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Latinoamérica

Querido Haití
Un bicentenario (contra) revolucionario

Stan Goff
CounterPunch, 9 de febrero de 2004
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Al escribir estas líneas intentan comenzar una guerra civil en Haití, preparada en Estados Unidos de América y apoyada por sus perritos falderos en Caricom y en la Organización de Estados Americanos. Antiguos militares haitianos que han recibido "alguna forma" de entrenamiento y apoyo logístico mientras se ocultaban en la vecina semicolonia de EE.UU., la República Dominicana, están atacando sistemáticamente a la Policía Nacional de Haití, en importantes puntos estratégicos a lo largo de toda la ruta de Port-au-Prince a la frontera dominicana cerca de Ouanaminthe. Sólo Cap Haitien no ha caído hasta ahora, mientras St Marc, Gonaives, y Trou du Nord, una ciudad en un puente vital entre la frontera y Cap Haitien ha sido saqueada por paramilitares derechistas, que forman el brazo armado de una "oposición" financiada por EE.UU. que se disfraza bajo el nombre de Convergence Democratique, y que ahora pretende falsamente que no tiene conexión con esta actividad.
La principal carretera entre Port-au-Prince a St. Marc, a Gonaives, a Cap Haitien, a Trou du Nord, a Ouanaminthe, es a menudo la única ruta pasable a través del país, y esas capturas han cortado efectivamente a las localidades costeras occidentales de la capital y han aislado Cap Haitien, la segunda ciudad por su tamaño en Haití. Según las últimas informaciones, esas antiguas unidades militares haitianas – algunas son las mismas que trabajaron para los tristemente célebres Duvalier y para la salvaje junta Cedras-Francois — han abandonado St. Marc.
Los ridículos apelativos como Frente de Resistencia Gonaives que se han asignado estos paramilitares derechistas, ya están siendo repetidos en la prensa capitalista, que también se refiere estúpidamente a ellos como "rebeldes", y a sus actividades como actividades de "multitudes". Un contacto con el que hablé hace unas horas, que volvió hoy de Portau- Prince me dijo que las verdaderas multitudes son los que huyen de esas operaciones del golpe fascista en el norte y las masivas manifestaciones A FAVOR DE Aristide en la capital. Este contacto dijo que la situación en el país es muy similar en muchos aspectos al intento, apoyado por EE.UU., de derrocar otro gobierno democráticamente elegido, el de Hugo Chávez en Venezuela.
Los paramilitares han irrumpido en barcos y almacenes para que estos sean saqueados, aprovechando la desesperada pobreza y hambre de los haitianos para dirigir la energía de las masas hacia los saqueos, para neutralizarlos políticamente. Pero sólo ha funcionado localmente. Mi contacto dijo que contrariamente a lo que sucede aquí, las masas haitianas tienen "absolutamente claro" que se trata de un intento de golpe apoyado por EE.UU.
Si el gobierno legítimamente elegido de Jean-Bertrand Aristide no toma una acción agresiva para volver a capturar esas ciudades, podría haber un golpe exitoso dentro de semanas. Aunque el objetivo táctico de esta acción paramilitar es el gobierno de Aristide, el objetivo político es – como siempre lo ha sido – la soberanía popular de las masas haitianas. Es una trágica ironía que esta situación haya ido tan lejos en el bicentenario de la heroica Revolución Haitiana, y que sea dirigida por un poder imperial que quiere aniquilar la soberanía popular dondequiera alza la cabeza.
Para ayudar a que el lector comprenda lo que sucede en ese país, inserto mi diario de la última investidura de Aristide, y después haré algunos comentarios:


MIEDO Y ODIO EN HAITÍ.
Un diario de la investidura de Aristide.
16 de enero – 9 de febrero de 2001.
por Stan Goff.

En Port-au-Prince paso tres días, del 16 al 18 de enero, en el Hotel Ife. Si creyera en zombis – esa obsesión favorita en EE.UU. sobre Haití – los encontraría en la tambaleante matriarca de piel clara y su personal de apariencia estupefacta con sus movimientos en cámara lenta. Como en todas partes del Caribe, pero especialmente aquí, parece haber un punto muerto permanente en la batalla contra el deterioro. Los cielos rasos están llenos de manchas de agua. El precario cableado se ve por todas partes.
Una pequeña araña se ha refugiado en un rincón de la repisa de la ventana, donde nunca llega un trapo del polvo o una escoba. La electricidad está racionada, disponible sólo de 5.30 PM a 4 AM. El ruido de la calle penetra toda la noche. Motocicletas, evangelistas con altavoces, pequeñas bandas de música, gallos incluso aquí en la comparativa afluencia de Petionville. Mis muros están pintados en un verde repugnante.
La calle es mi refugio. Las ineptas pretensiones de la burguesía haitiana de tercera línea, por lo menos aquí en las calles, son difusas, tragadas por la frenética cultura de supervivencia que anima estas calles, el caos del mercado puro, de acumulación verdaderamente primitiva. Esto es una cornucopia de mercancías, frutos, panes, jabones, cigarrillos, calzado de plástico, relojes baratos, comida humeante, todo vendido directamente en la acera en tazones y canastos. Hay basura, animales que se arrastran buscando en la mugre y una mezcla de tráfico pedestre y vehicular como si estuviéramos en el lejano oeste. Todo utilitario. Sin la fachada sofisticada que asociamos con la quimera del "desarrollo".
