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Lima, 6 de noviembre de 2004
CARTA ABIERTA AL SEÑOR
General Juan Emilio Cheyre Comandante en Jefe del Ejército de Chile
Respetado General: Aunque como chileno me avala el derecho de réplica, se que
mi carta abierta nunca tendrá la difusión de la suya en los medios de
comunicación de Chile, pero circulará libremente por las redes de Internet, por
lo que no intentaré ejercer ese derecho constitucional.
Ante todo quiero felicitarlo por su valentía y honradez, valores de los que
estaba carente el Ejercito de Chile desde hace muchos años. Sin ironías deseo
que ojala se contagien sus soldados y subalternos.
Siento que usted es sincero en su carta, tanto como lo soy yo en la mía. Me
queda claro que no estamos de acuerdo en aspectos esenciales y en algunos
secundarios. Por eso le ruego que -siguiendo su línea de valor y honestidad-
tenga a bien dejar claros los puntos de discusión que le voy a citar. No porque
sean idea mía, sino porque creo compartir el pensamiento (aunque no los
represento) de muchos honestos defensores de los Derechos Humanos.
Estamos de acuerdo que siendo importante, es un tema secundario que se haya
cerrado recientemente el Batallón de Inteligencia del Ejército (BIE) y en su
lugar se ha creado la Agrupación de Seguridad Militar (ASEMI), tal como en
agosto de 1977 su antecesor cerró la DINA y creó la CNI. Es bueno que usted
asegure (hablando en chileno) que no se trata de los mismos perros con distintos
collares y afirme categóricamente: 'No constituye un mero cambio de
denominación, de rostros o de lugar de trabajo.' Le creo. Acepto su palabra y
deseo que sus sucesores la recuerden y la respeten y no caiga en el olvido, como
cayeron las doctrinas del honesto general Schneider, (Q. e.
P. D.) tan respetuoso de la Constitución y de los Derechos Humanos de todos los
chilenos.
'Sin embargo, en estricto rigor, este cambio no es la esencia novedosa; el tema
es más profundo' nos dice más adelante, señor General, y estamos totalmente de
acuerdo en este punto. Y usted añade: '.el Ejército de Chile viene adoptando,
desde hace ya varios años, decisiones tendentes a abandonar una concepción
centrada en una óptica propia de la Guerra Fría'.
En este punto le felicito calurosamente por su talento. Me parece estupendo
encontrar una explicación que no existía. Una explicación ayuda casi tanto como
una justificación. Realmente situar lo ocurrido en Chile desde 1973 adelante,
dentro del contexto de la Guerra Fría, es la explicación más inteligente que he
leído en mi vida. Además, no sólo es inteligente, sino que se reviste de una
parte de verdad, aunque no de toda la verdad.
Es cierto que lo ocurrido se puede situar en el contexto de la guerra fría entre
los imperialismos soviéticos y norteamericanos, pero esta ubicación no explica
las motivaciones, ni usted las aclara, ni en los aspectos que podríamos
considerar detalles, ni en los de fondo. No aclara, por ejemplo, que los estados
Unidos de América crearon y mantuvieron la Escuela de las Américas para enseñar
a las Fuerzas Armadas de este continente a violar los Derechos Humanos,
secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer a sus 'adversarios'. Eso es un
detalle que no revela su explicación.
Lo de fondo es que el Golpe de Estado se fraguó en el gobierno de los Estados
Unidos, con la complicidad de civiles y militares chilenos y con el objetivo
cumplido de apoderarse de los bienes de las áreas de propiedad mixta y de
propiedad social. La motivación, señor General Cheyre, fue apoderarse de un
botín de unos cien mil millones de dólares y lo consiguieron, con ayuda de la
Fuerza Aérea, de la Armada de Chile, de Carabineros y de algunos 'malos
chilenos'. Esa es la verdad de fondo y al Ejército de Chile le falta reconocerla
e indemnizar a las víctimas, que somos todos los chilenos, con excepción de una
clase alta corrupta.
Por este punto fundamental, no podemos estar de acuerdo con usted, aunque
reconozco el valor de sus declaraciones y le felicito por ellas, pero falta
mucho todavía. Es muy bueno, muy positivo que usted diga y publique: 'Una visión
que condujo a la comprensión de la política desde una perspectiva que
consideraba enemigos a los que eran sólo adversarios y a la reducción del
respeto a las personas, su dignidad y sus derechos.' Seguimos siendo
adversarios, señor General, mientras no se sepa toda la verdad, y me alegra ser
adversario, así tengo menos temor a ser desaparecido o torturado por sus
valientes soldados cuando viajo por Chile.
