Latinoamérica
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Bush, Kerry y Bin Laden
El gran elector
Fernando López D'Alesandro*
Rebelión
Las advertencias sobre atentados terroristas ya son parte de la vida
cotidiana en los Estados Unidos. Desde el año 2001 y, especialmente, desde la
creación del Departamento para la Seguridad de la Patria –nombre que invoca
recuerdos tenebrosos de no hace muchos años- las alertas de seguridad y la
variación del código de colores tienen en vilo a la sociedad americana. El 1° de
agosto se anunció de forma contundente, sobre la base de informaciones "ciertas"
y "verificadas", que Osama Bin Laden prepara otro mega atentado, al parecer
contra el sistema financiero, la bolsa de valores, el Fondo Monetario o el Banco
Mundial. La paranoia, sin duda, incide en la elección de noviembre y muchos
suponen que es generada adrede para determinar a los electores por el miedo.
Pero el efecto político inmediato tiene una peculiaridad: transformó a Osama Bin
Laden y a Al Qaeda en el gran elector norteamericano.
Ya sucedió en España. El 11 de marzo el atentado contra la Estación de Atocha
volcó el resultado electoral. El triunfo de Rodríguez Zapatero fue seguido por
el inmediato retiro de las tropas de Irak y un vuelco en la política exterior
española, ubicando a Madrid en la línea seguida por Francia y Alemania. Sin duda
la jugada del terrorismo fue, políticamente, perfecta.
Respecto de Estados Unidos la situación es distinta, pero la estrategia tiene
ciertas similitudes. Las amenazas "creíbles" inciden en un escenario inestable,
donde el "empate técnico" entre Kerry y Bush hace que la situación política
norteamericana esté marcada por la incertidumbre. En ese panorama las "amenazas
terroristas" juegan un papel decisivo.
Desconozco cuan veraces son los anuncios de nuevos ataques, pero creo que los
efectos de la noticia y de las advertencias hechas por el gobierno marcarán el
ritmo político hasta el 2 de noviembre. Así, la elección puede definirse de una
u otra manera si hay un nuevo ataque, si no lo hay o, también, de acuerdo al
tipo de "amenazas creíbles" que se hagan públicas. Todos deben estar midiendo
sus posibilidades y pensando muy bien sus próximas jugadas, teniendo en cuenta
el telón de fondo de la "seguridad". Bush ha hecho de ella su lema –el
"presidente de guerra"- Kerry se entrampó en la convención de su partido
poniendo el acento en lo mismo, presentándose con un claro perfil militarista y,
según las encuestas, sin mucho efecto en la gente. Osama Bin Laden, debe estar,
también, calibrando muy bien sus próximos pasos, pero a sabiendas de que su
papel en la interna americana se ha vuelto determinante, como el de un "gran
elector", al estilo del viejo Sacro Imperio Romano Germánico.
Efectivamente, la situación electoral americana está en manos de Al Qaeda, no
sólo porque lo buscó políticamente, sino porque el ambiente de paranoia
promovido desde Washington lo permitió. Un nuevo ataque puede volcar la balanza,
quizá, a favor de los sectores más conservadores, pero lo contrario no
necesariamente implica un triunfo demócrata, teniendo en cuenta que las
frecuentes amenazas y las consiguientes advertencias del Ministerio de Seguridad
de la Patria, "demuestran" que el peligro existe y que la administración Bush es
eficaz en repelerlo o descubrirlo. ¿O tal vez el atentado o su posibilidad
permita, debido a la circunstancia puntual, que la confianza se vuelque hacia
Kerry ante la incapacidad de los republicanos para frenarlo? Es imposible hoy
saber qué va a suceder, pero sí queda claro que la capacidad de desequilibrar la
paridad electoral está en manos del terrorista más buscado del planeta.
Osama Bin Laden vive en un lugar extraño. Habita en Internet y en los medios
masivos de comunicación, que lo presentan -¿y usan?- incidiendo en la vida
cotidiana norteamericana y en su proceso político. De su decisión de atentar o
no contra los Estados Unidos dependerán las elecciones, haciendo de esta manera
algo que nadie pudo lograr: superar en poder a los lobbies, las corporaciones,
los medios y, peor aún, al pueblo, en la creación del presidente norteamericano.
Hoy, de una u otra forma, es Bin Laden quien elige, quizá manteniendo su
histórica alianza con la familia Bush.
*Fernando López D'Alesandro es docente de Historia en Regional Norte (UDELAR)
y en el CERP del Litoral. Salto. Uruguay