No hay precios fijos en ninguna parte. Todo intercambio alterna entre la beligerancia, risas, dolor simulado ante un insulto – una apariencia de extrema tensión interpersonal al blan (blanco o extranjero), pero es un juego que anima toda la cultura, el tomarse el pelo y discutir, los vozarrones con las cadencias oclusivas. Una cultura dura con mucho de combate ritual.
Las calles de Petionville, la sección más afluente de la capital, fueron bautizadas con los nombres de los héroes de la Revolución de la Independencia. Pero los nombres son selectivos: Chavannes, Petion, Rigaud, Oge. Todos mulatos. La única excepción es L'Overture, el general ex esclavo que dirigió la primera etapa de la Revolución, cuando fue abolida la esclavitud. Toussaint L'Overture era negro. Pero como Aristide en la actualidad, fue un conciliador. Nunca deseó o exigió la independencia. Así que la elite capitalina obsesionada por el color lo rehabilitó como el buen negro. Los mulatos de la Revolución nunca quisieron librarse de los franceses, los blan. Querían reemplazarlos y hacerse ricos con el sudor de los antiguos esclavos.
Por cierto, muchos de ellos poseyeron esclavos antes de la Revolución. Hasta hoy llaman desdeñosamente al campesino negro el gwo zoteey, el de dedos del pie grande.
Conspicuo por su ausencia entre los nombres de las calles de Petionville es Dessalines.
Después de que los franceses engañaron a L'Overture y lo enviaron a morir en una pútrida celda, Dessalines dirigió la sangrienta marcha hacia la independencia.
La memoria de clase es larga en Haití, y Dessalines era temido por los mulatos privilegiados. Tenía el poder personal para movilizar a las masas. En un enfrentamiento en Crete Pierrot en 1802, reunió a 900 soldados y civiles ex soldados para rechazar la rendición y romper el cerco de 16.000 soldados franceses, un hecho de armas sorprendente desde todo punto de vista en cualquier guerra de la historia.
Después de vencer las legiones de Napoleón, los mulatos exigieron la tierra basándose en los títulos de propiedad de sus padres blancos. Dessalines les preguntó qué obtendrían los antiguos esclavos que dirigieron la Revolución. Los mulatos estaban ansiosos de comenzar un vigoroso y lucrativo comercio con Francia y el resto de Europa.
Dessalines, que había presenciado cómo la perfidia y la brutalidad francesas se imponían en toda oportunidad, se sacó la camisa para mostrar la cantidad de cicatrices de latigazos que cubrían su espalda negra como el carbón, y les dijo sin equívocos, que ya estaba harto de blancos.
Los mulatos previeron que las ansiadas fortunas se evaporaban.
Estados Unidos, que también acababa de independizarse, engordando con el saqueo de la tierra indígena y el trabajo de esclavos, también se alarmó. Esos esclavos rebeldes del sur que acababan de destrozar el mito de la supremacía blanca al ser más listos y mejores tácticos militares que tres naciones europeas, despertaron el latente terror de una insurrección negra en los dueños de esclavos estadounidenses.
Mientras Dessalines masacraba a los franceses en Cap Haitien, provocando su infamia entre los historiadores blancos, los mulatos complotaban. Asesinaron a Dessalines en 1806 y prohibieron que se mencionara su nombre durante 40 años. Su ulterior represión contra la masa de antiguos rebeldes fue feroz. Esta ferocidad fue causada por la única verdadera constante de casi 200 años de historia de la clase gobernante de Haití – el temor de las masas. Dessalines tuvo que desaparecer porque podía movilizar a las masas.
Sería un error, sin embargo, si se generalizara de la confrontación de Dessalines con los mulatos a una descripción de los actuales antagonismos sociales de Haití como un problema de color. Los grandons negros del norte son tan avaros y cínicos como el más blanco de los compradores, e igual de aterrados ante una rebelión popular. La línea del color se ha desvanecido, pero las líneas de clase siguen iguales.
La lucha en Haití es una lucha de clases, pura aunque no sea simple. El color sólo forma parte del contexto, la psicología. Basta con mirar el gabinete de Bush, si se piensa que los reaccionarios temen la melanina.
Al caminar por esas calles con el nombre de los némeses de Dessalines encuentro –de entre todas las cosas de este mundo- un cibercafé. Un sitio donde puedo leer mi correo, navegar un poco en la red, mantener contacto con mi familia a la que he abandonado una vez más.
19 de enero de 2001. Un amigo Haití-filo me ha enviado por correo electrónico un artículo sobre las audiencias de confirmación de Colin Powell. Las audiencias son, por supuesto, un love-fest, Powell porta el negacionismo blanco como su armadura personal – el Caballero-casi-Negro Nadie se atreve hablar de lo prohibido – My Lai, Panamá, Irak. Nadie puede reconocer – so pena de suicidio político – que este hombre es un brillante paniaguado, un controlador bien educado que ordena la aniquilación de miles de inocentes, pero cuyo verdadero talento es ocultar los cadáveres. Los obsequiosos senadores, blancos como la nieve, le preguntan sobre Haití, y este casi-negro y antillano para colmo de colmos, no duda. Pone a Haití firmemente en su sitio.
