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Honor y gloria para los martires del palacio de justicia
Milton Hernández
A las once y cuarenta minutos de la mañana del 6 de Noviembre de 1985, hace
19 años, el comando 'Compañía Iván Marino Ospina' del movimiento 19 de abril de
Colombia (M-19) inició la operación 'Antonio Nariño por los Derechos del Hombre'
en la ciudad de Bogotá. Dirigidos por los Comandantes guerrilleros Luis Otero,
Andrés Almarales, Guillermo Elvencio Ruiz, Alfonso Jacquin y Ariel Sánchez,
treinta y cinco combatientes coparon militarmente el Palacio de Justicia ubicado
en pleno centro de la capital del país
A la una de la tarde, cuando la noticia era portentosa y recorría el mundo, la
Comandancia guerrillera emite desde el Palacio de Justicia su primer manifiesto
donde señalaban 'Estamos aquí como expresión de patria y mayorías para convocar
a un juicio público contra el gobierno del Presidente Belisario Betancurt. Lo
acusamos de traición a la voluntad nacional de forjar la paz por el camino de la
participación ciudadana y la negociación al que se comprometiera mediante el
acuerdo de cese del fuego y diálogo nacional, el 24 de agosto de 1984'. (1)
El gobierno de Belisario Betancurt (1982- 1986) combinó hábilmente la búsqueda
de un consenso nacional a través de la materialización de una propuesta de paz,
de amnistía parcial para la insurgencia y ciertos elementos políticos que
trataban de configurar un proceso de apertura democrática, con la más aguda
represión contra el movimiento popular, el incremento de la guerra sucia y la
proliferación del aparato paramilitar.
Como resultado de estas políticas, el gobierno de Betancurt logra las firmas del
'Acuerdo Nacional y Cese al Fuego' con el Movimiento 19 de Abril (M-19) y el
Partido Comunista Marxista Leninista de Colombia y su Ejército Popular de
Liberación (PCML-EPL) en Agosto de 1984.La firma de dichos acuerdos se lleva a
cabo, con el M-19 en Corinto (Cauca) y el Hobo (Huila) y con el EPL en la ciudad
de Medellín en el mismo año. Con las FARC se habían firmado los Acuerdos de Paz
el 30 de Marzo de 1984 en 'Casa Verde' (Páramo de Sumapaz) y el 28 de Mayo del
mismo año se dio inicio a la tregua declarada por las FARC en la Uribe
(Municipio del Departamento del Meta).
A raíz de estos acuerdos entre el Movimiento insurgente fariano y el gobierno de
Betancurt nace para la vida política del país la Unión Patriótica (UP) en junio
de 1985.
El ELN, en abierta controversia con la mayoría de la insurgencia colombiana no
participo de dicho proceso de diálogo y se opuso política y militarmente a el.
El Palacio de Justicia era un edificio de cuatro pisos. El primero estaba
destinado a la Biblioteca, las Secretarias de la Corte, el Consejo de Estado
funcionaba en el segundo piso, en el tercero la Sala de casación civil de la
Corte Suprema de Justicia y en el cuarto la Corte en Pleno. Es decir,
funcionaban allí todas las cabezas visibles del poder judicial de la nación, o
el tercer poder como se denominaban en la vieja constitución de 1886.
Los mas altos y eminentes magistrados del país se encontraban aquella mañana del
6 de Noviembre del 85 en sus instalaciones, entre ellos Alfonso Reyes Echandia,
Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Fabio Calderón Botero, Fanny
González, Carlos Medellín Forero, Alfonso Patiño Roselli, Manuel Gaona Cruz,
Pedro Elías Serrano, Horacio Montoya, Darío Velásquez, José Eduardo Gneco, Emiro
Sandoval, Carlos Urán; hombres y mujeres probos, formados en derecho y
defensores abiertos de los derechos constitucionales de las mayorías del país.
Todos se oponían abiertamente a la extradición de colombianos hacia los Estados
Unidos.
