Latinoamérica
|
Avanzando entre espinas
Antonio Peredo Leigue
René Zavaleta decía, en coloquio entre amigos, que en Bolivia bastaba una
reunión social entre militares para comenzar una conspiración. Eso era en los
años '70 y hasta en los '80. Hoy día, la conspiración se cocina en un
desayuno-trabajo empresarial.
En las últimas semanas, casi a diario, circulan rumores de golpe en una incierta
variedad de posibilidades: presiones para que renuncie el presidente y deje el
mando en manos del presidente del Congreso; cierre del Parlamento y gobierno
dictatorial con el actual presidente; deportación del presidente e instalación
de una junta cívico-militar; renuncia del presidente y convocatoria inmediata a
elecciones nacionales; hay otras alternativas más descabelladas. Todas ellas,
sin embargo, provocan un clima de incertidumbre que aprovechan los grupos
interesados en provocar inestabilidad, sin que importen las consecuencias.
Atentados y amenazas
La semana que ha concluido se produjo una breve serie de atentados contra
instituciones y personas. Por el momento, no hay víctimas fatales, pero eso
puede cambiar de un día para otro. La impresión generalizada, es que grupos
desplazados intentan crear una atmósfera de temor que paralogice a la población,
dejándola sin reacción ante hechos de fuerza.
Esos atentados ocurren al mismo tiempo que, los comités cívicos de Santa Cruz y
Tarija, anuncian medidas radicales para oponerse a la aprobación de una Ley de
Hidrocarburos que recupere la propiedad de la riqueza nacional, con el argumento
de que, tal medida, inviabilizara la explotación de esos recursos. Al mismo
tiempo se pronuncian por las autonomías, consigna que están usando para reclamar
el derecho propietario de los hidrocarburos para las regiones, con el anuncio
por adelantado de que, ellos sí, no modificarán las condiciones actuales de los
contratos que permiten jugosos dividendos a las empresas transnacionales.
Curiosamente, las juntas vecinales de El Alto -ciudad que encabezó la lucha
culminada en la expulsión de Goni Sánchez de Lozada- decretan un paro indefinido
en función de un rosario de demandas que, ciertamente, son racionales, pero no
podrán atenderse con la premura exigida.
Por si fuera poco, hay un encono que se agudiza entre los poderes del Estado: el
Presidente contra el Congreso Nacional, el Tribunal Constitucional desconociendo
designaciones hechas por el gobierno, el Congreso abrumado por responsabilidades
que no puede o no quiere cumplir.
La lógica política -si, en Bolivia, la política tiene lógica- nos lleva a la
conclusión de que está en puertas una crisis de gobierno.
La razón de la sinrazón
Pero la política no puede ser lógica, en el sentido de una línea que va de causa
a efecto. La política es dialéctica, como se comprueba diariamente en Bolivia.
El resultado de mañana es producto de la contradicción de hoy día.
Vivimos una lucha de contrarios que se manifiesta de forma lacerante desde
octubre del año pasado. La caída y vergonzosa huída de Sánchez de Lozada, inició
un proceso lleno de dificultades, un camino sembrado de espinas que enfrenta
toda clase de obstáculos. El propio presidente Mesa, al tomar el mando, declaró
que su gobierno era transitorio; no creía, en ese momento, que podía llegar
hasta agosto de 2007. Fueron muy pocos quienes percibieron la realización del
referéndum sobre el gas y mucho menos los que esperaban la realización de
elecciones municipales. Hoy, forman multitud los agoreros que descartan la
aprobación de una nueva ley de hidrocarburos y la convocatoria a la asamblea
constituyente motiva sonrisas misericordiosas.
Por supuesto, los signos del momento que vivimos, tienen signo negativo, tal
como lo hemos descrito en párrafos anteriores. ¿Por qué habríamos de creer en un
gobierno que se esmera en tropezar en todos los obstáculos y, además, coloca
otros más en su camino?, ¿qué nivel de confianza puede tenerse en dirigentes
sociales que se esfuerzan en reforzar los actos desestabilizadores del
gobierno?, ¿cómo iniciar un diálogo con aquellos que sólo están interesados en
desconocer el proceso popular? Las preguntas pueden seguir sucediéndose y,
posiblemente, no se hallen respuestas.
El choque catalizador
Pero, como ya dijimos, esas son las contradicciones. Del choque de contrarios,
nacen los nuevos factores. Mientras algunos medios decretan que 'Bolivia ha
firmado su sentencia de muerte', la fuerza de los acontecimientos obliga, a las
petroleras, a anunciar que están dispuestas a entregar al Estado el 50% de sus
ganancias, como lo demanda el pueblo. Cuando los divisionistas quieren autonomía
con el único propósito de mantener la expropiación de nuestros recursos en
beneficio de las transnacionales, los comités cívicos de otros departamentos,
que aquellos pretendieron unirlos a su movimiento separatista, reaccionan en
contra de esa pretensión, reduciéndola a una expresión de grupos minoritarios.
Están produciéndose choques a diario y los resultados, trabajosos por cierto,
van en el camino de las realizaciones. Nadie puede decir que así seguirá
sucediendo, sean cuales fuesen las circunstancias; pero, lo avanzado hasta
ahora, muestra que hay una fuerte voluntad de rechazar las amenazas y reaccionar
frente a la conspiración.
El camino que los bolivianos emprendimos en octubre de 2003 es peligroso,
altamente peligroso. Pero, al culminarlo, habremos obtenido un futuro
prometedor, altamente prometedor.