El ala reaccionaria del Partido Republicano no aceptará nada que no sea la neutralización política de Aristide. Aristide tiene que considerar la historia de la guerra contra Irak, el Acuerdo de Rambouillet. Las exigencias escalarán hasta que sean simplemente imposibles de cumplir. Exigirán las llaves, para la rendición de la soberanía.
La administración de George W. Bush, explica Powell, aceptará provisionalmente la grotesca capitulación de un Aristide vacilante reprogramando las elecciones legítimas de varios de los miembros de su propio partido en respuesta a la campaña demagógica de EE.UU./OEA para desacreditar esas elecciones. Es una traición increíble de Aristide.
Powell califica esa postura aquiescente, mejor dicho, sumisa, "un mapa de ruta adecuado para comenzar", pero agrega que la administración no excluirá otras exigencias adicionales. Esta administración no gusta de cuidadosos camuflajes clintonescos. La relación colonial tiene que ser desnuda y desvergonzada. La política de EE.UU., explica el Secretario de Estado designado, siempre ha sido y será impedir que los haitianos vengan a Estados Unidos, y mantenerlos de rodillas en casa.
Mi compañero para este viaje, y amigo durante los últimos cuatro años, Harry Numa, Secretario del Pati Popile Nasyonal (PPN), el Partido Nacional Popular, está muy concentrado en la próxima investidura presidencial de Jean-Bertrand Aristide. Copié la información sobre Colin Powell y la compartí con él y otros miembros.
"¿Es Colin Powell un Tío Tom" me pregunta uno. Él y sus compañeros acaban de estallar en un indignado barboteo ante la arrogancia imperial de las observaciones de Powell.
"¿Es un símbolo?".
"Tío Tom fue una frase desdeñosa que Malcolm X utilizó para diferenciar al esclavo doméstico del esclavo del campo", digo. "Powell ha ido más allá. Ya no es sólo el esclavo doméstico. Ahora es uno de los amos. Es un brillante burócrata. Difícilmente un símbolo. Mucha gente considera que un Tío Tom es alguien que es estúpido, un tonto que vende a su propia gente. Clarence Thomas es un Tío Tom que no es terriblemente inteligente. Powell no es estúpido. Es implacable y muy, muy inteligente. Powell es más que un Tío Tom. Powell es malvado." Asienten. Es una diferencia que se comprende fácilmente en Haití, donde la estupidez y la maldad han compartido gran parte de la atención pública.
"Aristide comete un terrible error", explica uno. "Tiene este tremendo poder, y se niega a usarlo, incluso cuando la gente lo amenaza con la violencia." Consideran que Aristide se está apartando del buen camino. Fanmi Lavalas, el partido de este ex sacerdote está organizado más como una iglesia que como una formación política. Sigue siendo, no obstante, de muchas maneras, un ingenuo político. Nunca ha comprendido el terror del pueblo que siente la clase dominante – lo que ahora constituye su propio ineludible pecado.
Se refieren a la tolerancia y capitulación de Aristide ante la provocación a veces violenta ante algo a lo que ahora se refieren como "la oposición". Así que tengo que comprender claramente por qué el PPN, esta formación política de izquierda creciente, altamente consciente, que se organiza incansablemente entre los gwo zoteey, defiende a Aristide. Y lo hacen. De manera crítica, pero obstinadamente.
Como estadounidense, sumido en las estrechas estrategias retóricas de una política de personalidades - Gore, Bush, Buchanan, Nader – no estoy acostumbrado a que la gente mire más allá de los bustos parlantes y de las así llamadas plataformas hasta las fuerzas sociales que los apoyan.
Incluso cuando estamos inaugurando nuestro propio régimen de facto – el príncipe idiota, George, y la corte de su padre, la eminencia gris – la "oposición" haitiana, jura que Aristide jamás tomará el poder. El 7 de febrero es su investidura, y no sólo la han denunciado como "ilegal e ilegítima", han formado su propio gobierno "paralelo".
Algunos han afirmado que si es necesario utilizarán "medios extra-constitucionales".
¿Quién es la "oposición", cuya última palanca es la Convergence Democratique? Es siempre francés. El nombre.
"La clase dominante habla francés", dice Harry. "Pero todos los haitianos hablan creolo.
Cuando la clase dominante no quiere que el pueblo sepa lo que está haciendo, habla en francés." La Convergence es la última en una serie de coaliciones de "oposición". Durante su fracasado intento de comprar la última elección, alimentados con dólares estadounidenses de la Fundación Nacional por la Democracia, la formación dominante se llamó Espace de Concertation. El nombre cambió, pero gran parte de la gente es la misma. Todos creen que en las sombras, tras la cortina de estas "oposiciones", están los macoutes y la Sección Política de la Embajada de EE.UU., o sea la CIA.
La Convergence es ecléctica, el pastor Luc Mesadieu, protestante fundamentalista, Gerard Pierre Charles, ex comunista convertido en ideólogo jefe burgués, Serge Gilles, desde hace tiempo representante de los intereses políticos franceses en Haití, Evans Paul, antiguo alcalde de Port-au-Prince cuyo partido, el FNCD fue excluido de su gabinete por Aristide en 1991, Victor Benoit, ex personalidad de la radio y perenne peso liviano político sin posiciones claras, pero que "aparece" en toda nueva "iniciativa", Hubert de Roncerey, Ministro de Asuntos Sociales Baby Doc [Duvalier] que actuó en esa capacidad como traficante de esclavos para las plantaciones de caña dominicanas, y su compañero duvalierista, Reynold George, individuo del que en general se piensa que ha tenido que ver con el tráfico de drogas.
