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Latinoam�rica

Sospechosa decisi�n frente a una guerrilla cada vez m�s fuerte

Desmovilizaci�n paramilitar en Colombia

Ivan Oliver Rugeles
Rebeli�n

Los paramilitares han comenzado a entregar sus armas conforme a un convenio de paz que han suscrito con el gobierno de Alvaro Uribe, luego de un per�odo de conversaciones durante el cual el l�der carism�tico y principal del movimiento, Carlos Casta�o, de forma extra�a opta por excluirse y como arte de magia desaparece de todos los escenarios y lo curioso es que los llamados "grandes medios" colombianos, nada dicen de su paradero. Pareciera haber all� un soterrado inter�s en protegerlo de esa manera, porque -como sabemos- �l es parte y esencia de las clases burguesas tradicionales de Colombia y de otro lado ocurre que cuando algo quiere ser olvidado, la mejor f�rmula es no volver a mencionarlo (vieja y efectiva estrategia publicitaria). Se dice, inclusive con mucha insistencia, que Pablo Escobar Gaviria, el mayor capo de la droga de todos los tiempos del pa�s hermano, a�n vive protegido en alg�n lugar de la tierra con otra identidad y el que muri� no fue otro sino su doble, h� bil estratagema posible de hacerla realidad dentro de un grupo de delincuentes que maneja fortunas incalculables, para quienes nada les es imposible. Es interesante recordar, tambi�n, que pocos meses antes de que Casta�o decidiera abandonar la jefatura de las AUC, la prensa internacional inform� que toda su familia hab�a viajado a los Estados Unidos con la finalidad de establecer all� su residencia.

Sin duda que estos acontecimientos son sumamente sospechosos, pues las causas y razones que se esgrimieron para crear esas fuerzas armadas irregulares, cuyo origen se remonta a la �poca en que el actual mandatario las aup� y las consinti� con mucho entusiasmo cuando ejerci� la Gobernaci�n de Antioquia (1.995) y quien, seg�n se asegura con la m�s firme convicci�n, respond�a as� de una manera efectiva a las demandas de los intereses de la burgues�a latifundista, no han sufrido modificaci�n alguna. Efectivamente, las guerrillas de las FARC y del ELN permanecen intactas, tanto que en semanas recientes la FARC embosc� a las tropas del ej�rcito regular y les caus� m�s de un centenar de bajas y ambas han iniciado, en este tiempo, conversaciones intensas con miras a unificar sus esfuerzos hacia el objetivo com�n de transformar la realidad pol�tica del pa�s con miras a establecer un sistema social de derecho y de justicia social, como �nica salida a la tragedia de un pueblo sojuzgado por a�os, viviendo en condiciones de extrema miseria, pues de cada diez colombianos, siete viven por debajo de la l�nea de pobreza extrema, tal y como lo reportan los indicadores de los organismos internacionales especializados.

De manera que la desmilitarizaci�n de la AUC se nos presenta muy extra�a, al punto de que ya comienza a mostrarnos sus muy claros prop�sitos nada santos. No hab�an terminado de concluir Mancuso, lugar teniente de Casta�o, y un contingente de 1.400 efectivos la entrega de sus armas, cuando la prensa internacional ya nos informaba que un numeroso grupo de esos efectivos hab�an sido contratados por el Pent�gono para integrarlos a las fuerzas civiles que resguardan la seguridad en Irak, con sueldos de 7 mil d�lares mensuales, bonos, p�lizas de seguro y otros beneficios importantes. Por cierto, parad�jica conducta esa de la democracia del norte, la de contratar los servicios de huestes para implantar dizque un r�gimen de "libertades y de justicia" en Irak, a las que ha calificado como de asesinas y terroristas (...!)