A las dos de la tarde el presidente Betancurt descarta toda opción de diálogo
con el Comandante Andrés Amárales, jefe visible de la toma, así también
desconoce las suplicas públicas de los Magistrados quienes en cabeza del Doctor
Alfonso Reyes Echandia imploraban por una salida negociada de la toma.
El General Jesús Arias Cabrales, Comandante de la XIII Brigada, con sede en
Bogotá ordena la toma militar del Palacio y ante el estupor de millones de
colombianos que presenciaban por televisión el curso de los acontecimientos,
varios tanques cascabel enfilan sus cañones contra el Palacio vomitando ráfagas
de fuego intermitentemente. Al mismo tiempo helicópteros de la Fuerza Aérea
comienzan a desembarcar en la azotea del Palacio comandos especializados en la
lucha contrainsurgente urbana.
El Comando Guerrillero, a pesar de la inferioridad numérica y de capacidad de
fuego da inicio a una heroica resistencia que solo culmina veintiocho horas
después cuando el Palacio arde en llamas por los cuatro costados a raíz de los
miles de cañonazos, de morterazos y bombardeo aéreo a que fue sometido por las
Unidades Militares Estatales.
El saldo trágico final indicaba que mas de cien personas habían muerto, entre
ellos todos los altos Magistrados de la Corte, los guerrilleros fueron fusilados
y rematados con tiro de gracia en la cabeza como se comprobó en investigaciones
posteriores, varios empleados, entre ellos los trabajadores de la cafetería
fueron asesinados y desaparecidos al señalarlos como cómplices de los
guerrilleros, a pesar que algunos de ellos fueron filmados por los canales
televisivos cuando eran sacados vivos de las instalaciones del Palacio.
En la noche del siete de Noviembre, después del trágico desenlace, un logobre y
pálido Betancourt se dirige a los colombianos por radio y televisión para asumir
la responsabilidad del desenlace final.
Cuando ese seis de Noviembre, a las dos y cuarenta minutos de la tarde en que
los tanques cascabel inician la contraofensiva militar contra el Comando
Guerrillero, entrevistan por la televisión al Jefe de los Comandos
Contrainsurgentes Urbanos, Coronel Alfonso Plazas para que explique los motivos
de los intensos morterazos, este responde, irónico y cínico: ' Para salvar la
Democracia, maestro.' Este 'Salvador' de la Democracia es hoy responsable de la
oficina antinarcóticos adscrita a la Presidencia de la República, enfrentando
severos cargos por robos, corrupción, tráfico de influencia y convivencia con
los grandes Capos del Narcotráfico Colombiano que fungen como representantes de
los paramilitares en diálogo con el gobierno de Uribe.
Del Gobierno de Betancourt a los colombianos nos quedo la imagen de dejar al
país incendiado por los cuatros costados, y como símbolo del fuego nos grabo por
siempre en las retinas y en la memoria la inmensa fogata del Palacio de
Justicia, con Magistrados, trabajadores y guerrilleros convertidos literalmente
en 'Chicharrones'. Atrás quedo el cuento de los acuerdos de paz, la tregua y la
apertura democrática. La verdadera política de guerra al mando del General
Miguel Vega Uribe cobro su real dimensión con intensos operativos
contraguerrilleros y antipopulares a lo largo y ancho del país.
Han transcurrido diez y nueve años desde los luctuosos hechos del Palacio de
Justicia y para la inmensa mayoría de colombianos este es un capitulo cerrado en
la larga noche de guerra que se prolonga en nuestra vida nacional, el tiempo ha
ido destiñendo los recuerdos y la memoria petrificando aquellas imágenes
dantescas del Palacio de Justicia ardiendo cual inmensa tea con cien colombianos
en su interior.
Hace pocos días el Presidente Alvaro Uribe Vélez recurriendo a su virulencia
verbal y a su primitivismo personal pretendió legitimar su política de
negociación y convivencia con los paramilitares, que tiene como finalidad
jurídica otorgarles un amplio y generoso indulto a los mayores violadores de los
Derechos Humanos en el país, aduciendo que si se les había concedido perdón y
olvido a la Guerrilla del M- 19 responsable de la toma del Palacio, porque no
hacerlo con los paramilitares. Es mas, fue más lejos al proponer revisar los
acuerdos de paz que llevo a la desmovilización y desarme de este núcleo
guerrillero en el año de mil novecientos noventa.
