Latinoamérica
|
Pasen y vean a la «familia demócrata»
Txente REKONDO*
Un nuevo paso se ha dado estos dias en la larguisima carrera hacia el
despacho oval de la Casa Blanca, la convencion del Partido Democrata en Boston.
Durante estos dias, la «familia democrata» ha puesto en marcha buena parte de su
maquinaria electoral para encaminar a su ya candidato oficial, John F. Kerry,
hacia la presidencia de Estados Unidos._ Las convenciones en realidad no aportan
nada nuevo ideológicamente.
Las decisiones más importantes ya han sido tomadas con anterioridad, de ahí que
estos acontecimientos se asemejen cada día más a «una ceremonia de coronación».
Detrás de toda esta parafernalia propagandística y mediática, lo que en realidad
se persigue es transmitir aliento y ánimo a los simpatizantes y militantes del
partido, al mismo tiempo que se relanza públicamente la figura del candidato y
su equipo; y por último, uno de los aspectos claves en este tipo de actos, la
recaudación de fondos para la campaña, gracias a la aportación «interesada» de
influyentes personajes de la sociedad norteamericana.
La importancia propagandística de estas reuniones es evidente. El Partido
Republicano de Bush, celebrará su convención entre el 30 de agosto y el 2 de
septiembre en Nueva York. Una ciudad «emblemática» en vísperas de otra fecha
«emblemática», y todo ello para resaltar el discurso de Bush, centrado en «la
guerra en Irak y la amenaza terrorista».
Ejes electorales «Todos contra Bush» parece ser el eje central de la estrategia
de Kerry y los suyos. A partir de aquí, se ha configurado una imagen de «unidad»
del conjunto del Partido Demócrata. En Boston, las intervenciones y sobre todo
el orden de éstas, han estado preparadas en esa dirección.
El primer día, se ha presentado el «pasado» demócrata, con Gore y los Clinton
como estrellas; posteriormente les ha tocado el turno a las minorías, con el
papel estelar a cargo de Barack Obama, un afroamericano al que se le augura un
importante futuro dentro del partido. A él se debe la frase «no hay una América
liberal y otra conservadora, tan solo están los EEUU de América». También el
otrora contrincante de Kerry, Howard Dean, la imagen «progresista» del Partido
Demócrata, parece haber cerrado filas en torno a su líder. Finalmente, los
últimos días han estado dedicados al candidato a la vicepresidencia, John
Edwards, siendo la traca final para la figura central, John F. Kerry.
Por otro lado, el discurso demócrata se va a centrar en aspectos económicos y
sobre todo en los «valores» y el optimismo que puede irradiar su candidatura.
Conscientes de la posible debilidad de Bush y su equipo en estas áreas, y
huyendo también del eje de aquél, «amenaza terrorista e Irak».
Los estrategas demócratas han diseñado la campaña en torno a los parámetros que
tan buen resultado le dieron a Clinton. Reformas en sanidad, recortes de los
impuestos a las clases medias, uso «humanitario» de la fuerza... Además, la
elección de Edwards como vicepresidente le servirá a Kerry para contrarrestar su
imagen de «hombre del norte». Edwards procede del sur y su labor tiene que
servir para desequilibrar la balanza en los estados sureños a favor del Partido
Demócrata.
Pero ante esta llamada a la unidad no han desaparecido del todo las enormes
dudas que giran en torno a Kerry. Por un lado está su capacidad para mostrar mil
rostros ante los asuntos más importantes, y por otro, las divergencias que
siempre han coexistido dentro de su partido, sobre todo en política exterior.
Las diferentes estrategias que ha utilizado este senador demócrata le han
servido para ser catalogado por los republicanos como el rostro «más
izquierdista» del Senado, y al mismo tiempo es miembro del Democratic Leadership
Council, el ala más conservadora y favorable a los intereses de los empresarios
del Partido Demócrata.
En ocasiones, Kerry se ha presentado como el rostro moderado (frente a Dean en
las primarias), en otras como el veterano de guerra (frente a Bush) e incluso
como el conservador y defensor de valores tradicionales (también contra Bush).
Sus actuaciones políticas, en opinión de algunos analistas, también han estado
marcadas por la contradicción. Contrario a la primera guerra en Irak, apoyó la
segunda. Opuesto a los matrimonios entre homosexuales, favorece su legislación
por estados. Presentado como héroe de guerra, también participó en las protestas
contra la misma.
Esta característica de Kerry no juega en su favor, pues le presenta ante los
electores con ese sinfín de rostros que impiden definir claramente su línea
política. Y además, no hay que olvidar otros aspectos de su biografía, que le
marcan claramente como un «hombre rico». Casado con Teresa Heinz (dueña del
imperio Heinz), en su juventud estudió en colegios para las elites y ha sido
miembro de los clubes más elitistas.
La segunda duda que envuelve toda la estrategia demócrata se centra en la
duración de esa «unidad» de la que ahora presume el partido. Las diferencias en
su seno son notorias, un fracaso de Kerry abriría las puertas a los candidatos
futuros, tales como Hillary Clinton o el propio Edwards.
Además, las corrientes neoMcGovernianas se oponen frontalmente a la política
exterior que impulsan en estos momentos los dirigentes del partido, alineados en
torno a los llamados Nuevos Demócratas ( Clinton, Holbrooke y Kerry). Estos
apuestan por el uso de la fuerza revestida de ayuda humanitaria (Liberia) o con
la participación de más actores (Balcanes).
Pocos cambios A varios meses de las elecciones, la trayectoria del candidato
demócrata y de su partido no dejan mucho lugar para la esperanza. Aquellos que
apuestan por un cambio profundo en la política norteamericana se equivocan.
Kerry y Edwards apoyaron o defendieron las tesis de la presencia de armas en
Irak, apoyan la ocupación, se muestran partidarios de la política de Sharon o de
la presión a Cuba, sus lazos con la industria militar les llevará a impulsar
proyectos en su favor y en detrimento de la educación, la salud, el servicio
público... En definitiva, un proyecto no muy distinto del que puede defender
Bush. Como dijo en su día la secretaría de Estado de Clinton, Madeleine Albright,
«actuaremos multilateralmente cuando podamos, y unilateralmente cuando debamos
hacerlo».
Y mientras muchos analistas siguen inmersos en descubrir importantes diferencias
entre ambos proyectos, la mayoría de norteamericanos son ajenos a la batalla
electoral y su participación en casi nula. Y es que en EEUU, tal y como dijo un
personaje de aquel país, «el dinero manda más que los votos». De momento el
espectáculo está en marcha, así que pasen y vean. - (*) Txente Rekondo: Gabinete
Vasco de Análisis Internacional (GAIN).