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El estilo cristiano de hacer política
Adital
El próximo domingo, día 03 de octubre, los brasileros van a las urnas para
elegir alcaldes y concejales de los municipios del país. En términos más
amplios, las elecciones municipales pueden significar la consolidación del
modelo político instaurado por el Partido de los Trabajadores con la llegada de
Luís Inácio Lula da Silva al gobierno en el 2003. Los resultados de las
votaciones de este año serán cruciales para las estrategias a mediano plazo de
la izquierda brasilera, como el mantenimiento de alianzas y la posibilidad de
reelección del actual presidente.
Mientras tanto, otros sectores de la sociedad brasilera también están atentos a
este pleito, como el religioso, en especial las múltiples vertientes de las
iglesias cristianas. Para el cristianismo, que identifica al fundador del credo
posicionándose activamente al lado de personas en situación de miseria y
opresión, la trayectoria de Lula parece ser bastante afín a esta "manera
cristiana de hacer política". Inmigrante, operario, derrotado tres veces por
candidatos pertenecientes a la elite (Fernando Collor, de tradicional familia
nordestina, Fernando Henrique Cardoso, renombrado académico), Lula poseería un
perfil privilegiado para que esta perspectiva se concretizara, y el apoyo de
movimientos que refuerzan el cuño "libertario" y "profético" del mensaje
cristiano se convertiría en esencial en este momento de definiciones políticas
importantes.
"Pienso que no sería correcto que la iglesia apoye un partido determinado, pero
ésta tampoco puede permanecer neutra, debe ayudar al pueblo pobre a tener los
criterios para elegir a sus candidatos", afirma el monje benedictino Marcelo
Barros. Para el hermano Barros, el trabajo político de la iglesia debe
concentrarse en la educación de la población, para proveer elementos para que el
voto deje de ser moneda de clientelismo y se vuelva una expresión de toma de
conciencia social. A este respecto, la reciente comunicación de la Confederación
Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) sobre las elecciones municipales, con las
tradicionales recomendaciones de analizar el programa del candidato o de no
vender el voto, sirve de ejemplo de este papel educativo a instancias de la
Iglesia Católica.
Los diversos espacios de actuación política
Apreciación similar parece ser compartida por Júlia Miranda, profesora que
coordina el Núcleo de Estudios de Religión, Cultura y Política de la Universidad
Federal de Ceará. "Para hacer política, un sacerdote (o religioso de otra
denominación) no precisa tener cargo en el legislativo o ejecutivo. Además,
pienso que lo mejor realmente sería no buscarlo - sobre todo si se construye esa
candidatura basada en la respectiva pertenencia religiosa - y dejando que la
política partidaria se haga dentro de los principios del laicismo", comenta.
El hermano Barros nos da un ejemplo de como ser agente político actuante sin
caer en preferencias partidarias. "A través de la Comisión Justicia y Paz, la
CNBB contribuyó con el mejoramiento de la ley electoral, consiguiendo las firmas
populares necesarias para la aprobación de la ley que prohíbe y castiga la venta
de votos y otras", señala. Otras iniciativas de esta misma naturaleza como la
promoción anual de la Campaña de la Fraternidad y del Grito de los Excluidos con
apoyo de otras iglesias cristianas, podría ser enrolado entre las formas
recomendadas para que la religión se mantenga activa como agente social,
político y hasta incluso como expresión de la fe.
Los intereses corporativos de las iglesias
"La presencia creciente en las elecciones brasileras, de candidatos
identificados con las más diversas iglesias, es inquietante bajo varios
aspectos. Ello oasiona cuestiones polémicas, como por ejemplo, la adecuación de
la formación religiosa para la práctica de la política partidaria, la acción
política vinculada a intereses corporativos religiosos y los mandamientos
divinos orientando decisiones relativas a la vida pública y privada de los
ciudadanos", advierte Júlia Miranda, que realizó investigaciones sobre las
candidaturas de miembros de la Renovación Carismática Católica construida con
esta identidad religiosa.
La acción carismática contuvo en cierta medida la migración de fieles católicos
hacia las llamadas denominaciones evangélicas, hecho que la jerarquía y otros
sectores menos ortodoxos de la iglesia romana no pueden ignorar. De esta manera,
se tiene otra superposición entre lo religioso y lo político que no se
acostumbra señalar: la iglesia, como cualquier otra institución humana, posee
intereses y está involucrada en disputas, en relación a los cuales el poder
político se constituye en un elemento importante para la consecución de
objetivos corporativos.
El hermano Barros llama la atención hacia este mismo punto, colocando que el
partidismo y la exposición a la tentación de usar cargos públicos para intereses
organizacionales y privados, son los límites de la actuación política de las
iglesias. "La CNBB debe continuar elaborando cartillas y siendo clara en
denunciar a candidatos que se aprovechan de la política para sus intereses
privados. Lo importante es que no se haga lobby en favor de los intereses de la
propia Iglesia, como hacen algunos grupos neo-pentecostales, y sí un proceso
educativo para servir al pueblo" argumenta.
"En algunos casos, creyentes de determinados grupos religiosos votan por
personas de su grupo no para servir al pueblo y sí para atender a los intereses
del propio grupo", agrega. El religioso católico parece referirse a casos como
el del obispo Marcelo Crivella (Partido Liberal), que disputa la alcaldía de Río
de Janeiro con la ayuda de proyectos sociales desarrollados por la Iglesia
Universal del Reino de Dios y con un año de mandato como senador. Crivella está
siendo severamente criticado y acusado por otros candidatos a la alcaldía
carioca de estar mezclando "religión con política".
"El campo de la política partidaria no parece ser el más adecuado para
`competir` entre denominaciones que vienen caracterizando a Brasil con ese
pluralismo religioso relativamente reciente y complejo", complementa Júlia
Miranda. Pero en el caso de la Iglesia Católica brasilera, que no acostumbra a
lanzar sacerdotes candidatos, pero que sí está íntimamente involucrada en
proyectos sociopolíticos como el Hambre Cero del gobierno de Lula (que cuenta
con un religioso, Frei Betto, como asesor especial), los criterios expuestos
arriba no llegan a tomar fuerza de acusación como en el caso de los evangélicos.
Sin embargo, si la religión no puede ignorar la política, lo inverso también se
ha vuelto cada vez más verdadero. La nota de la CNNB apunta como criterio válido
para la elección de un candidato, la atención dada por éste al pluralismo
religioso de la sociedad nacional. "Brasil es una sociedad pluralista y dentro
de esta pluralidad, las diferentes tradiciones religiosas tienen una importancia
fundamental. Es importante que todas se sientan involucradas en el proyecto de
construir una sociedad más justa y fraterna", explica el hermano Barros.