O una de dos: o Uribe tiene mala memoria o es un bribón. Descartemos la mala
memoria y reafirmemos que solo un bribón puede desconocer que los paramilitares
no califican jurídica o políticamente para el indulto pues al reconocer, como en
efecto lo hacen, que su 'lucha', es en defensa de la institucionalidad, de la
propiedad privada, del Estado y los poderes establecidos y al ser parte de un
andamiaje contrainsurgente, no pueden ser reconocidos como rebeldes políticos y
por tanto no pueden adquirir estatus políticos.
Según la propia Constitución colombiana, avalada por la Corte Constitucional del
país y diversos organismos internacionales como la Comisión de Derechos Humanos
de la ONU, el estatus político solo es atribuible y otorgable al Movimiento
Guerrillero insurreccionado política y militarmente contra el Estado colombiano
que oprime a millones de compatriotas por la vía de la economía, de las leyes,
de la política y de las armas.
La Burguesía colombiana es cínica y truculenta. Cínica, porque al pretender
dejar en la impunidad los crímenes de los paramilitares contra la población
colombiana, no solo escamotea y desconoce las leyes nacionales e internacionales
sino que les da reconocimiento y estatus político a verdaderos maestros de la
matonería que se jactan de asesinar inocentes mutilándolos miembro a miembro
para terminar jugando fútbol con la cabeza de las victimas. Y es truculenta
porque pretende hacernos creer que verdaderos patriotas, hacedores y
constructores vivos de la historia, hombres y mujeres inspirados en los sueños
de justicia, vida, democracia y bienestar para los humildes del país, que
vertieron su preciosa sangre en defensa del noble objetivo de que el Gobierno de
Betancurt cumpliera con la palabra y firma estampada en los acuerdos de paz,
como los dirigentes Guerrilleros Andrés Almárales, Alfonso Jacquin, Luís Otero,
Guillermo Elvencio Ruiz, Ariel Sánchez y los treinta y cinco guerrilleros y
guerrilleras inmolados en el Palacio de Justicia; son iguales o siquiera
parecidos a los magos de la motosierra, traficantes y consumidores de coca como
Salvador Mancuso, 'El gordo lindo', Ernesto Báez, Jorge '40' y su corte de
criminales y sicarios concentrados en Santa Fé de Ralito, no solo es un
despropósito sino un insulto y agravio a la memoria de los guerrilleros caídos,
a sus familiares y al M-19, organización a la que amaron, en la que lucharon, en
la que vivieron y por la que entregaron sus preciosas vidas.
El Ejército de Liberación Nacional inclina su bandera roja y negra ante la
memoria de los mártires guerrilleros y rinde tributo de admiración y respeto por
su obra revolucionaria en este diez y nueve aniversario de su desaparición
física. Hacemos nuestras las palabras del Comandante Fidel Castro Ruz, cuando
nos dice 'Es que cuando los hombres llevan en su mente un mismo ideal, nada
puede incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los
cementerios, porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma idea, una misma
conciencia y dignidad los alientan a todos'.
El Gobierno de Uribe Vélez, los grupos económicos nacionales e internacionales
que lo sostienen, las Fuerzas Armadas que lo respaldan y los partidos políticos
que lo legitiman, asemejan a Colombia a su pequeña urna de cristal donde el
mundo de las fantasías se hacen realidad a diario, y disociada la realidad de
los poderosos, de la propia de las mayorías nacionales, se fabrican un mundo
ilusorio y se creen sus propias mentiras. Para ser un mal gobernante solo se
debe perder el sentido de la realidad, he ahí el porque de su virulencia verbal
y su primitivismo personal.
Nota:
(1). Behar, Olga. 'Las guerras de la paz'. Editorial Planeta, segunda edición,
diciembre 1985, Pág. 405.