Estas son las personas a los que la prensa "libre" de Estados Unidos se refiere cuando cita a la "oposición" haitiana. La Convergence juega con ellos como con una perca en un aparejo de pesca liviano. La prensa haitiana, emulando a sus amos, otorga mucho sitio a las maquinaciones de esta coalición de 15 mini partidos y contribuye directamente a su legitimación.
Cada facción de la clase dominante haitiana, facciones que generalmente están en guerra las unas contra las otras, está representada en Convergence. ¿Su único punto de acuerdo? Todas se oponen a Aristide.
No ha habido prueba alguna, pero cuando amenazaron con la violencia, el nivel de violencia escaló. Cuando amenazaron con bombas, hubo bombas. Dos células que presuntamente estaban complotando para realizar un golpe ya han huido este año para escapar el arresto, una a la República Dominicana, la otra a Ecuador. En ninguno de los casos el establishment político de Estados Unidos o la dócil prensa corporativa ha llamado a que se realicen investigaciones o ha expresado ni un poco de indignación.
Pero el 9 de enero, un pequeño afiliado del partido Fanmi Lavalas de Aristide, el Ti Komunite Leglis (TKL) tuvo una sección que formuló una velada amenaza en reacción al anuncio de Convergence de que lanzaría su "gobierno paralelo". Presentó una lista de "colaboradores", con nombres que en algunos casos eran evidentemente ridículos.
Fanmi Lavalas es en general, por desgracia, desorganizado. Con cierta frecuencia aparecen disparates. Pero fue una amenaza, no terriblemente específica, sin acción alguna. Fue una reacción exaltada e inadecuada a una campaña muy real por revocar la voluntad popular. A pesar de eso causó una tormenta de inmundicia desde el norte.
El congresista republicano Benjamin Gillman (de Nueva York) y Peter Goss (Florida) hicieron titulares con su denuncia conjunta: "En la iglesia de San Juan Bosco, los que formularon esas amenazas sugirieron claramente a los haitianos que hablaban en nombre de Jean-Bertrand Aristide... .En lugar de cumplir con sus promesas al presidente Clinton [de reprogramar las elecciones de senadores previamente elegidos, y otras capitulaciones], Aristide está aprobando con su conducta actos matonescos de violencia cometidos en su nombre". Desde luego, no hubo "actos". Pero los hechos no han constituido nunca un obstáculo para los republicanos. Y hubo un silencio ensordecedor de Gillman, Goss, y de todo el resto, cuando semanas antes Evans Paul llamó a los conductores haitianos a que atropellaran a los de Fanmi Lavalas en las calles.
Harry Numa: "Estos ataques contra Aristide por parte de Convergence y los reaccionarios continuarán no importa cuántas concesiones haga Aristide. No es a Aristide al que odian, sino su conexión con las masas a las que temen. Fue elegido con un 92 por ciento de los votos. Lo consideran un poder terrible".
Ahí está una vez más. La misma constante real.
Harry y muchos otros desean que Aristide utilice su inmenso poder para responder decisivamente a los ataques, pero temen lo peor. Aristide podría perfectamente ser otro Perón. Comenzó como nacionalista y populista, pero bajo la incesante presión y con un poco más que algo de ambición personal, está siendo conducido por su propio deseo a ser un conciliador. Inevitablemente se tornará a la derecha. Por cierto, Aristide ya está ofreciendo una rama de olivo a Marc Bazin, antiguo representante del Banco Mundial, candidato apoyado por EE.UU. contra Aristide en 1991, miembro del gabinete del ulterior régimen golpista y favorito del establishment neoliberal de EE.UU.
"¿A quién le interesa cómo va a reaccionar la administración Bush si él moviliza a la población contra Convergence?" pregunta Numa. "La Convergence y EE.UU. quieren que se vaya, si lo hace o no... porque puede hacerlo. Tenemos un dicho en Haití. Si no le dices ‘Buenos días’ al diablo, te come. Si le dices ‘Buenos días’ al diablo... te come." El propio Lavalas es horizontal, no tiene estructura. El puñado de radicales pequeño burgueses de EE.UU. que saben algo de Haití lo ven como algo democrático, y oponen la jerarquía a la democracia, una polaridad absurda. Aristide está solo, flotando por sobre este mar de camarillas, cada cual con su propia cabeza, y cada una compitiendo por el favor del Presidente. Toda la organización está impregnada de fracciones y oportunismo.
Dejando de lado las fuertes críticas del PPN hacia Aristide, lo defiende no por alguna calidad personal y no por su programa, sino porque fue elegido por la mayoría de Haití, a diferencia de George W., que se apoderó del poder mediante un golpe de estado judicial. " "La población lo seleccionó, y si él la traiciona, entonces la misma población puede rechazarlo. No defendemos sólo a Aristide. Estamos defendiendo el derecho del pueblo a escoger a sus líderes. Y estamos defendiendo nuestra soberanía." Ben Dupuy, antiguo embajador extraordinario de Aristide durante el período del golpe de 1991-4, dice: "Cometerá errores. Ha cometido errores. Pero el pueblo tiene derecho a equivocarse".
