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Latinoamérica

JORGE, EL INVEROSIMIL

Samuel Blixen
BRECHA

Es sabido que la cercanía del poder, la atmósfera que rodea a quienes realmente mandan, operan en el presidente de este país pequeño y cauto como estimulantes poderosos, capaces de abatir inhibiciones y complejos de inferioridad, de insuflar sentimientos que se hinchan como globos atmosféricos.
En este caso podrá haber sido el aire entre rancio y globalizado de la Moncloa, o el más sutil de nobleza democratizada que impera en el Palacio de la Zarzuela, o quizás simplemente el perfume del dinero que envuelve a los empresarios de la celulosa y la electricidad, lo que disparó la euforia de 'mi querido Jorge', 'nuestro' Jorge; una euforia generosa, ilimitada, capaz de prodigar reconocimientos, de multiplicar alabanzas y ya, disparada como una estampida de búfalos, imparable, indomable, de regalar economías, de entregar países, de ofrecer un continente entero, de convocar a una segunda conquista.
Así es nuestro presidente, cuando no repara en gastos de adjetivos. La vehemencia le produce un cierto vahído, casi tan imperceptible como el rubor aleve en las mejillas del rey o el espasmo en el bigote del jefe de gobierno, que no saben cómo retribuir, en los parámetros acotados del reino de este mundo.
Jorge Batlle inició eufórico su visita de una semana a España, el domingo 1, y siguió eufórico, sin limitaciones, durante las recepciones, desayunos de trabajo, almuerzos protocolares y cenas íntimas que se sucedieron primero en Madrid y después en Santiago de Compostela. Anteayer, jueves, a la tarde se desplazaba hacia Barcelona para sus dos días restantes de periplo ibérico, tiempo suficiente como para superar alguna de las siguientes perlas.
En el brindis, durante la recepción en el palacio real, frente a Juan Carlos y a Sofía, Batlle confesó que 'Uruguay ve un ejemplo y un aliado en España, nación próspera, libre y justa y un país poderoso en trabajo, desarrollo e inteligencia'. Nuestro presidente había agradecido a las autoridades españolas y a sus empresarios 'por no abandonarnos durante la crisis', lo que lo impulsó, en retribución, a formular la esperanza de que 'España se convierta en 2005 en el primer inversor extranjero en Uruguay'.
El tema de las inversiones españolas ya había sido analizado en un desayuno de trabajo con la poderosa Confederación Española de Organizaciones Empresariales, cuyo presidente, José María Cuevas, aplaudió las 'acertadas decisiones del presidente uruguayo para involucrar a las empresas privadas en el sector público', pero a la vez se permitió un simpático tirón de orejas: 'Señor presidente, usted debe seguir trabajando para trasmitir a sus compatriotas la idea de que el desarrollo de un país no puede quedar en manos de visiones estatistas. Parece ser que la ciudadanía y una gran parte del escenario político uruguayo no comparten esa visión'. Es que Batlle había eludido, piadosamente, cualquier referencia a esa pequeña discrepancia que mantiene con el 62 por ciento de sus conciudadanos, expresada en el último plebiscito.
Algo ha cambiado en las expectativas de nuestro presidente, porque así como antes, en sus dos últimas visitas a la Casa Blanca, percibía un destino común con el coloso del Norte, que lo impulsaba a abrazarse sin eufemismos al proyecto del ALCA, ahora, con la misma vehemencia, con la misma pasión, despliega la bandera del MERCOSUR para dibujar un nuevo El Dorado: 'Se precisan acciones concretas para consolidar la presencia española en el continente, no sólo en lo económico y financiero, sino también en lo cultural y lo social', dijo en una conferencia de prensa, en el final de una entrevista con su colega José María Aznar en la Moncloa.
El concepto le bullía en la cabeza, impaciente por expresarse en toda su significación. 'Es de nuevo el tiempo de España en América', advirtió. Al recibir el título de visitante ilustre de Madrid de manos del alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, nuestro presidente reconvino a los españoles: 'España debe ser el líder de este proceso porque ha vuelto a convertirse en un punto de referencia para América Latina'. Lo es para los uruguayos, en su percepción: 'Los lazos de amistad de más de 300 años entre Uruguay y España comportan el tesoro de valores y de modos de ser y de hacer que con orgullo definen nuestra personalidad nacional'. Por si no quedaba claro agregó, sin percibir que ciertas verdades históricas podían modificarse por un exceso de entusiasmo: 'España ha dejado en los uruguayos un sentido profundo de la libertad, un conjunto de principios que hacen a la dignidad de lo humano, un respeto ilimitado hacia los bienes del espíritu, hábitos de trabajo, sentido de la decencia', dijo, olvidando acaso que de los 300 años de amistad, 150 fueron en tiempos de la colonia.