Usted puede afirmar, porque esta en su derecho hacerlo, refiriéndose a las
actuaciones pasadas del Ejército de Chile que: 'Actuó -en ese contexto- con la
absoluta certeza que su proceder era justo y que defendía el bien común general
y a la mayoría de los ciudadanos'. Deseo decirle con toda claridad que no estoy
de acuerdo con su afirmación y deseo probarle que es falsa y que usted esta
equivocado. Aunque el Ejército de Chile nunca se ha destacado por su afición a
la cultura, sus oficiales y mandos tienen el mínimo suficiente como para no
alegar ignorancia de lo que hacen. Esto es válido hoy como hace treinta años,
dos meses y veinticuatro días. Nadie puede pensar que torturar mujeres y
asesinar niños pueda ser algo justo y en defensa del bien común; pero hay más.
El Ejército de Chile no podía ignorar los resultados de las elecciones de marzo
de 1973, publicadas con detalles en el Anuario de 'El Mercurio' de ese año.
Elecciones que demuestran a quien quiera informarse honestamente, que la mayoría
apoyaba el Gobierno del Dr.
Salvador Allende. El Golpe de Estado fue dado contra la voluntad y el deseo de
la mayoría de los chilenos. Es un hecho histórico. Y no vale alegar que en esa
votación, -a pesar del aumento de votos por la Unidad Popular- no alcanzó el
cincuenta por ciento que exige una mayoría absoluta, porque usted, como todos
los chilenos sabe que Democracia es lo que quiere la mayoría relativa. Además,
la Democracia Cristiana estaba dividida entre los que arrojaban maíz a los
militares para que dieran un Golpe de Estado y los que seguían, como Radomiro
Tomic, fieles a la Constitución y las leyes. Y también usted sabe, como saben
todos los chilenos, que incluso en la Derecha había gente -como algunos de los
fundadores de Renovación Nacional- que siempre fueron respetuosos de la
Constitución. Es un hecho histórico que la mayoría de chilenos no quería ni
quiso nunca un Golpe de Estado. Y eso, señor General, lo sabían hasta los
cadetes.
Estoy totalmente de acuerdo con su afirmación: '¿Excusa el escenario de
conflicto global ya descrito las violaciones a los derechos humanos ocurridas en
Chile? Mi respuesta es una e inequívoca: no'. El 'escenario de conflicto global'
es una genial explicación, aunque incompleta, como ya le he manifestado, porque
oculta la motivación fundamental, que fue el citado robo de las áreas de
propiedad social y mixta. Robo consumado hasta el día de hoy y sobre el cual no
hemos recibido ninguna explicación, ni menos reparación, y seguimos esperando.
'Las violaciones a los derechos humanos nunca y para nadie, pueden tener
justificación ética. Por ello mis palabras no deben entenderse como una
morigeración de lo ocurrido, sino como un esfuerzo más en la búsqueda de la
verdad pues, ya lo he dicho antes, la verdad libera y trae paz a los espíritus;
pero debe ser una verdad completa y entendida siempre en el contexto histórico
en que ocurrieron los hechos'.
Hermosas y nobles palabras, señor general, aunque de alguna manera muy sutil
pueden servir para llegar a una ley de punto final, algo así como 'olvido y
perdón'. De alguna forma que me cuesta captar intuyo en ellas una alusión a la
malévola y absolutamente falsa teoría de los 'dos demonios'.
¿Qué entiende usted, señor General, por 'el contexto histórico en que ocurrieron
los hechos'? En esa frase esta -como decimos los chilenos- la madre del cordero.
Mi sospecha y mi temor se agravan cuando usted afirma: 'En nuestro caso, unas
circunstancias excepcionales, anormales y de odiosidad muy amplias que nos
dividieron, y profundamente'.
¿Puede haber alguien en el mundo que no este de acuerdo con esa frase? Por mi
parte creo firmemente que así ocurrió, tal como usted lo dice.
Pero surge una duda. ¿A qué 'circunstancias excepcionales' se refiere usted,
señor General? Me temo que para usted se trata de la 'Guerra Fría'. Mientras que
yo entiendo que se trata de siglos de explotación, seguidos de una confabulación
monstruosa entre el Gobierno de los Estados Unidos, representado por los señores
Nixon y Kissinger, con militares chilenos y algunos civiles como Agustín Edwards,
para apoderarse de los bienes de todos los chilenos. Si usted estuviese de
acuerdo en aceptar la verdad que ha reconocido el Senado y el Gobierno de los
Estados Unidos, yo estaría totalmente de acuerdo con usted. Pero si usted
insiste en achacar los crímenes contra la Humanidad a factores externos (un
tanto esotéricos) como la Guerra Fría, nos encontramos ante un escollo duro y un
desacuerdo de fondo total.
Señor General, haga 'un esfuerzo más en la búsqueda de la verdad pues, ya lo ha
dicho antes, la verdad libera y trae paz a los espíritus'. Eso creo que es lo
que queremos todos los chilenos.