Se indignaron por los demagógicos ataques contra las elecciones haitianas de EE.UU. y su propio tragicómico acertijo electoral no hizo más que reforzar la ofensa.
La gente del PPN con la que hablo admite que la lucha entre políticos – concentrada por el momento contra Aristide – es en realidad un feudo familiar, una pelea entre la burguesía, la burguesía rural (macoute), la burguesía comercial (compradora), la burguesía lumpen (traficantes de drogas) – que han sido dejado de lado temporalmente para cerrar filas contra este hombre que ha capturado la imaginación de los malhadados numerosos. Aristide está conciliando con ellos en todos los frentes, pero jamás podrá escapar de su miedo terminal ante su relación con el gran potencial del pueblo.
Y la poderosa metrópolis norteña está involucrada. Los conspiradores siempre se vuelven hacia el hegemon cuando la cosa se pone difícil. Así que no se trata sólo de un asunto interno, no sólo de que Haití se invente. Con el régimen de Bush, las antiguas operaciones clandestinas de la CIA se fortalecerán. El sector macoute con el que conspiraron para construir el FRAPH, los terroristas derechistas de la era Cedras- Francois se fortalecerán con ellos. Después de todo, la organización se basa en relaciones existentes.
Las opciones no favorecen a la Convergence, pero las amenazas existen. Han dicho que no tolerarán el gobierno "ilegal" de Aristide. "Piensan que no pueden permitir que todo parezca un bluff", dice Harry. Haití es una sociedad atrasada, y el machismo importa.
Las reputaciones y los rumores pueden tener el poder de bombas y balas.
Hay una cantidad de variables. La Policía Nacional de Haití (PNH) no es coherente en sus lealtades políticas. Si tomara partido en una lucha, se fragmentaría, y muchos se alinearían con Aristide. Otros, agresivamente reclutados por la CIA durante la ocupación estadounidense, se movilizarían en su contra. Pero es un comodín. Así que habría que privatizar un golpe. Un grupo de fraphistas rearmados, talvez, con la aprobación tácita de sus antiguos supervisores de la CIA. Desde luego, este tipo de golpe es una opción muy arriesgada. Los presuntos conspiradores ya están en el ámbito internacional. [Ahora en 2004 parece que veremos exactamente en qué se pusieron de acuerdo – SG].
El asesinato de Aristide también sería muy arriesgado. El asesinato de Aristide provocaría una conflagración. El único camino para que resulte, sería si pudieran convencer a los dominicanos de que intervengan. Una turbulencia posterior al asesinato crea el temor de que esta inestabilidad se propague a través de la frontera dominicana, lo que daría a los dominicanos su pretexto para invadir. Esta discusión tiene lugar en la última semana de enero, y esta especulación en particular demostrará ser profética.
¡Ah, los dilemas del poder!.
La Consejero Nacional de Seguridad de Bush, Condoleeza Rice, una colega petrolera que comparte la sed de Bush por el petróleo del sudoeste asiático, y que ha prometido una realpolitik similar a la de Kissinger, dice que esta administración sólo intervendrá con una fuerza militar directa si existe un interés claro y convincente de la clase gobernante de EE.UU. Aboga por que se lleve a nuestros aliados a que tomen más responsabilidad en la periferia – asunto de ahorrar de fuerzas. Aliados como los dominicanos.
También es consecuente con la Doctrina Powell para los militares de EE.UU. Comenzar con un objetivo mensurable. Aplicar una fuerza militar abrumadora de alta tecnología y limitar las víctimas estadounidenses a un mínimo absoluto. Ganar el control de la prensa y presentar al complaciente estadounidense un poco de teatro moral.
No, es seguro que la invasión estadounidense no es una receta para Haití. Pueden bombardear la infraestructura existente hasta convertirla en un montón de cenizas y no provocarán más que un bostezo de un 75 por ciento del país. ¿Infraestructura? ¿Qué es eso? La prensa internacional puede entrar casi impunemente a Haití a través de sus fronteras porosas. Y la última ocupación, que comenzó en 1994, en la que yo participé, es un ejemplo de lo que sería la próxima... indefinida, que no intimida a nadie más de un instante, y un riesgo de que nuestros propios soldados – especialmente los soldados negros – vean más de lo conveniente de los motivos y métodos de nuestro propio gobierno.
Haití es resbaloso. Es difícil agarrarlo. A veces muerde.
"Si los dominicanos invaden y Aristide está muerto", dice Numa, "entonces la OEA podrán invitar a la OEA para que los calme. EE.UU. puede jugar entonces un papel de benevolencia posterior a la crisis reestructurando Haití cómo le dé la gana". Esto es una paranoia de masas, si es una paranoia de verdad. Esta estrategia ha sido utilizada una y otra vez por EE.UU. Los estadounidenses incluso una vez escribieron la constitución de Haití.
Estos transparentes pretextos para la intervención no son para consumo haitiano. El campesino analfabeto promedio reconoce la mierda cuando ella o él la ven, literal y figurativamente. Tienen amplia experiencia con ambas. Son pretextos para nosotros, los blan, los estadounidenses. Somos el verdadero mercado para el aceite de culebra político, para la racionalización, para la simplicidad maniquea, para el negacionismo.