Ahora viene la gran pregunta: �Cuantos de esos efectivos del paramilitarismo ir�n a formar parte del contingente de mercenarios que el imperio norteamericano ha sembrado en el medio oriente para sus sangrientas aventuras expansionistas? Ser�n mil en total, pongamos dos mil o tres mil, pero es que las AUC est�n integradas por 14 mil efectivos, seg�n declaraciones de no muy vieja data que dio el propio Mancuso a la prensa internacional (AFP, marzo/02), por lo que nos surge la inquietud de saber qu� ocurrir� con el resto de esos colombianos que quedar�n cesantes, cada uno de los cuales percib�an un sueldo b�sico mensual de 180 d�lares, m�s los beneficios que obten�an de los asaltos criminales que peri�dicamente ejecutaban en poblaciones y caser�os con la excusa de buscar "comunistas" y dirigentes obreros y campesinos, a quienes asesinaban junto a su familia, para luego picar sus cuerpos con sierras el�ctricas. Nuestra teor�a es que, en su mayor�a, se utilizar�n de forma progres iva en la estrategia global que se ha venido preparando dentro del Plan Colombia, con miras a generar desestabilizaci�n en Venezuela para ver si por esa v�a se logra derrocar el gobierno de Ch�vez y, por la otra, ir generando toda una trama muy bien articulada de amplia proyecci�n dirigida a evitar que el fen�meno Ch�vez se reproduzca en el Continente, hacia el objetivo sustantivo que no es otro que ponerle la mano a nuestras riquezas petroleras, gas�feras, aur�feras y todas aquellas explotables y de un inmenso valor de nuestra amazon�a, entre las cuales sobresale el agua dulce. Es bueno recordar que cada d�a que transcurre disminuye en t�rminos alarmantes la capacidad extractiva del vital l�quido y esa inmensa regi�n selv�tica posee el mayor reservorio del mundo.

Esto no pasa de ser una especulaci�n, pero le otorgamos suprema importancia porque sabemos hist�ricamente que la pol�tica exterior norteamericana se apuntala en la zancadilla y m�s all� de eso en la prepotencia, la mentira y en la audacia maligna, lo cual no les permite a sus dirigentes ver m�s all� de sus propias narices, por lo que es previsible que el fulano Plan Colombia en su �ltima versi�n, efectivamente, contemple la posibilidad de reeditar el episodio de Nicaragua en nuestro pa�s, el cual -como se recodar�- les result� todo un �xito. Lograron sacar a los sandinistas del poder y restaurar las viejas estructuras del neoliberalismo con Violeta Chamorro a la cabeza. Por cierto que la dirigencia de esa podrida democracia que hoy gobierna la tierra de Sandino hace aguas, al punto de que en la �ltima contienda electoral perdieron casi todas las Alcald�a del pa�s, las cuales pasaron a manos de una alianza de izquierdas liderada por el Sandinismo.

Ante esa posibilidad perfectamente cre�ble, se hace menester que los organismos de inteligencia de Venezuela afinen sus o�dos y sus capacidades de movilizaci�n para determinar si esto que planteamos como hip�tesis se corresponde con una real estrategia del imperio para ahogar y destruir nuestra revoluci�n. Ning�n detalle extra�o por peque�o que parezca debe pasar desapercibido, se impone que todos los que puedan surgir por all� en cualquiera de sus instancias debe ser investigado de manera rigurosa, como estamos seguros que est� ocurriendo, tanto con el caso de la aparici�n subrepticia y muy sospechosa de dos oficiales del ej�rcito colombiano en Maracay un d�a antes de una visita programada del Presidente Ch�vez a esa ciudad a comienzos de diciembre, sin que los altos mandos del ej�rcito conocieron con antelaci�n de los detalles de ese encuentro, para el cual debi� contar con las debidas autorizaciones, como con el robo de armas ocurrido recientemente en un destacamento de la guardia nacional en Casigua del Cubo, en donde parece que jugaron papel importante las complicidades internas, para mencionar s�lo aquellos que han sido informados a la opini�n



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