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Latinoamérica


La importancia del culo
 

En la página 11 de LA REPUBLICA del pasado martes 20 Pablo Anzalone aclara en nombre de Hugo Cores y del PVP todo lo referido a si yo, los tupamaros, y los demás integrantes actuales del MPP, seguimos estando dentro de la izquierda, asunto, repito, de poquísima importancia desde que (salvo el señor diputado García Pintos con encomiable honestidad intelectual que merecería ser condecorada), ya no existe ser viviente que admita verbalmente estar en la derecha. 

Eleuterio Fernández Huidobro

La República

Senador del Movimiento de Participación Popular
Así que los puntos cardinales y otras abstracciones: este, oeste, norte, sur, derecha, izquierda, arriba, abajo, adelante, atrás, afuera, adentro, ir o venir, pasan a ser hoy, tanto en la política criolla como en la mundial, herramientas de la mosqueta, los charlatanes de feria, los cuentistas del tío, el imperialismo, los Servicios (de la más variadísima gama) y la Derecha. 
Cuando además el monopolio de la comunicación mundial pasa del Cuarto a Primer Poder, no podíamos esperar otra cosa. 
Si entramos en esa, Anzalone y yo, volviendo a ser angelitos como otrora, terminamos en cana como otrora. 
Salvada fácilmente la trampa, importa mucho, estudiar lo demás que dice porque siempre importa leer y oír con mucha atención lo que este compañero diga o escriba.  
En primer lugar afirma que la cantidad de votos no es un criterio válido para definir quién sirve para algo y quién no. 
Yo no dije que lo fuera. Lo único que dije fue eso: hay que definir quién sirve para algo y quién no sirve para nada y esa es en mi opinión, una de las más grandes tareas, ciclópeas, de entre las tantas que tendrá que hacer cualquier futuro buen gobierno. Es más: no concibo organización política alguna que no disponga de culo.  
En realidad no imagino la vida misma sin ano. Todo ser vivo para seguir siéndolo debe tener aparato excretor. La bosta es señal de vida. Toda vitalidad imaginable, va dejando mierda por el camino. Es un rastro imprescindible. Sin boñiga de algún tipo podemos estar seguros de que no hay vida ni en Marte ni en Canelones. 
Los inservibles son la más formidable plaga: o los cagamos o nos intoxican.  
En realidad ya nos han copado. Los inservibles suelen, además, no tener absolutamente la más mínima cantidad de votos en absolutamente ningún lado: asambleas, sociedades anónimas, sindicatos, cooperativas, direcciones de todo tipo, entes autónomos, empresas, ministerios, gobiernos, parlamentos... 
Se caracterizan por eso: lograr la maravilla de controlar, chupar, dominar, ganar, joder, robar y hasta aniquilar, sin votos, capital, trabajo, ideas, riesgo, y hacer absolutamente nada. Para ello se ponen en cualquiera de los puntos cardinales o abstracciones ya referidas. 
Y han tomado el poder. Sediciosos y subversivos, los inservibles lo han tomado. 
En las mutualistas, por no ir mucho mas allá de donde Pablo Anzalone trabaja, lo han tomado: ¿o no? 
Creo que los inservibles están, o tratarán de estar, en todos esos lados y que no hubo, hay, ni habrá nadie, en ningún lado, vacunado contra esa plaga.  
Por lo tanto si bien la cantidad de votos no es EL CRITERIO, es por lo menos UNO de ellos. ¿Lo descartamos?  
Admiro y es más: soy uno de ellos, a los partidarios de la inmensa minoría (como Juan Ramón Jiménez dedica el sublime libro acerca de Platero) pero estoy dispuesto a pagar las consecuencias. Y asumo que si bien las ideas no se degüellan al decir de Sarmiento, también es amarga verdad ­ al decir de Vaz Ferreira-- que las malas tampoco y que por lo tanto una ultraminoría sin absolutamente ningún voto de nadie ni de nada puede, en aras de ese criterio, cometer los más grandes barbaridades tal como hoy lo estamos viendo en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.  
Bush también grita que los votos no son el criterio, tanto para invadir países como para ganar (¿) las elecciones en los EEUU donde, encima, sólo vota la mitad del padrón.. 
Como decía Benedetti: que un torturador decida suicidarse no arregla nada pero algo es algo.  
Yo diría que si para jodernos es necesario que se tengan votos (como tuvo Jorge Batlle gracias a los blancos) no se arregla nada. Pero algo es algo. 
Lo que resulta inadmisible es que nos jodan hasta sin votos y, también, que haya "dirigentes" en la izquierda que no representan absolutamente a nadie pero sin embargo ocupan importantísimos sillones. Los votos no arreglarán nada pero algo es algo. Por lo menos eso es lo que opinan los frenteamplistas que se matan diariamente en todo el país para conseguir adhesiones, convencer gente y lograr votos. 
Cualquiera tiene derecho a hablar y a escribir. El problema es que no cualquiera genera con sus palabras y sus libros un movimiento. 
Si luego del enésimo Congreso, la charlatanería sigue estando aislada, debería autocondecorarse por inservible o, en aras de su coherencia que, en ese caso sería idéntica a la de un tarugo bituminoso clavado en el cemento armado, autodenominarse por decisión congresal unánime: ARBOL.  
Y si además esa impostura viene financiada por alguna ONG de los países centrales, hacen flor de negocio con el tarugo. ¿Es que acaso no lo vemos? 
Con relación a la postura del MPP en 1994, negativa a la creación del Encuentro Progresista en el Congreso del Frente Amplio de ese año, Pablo Anzalone reclama nuestra autocrítica olvidándose de cuáles fueron las tendencias predominantes en el MPP de esa época que, entre otras cosas, provocaron en mala hora la retirada del PVP de su seno. 
Costó mucho, muchísimo, combatir después, en el seno del MPP esas tendencias erróneas (y hubiera sido muy bueno contar para ello con Pablo Anzalone) pero esa batalla fue dirimida en un durísimo Congreso a fines de 1998 y entrado el año 1999. La autocrítica que Anzalone pide con relación a los graves errores del año 1994, fue discutida y dirimida en ese Congreso que costó mucho: el desgarramiento y la separación de queridísimos compañeros y compañeras que emprendieron otra experiencia.  
Maltrechos pero convencidos, los que quedamos salimos a la pelea desde ese Congreso a las elecciones internas de 1999. Dimos aquella batalla sin pensar en los votos, como ahora pide Anzalone.  
Tal vez en esa batalla triunfaron las posturas, o por lo menos algunas, del PVP.  
Entonces la autocrítica en el MPP no fue un documento. Ni un libro escrito quince años después. Fue una batalla y una militancia en la base que, a las pocas semanas, se expresó en votos populares. Muchísimos votos. Y no tenemos absolutamente ningún complejo de culpa por los muchísimos votos producidos por gente humilde de este país y por su militancia sacrificada. No más que nadie. Pero tampoco menos que nadie.  
Lo increíble es que ahora Anzalone, uno de los principales damnificados por las corrientes de opinión que lo obligaron a irse del MPP, nos reclama que volvamos a asumir esas erróneas posturas a las que procura unirse sin que yo, por lo menos yo, me haya enterado de la autocrítica del PVP respecto a sus antiguas ideas...  
Se me acabó el espacio pero prometo seguir porque Anzalone tiene la virtud de obligar a pensar.