27 de enero de 2001. Convergence realiza su conferencia, a la que pretendían atraer a 20.000 partidarios. Hablar de trescientos sería mucho más exacto.
Cambiaron de local, porque el gigantesco Teatro Rex en Champ de Mars temía la indignación popular en su contra. Tuvieron algo de suerte, en cierto sentido. El Rex los hubiera ridiculizado por los pocos que aparecieron. Terminaron realizándola en la central de la OPL.[ Organización Política Lavalas].
El gobierno, ansioso de evitar toda crítica, envía un escuadrón de la PNH para garantizar la seguridad de Convergence. Ha habido amenazas. Por cierto, hay arrestos cuando dos hombres son sorprendidos con panfletos anti Convergence y bolsas cargadas de piedras. Sorprendentemente, Convergence solicita su liberación. Los dos son identificados como miembros de una afiliada de Convergence.
Si esta farsa no hubiera sido desenmascarada, el Departamento de Estado y el New York Times hubieran sin duda pregonado, como Gillman y Goss, actos de violencia inspirados por Aristide.
31 de enero de 2001. Los dominicanos han movilizado todas las fuerzas armadas disponibles a la frontera haitiana, con el pretexto de impedir el "tráfico de drogas". De un día al otro, toda droga que cruce o no de Haití a la República Dominicana se ha convertido en "una amenaza para la soberanía dominicana".
La reunión programada para el 31 mediada entre Aristide y Convergence, facilitada por el nuncio papal, no tuvo lugar. Nadie está seguro por qué. Convergence había anunciado un nuevo plazo para nombrar el "gobierno paralelo": el 6 de febrero. El día antes del nombramiento de Aristide, Convergence había sido envalentonada por la muestra de debilidad de Aristide, su legitimación de Convergence al ofrecerle la "negociación".
"Si le das tu dedo al ladrón", dice Numa. "Te cortará la mano." El PPN considera que Convergence, más atrevida ahora después de la coronación de George W., puede estar planeando algún tipo de desestabilización para el 6. Si la toma de posesión no tiene lugar según el programa, la Constitución requiere que el gobierno sea disuelto, lo que provocaría nuevas elecciones. Podrían tratar de provocar una crisis constitucional. Si esto falla, Aristide puede estar en grave peligro.
1 de febrero de 2001. En las noticias de esta mañana oímos que un general chileno ha amenazado con problemas si Pinochet es encarcelado. El exitoso golpe de estado de George W. Bush está llevando a que la reacción despierte de su sueño en todo el mundo.
Hay un olor a sangre en el aire. Los fascistas están mostrando los dientes.
Hubo unas pocas manifestaciones después del golpe judicial de Bush, pero EE.UU. se conmovió un poco y volvió a dormir. La vasta mayoría contempló el robo de nuestras propias elecciones, nos retorcimos las manos durante un día, y nos fuimos de compras.
Los blan se tragan cualquier cosa.
Nadie afirma que los haitianos no puedan también ser distraídos, engatusados, manipulados. Hay muchos que en este país siguen creyendo en hombres lobos y brujas (en lugar de la Cientología y CNN, supongo). Pero su explotación a manos de las clases dominantes es brutalmente directa, sin adornos, y desenfadada. No se precisa un doctorado. Y la memoria colectiva haitiana sobre la política externa de Estados Unidos está fresca y actual.
Abandono el pequeño hotel, La Jolla, colgado entre la afluencia a la derecha en la costanera y la supervivencia al lado izquierdo donde las chozas a lo largo de un camino agujereado suben vacilantes el cerro deforestado. Tengo hambre.
Incluso mi modesto hotel me cobra ahora más de lo que me puedo permitir para comer.
Es francés.
El primer restaurante que encuentro, en el que ayer se les acabó la mantequilla, está cerrado hasta las cinco por limpieza. Pruebo el Brise de Mer. Muy bonito. Muy caro.
Subo el cerro, hasta ver el letrero del Mont Joli Hotel— frecuentado por macoutes, partidarios de los semifeudales que dominan el norte.
Pero acabo de vencer a una racha de agua no potable durante los últimos dos días, así que necesito comida "segura" para que mis delicadas entrañas de blan se satisfagan..
Hay spaghetti bolognaise en el menú por solo 20$ haitianos, es decir 4 dólares, ya que el gourd bajó la semana pasada (cada centavo de inflación es una noticia desastrosa para Haití).
Estoy sentado en un paraíso, al lado de la piscina, una hermosa brisa, la gran bahía sólo comienza a verse más allá de la franja de excrementos de color marrón a lo largo del litoral. La arquitectura es exquisita. El paisajismo es exuberante, diverso, brillante, perfectamente cuidado. La brisa mueve las palmeras. Silenciosas olas se estrellan contra los arrecifes lejanos, rodeados por azules deliciosos por debajo y por encima del horizonte.
Los ricos verdaderamente entienden de belleza. Es innegable en este sitio, ahora mismo.
Y sale barato, aquí mismo, ahora mismo.
Cada azulejo, toda disposición de sillas, cada toque cuidadoso en los jardines, cada gesto atento en el restaurante es asegurado por gente que ganará menos dinero hoy de lo que estoy pagando por este plato de spaghetti.
