Internacional
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¿Quién gobierna el mundo?
James Petras
AUTOGESTION
Se han escrito una serie de libros y artículos superficiales acerca de la
'globalización', las 'corporaciones globales' y el 'imperio', sin la menor
noción de la estructura real de poder.
¿Quién gobierna el Mundo?27/05/2003: Un análisis de un reciente informe hecho
por el Financial Times (suplemento del 10 de mayo de 2002) de las 500 mayores
compañías del mundo basadas en valor, país y sector pone fin al debate entre
globalización del imperio e imperialismo.
Los estados nacionales, en este caso los estados imperiales, no están
desapareciendo, sino que son prioritarios para entender los centros de poder
político y económico.
Casi un 48% de las mayores compañías y bancos en el mundo son de los EEUU y un
30% son de la Unión Europea, sólo 10% son japoneses. En otras palabras, casi 90%
de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca, y los negocios
son estadounidenses, europeas o japonesas. El poder económico está en esas 3
unidades geográfico-económicas, no en conceptos sin sentido como 'imperio' sin
imperialismo o corporaciones multinacionales 'desterritorializadas'.
Al interior de este sistema imperial, el poder económico imperial de los EEUU es
aún dominante. Si examinamos los sectores económicos claves esto se vuelve
evidente. Cinco de los 10 principales bancos son estadounidenses, seis de las 10
principales compañías farmacéuticas y/o biotecnológicas, cuatro de las 10
principales compañías de telecomunicaciones, siete de las principales compañías
de tecnologías de la información, cuatro de las principales compañías de
petróleo y gas, nueve de las 10 principales compañías de software, cuatro de las
10 principales compañías de seguros y nueve de las 10 principales compañías de
comercio minorista. Sólo en el sector de las aseguradoras la Unión Europea tiene
una proporción mayor entre los 10 primeros lugares que los EEUU (un margen de 5
a 4).
El poder imperial de los EEUU está diversificado a lo largo de varios sectores
económicos, pero es particularmente la fuerza dominante en las finanzas, en la
farmacéutica y la biotecnología, en las tecnologías de la información y el
software, y en el comercio minorista. En otras palabras, las gigantescas
compañías de los EEUU tienen una poderosa red de control sobre los sectores más
importantes de la 'nueva economía', las finanzas y el comercio.
La concentración del poder económico de los EEUU es aún más evidente si miramos
a las 10 principales compañías del mundo: 90% son propiedad estadounidense; de
las principales 25, 72% son propiedad estadounidense; de las principales 50, 70%
son estadounidenses y de las principales 100, 57% son propiedad estadounidense.
En el círculo de las mayores compañías, los Estados Unidos tienen una abrumadora
presencia y dominio.
Africa y América Latina están ausentes de la lista. Y los así llamados Tigres
Asiáticos tienen tres compañías entre las principales 500, menos de un 1%.
Las implicaciones políticas de esta concentración de poder son importantes.
Ningún país del Tercer Mundo tiene recursos para 'liberalizar' sus mercados
porque el bloque estadounidense-europeo inmediatamente controlará la situación a
causa de su superioridad de recursos. El argumento liberal de que el libre
comercio incrementará la 'competitividad' de las economías del Tercer Mundo es
falso, dado que existe una concentración tan desigual del poder económico en las
compañías estadounidenses y europeas.
En segundo lugar, la concentración de poder no es meramente un producto de la
eficiencia, la administración y el know-how, sino un resultado de directo las
políticas estatales de los Estados Unidos y la Unión Europea. Por ejemplo, el
Congreso de los Estados Unidos acaba de aprobar (en mayo de 2002) una propuesta
de subsidio para el sector agroindustrial de los EEUU para la próxima década,
convirtiendo en una broma las propuestas de 'libre comercio' de Washington. Las
implicaciones para los encargados de formular las políticas de los países del
Tercer Mundo son claras: deben proteger y subsidiar a sus productores públicos o
privados en orden de obtener una porción de los mercados, ya sea en casa o en el
extranjero - de la misma manera como los principales poderes imperiales lo
hacen.
La concentración del poder económico mundial en las compañías y bancos de los
Estados Unidos y en menor medida, de la Unión Europea significa que los mercados
mundiales no son competitivos, sino que en gran medida están formados por los
monopolios de los EEUU y Europa que los dominan. Los flujos de los sectores
financiero, farmacéutico, de software y de seguros están formados por las diez
principales compañías estadounidenses y europeas. Los mercados mundiales están
divididos entre las principales 238 compañías y bancos de los EEUU y las 153 de
la Unión Europea - esta concentración de poder es lo que define la naturaleza
imperial de la economía mundial, junto con los mercados que controlan, las
materias primas que saquean (80% de las principales compañías de petróleo y gas
son propiedades estadounidenses o europeas) y de la fuerza de trabajo que
explotan.
Los estados imperiales tienen serios problemas para mantener su imperio, por
diversas razones. En cuanto al costo militar, el presupuesto militar de los EEUU
ha aumentado casi un 20% para 2002/2003, y los recortes de impuestos para los
ricos, que estimulan la inversión externa, han causado un serio déficit
presupuestario y mayores recortes del gasto social, amenazando la estabilidad
fiscal y política. Lo que es más importante, el poder y la concentración
económicos de las compañías y bancos de los EEUU se han basado en la inversión
en el exterior, las ganancias y las re-exportaciones a los EEUU por medio de
subsidiarias. El resultado es que el creciente imperio económico en el exterior
ha salvado la balanza de pagos de los EEUU - los EEUU tienen un déficit en su
balanza comercial que este año se aproxima al nivel insostenible del medio
billón de dólares ($400-500.000 millones).
La economía de los EEUU depende esencialmente de un flujo masivo de fondos de
los inversionistas extranjeros para mantener su déficit externo. En otras
palabras, a medida que crece el imperio, la 'república' entra en crisis más
profundas, privada de sus empresas competitivas e incapaz de limitar sus
importaciones de artículos de consumo. Esta contradicción no puede ser
fácilmente resuelta, porque la dirigencia política está totalmente comprometida
con la construcción imperial y la única concesión que puede hacer a la economía
doméstica son mayores subsidios y más proteccionismo - los que a su vez aumentan
las tensiones y los conflictos con sus competidores imperiales de Europa y los
regímenes exportadores dependientes en el Tercer Mundo.
La solución de la Administración Bush para esta contradicción entre crecimiento
imperial y decadencia doméstica es la conquista de los países del Tercer Mundo
que tienen recursos vitales. El despliegue de Washington hacia los países
productores de petróleo del Mar Caspio, sus planes de invasión de Irak, son
parte del plan para extraer riqueza que pueda ser transferida de vuelta a los
EEUU para financiar sus déficits. El Acuerdo de Libre Comercio de las Américas
es parte integral de esta estrategia: al monopolizar los mercados
latinoamericanos los EEUU puede bajar sus déficits comerciales y capturar
sectores financiero y comerciales lucrativos.
El Plan Puebla-Panamá es el prototipo de la nueva estrategia imperial de
aumentar las exportaciones directas hacia México, mientras que las maquiladoras
de propiedad estadounidense o subcontratistas de ese país mueven los mercados de
fuerza de trabajo más barata hacia China, Vietnam y la India. Mientras que está
claro que el control imperial de los EEUU sobre la economía mundial aún es una
realidad, también está claro que ese poder está basado en fundamentos frágiles y
en un orden global altamente polarizado. La emergencia de movimientos
anticapitalistas masivos y una corrida contra el dólar podrían llevar a la caída
del imperio.