Latinoamérica
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De México: sus pares y sus nones
Víctor Manuel Barceló
En el desconcierto universal actual, existen índices internacionales que
colocan -no sin cierta arbitrariedad- a las naciones en posiciones, respecto de
otras, que tienen que ver con: su nivel económico; el volumen de sus reservas
probadas de hidrocarburos; sus condiciones internas para la educación; en la
salud; en cuanto a su seguridad interior; su riesgo-país; su nivel de captación
de inversiones extranjeras; el impacto del narcotráfico en su vida interna y de
relación; su armamento; y otras mediciones comparativas.
El Foro Económico Mundial nos dice -por ejemplo- que la calidad de las
instituciones públicas se deterioró en el último año, pasando del 50 al 59
lugar, entre 104 naciones. La competitividad en negocios se fue del 48 al 53. El
gasto en ciencia y tecnología muestra que -además de que en EEUU se queda el 85%
de nuestros científicos- apenas aplicamos ahora el 0.35% del PIB frente a:
Brasil con el 1%, China con el 1.3%, Corea con el 3% y así sucesivamente.
También se realizan encuestas, regionales y generales, para conocer criterio
social acerca de: gobernantes; poderes nacionales en el ánimo popular; posturas
de estados en torno a temas de importancia global; apreciaciones de los órganos
de integración regional; circunstancias de corrupción; del medio ambiente y su
deterioro y otros, que sirven, en cierta medida, para sopesar el criterio
humano, sobre algunos aspectos de la vida universal.
Conocemos por ello que China y España nos superan en extender la formación en
computación y acceder al inglés; en tanto la corrupción nos corroe más que a
Belice o Namibia y somos catalogados como un país narco.
Frente a tales apreciaciones, cuantificadas y medidas con aproximación
creciente, están las determinaciones en el seno de la Organización de las
Naciones Unidas, en que sobresalen las que, generalmente, precisan de consensos
o al menos acuerdos generalizados. Cuando estos pisan 'los callos' de alguno de
los imperios y tienen viabilidad de aplicarse, son desechados por el veto, que
solo ostentan cinco potencias: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y
Rusia -como herencia de la URSS- . Todas ellas vencedoras en la 2ª Guerra
Mundial, por lo que se hicieron del control del organismo, desde mediados de la
década de los cuarenta, del siglo XX.
De ese modo, las naciones conocen su situación, en relación a lo que ocurre en
el mundo, respecto a muchos asuntos que les dan su espacio en el orden
universal. Este puede modificarse, en función del crecimiento, en aquello que
vaya diferenciándoles de sus pares, en especial los comparativos en materia de
economía y desarrollo social. También les caracteriza, comparativamente, la
disminución de elementos y situaciones que son ahora parte de la tragedia
humana, por sus implicaciones negativas en la vida toda de la civilización.
Nuestro país tiene un lugar por el tamaño de su economía -la número once- pero
en los años recientes sufre deterioro de su crecimiento, 'tete a tete' con otras
economías; muchas que vienen de más abajo, pero han sabido aplicarse en
educación y salud -los caso de China y la India son proverbiales- con lo que
obtienen ventajas comparativas que les lleva, incluso, a superar problemas de la
más alta gravedad, con dignidad, como el caso de Cuba frente al brutal bloqueo
económico, de más de treinta años, que le infringe la mayor potencia de la
Tierra. Que no se diga que aquí hay apreciaciones subjetivas motivadas por una
posición ideológica. Se trata del análisis frío de cifras emitidas por
organismos internacionales, imposibles de ser acusados de parcialidad.
¿Qué hacer? ¿Quedarnos de brazos cruzados o replantear objetivos y rutas para
superar las enormes carencias actuales?. México está lejos de sus pares, en
cuanto a la ruta por la calidad de vida de su población. Pero debe obtener de su
clase dirigente, el compromiso de llegar a ser non, en el empeño por borrarnos
los calificativos de corruptos, de baja preparación y capacidad competitiva,
para asumir las tareas que nos permitan cumplir el compromiso, que desde 1910
asumimos, a un alto costo de vidas y recursos.
¿Podremos?.