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El propietario del Grupo, Blairo Maggi, conocido como 'O Rei da Soja', es gobernador del Estado de Mato Grosso
La empresa Maggi extiende sus cultivos de soja a costa de las sabanas y selvas del Amazonas brasileño
Eduardo González
Rebelión
Las plantaciones de soja están invadiendo las sabanas y selvas tropicales del
Amazonas en el Estado del Mato Grosso (centro-oeste de Brasil) y otros Estados
adyacentes a causa del aumento de la demanda de este cultivo como alimento para
el ganado en Europa y Asia y, sobre todo, de los apoyos políticos y financieros
con que cuenta la principal empresa productora privada de soja del mundo, el
Grupo Maggi, cuyo propietario, Blairo Maggi, 'O Rei da Soja', es precisamente el
gobernador de Mato Grosso, según informó la organización estadounidense
Observatorio de Corporaciones (Corporate Watch).
Tras la crisis creada por la Encefalopatía Espongiforme Bovina (conocida como el
mal de las 'vacas locas'), los productores de soja se han beneficiado de la
imagen de este cultivo, al que se asocia con la dieta ecológica y vegetariana, y
del aumento de su demanda en países en los que abunda la carne de vaca
alimentada precisamente con soja.
Este es uno de los factores que han permitido a la empresa André Maggi Group
liderar, con el apoyo del Gobierno brasileño, la extensión de la soja en Mato
Grosso y en los Estados adyacentes durante las dos últimas décadas. La selva y
la sabana amazónicas, consideradas "el pulmón del mundo", conforman los
ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta.
"La soja es, en estos momentos, directa e indirectamente, el principal factor de
desforestación", afirma el experto ambiental Jan Maarten Dros, de la
organización ecologista WWF, citado en el informe de CorpWatch. "Directamente,
porque el 'cerrado' (en alusión a la selva) está cediendo su vegetación natural
a los campos de soja; indirectamente, porque en esta región muchas granjas de
ganado han sido substituidas por granjeros de soja, ya sea por la compra o por
el alquiler de la tierra procedente de los ganaderos", añade.
Como resultado de ello, tal como revela un estudio elaborado por el propio Dros
para WWF en 2003 sobre el impacto de los cultivos de soja, "los agricultores de
ganado tienden a avanzar en nuevas áreas forestales, lo que causa aún más
desforestación", afirma Dros.
'O REI DA SOJA'
El gobernador del Estado de Mato Grosso se llama Blairo Maggi, quien es
precisamente el propietario del grupo Maggi y a quien se conoce como 'O Rei da
Soja'.
El Grupo Maggi es el productor de soja privado más importante del mundo. Este
año, la empresa recaudó 600 millones de dólares brutos en ventas, principalmente
gracias al manejo de la producción, el comercio y el procesamiento de más de dos
millones de toneladas de la soja, la mayor parte de ellas destinadas a la
ganadería en Europa y Asia. Maggi también ha sido clave en el establecimiento de
la infraestructura de transporte que introduce profundamente en el Amazonas
tanto el desarrollo como la deforestación.
En 2003, el primer año en que Blairo Maggi fue gobernador, la tasa de
desforestación en el Mato Grosso duplicó la de años anteriores. Ese mismo año,
después de que el diario 'The New York Times' advirtiese de que la destrucción
del Amazonas se había elevado en dos quintas partes, Blairo Maggi respondió:
"Para mí, un aumento del 40 por ciento de la desforestación no significa nada en
absoluto y no tengo el menor sentimiento de culpa por ello. Estamos hablando de
un área más grande que Europa que apenas ha sido tocada, así que no hay nada en
absoluto por lo que preocuparse".
PRESTAMOS DEL BANCO MUNDIAL
Según CorpWatch, a pesar de la fragilidad del ecosistema de la zona y de las
controversias creadas por la extensión de la soja, el gigante de la
agroindustria brasileño no ha tenido problemas para conseguir financiación de la
banca privada en Europa y Japón e incluso de instituciones públicas, como la
Corporación de Finanzas Internacional (CFI), la sección para préstamos privados
del Banco Mundial (BM).
Desde 2002, la división de producción de soja del Grupo de Maggi, Amaggi
Exportação e Importaçã Limitada, obtuvo 30 millones de dólares mediante dos
préstamos de la CFI, uno concedido ese mismo año y el segundo el pasado mes de
septiembre.
No obstante, a causa de la presión de las organizaciones no gubernamentales
brasileñas y extranjeras, el presidente de Banco mundial, James Wolfensohn, se
ha visto obligado a pedir una auditoría a la CFI sobre el préstamo concedido
este año a Amaggi. En una carta a las organizaciones no gubernamentales
brasileñas, Wolfensohn aseguró que "la revisión de cuentas permitirá un estudio
independiente de esta cuestión, cuyos resultados serán hechos públicos".
Según la directora del Departamento de Desarrollo Ambiental y Social de la CFI,
Rachel Kyte, la Corporación clasificó los dos préstamos dentro de la Categoría
B, que define a las actividades que generan "un número limitado de impactos
medioambientales o sociales que pueden ser evitados o mitigados".
No obstante, esta clasificación podría ser revisada con la auditoría ordenada
por James Wolfensohn. Las organizaciones no gubernamentales brasileñas y
extranjeras han afirmado que el préstamo debería haber sido clasificado dentro
de la Categoría A, que define las actividades que "pueden tener impactos
ambientales significativos adversos, delicados, diversos o sin precedentes".
"Si se hubieran tenido en cuenta dos meses antes los argumentos de la sociedad
civil no habría sido necesaria esta auditoría", declaró el director de Amigos de
la Tierra la Amazonía, Roberto Smeraldi, en su respuesta al presidente del Banco
Mundial.
LOS PRESTAMOS Y LOS AGRICULTORES
El préstamo concedido por la CFI aporta a Amaggi capital suficiente tanto para
ampliar su capacidad de almacenaje de productos de soja como para conceder
préstamos anticipados a los 900 medianos agricultores que cultivan este producto
en Mato Grosso y en los Estados de Rondonia, a los que Amaggi compra la mayoría
de la soja que vende.
Estos agricultores arrendatarios suelen carecer de suficiente capital para sus
producciones y se ven obligados a devolver a Amaggi las cantidades adelantadas
para la financiación de sus cultivos. El Gobierno brasileño sólo les proporciona
préstamos a una muy alta tasa de interés. A cambio de estos préstamos de la
empresa, los agricultores firman contratos que les obligan a vender su producto
exclusivamente a Amaggi con unas condiciones impuestas por la propia compañía.