Latinoamérica
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Un falso debate
Angel Guerra Cabrera
A tenor de las próximas elecciones en Estados Unidos ha vuelto el debate
entre los políticamente bien portados sobre si la potencia se ha "olvidado" de o
no presta "atención" a América Latina. Abundan las especulaciones acerca de cuál
de los dos candidatos sería más conveniente para la región. Algunos afirman que
Bush sería el idóneo ya que aboga por el "libre comercio", como si este fuera
una panacea. No hay que ser muy ducho en economía para darse cuenta que el
"libre comercio" es otro slogan con el que se encubre la libertad imperialista
para apoderarse sin cortapisa de los recursos de nuestros pueblos y destrozar
sus Estados y constituciones nacionales, que muy poco tiene que ver con comercio
y menos con comercio en libertad.
En verdad se trata de un debate falso porque el coloso del norte nunca ha
abdicado de su supuesta misión democrática y civilizadora hacia sus vecinos del
sur y, por lo tanto, nunca ha dejado de tener una política para el área. Ha
habido, sí, cambios de táctica en la persecución de sus fines imperialistas. Una
muestra está en el New Deal de Franklin Roosevelt durante la segunda guerra
mundial. Otro es la negociación por James Carter de los tratados que devolvieron
a Panamá el canal o su esfuerzo por distender las relaciones con Cuba. Se trata
de momentos en que Washington necesitaba, en virtud de coyunturas
internacionales, mejorar su imagen, limar asperezas y adoptar políticas menos
agresivas en el vecindario. Pero sería ingenuo calificar por eso a estos dos
presidentes como "menos" imperialistas o "más" preocupados por América Latina
que otros. De hecho, ambos respaldaron gobiernos de fuerza en la región cuando
lo consideraron necesario, incluida la dinastía Somoza.
Volviendo a la actualidad, es frecuente escuchar que Bush no tiene una política
para América Latina. Omiten la escalada desestabilizadora contra Venezuela, el
golpe de Estado y destrucción del Estado haitiano, la política de acoso sin
precedentes contra Cuba, las groseras presiones para forzar al gobierno
argentino a aceptar condiciones leoninas de sus acreedores. Pasan por alto el
Plan Colombia, el Plan Puebla Panamá, la Iniciativa Andina y el ALCA, es decir
proyectos muy concretos para militarizar el continente, controlar sus áreas más
conflictivas mediante la contrainsurgencia y facilitar su recolonización. Si
estos proyectos no han avanzado más se debe en primer término a la resistencia
popular que han encontrado, a la última depresión de la economía mundial y, no
menos importante, al inesperado empantanamiento militar y político en Irak, que
mantiene en vilo a Washington.
Esta discusión sobre si son galgos o podencos no toma en cuenta el carácter
estructuralmente imperialista de la superpotencia y su consiguiente lógica
explotadora y de rapiña, a la cual es imposible que escape cualquiera que ocupe
el cetro de la Casa Blanca. Tampoco atiende al carácter mundial de su sistema de
dominación y sus prioridades geopolíticas, que lo llevan a ejercer perfiles de
injerencia más o menos bajos en áreas distintas según las necesidades
geoestratégicas del momento. En la actualidad el control del petróleo y del gas
que queda en el mundo es una prioridad para Estados Unidos, como ha explicado
Michael Klare en un riguroso análisis publicado en estas páginas. En esa línea
de pensamiento, era urgente "atender" a Irak dada su importancia estratégica
para disponer de los hidrocarburos de la península Arábiga y de Asia Central,
una vez que se había incursionado en Afganistán, dejando bases militares allí y
en los países de la llamada "barriga" de Rusia. Igualmente, era de suma
importancia recortar los derechos políticos en casa aplicando la represión y el
miedo para impedir protestas contra la guerra y contra las políticas de
multiplicación de la pobreza y eliminación de esos derechos.
Es aquí donde hay que centrar la discusión para percatarse de que no hay peor
opción para el género humano que cuatro años más de gobierno de George W. Bush.
Hasta figuras de primera línea del conservadurismo así lo expresan y no dudan en
calificar de "catástrofe" un nuevo periodo presidencial de W. El sujeto no
escucha más que a la minúscula cábala neoconservadora y sionista que lo rodea
cuando sus consejos se acercan a lo que ya tiene decidido de antemano en una de
sus pláticas con el Altísimo. Dios nos coja confesados si este sicópata continúa
en la Casa Blanca.
aguerra12@prodigy.net.mx