Batlle tuvo un momento de sinceramiento íntimo: 'Nosotros nos sentíamos muy alejados de España, pero esa situación ha ido cambiando. Allá para peor y acá para mejor'. La confusión geográfica quedó despejada cuando adelantó un nuevo eslabón de su pensamiento: 'El desarrollo económico español, con mejores números que el resto de Europa, ha hecho que España ocupe en América Latina un lugar excepcional y de privilegio que no tiene hoy ninguna otra nación y que cada día será más importante para el destino de nuestros países'. A los empresarios que lo escuchaban arrebolados les explicó: 'España no puede perder esta segunda oportunidad histórica'. Y agregó, para desasosiego 'de acá': 'No podemos demorar esto porque vamos a debilitar las democracias de allá'.
En una disertación sobre el MERCOSUR, Batlle instó a España a 'ser líder' sin demoras en el impulso de los procesos de democratización en Latinoamérica. Y, ya que estaba, exponiendo todo su pensamiento sin rubores, habló a los españoles como un mesías que trae la buena nueva: 'América Latina vuelve a tener una situación ideal como en los tres primeros siglos tras el descubrimiento, para que España ocupe un lugar esencial en el continente'.
¿El regreso de la mita y de la encomienda? ¿La resurrección de Malinche? ¿El espíritu de los Pizarro? Ningún comentario enturbió el momento de gloria, ningún comedido le recomendó sosiego. Sólo hubo, en este reencuentro con la madre patria, un momento de sabor amargo, una punzante mirada desde la nuca, cuando alguien, en la conferencia de prensa, planteó el tema de los derechos humanos, hizo referencia a los cementerios clandestinos en unidades militares, mencionó el apellido Gelman.
Nuestro presidente se mostró visiblemente molesto cuando fue consultado sobre si su gobierno ordenará excavaciones en un sitio donde, según el poeta argentino Juan Gelman, están los restos de su nuera, María Claudia García de Gelman. Hace unos diez días Gelman afirmó: 'Batlle conoce quién asesinó y dónde fue sepultada María Claudia. Si quieren pruebas, que excaven en el Batallón número 13 y allí las encontrarán'.
Enfrentado a esa acusación, el presidente atinó a responder: 'Vamos a seguir buscando los restos, pero se podrá imaginar que las afirmaciones de esas personas que dicen que en tal lugar o tal otro hay tal situación, no son siquiera verosímiles'. Para Batlle es más fácil hablar de la historia de hace 300 años que de la de tres años atrás. ¿Quién es la persona que dice que en 'tal lugar hay tal situación'? Pues es él mismo, el presidente Jorge Batlle. Acaso 'mi querido Jorge' no recuerde que el 5 de junio de 2000 el presidente Batlle le dijo al abogado Gonzalo Fernández dónde estaban los restos de María Claudia. El abogado Fernández le escribía a Juan Gelman: 'Batlle tiene una ubicación muy precisa de los restos; insiste en que María Claudia está enterrada en el Batallón 14, en Montevideo, y no en el 13, que es la conclusión a la que llegó la investigación de La República; Batlle investigó a los entonces vecinos de los involucrados y eso confirmaba que está en el 14, no en el 13. Piensa el doctor Batlle que Ricardo 'Conejo' Medina es el encargado de ejecutar a María Claudia'. En sus propias afirmaciones, nunca desmentidas y ante las que sólo sabe oponer un silencio prudente, está la fuente de las 'inverosimilitudes'.
Si el presidente especuló con que, a la distancia, podía 'olvidarse' de algunos detalles del caso María Claudia, y que sería improbable que alguien pudiera confrontar sus propias contradicciones, esas convulsiones del 'estado del alma' que le producen tanto desasosiego y que lo llevan a negarse a sí mismo, las circunstancias volvieron a jugarle una mala pasada, porque en los mismos momentos en que sostenía que las versiones sobre enterramientos clandestinos en unidades militares eran 'afirmaciones inverosímiles', un informe técnico de la justicia confirmaba que en el Batallón número 13 hay signos de enterramientos clandestinos y que la ubicación de esas tumbas clandestinas coincide con los lugares indicados por personas que denunciaron su existencia.
Alborozados con la invitación a una segunda conquista, en la Moncloa nadie estaba inclinado a fijarse en detalles. Aznar volvió a felicitar a 'mi querido Jorge', cuya presencia en Madrid, según un despacho de Prensa Latina, obedecería a la natural preocupación del mandatario de asegurarse su futuro para cuando deje de serlo: 'En medios informativos de esta capital se especula que el presidente uruguayo viajó a Madrid con el principal objetivo de garantizar su futuro si alguna importante empresa le ofrece un cargo interesante en una futura inversión en la nación sudamericana, en el sector maderero'.