Latinoamérica
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Entrevista a Frei Betto
"El hambre, hay que convertirlo en asunto político"
Fernando Arellano Ortiz
Cronicón
Carlos Alberto Libanio Christo, más conocido como FREI BETTO apuesta por un
mundo en el que haya posibilidad de compartir los recursos naturales y por un
sistema de gobierno en que la democracia tenga sentido de justicia y libertad.
El sacerdote dominico viene dirigiendo el programa bandera del gobierno de Lula
denominado "Hambre Cero", el cual ya presenta índices positivos.
Aunque escuchó críticas en la capital ecuatoriana a la gestión del presidente
Lula, este carismático fraile explicó que en año y medio, el gobierno del
Partido de los Trabajadores está mostrando cifras de crecimiento económico, en
medio de grandes dificultades.
Frei Betto nació en Bello Horizonte en 1994, desde los 13 años comenzó su
militancia social como dirigente nacional de la Juventud Estudiantil Católica.
Estudió periodismo y sufrió su primera prisión bajo la dictadura militar de
Brasil en 1964. Al año siguiente, ingresa en la Orden Dominica para hacerse
sacerdote. Simultáneamente a sus estudios de Filosofía y Teología trabaja como
periodista y actúa en la resistencia al régimen militar. En 1969 es nuevamente
encarcelado y condenado a cuatro años de prisión. A partir de 1974 se dedica de
lleno a la organización de las comunidades eclesiales de base.
Amigo personal del presidente Lula hace varios años, hace parte del equipo de
asesores y consejeros en Planalto, la sede gubernamental de Brasil.
Está convencido del proyecto político del mandatario brasileño y confía en su
capacidad para mejorar las condiciones sociales de sus compatriotas.
En el marco del Foro Social de las Américas realizado en Quito, el sacerdote
brasileño dialogó con QUE QUÉ?.
FRENTE AL HAMBRE NO HAY NINGUNA PROTESTA
¿Cuál es el resultado del programa presidencial Hambre Cero que usted
dirige en Brasil?
Cuatro millones de familias han sido beneficiadas hasta el momento con el
programa Hambre Cero, algo así como 16.4 millones de personas en 5.463
municipios brasileños. Hambre Cero es una política de inclusión y no de
asistencia social, con más de sesenta programas en los cuales participan
activamente diversos sectores sociales. No se trata de hacer una gran colecta
para distribuir alimentos sino de dar oportunidad a la gente para superar su
situación de pobreza. En desarrollo del programa han bajado los índices de
mortalidad infantil.
¿Cómo ha sido el apoyo internacional al programa social bandera del
gobierno de Lula de combatir el hambre?
Un líder popular como Jesucristo a través de la multiplicación de los panes y
los peces llamó por primera vez la atención de que no se puede permitir que la
gente tenga hambre. Es necesario luchar contra el hambre, porque es uno de los
múltiples y principales factores de mortalidad en el mundo. Cada 24 horas hay
cien mil personas en la tierra que mueren de hambre, de las cuales 30 mil son
niños con menos de cinco años de edad. O sea, son ocho millones de niños por año
que fallecen por este flagelo. Son diez torres gemelas de Nueva York llenas de
niños que mueren diariamente y frente a esto no hay ninguna protesta, ninguna
indignación. La única respuesta que encontré es cínica, porque el hambre hace
distinción de clase, los demás factores no. Las cifras de la FAO son
contundentes: de cada seis millones de habitantes de la tierra, 1.1 mil millones
de personas pasan hambre.
El hambre que es una cuestión social hay que convertirlo en un asunto político.
Por eso Lula siempre repite que un problema social solamente termina cuando se
transforma en una cuestión política. En la historia de Brasil tenemos una
experiencia muy significativa que ha sido la esclavitud, la más larga esclavitud
de las tres Américas fue la de mi país: 358 años y fue la última nación de todo
el continente en decretar su abolición oficial porque en 1888 pasó de ser un
tema social a constituirse en un tema político, es lo que justamente Lula ha
hecho con el problema del hambre no sólo a nivel de Brasil sino a nivel mundial
porque en todo foro internacional propone un Hambre Cero en todo el planeta ya
que es el principal problema de la tierra. Sin embargo y es lamentable, tiene
poca movilización y eco para enfrentarlo y solucionarlo.
En Bogotá, la capital colombiana, el alcalde de izquierda Luis Eduardo
Garzón se ha inspirado en el programa presidencial que usted dirige desde
Planalto para poner en marcha el plan denominado "Bogotá sin Hambre". ¿Cuál es
su mensaje o su sugerencia para el alcalde Garzón?