Los franceses han llegado a almorzar. Cuatro se sientan a una mesa cercana, con sus porta documentos, sus cuellos abiertos, sus libros de contabilidad, sus calculadoras.
Están de excelente humor. Es un día maravilloso, están ganando dinero, y tienen buen apetito.
Son peces piloto, pienso. El Gran Blan sigue siendo el Tío Sam.
Lo sé. He estudiado la historia, he sacado la cuenta. La mayoría aquí no necesita datos, fechas, análisis mortificantes.
Muchos haitianos tienen tanta confianza en las declaraciones oficiales de EE.UU. que las utilizan como compás. Cuando la Embajada de EE.UU. expresa sus objetivos, es como una flecha buscando el norte – que utilizan para viajar directamente hacia el sur.
Experiencia.
La estación de radio de habla francesa ofrece una plataforma diaria a algo que se llama Societe Civil, un componente de Convergence dirigido por Rosny DeRoche, presidente del alma mater de Baby Doc, College Bird. Societe Civil está compuesta por una elite profesional: obispos, profesores, economistas y sus semejantes. Se les considera como la fuerza de legitimación en última instancia, ya que han logrado dominar la empalagosa sensiblería orwelliana de sus mentores del norte.
El primer ministro Jacques Eduoard Alexis parece ser el único que desde el punto de vista del público no habla en claves e insinuaciones. Ha denunciado casi a diario toda esta farsa de la Convergence. Es refrescante en un mar de embaucadores cuando se escucha su resonante grito de "¡Mierda!".
5 de febrero de 2000. Convergence ha presentado una "proposición" a la gente de Aristide. Aceptarán una "co-presidencia" de tres personas con Aristide y dos de su gente. También quieren la posición del Primer Ministro. Es, en Haití, el sitio en el que reside más poder ejecutivo y, según la constitución haitiana, el primer ministro es nombrado por el presidente de entre el partido mayoritario en el Parlamento, que es Fanmi Lavalas. Es una exigencia obviamente tan absurda que mis compañeros, que compulsivamente buscan noticias en el dial de la radio, escuchan y revientan de risa.
Pienso en Rambouillet y me pregunto cuando Powell hará en el puesto del alabardero lo mismo que hizo Madeline Albright.
Fanmi Lavalas dice que preparará una contraproposición. El tiempo corre.
En Petit Goave, un grupo de jóvenes matones que reivindican el grandioso título de Jeunes Revolucionaires—otra afiliada de Convergence—intentan un ‘dechoukage’ contra el alcalde Lavalas. Un desarraigo. El ataque es confrontado por una masiva manifestación y se retira. La Convergence se desespera. Representantes de la comunidad internacional declaran que asistirán a la investidura de Aristide. Nadie del régimen de facto de Estados Unidos asistirá.
6 de febrero. Gerard Gourges, antiguo ministro de justicia bajo el general macoute Henri Namphy, cerca de 1986, es declarado Presidente Provisional de Haití por Convergence. La indignación popular estalla en respuesta al ataque en Petit Goave, en Gonaives, históricamente un hervidero de militancia popular. El pastor Dieudonne Mouvement Chretien por une Nouvelle Haiti (MOCHRENAH), portavoz local de Convergence, es confrontado por gran manifestación callejera de Organizasyon Popile d' Gonaives, afiliada a Lavalas.
Las calles se llenan en todo Haití. Banderas de papel y pintura, azul y roja, los colores de la bandera haitiana, desde que los combatientes por la independencia de Dessalines arrancaran el blanco del tricolor francés, comienzan a decorar cada árbol y piedra. El poder de Aristide se hace sentir.
7 de febrero de 2001. 7 AM. Día de la investidura. Tengo sueño atrasado. Un jolgorio etílico y la música dominaron la calle ayer por la noche, y he dormido en el techo. Mi habitación sigue caliente por la noche y se llena de mosquitos. He contemplado como se llena la luna durante las últimas siete noches.
Acabamos de oír en la radio que soldados dominicanos están ocupando el hotel El Rancho en Port-au-Prince desde hace tres días. Anpil. Muchos. Supuestamente están allí para proveer seguridad para el presidente Mejía de la República Dominicana, pero Mejía ahora ha cancelado su presencia. Tiene que pensar en su ejército, que lo controla, convirtiéndolo en un presidente parcial. Y las Fuerzas Armadas Dominicanas trabajan para el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
La primera palabra que salta en mi cabeza atontada, desvelada, es reconocimiento. Tal vez me estoy volviendo paranoico.
Dicen que la capital se mantuvo despierta durante toda la noche con fiestas y manifestaciones de Lavalas. El Departamento de Estado de EE.UU. está advirtiendo a los estadounidenses que no viajen a Haití. Afirman que hay extremo peligro. He visto antes este pre-condicionamiento. La advertencia no se hace para proteger, sino para causar una impresión – parte del montaje. Toda embajada de EE.UU. tiene su Sección Política. Es un eufemismo para CIA. La combinación de macoute y CIA aquí es conocida como labwatwa, el laboratorio. Todo el sitio huele hoy a mezcolanzas del laboratorio. No pude evitar el recuerdo de que esperaron ocho meses para envenenar la última presidencia de Aristide, pero aquí existe una urgencia que chisporrotea en el aire alrededor de los centros de la reacción.