Se lo pido respetuosamente, señor General, citando su frase: 'Se trata, sin
embargo, de una época y de una manera de existir, como pueblo y como nación, que
se ha dejado atrás'. Si, es cierto que ha quedado en el pasado, pero nada esta
olvidado, ni habrá perdón ni olvido. Y la división entre los chilenos seguirá
mientras haya Presos Políticos condenados por Tribunales Militares; mientras
existan enclaves de Poder; mientras haya Senadores designados por el Dictador;
mientras la Democracia siga tutelada por las Fuerzas Armadas; mientras tengamos
una Constitución espúrea, y nula de Derecho; mientras no se reparen los daños;
mientras no devuelva su Institución las tierras mal habidas ni los dobles
sueldos cobrados con la excusa de una guerra que no existió. Seguirá la división
mientras no haya un Juicio Justo para el Genocida, nada más, pero nada menos.
Ha dado usted un gran paso en la historia de nuestro país, pero falta mucho por
avanzar todavía para llegar a una reconciliación de todos los chilenos.
Todo eso nos falta para alcanzar " la realidad de un país -el nuestro- que hace
suyos los principios y valores de la democracia como sistema político y del
respeto a la dignidad del ser humano como el elemento vital para una sana
convivencia nacional e internacional.
¿Habrá 'un proceso educativo de revalorización de los derechos humanos'? ¿Quién
le enseñará Derechos Humanos a los cadetes y suboficiales? ¿Será el profesor don
Pablo Rodríguez Grez, como solía serlo sobre estos temas para la CNI y la DINA?
¿O invitarán al abogado Hugo Gutiérrez? Son estos detalles, señor General, los
que nos convencerán de la bondad de sus intenciones y de la veracidad de las
palabras.
Es muy bueno cuando usted afirma: 'El Ejército de Chile tomó la dura, pero
irreversible decisión de asumir las responsabilidades que como institución le
cabe en todos los hechos punibles y moralmente inaceptables del pasado'.
Es serio y positivo que el Comandante en Jefe haga esta afirmación. Se lo
agradezco. Pero es falso que 'en reiteradas oportunidades las faltas y delitos
cometidos por personal de su directa dependencia; las ha censurado, criticado
públicamente y ha cooperado permanentemente con los tribunales de justicia para,
en la medida de lo posible, contribuir a la verdad y a la reconciliación'. Es
verdad que usted ha intentado este camino de honestidad y reconocimiento de los
hechos, pero es falso que el Ejército lo haya hecho así, salvo que entendamos su
voz, como la voz de todos los militares. O salvo que esa frase 'en la medida de
lo posible' signifique que están bien las mentiras que los militares implicados
y sus encubridores suelen utilizar con demasiada frecuencia ante los Tribunales.
Como las mentiras contadas en la mal llamada Mesa de Diálogo, que sólo sirvió
como cortina de humo para distraer la opinión pública y facilitar la fuga del ex
Comandante en Jefe desde Londres. Es un hecho histórico que cuerpos de
desaparecidos arrojados al mar -según declaraciones de militares- han aparecido
en diversos lugares.
¿Es eso 'colaborar en la medida de lo posible'? De verdad, señor General, quiero
ver al Ejército de Chile asumir la 'irreversible responsabilidad que como
institución le cabe', porque todavía no lo he visto. Hasta ahora han aportado
mucha información inútil y muchas mentiras y siguen actuando como un ejército
vencedor en territorio ocupado.
Por eso, cuando usted afirma: 'Puedo afirmar pues, al ofrecer esta sintetizada
cuenta del proceso de cambios que el Ejército ha venido efectuando que la
institución a mi mando ha transitado desde una organización, una lógica y un
actuar, que eran propios de la Guerra Fría, hacia aquella que Chile hoy nos
demanda', puedo decirle sin odios y sin reservas, que sus palabras son muy
nobles y sus intenciones también, pero usted conjuga mal los verbos, señor
General, el Ejército no ha transitado, esta intentando transitar, lo que ya es
un mérito digno de reconocer, aunque su equivocación gramatical distorsione la
realidad.
Le felicito porque de una forma clara, usted mismo reconoce su error al decir al
final de su carta: 'Nuestra tarea en esa dirección, quizá aún incompleta, se
debe limitar al tránsito institucional desde visiones del pasado, como aquella
determinada por la Guerra Fría, hacia otras contemporáneas y concordantes con el
Chile hoy. Una tarea a la que seguiremos dedicando nuestros mejores y más
honestos esfuerzos como militares y como chilenos'. Aunque insiste en su
inteligente explicación sobre la Guerra Fría, que no es justificación, pero que
casi se parece a una justificación, su declaración y su compromiso le honran y
le agradezco su carta y especialmente esa frase 'quizás aún incompleta' por ser
un reconocimiento explícito de que le falta mucho por hacer, aunque parece haber
encontrado la dirección correcta.
Máximo Kinast Avilés y Dr. German Westphal RUT 2.274.418-6