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Internacional

Si el presidente considera que la victoria le ha dado un cheque en blanco, estamos perdidos

Bush, v�rtigos y escalofr�os

Ignacio Ramonet
El Per�odico

Mala noticia. La reelecci�n de George W. Bush a la presidencia de Estados Unidos es una p�sima noticia para la democracia. Resulta, en efecto, chocante y en cierta medida hasta escandaloso que los electores estadounidenses hayan elegido a un dirigente que ha mentido al Congreso y a su pueblo, que los ha enga�ado para obtener la autorizaci�n de invadir Irak, que ha aceptado un uso desproporcionado de la fuerza, causando la masacre de m�s de 100.000 iraqu�s, que ha sido incapaz de detener a Osama Bin Laden, que ha empantanado a las Fuerzas Armadas de su pa�s en el lodazal iraqu�, que ha permitido las torturas en la c�rcel de Ab� Graib y en otras prisiones, que ha autorizado la incre�ble excepci�n jur�dica de Guant�namo y pisoteado las convenciones de Ginebra sobre los presos de guerra, que ha favorecido de manera descarada a las grandes empresas que le ayudaron a ser elegido, que ha empobrecido a las clases medias, que no ha creado empleos y que ha acumulado uno de los d�ficits p�blicos m�s gigantescos de la historia.

OBVIAMENTE no se trata de dudar del car�cter libre, legal y leg�timo de esta elecci�n acaecida en la democracia m�s antigua del planeta. Usando de su derecho incontestable, los electores han actuado como mejor les ha parecido.
Pero da v�rtigo y escalofr�os constatar que precisamente este dirigente, conocido adem�s por su credulidad religiosa, su mediocridad intelectual y su incultura, haya resultado ser el m�s votado de la historia electoral norteamericana. Es un poco como si el electorado, en estos tiempos de amenazas terroristas, hubiese dicho: preferimos a un dirigente tramposo para hacer una guerra sucia contra un enemigo vicioso (Osama Bin Laden).
No ser�a nada extra�o que el sistema democr�tico, hoy d�a tan vapuleado ya en muchos �mbitos por su incapacidad para limitar la acelerada expansi�n del poder econ�mico, sea de nuevo objeto de ataques por parte de muchos sectores que lo criticar�n ahora con m�s sa�a.
Nadie debe olvidar --sin que este recuerdo sirva de comparaci�n-- que en 1933 el propio Adolf Hitler accedi� al poder de modo democr�tico. Y que eso cre� tal desconcierto y tal disgusto en varias capas sociales cultas, educadas y progresistas de Europa que muchos de sus miembros renegaron para siempre de la democracia y no dudaron en enrolarse, por ejemplo, en el movimiento comunista (entonces totalitario y estaliniano) que denunciaba con claridad la "democracia burguesa".
Quiz� a�n no hayamos alcanzado ese l�mite en el que toda una generaci�n abjura de las virtudes de la democracia. Pero hay en la victoria electoral de George Bush y de su vicepresident�simo Richard Cheney un car�cter de fracaso moral de un sistema que nos debe alertar.
Todo depender� de la interpretaci�n que el reelegido presidente le d� a su triunfo. Si, ocult�ndose a s� mismo lo que le debe a la impresionante maquinaria de propaganda medi�tica, considera su victoria como un plebiscito a su pol�tica, estamos perdidos. Eso le llevar�a a contemplar su �xito como una suerte de patente de corso, o de cheque en blanco, para seguir, con los mismos m�todos (el secretismo, la ocultaci�n y la mentira), unos id�nticos objetivos: la hegemon�a imperial y el unilateralismo.
En cambio, si se detiene a reflexionar un instante (con la ayuda de su eminencia gris Richard Cheney) quiz� constate que, en pol�tica internacional y m�s precisamente en el Oriente Pr�ximo, Estados Unidos se encuentra en un atolladero. La guerra de Irak est� perdida, o por lo menos no se puede ganar sino enviando unos 300.000 nuevos efectivos (el doble de los que ya se encuentran en el campo de batalla), para lo cual habr�a que restablecer el servicio militar obligatorio, cosa que, durante la campa�a electoral, George Bush ha prometido no hacer.
Tampoco puede atacar Ir�n como era su intenci�n (ni permitir que Israel lo haga). Primero, porque no dispone de fuerzas para hacer simult�neamente una segunda guerra de mayor envergadura. Y tambi�n porque en ese caso se sublevar�an los shi�s de Irak, que son la mayor�a de la poblaci�n, y entonces ya ni medio mill�n de soldados ser�an suficientes para pacificar este pa�s.

CONSECUENCIA: para tener la garant�a de no ser atacado, Ir�n avanza ahora con toda probabilidad hacia la fabricaci�n del arma nuclear, que era precisamente lo que Washington trataba de evitar desde hace a�os...
De ah� que se est� especulando en este momento sobre la posibilidad de que el segundo George Bush sea diferente del primero. Tendremos una buena indicaci�n de esto en cuanto empecemos a saber qu� personalidades ocupar�n los cargos de secretario de Estado y de ministro de Defensa. Pues se da por descontado que Collin Powell y Donald Rumsfeld abandonar�n sus funciones.
Aunque no le guste al presidente George Bush, la soluci�n en esta regi�n pasa primero por una implicaci�n seria de Washington en el conflicto Israel-Palestina que conduzca a una paz aceptada por las dos partes. El relevo actual del l�der palestino Yasir Arafat --que ayer, en su primera conferencia de prensa poselectoral el presidente Bush ya dio por muerto-- ofrece una inmejorable ocasi�n de corregir la l�nea seguida hasta ahora. Es obvio para todas las canciller�as que la Hoja de ruta fijada por Washington no ha funcionado y que el abandono de la situaci�n a la �nica iniciativa israel� (la de Ariel Sharon) ha empeorado las cosas. S�lo con el relanzamiento de la din�mica negociadora se podr� avanzar con seriedad hacia una conferencia internacional para la paz en Irak con la participaci�n de la ONU, de los pa�ses que criticaron la intervenci�n de marzo del 2003, de los estados �rabes y de todas las fuerzas pol�ticas iraqu�s (incluidos los grupos insurgentes).
Hay que aceptar lo que todo el mundo sabe, que las autoridades iraqu�s actuales no son m�s que marionetas nombradas por el ocupante militar. De esa manera ser� concebible que pa�ses como Egipto, Argelia, Marruecos y hasta Pakist�n env�en fuerzas suficientes para favorecer el acceso real de Irak a la soberan�a, a la democracia y a la prosperidad. Haciendo esto, el segundo George Bush nos dar� una gran sorpresa y terminar� siendo un gran presidente.


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