Aristide presenta su discurso de investidura en cuatro idiomas. Es una presentación magistral. Aristide reitera su compromiso de ajustarse al plan de ocho puntos y al mismo tiempo jura fidelidad al neoliberalismo. Joe Kennedy es el único representante de EE.UU., así que Aristide cita a JFK. "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti... " Es una orgía de obsequiosidad, llama a la fraternidad con los dominicanos.
Promete el diálogo con su "oposición". Promete incontables kilómetros de carreteras, nuevas escuelas, hospitales, pan. Está preparando su propia caída con su extraordinaria ingenuidad religiosa.
Más de cien mil personas lo aclaman en la calle. Su imperecedera esperanza les infunde vigor. Convergence decidió, sabiamente, retirar su plan de una contra manifestación. Su última manifestación reunió menos de 200 personas.
Paul Denis de Convergence recurre a una demagogia arcaica: "Nos negamos a contemplar como se instala un régimen hegemónico totalitario, fundado en la violencia y construido sobre la anarquía, los asesinatos, el crimen y la violencia generalizada, diaria, constante". Esto, de un hombre que ahora confraterniza con los duvalieristas.
Cuando ocurrió el último golpe, Aristide se refugió en su casa, y 8.000 personas la rodearon, colocándose entre él y los fusiles de los militares. La poderosa latencia de su pueblo le permitió derrotar una crisis más y paralizó a sus enemigos. Incluso cuando lo prepara para una caída. La gente tiene derecho a equivocarse.
Convergence se retira para lamer sus heridas y conferenciar con los blan. Los dominicanos abandonaron su hotel. En la frontera comienzan a retirarse.
Aquí en Cap Haitien, donde estoy sentado, se pueden ver las montañas plegadas, capa sobre capa hundida a lo largo de la costa norteña. Nadie comprende el principio de la lucha prolongada mejor que los haitianos. Deye mon, gen mon. Más allá de cada montaña, hay una montaña. Su rebelión ha sido castigada, desde el interior y desde afuera, durante 197 años. Cuando estas masas con capacidad de recuperación terminen por ver a través de la niebla de estas batallas intestinas por privilegios, posiciones y poder, se va a armar la gorda.
Otro día: Dos campesinos nos llevan a un paseo a pié en la región alrededor de Marmelade. Mi edad se venga y ruego que tengan piedad y que nos detengamos. Si se aplanara este país, sería del tamaño de Texas, pienso. La palabra Haití es lengua arawak para montaña. Y unas 5 o 6 millones de voluntades son forjadas a diario en estas laderas.
Aristide, el conciliador, puede seguir el camino de Toussaint L'Overture, o tal vez encontrará el espíritu de Dessalines. Mucha gente aquí todavía llaman Dessalines a sus niños. El propio DNA de Dessalines ha sido ya transmitido ahora a toda su nación. El Día de Año Nuevo de 2004 es el Bicentenario Revolucionario, y está en las mentes de la gente – el trabajo que no se ha hecho.
Hay aquí un nuevo dicho en la calle. ¿Por qué tenerle miedo a un Bush, si somos 8 millones de bouches [bocas]? Podemos enfrentar cualquier cosa.
"Señoras y señores, la revolución no será transmitida por la televisión... ".
FIN.
Volvamos a 2004. Todas las advertencias de que el dedo se convertiría en una mano están convirtiéndose en realidad. Ojalá el gobierno de Aristide tome todas las medidas necesarias para asegurar la nación, y si lo hace será vilipendiado por la prensa de EE.UU. Por eso tenemos lograr que se conozca esta historia, para que por lo menos haya alguna perspectiva que ayude a la izquierda a que no se vaya por el camino equivocado. Aristide tiene que librar una lucha implacable para recuperar una tras otra todas las localidades, que reconocer que la burguesía macouto está empeñada en una guerra civil, y declarar que se trata de una guerra, abiertamente, para hacer lo que es indispensable. Si no, los paramilitares de derecha conservarán la iniciativa, operarán dentro de la lógica de la guerra, y derribarán el gobierno de Aristide y una vez más tomarán medidas drásticas contra la soberanía popular, con la ayuda del hegemon del norte.
No tengo la menor duda de que poco a poco el heroico pueblo de Haití resistirá si se hace necesario, pero por el momento su lucha es desarraigar esta infección imperial.
El problema está claro en Haití. Soberanía o subyugación. Es la alternativa desnuda y ya pasó el tiempo de la conciliación. Llegó la hora de Dessalines.
¡Viv Ayiti!.

Para mantenerse informado sobre lo que sucede en Haití sin confiarse en la prensa capitalista, lea la sección inglesa de www.haiti-progres.com.
Stan Goff es autor de "Hideous Dream: A Soldier's Memoir of the US Invasion of Haiti" (Soft Skull Press, 2000) y de su próximo libro "Full Spectrum Disorder" (Soft Skull Press, 2003). es miembro del comité coordinador BRING THEM HOME NOW! [¡Traedlos de vuelta ahora mismo!] , sargento mayor en retiro de las Fuerzas Especiales de EE.UU., y padre de un soldado en servicio activo. El correo electrónico de BRING THEM HOME NOW! bthn@mfso.org.
El correo de Goff es: sherrynstan@igc.org.