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Latinoamérica

Intromisión indebida del Embajador de EEUU en Colombia

por Óscar Collazos

La cosa es sencilla: el embajador de Estados Unidos de América en Colombia participa indebidamente en la política colombiana porque es el embajador de Estados Unidos y Colombia es un país que debe mucho a ese país, que no sólo le debe sino que aspira a que le presten más ayuda para endeudarse más, lo que en el futuro no equivaldría a la condonación de su deuda externa sino a un mayor incremento de la misma.

El embajador de Estados Unidos en Colombia interviene indebidamente en la política doméstica porque para Estados Unidos no existe política doméstica sino en aquellos países que lo tratan de tú a tú y sin servidumbres. Por supuesto que no lo haría en Brasil o en México, donde el sentimiento colectivo de sus ciudadanos rechazaría airadamente toda intromisión.
Impensable que lo hiciera en Alemania, Rusia, Francia o Reino Unido, que lo hiciera en Canadá o en Suiza.
El embajador USA en Colombia opina y da consejos a los colombianos sobre política interna porque se siente todavía capataz espiritual y político en una nación que cifra su futuro económico y de orden público, no en las decisiones que se tomen en Bogotá sino en las que se tomen en Washington.
Colombia aceptó apoyar la invasión a Irak porque estaban en juego los millones que servirían para apoyar la política de "seguridad democrática" del presidente Uribe. No lo hicieron Canadá, México, Argentina, Chile o Brasil, por ejemplo, que siendo socios de Estados Unidos, todavía creen en la dignidad nacional. Colombia lo hizo ignorando las advertencias de Hans Bliz, de Naciones Unidas, de quienes aseguraban que en Irak no existían armas de destrucción masiva.
En Bagdad mandaba un déspota sanguinario, eso sí, pero Colombia apoyó a Bush Jr., no para que se tumbara al dictador sino para complacer al prestamista, que había insinuado represalias contra quienes no avalaran su política agresiva.
El embajador interviene indebidamente en política que sólo concierne a los colombianos porque sabe que son muchísimos los nacionales que no ven como indignante que el virrey intervenga en asuntos del virreinato. Es más, son muchos, muchísimos los colombianos que preferirían que Estados Unidos decidiera en asuntos de nuestra justicia, de nuestra economía y nuestra política exterior.
Son tantos como los que, según las mediciones de opinión, apoyan la gestión del presidente Uribe, la prórroga de su mandato y la arrogante terquedad de no mostrar un gesto de generosidad en la aceptación del intercambio humanitario que les aconsejan el ex presidente López y numerosas personalidades de Colombia y el mundo.
El embajador interviene indebidamente en la política colombiana porque hay políticos colombianos, prestantes congresistas y ministros que aplauden lo que diga el embajador del país más poderoso del mundo. Interviene porque su trabajo consiste en intervenir, el verbo que mejor conjuga su gobierno; o porque el sentimiento de superioridad que cultivan los norteamericanos es directamente proporcional al sentimiento de inferioridad que alimentan los ciudadanos colombianos.
No dudo de que el Presidente de Colombia tenga amplias mayorías que lo apoyan. Pero si algo nos queda a las "minorías" es el derecho a reclamar la dignidad que otros entregan mientras se ponen firmes y cantan el Himno Nacional.