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Desclasificarán archivos en Brasil
Nora Di Pacce
Radio Nederland
Aprovechando una decisión judicial que obliga a la apertura de los archivos
de la represión referidos al episodio conocido como "el exterminio de la
Guerrilla de Araguaia", en el día de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, firmó un decreto
que acorta los plazos del secreto obligatorio sobre los documentes oficiales de
Estado. Inclusive algunos archivos de la dictadura militar (1964-1985) podrán
ser abiertos inmediatamente, ya que Lula también creó, mediante una medida
provisoria, una comisión interministerial que tiene la facultada de flexibilizar
esos plazos.
En primera instancia, los documentos que serán revelados tienen que ver con la
Guerrilla de Araguaia (1971-1974), donde al menos murieron unos treinta miembros
del Partido Comunista Brasileño (PCdoB), cuyos restos nunca fueron encontrados.
La resolución tomada el martes 7 de diciembre por la Justicia, determina que el
Estado tiene un plazo de 120 días para indicar dónde fueron enterradas las
víctimas, emitir los atestados de defunción y permitir el traslado de los restos
adonde indiquen sus familiares. Si no cumple esta decisión, el Gobierno tendrá
que pagar una multa de 10 mil reales (unos 3.300 dólares) por día.
Para levantar el secreto sobre el resto de los archivos, Lula revocó el viernes
10 de diciembre un decreto dictado por el ex mandatario Fernando Henrique
Cardoso en 2002, apenas a 48 horas después de abandonar el poder. Aquella
decisión de Cardoso establecía mantener en secreto por lo menos en 50 años esos
documentos y algunos podrían "permanecer en la sombra" por tiempo indeterminado.
Tuvieron que pasar 22 años para que por fin se diera un primer paso que
permitirá llegar a la verdad. Sin embargo, para el organismo de Derechos Humanos
Tortura Nunca Más, no sólo es importante recuperar los cuerpos de las víctimas
de la dictadura, sino también revelar a las familias como murieron sus seres
queridos y sobre todo descubrir a los responsables por los asesinatos y
torturas.
Pero el Gobierno de Lula, que inexplicablemente se demoró un año en revocar el
decreto de Cardoso que impedía para siempre la apertura de los archivos del
horror, tendrá que mostrar mucha más voluntad política que la que ha demostrado
hasta ahora en este tema para que su Gobierno no pase a formar parte de la
galería de los que toleraron la impunidad.
Promulgada en 1979 por el gobierno de Joao Batista Figueiredo, la Ley de
Amnistía benefició a todos los que entre mediados de 1961 y mediados de 1979
"cometieron crímenes políticos o conexos". En esta amnistía se equiparó a
víctimas y victimarios transformándose en el modelo más retrógrado de América
Latina, según Vitoria Grabois, presidente de Tortura Nunca Más y familiar de
desaparecidos. Con la vigencia de ese engendro jurídico que ningún gobierno
constitucional después del retorno a la democracia hace 20 años se atrevió a
tocar, por más que se sepa quienes fueron los responsables ninguno tendrá que
responder ante los tribunales por sus crímenes.
Los movimientos de Derechos Humanos tampoco se sintieron muy felices con el
decreto del presidente Lula, ya que ellos vienen exigiendo desde hace años la
apertura "irrestricta" de los archivos de la dictadura. Criticaron duramente la
creación de la comisión interministerial, porque consideran que ningún grupo de
"notables" puede tener en sus manos el manejo de los plazos de apertura para
desclasificar esos documentos, ya que conocer la verdad "es un derecho de los
familiares y de toda la sociedad brasileña". También de Tortura Nunca Más, la
activista Cecilia Coimbra, anunció que proseguirá el movimiento por la apertura
"incondicional, integral e irrestricta" de los documentos militares.
De parte del sector militar no hubo aún ningún pronunciamiento, posiblemente
debido al episodio reciente cuando un reportaje del diario "Correio Braziliense",
de Brasilia, publicó fotos de un hombre desnudo en una cárcel, atribuyéndolas al
periodista Wladimir Herzog, muerto en 1975 en instalaciones del Ejército en Sao
Paulo.
En respuesta al reportaje, el Ejército emitió un comunicado elogiando la
dictadura y justificando la represión de la época. El incidente provocó la
intervención del propio Lula, quien impuso una retractación del comandante del
Ejército, Francisco de Albuquerque.
Los hechos provocaron también la renuncia, de José Viegas al cargo de ministro
de Defensa, para ser sustituido por el vicepresidente José Alencar.
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13-12-04