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Latinoamérica

Muere a los 68 años Gerard Pierre-Charles, intelectual y luchador social haitiano

Blanche Petrich

El eje de su legado fue hablar siempre de Haití como un país digno y profundo En Puerto Príncipe lo despiden con canciones El deceso, en un hospital de La Habana La noche del lunes, en Puerto Príncipe, las radioemisoras dejaron por un rato las noticias siempre malas, terribles, sobre la cotidianeidad haitiana para transmitir dulces canciones del rico folclor de ese pueblo. Temas dedicados a Gerard Pierre-Charles, uno de sus más notables intelectuales y luchadores sociales, a manera de despedida.
"Cuando oí eso -dice Tania Pierre-Charles, su hija, médica- me di cuenta que para la familia es una pérdida muy dolorosa, pero también lo es para el país".
El domingo 10, poco después del mediodía, Pierre-Charles murió en el hospital Cira García, de La Habana, donde había sido ingresado por una neumonía. A pesar de su aparente mejoría, sufrió un infarto del que ya no pudo recuperarse.
Ayer, desde muy temprano, cuando con sus hijos y su compañera de siempre Susy Castor hacían el último vuelo de una isla a otra, por las Antillas, por la enorme red de amigos y compañeros de todo el continente se difundió la noticia. Pierre-Charles tenía 68 años, una familia maravillosa y una historia de lucha íntegra y ejemplar. Fue, en los momentos más críticos de la historia haitiana -una historia dramática, como pocas- el vocero de la causa de su pueblo. Murió en momentos en que su querida patria parece deslizarse por una pendiente de conflicto, miseria y degradación sin paralelo en nuestro continente.
Eje de su legado fue su insistencia en hablar de Haití, no como un país degradado, sino como una nación digna y profunda; un hombre con la esperanza a toda prueba.
"Creo que lo que lo hacía una figura tan singular -comenta Tania- era su filosofía de que mañana las cosas estarán mejor; su capacidad de insistir siempre, por muy polarizadas que estuvieran las cosas, en el diálogo y la concertación para llegar al objetivo superior. En un país como este, donde hay tanta fragmentación e individualismo, eso siempre fue necesario".
La catástrofe por Jeanne, su último pesar Su último pesar fue la crisis por la tormenta Jeanne, que devastó un tercio del territorio haitiano, no tanto por la fuerza de la naturaleza sino por una catástrofe que se había ido acumulando silenciosamente durante décadas por la irresponsabilidad de grupos de poder depredadores que deforestaron y erosionaron la corteza terrestre.
Ayer por la mañana, en Puerto Príncipe, la transmisión del informativo de Radio Metropole se quedó por algunos segundos sin palabras. El ex senador Paul Denis, colaborador cercano de Gerard Pierre-Charles, no podía contener el llanto al dar la noticia del deceso. Amigos y enemigos, compañeros de ruta y rivales reaccionaron de inmediato reconociendo en el líder de la Organización del Pueblo en Lucha (OPL) a una de las figuras más notables de la inteligencia haitiana. A pesar de las condiciones de extrema crispación política, incluso sus oponentes más acérrimos exaltaron la visión, el valor y la invaluable contribución del dirigente muerto en las luchas de Haití por encontrar su camino hacia la democracia y la gobernabilidad.
A la misma hora, en La Habana, Radio Reloj anunciaba: "Fue un luchador tenaz por el bienestar de las condiciones de vida del pueblo haitiano y se destacó por ser un defensor de las causas más justas de los pueblos latinoamericanos y caribeños. Con su muerte, América Latina y el Caribe pierden a una de las figuras más relevantes de la intelectualidad y la política, y Cuba a un defensor y leal amigo".