Al compañero Luis Eduardo Garzón quiero manifestarle que nosotros en Brasil
estamos muy felices con su actuación, esperamos que se mantenga firme siempre
priorizando los derechos de los más pobres, ayudando a la organización popular,
confiando en la señal de los foros sociales mundiales de que otro mundo, otra
América Latina son posibles. Por eso quiero enviarle un abrazo fraterno.
¿El hecho de ser parte del gobierno del presidente Lula ha facilitado su
labor de lucha por los sectores menos favorecidos de la sociedad?
Por mi fe cristiana yo sigo siendo militante de la utopía y he dedicado mi vida
a luchar por los pobres. Utilizo la herramienta del gobierno para trabajar en
beneficio de los derechos de los más desfavorecidos. Pero es necesario entender
que llegar al gobierno es una cosa y llegar al poder es otra. Confío en las
raíces cristianas y en las posibilidades de crear un mundo en el que se puedan
compartir los bienes naturales. Ese debe ser el camino de la democracia, es
decir, conjugar la articulación de los conceptos de justicia y libertad.¿Desde
su óptica cristiana cuál es el análisis que hace del esquema neoliberal?
El modelo neoliberal es lo más inequitativo porque ha agravado las desigualdades
sociales. Las cifras en ese sentido son muy ilustrativas: el 20% de la población
del hemisferio norte concentra el 80 por ciento de la riqueza de todo el mundo.
Algunos opinan que el problema del hambre se debe a la alta densidad demográfica
y por eso plantean como solución el control natal. Aunque no estoy en contra de
la planificación familiar, ese argumento no es aceptable. El problema es de
concentración de la riqueza porque el planeta produce alimentos suficientes para
nutrir a toda la población de la tierra. Con esa injusta concentración de la
riqueza la humanidad no tiene ningún futuro, por el contrario, si continúa bajo
el esquema de apertura de mercados, va camino a la barbarie. Por eso el ALCA que
es la profundización de ese modelo en Latinoamérica no va adelante y no va a
tener futuro.¿Cuál es su concepción política de la izquierda luego de la caída
del Muro de Berlín y al comenzar el siglo XXI?
Hay que trabajar por una izquierda con rostro humano en donde haya espacio para
convivir en la diferencia. El capitalismo logró apropiarse de los bienes
materiales y socializar los bienes simbólicos. En cambio el Este antes de la
caída del Muro de Berlín socializó los bienes materiales y privatizó los
simbólicos.
Latinoamérica es un continente en plena ebullición social. ¿Cree que en el
contexto de contradicción que se debate la región hay espacio para la lucha
armada?
Hoy no le veo opción a la vía armada. Fui a la cárcel en la década de los
sesenta por apoyar la causa revolucionaria de Carlos Mariguela. En ese entonces
consideré tal posibilidad. Pero ahora la coyuntura es diferente y la lucha
armada solo le conviene tanto a la ultraderecha como a los fabricantes de armas.
¿Cuál es su opinión respecto del régimen socialista de Cuba? Sigo siendo
solidario con la revolución cubana que continúa teniendo muchas limitaciones por
el bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos, sin embargo hay que
destacar que Cuba es el único país socialista en occidente que se ha mantenido
pese a las grandes dificultades.Usted es autor de ese libro que es ya clásico y
que lleva el título Fidel y la Religión. ¿Qué experiencia le dejó el
haber hecho esa larga entrevista con el líder cubano Fidel Castro?
Es un libro que ha vendido tres millones de ejemplares y tiene 30 ediciones. Su
publicación me dejó una grata experiencia porque tuvo gran utilidad ya que el
gobierno revolucionario cubano modificó la visión del Estado ateo por un Estado
laico. Hoy se respeta la libertad religiosa.Usted además de sacerdote es
periodista. ¿Cómo analiza el rol de los medios de comunicación en la actual era
global?
Parodiando al estratega militar Carl von Clausewitz, la comunicación es la
guerra por otros medios y en ese sentido los llamados medios alternativos ya no
pueden seguir siendo artesanales si quieren ganarla. La prensa, en mi concepto,
es el primer poder porque determina la agenda de los políticos. Pero,
adicionalmente, tienen una relación muy fuerte con el dios mercado y digo dios
porque hay gente que tiene mucha fe en el mercado que es el nuevo fetiche
religioso de la sociedad en que vivimos.
Para los grandes medios, la información es un capital que tiene como objetivo
vender productos y crear hábitos de consumo, mientras que para los medios
alternativos es crear valores y generar una visión crítica de la realidad.
La comunicación está generando inseguridad a nuestra propia identidad porque
sufre un proceso de mercantilización. Debemos trabajar por una comunicación del
pueblo y para el pueblo, ese es el desafío que tenemos.
fsarellano@cronicon.net
Rechaza la palabra "modernidad" porque considera que en esta era de la
globalización no tiene contenido humano, pero sí una fuerte connotación
tecnológica que conlleva a optimizar la competencia en aras de la productividad
y los mercados.