora que fue asesinado. ¿Pero donde
está su cadaver o las pruebas de su muerte? ¿Por qué su familia, como la de su
hermano Fidel, salen al exterior y cambian de identidad? ¿En realidad a quienes
favorece su inexplicable desaparición? ¿O realmente lo asesinaron para
garantizar que jamás filtrara los nombres de militares, políticos y empresarios
que han patrocinado las AUC? ¿Por qué el silencio de Uribe y Gaviria frente a
estos sucesos? ¿Y porqué insisten en negociar con las AUC, si estas no son ni
han sido opositoras del Estado colombiano? ¿Solo por legalizarlas? Entre las
cortinas de impunidad surgen muchas preguntas y ninguna respuesta.
Lo cierto es que el narcotráfico ha infiltrado el poder politico en Colombia, y
el país sigue en el filo de una casi narcodemocracia, a la que EE.UU. mira con
recelo y trata en forma vergonzante, pero sin abandonarle a su suerte. Intereses
geoestratégicos, petróleo, oro, esmeraldas, carbón, y reservas ecológicas de la
amazonía están de por medio. Pero hay otro ingrediente… Colombia podría
convertirse en cabeza de playa para una intervención en Venezuela, país que los
gringos miran con desconfianza por el giro politico de los últimos años.
Limítrofe con Colombia, la República Bolivariana de Venezuela avanza
aceleradamente hacia una democracia progresista y de izquierda, una realidad que
molesta a los halcones del Pentágono. Entre tanto, Colombia confirma su posición
de tercer receptor de ayuda militar en el mundo.
Para terminar me pregunto: ¿por qué elegir a Frankestein, la célebre
creación de los oligarcas colombianos, para iniciar una serie de provocaciones
contra Venezuela? Hace pocos días el gobierno venezolano denunció la escandalosa
infiltración de las AUC en su territorio. Las autoridades han revelado las
identidades de casi un centenar de paramilitares, nueve de ellos menores de
edad, detenidos en Caracas a mediados de Mayo del presente año, la mayoría de
los cuales son reservistas del Ejército colombiano. Los paras se alistaban para
participar en una acción desconocida, cosa que no sorprende, porque generalmente
los sicarios tiran del gatillo, y después se enteran por las noticias de quien
fue el asesinado, las razones para asesinar son privilegio de sus jefes. ¿Y
quienes son sus jefes? ¿Y qué hace el golpista Carmona en Bogotá?
La vocera empresarial y embajadora de Colombia en Venezuela, Maria Angela
Holguín ha rechazado enfáticamente, que Colombia esté involucrada en cualquier
tipo de desestabilización de Venezuela, no obstante, causó escándalo la
información de que el General Martín Orlando Carreño Sandoval, Comandante del
Ejército colombiano, se hubiera reunido tres veces en el batallón Maza de Cúcuta
con miembros de la Coordinadora Democrática Venezolana y recalcitrantes voceros
de la derecha empresarial, que buscan derrocar al presidente Hugo Chávez. ¿Será
cierto que se reunieron para intercambiar ideas sobre la situación del turismo y
la económía de la frontera? Por los personajes reunidos, ¡¡me temo que no!!
[i] En la página 7 del libro "Poder Capitalista y Violencia Política en
Colombia", escrito por el autor del presente artículo, y publicado en Bogotá en
Noviembre de 2002.