Huellas perdurables en la UNAM En la actualidad, estudiantes de Relaciones Internacionales y del Centro de Estudios Latinoamericanos de la UNAM siguen descubriendo el Caribe por medio de los escritos y las numerosas compilaciones y antologías que prepararon sobre el área Gerard Pierre-Charles y su esposa la también académica Susy Castor, a pesar de que ambos abandonaron Ciudad Universitaria hace ya 22 años, cuando regresaron a Haití, poniendo fin a un exilio de varios años, para no abandonarlo nunca más. En este legado universitario dejaron testimonio de una región de raíz negra e indígena, con identidad propia y con largas luchas de resistencia contra el colonialismo, el racismo y las recurrentes intervenciones de Estados Unidos.
Gerard nació en Jacmel, en 1935. Inició su militancia contra la tiranía de Papa Doc Duvalier en la Juventud Obrera Católica. A finales de los 50 pasó a la clandestinidad con otros dirigentes más para formar el Partido de la Concertación Popular, de orientación marxista. En 1960, perseguidos por el dictador, sus dirigentes salieron al exilio. Pierre-Charles se estableció en México. Su destierro duraría 26 años.
Desde aquí organizó el Partido Unificado de los Comunistas Haitianos. En 1965 participó en las movilizaciones contra la invasión estadunidense a República Dominicana. Su solidaridad con la revolución cubana fue una constante en su trayectoria.
En 1986, las movilizaciones campesinas hacían huir rumbo a Francia a Jean Claude Baby Doc, el dictador junior. Desde México Pierre-Charles interpretó que las condiciones estaban maduras para crear en su patria una fuerza política que aglutinara el formidable movimiento popular que había echado a la longeva dinastía duvalierista. Con hijos adolescentes, no quiso esperar más. El matrimonio empacó y regresó a Puerto Príncipe, poniendo un ejemplo de retorno para cientos de haitianos que conformaban la diáspora.
Funda la Convergencia Nacional y Democrática que acoge la candidatura de Jean Bertrand Aristide. Este, al frente del movimiento Lavalás, gana las primeras elecciones democráticas en 1991. Por poco tiempo. Un golpe militar, en el que no se ha aclarado el papel de Estados Unidos, lo derrocaría pocos meses después. Pierre-Charles se niega a salir exiliado. Aristide es restaurado en la presidencia mediante un desembarco de marines y se inicia la gradual ruptura del mandatario con los partidos democráticos. Al poco tiempo se pone en evidencia que Aristide gobierna como sus antecesores, apoyado en grupos paramilitares que intentan asesinar a Pierre-Charles.
En 2000 Aristide vuelve a la presidencia con un talante diferente, copiando, nos diría Pierre-Charles en una entrevista, "al político tradicional haitiano, cruel y corrupto". A partir de 2003 las revueltas callejeras vuelven a exigir la salida del presidente. Pierre-Charles -postulado la Premio Nobel de la Paz- participa de nuevo como dirigente de la Organización del Pueblo en Lucha. El último día de febrero Estados Unidos consuma un golpe de Estado contra Aristide y se instala el endeble gobierno de transición que encabezan Boniface Alexandre y Gerard Latortue.
De vuelta al caos Los últimos días Haití dio otro giro hacia el caos. No solamente ha sido necesario enviar nuevos batallones de soldados estadunidenses para que escolten a las caravanas que llevan auxilio a los pueblos desesperados del norte que viven bajo el lodo. Las bandas armadas que subsisten tanto en el frente gubernamental como en los restos del movimiento Lavalás, aún partido de mayoría en el Congreso, han protagonizado ataques, incendios, decapitaciones, incluso combates con las fuerzas de paz de la ONU. En respuesta, el gobierno anuncia una Operación Bagdad que la oposición aristidista percibe como una batida contra los políticos fieles al mandatario depuesto. Este, desde Sudáfrica, aun clama ser parte de la solución en su país.
Con esos pesares por su patria, el corazón de Pierre-Charles falló. En medio de todo, ayer por la noche en las radios de Puerto Príncipe se escuchaba: "Haití, mama cherie", como despedida para Gerard.