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Internacional

31 de marzo del 2004

La responsabilidad moral de Tony Blair por las atrocidades

Obligación de dimitir

Ted Honderich
CounterPunch. Traducido para Rebelión por Germán Leyens

¿Qué es tener una responsabilidad moral por una atrocidad que terminó por ser cometida por otros? Primero, es haber hecho algo a su libre albedrío que constituyó una condición necesaria para la atrocidad - la atrocidad no podría haber sucedido sin ello. Segundo, ese acto preliminar fue incorrecto. Si dicha incorrección no constituye un tal hecho por su primera consideración, la verdad ciertamente forma parte de ella. Tercero, para tener una responsabilidad moral semejante por la atrocidad, la persona tiene que haber visto la naturaleza de lo antecedente, incluyendo su incorrección, o haber estado, en todo caso, en condiciones de verla.

No cabe duda de que la gente que crea las condiciones necesarias para una atrocidad, además de sus agentes finales, puede compartir la responsabilidad moral. Es común que se determine la responsabilidad legal en los tribunales en casos como los crímenes de guerra. De manera que es común compartir lo que es más fundamental, que es la responsabilidad moral. Finalmente, los juicios sobre la responsabilidad moral tienen supremacía sobre los juicios de la responsabilidad legal.

Esencial en el procedimiento de la determinación de la responsabilidad moral es el aspecto del poder, las relaciones de poder entre individuos. Esto posibilita que otra persona que los perpetradores finales de una atrocidad sea más responsable por ella. Algo similar ha sido el caso en cuanto a los crímenes de guerra.

¿Hasta qué punto fue moralmente responsable el primer ministro español José María Aznar por las muertes en Madrid? Por cierto su acción al llevar a España a la guerra de EE.UU. en Irak fue una importante condición necesaria para la atrocidad de Madrid. Ya que su país estaba en un 90% contra la guerra, no existe un ámbito para discusiones al respecto.

¿Fue incorrecta su acción de dirigente al unirse a la guerra? Es el aspecto principal tanto en su caso como en otros. En realidad puede ser considerado independientemente del tema de la responsabilidad moral. Es determinar si la acción del Sr. Aznar, considerada en su momento, por él u otros, tendría ciertas consecuencias. Con respecto a las posibles consecuencias por las que se juzguen sus acciones, las consecuencias para la humanidad, existe realmente acuerdo sobre ellas entre las personas sin intereses creados.

Respecto a la responsabilidad moral del Sr. Aznar, existe también la cuestión de la medida en la que discernió la naturaleza de su acción. Es posible apresurarse demasiado al reflexionar sobre este tema. Puede haber logrado engañarse exitosamente a sí mismo. Auto-engañarse es cuando no se consideran los problemas que podrían provocar respuestas indeseables. Es posible, hasta cierto punto, sin intención o por confusión, que no se comprenda la propia estrategia.

El caso de Mr. Blair es ahora más urgente.

También él creó una condición necesaria para una posible atrocidad al llevar a su país a la guerra en Irak. Creó una condición necesaria para que una posible atrocidad ocurra ahora en Gran Bretaña. Podría ser aún más atroz. Podría ser de un orden diferente del de Madrid, y por cierto de aquel del 11 de septiembre. Es eso lo que nos vemos obligados a considerar.

La incorrección de que se nos haya llevado a la guerra es para algunos de nosotros equivalente a un hecho moral. Pero esto es cuestionado. Los que no es adecuadamente cuestionado, sin embargo, es que mintió en varios aspectos, y que en efecto mintió a la Cámara de los Comunes. Podría ser que mintió lo suficiente como para que se le considere mentiroso. Hay que admitir, sin embargo, que no se trataba de un tema perfectamente simple, incluso si se dejan de lado las complicaciones del auto-engaño.

No es simple porque dirigentes y otros pueden mentir con razón. Nadie discute este hecho después de considerar ejemplos en los que se dice la verdad a alguien que como resultado podrá asesinar o violar a alguien o destruir un país. Pero los propósitos de Mr. Blair no fueron de un tipo exculpatorio semejante. Sus propósitos no quedaron tan claros para nadie, aparentemente ni siquiera para él mismo.

Incluyeron lo que puede ser calificado de guerra ideológica, una guerra para imponer una ideología que ciertamente no es aceptada universalmente ni en su país ni en otros sitios. Es casi seguro que esta última no puede ser definida como 'democracia'. Ni es el continuo conflicto adecuadamente descrito como entre la 'democracia' y el 'terrorismo'.

Existe una conexión entre su posición moral, sus mentiras en particular, y la razón o su ausencia, por las que nos llevó a la guerra. Alguien puede hacer lo justo, servir las consecuencias justas, por un motivo que los desacredita, o lo incorrecto por una razón equivocada que en realidad hace que se le reconozca algún mérito. Pero, a pesar de todo, existen posibles conexiones entre la justicia de una acción y el prestigio de un agente.

En el mundo real, la recomendación de una acción puede ser por lo menos afectada por el prestigio moral del agente. Las consecuencias son juzgadas diferentemente cuando una cuestión de confianza se presenta sobre el que pretende ser el que posee más conocimientos al respecto. El propio Mr. Blair, tal vez por ceguera, provoca una duda adicional sobre su acción.

Pero eso no es todo.

Ya que sigue siendo Primer Ministro, ya que sigue siendo el líder de este país, tendrá una parte especial de responsabilidad moral en una posible atrocidad contra el pueblo británico en los próximos días y meses. Sin embargo, está en condiciones de eliminar del mundo una condición necesaria para esa posible atrocidad. Puede, en efecto, impedir la atrocidad. Puede hacerlo si renuncia ahora mismo. Está moralmente obligado a hacerlo. En las circunstancias actuales, ninguna respuesta sobre política u otro realismo reduce esa obligación. Ni lo hace teoría alguna sobre el gobierno parlamentario, o declaraciones de filosofía política, ni nada sobre prácticas pasadas o sobre la creación de precedentes.

La conducción de Mr. Blair no vale gran cosa para algunos de nosotros. ¿Existe alguien para el que valga mil muertos?



Ted Honderich es el principal filósofo progresista de Gran Bretaña, entrevistado recientemente para CounterPunch por Paul de Rooij. Uno de sus libros fue "Punishment, The Supposed Justifications". Otro fue el divertido y certero examen de una tradición política, el conservadorismo, y un tercero: "Violence for Equality: Inquiries in Political Philosophy". Su nuev libro es: "After the Terror" (Edinburgh University Press, Columbia University Press). Su correo es:
honderich@counterpunch.org