Internacional
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El informe de la CIA sobre Iraq y los contratos petrolíferos
Nuevos indicios de los posibles negocios de altos cargos del Partido Popular español
Carlos Varea
Rebelión
El pasado 30 de septiembre la CIA hacía público su informe sobre las armas de
destrucción masiva de Iraq (1). El informe fue elaborado para la Central de
Inteligencia por Charles Duelfer, actual jefe del denominado Iraq Survey
Group de la Agencia y anteriormente vicepresidente ejecutivo de la Comisión
de Desarme de Iraq de Naciones Unidas (NNUU) (2). Las conclusiones del
voluminoso informe son categóricas y ya conocidas: en el momento de la invasión,
Iraq no disponía de armas de destrucción masiva y el gobierno iraquí no tenía ni
capacidad ni intención de fabricarlas. Una vez recocido este hecho, el informe
parece derivar hacia el esfuerzo de poner en evidencia violaciones por parte del
gobierno de Sadam Husein del régimen de sanciones impuesto al país desde agosto
de 1990, tras la invasión por parte de Iraq de Kuwait, y prolongado después de
la Guerra del Golfo hasta la invasión de marzo de 2003.
Así, la primera parte del que se ha denominado Informe Duelfer dedica un
capítulo final ("Regime Finance and Procurement") a los mecanismos empleados por
el gobierno de Iraq para la provisión "ilícita" de fondos aprovechando el
programa "Petróleo por alimentos", que, establecido por el Consejo de Seguridad
(CS) en la resolución 986 de abril de 1995, entraría en vigor en diciembre de
1996 tras una ardua negociación con el gobierno iraquí en el período más duro
para la población de Iraq. Por medio de la resolución 986, el CS autorizaba a
Iraq a comercializar su crudo bajo un estricto control de NNUU, a fin de que el
país pudiera comprar productos de primera necesidad, siempre tras el visto bueno
—contrato a contrato— del denominado Comité de Sanciones, una instancia que
reproducía la estructura y el derecho de veto del propio CS.
El programa "Petróleo por alimentos"
El programa recibió entonces el calificativo piadoso de humanitario, pese
a haber sido impuesto por EEUU y Reino Unido como alternativa al levantamiento
paulatino e incondicional de las sanciones que Francia, China y Rusia habían
comenzado a plantear en el seno del CS desde que en fecha tan temprana como
—nada menos— el otoño de 1994 la comisión de desarme especial para Iraq, la
UNSCOM, creada tras la Guerra del Golfo, y la Agencia Internacional de la
Energía Atómica dieran por concluida la fase de desarme efectivo del país y se
hubiera puesto ya en marcha una segunda denominada de "control y verificación"
del mismo. Esta segunda fase de control estratégico de Iraq se basaba en un
complejo sistema de injerencia indefinida (de "inimaginable aceptación" por
cualquier otro país que no fuera Iraq, dijo entonces el que por esas fechas era
secretario general de NNUU, Boutrus Boutus Ghali) que debía impedir el rearme
del país.
Además de postergar indefinidamente el fin de las sanciones y tener un efecto
paliativo muy discreto sobre la situación de la población iraquí (dos de sus
coordinadores dimitieron por estos motivos uno tras otro, Dennis Halliday y Hans
von Sponeck), la entonces Administración demócrata del presidente Clinton
contempló en la puesta en marcha del programa "Petróleo por alimentos" un
mecanismo que permitiría a EEUU acceder al petróleo iraquí. Ciertamente, la
resolución 986 contemplaba que la tercera parte de los ingresos por la venta del
crudo iraquí se destinara al pago de las llamadas compensaciones por la
ocupación de Kuwait y la posterior guerra: miles de millones de dólares han
fluido desde entonces y hasta el día de hoy por este procedimiento a las arcas
patrimoniales de las petromonarquías del Golfo aliadas árabes de EEUU
(esencialmente Kuwait y Arabia Saudí), a sus petroleras y al propio Israel. Con
estos fondos Arabia Saudí y Kuwait pudieron resarcirse del pago íntegro de la
operación Tormenta del Desierto de 1991: casi 80 mil millones de dólares.
El dinero obtenido por medio del programa era gestionado exclusiva y
directamente por el secretario general de NNUU siguiendo lo determinado en las
resoluciones del CS; es decir, el gobierno iraquí no accedía materialmente al
fondo de la venta del petróleo y, por ello, carecía de dinero en efectivo y de
divisas (3). El dinero era ingresado en una cuenta abierta en Nueva York
de la Banca Nacional de París. Asimismo, los contratos que Iraq firmaba con
gobiernos o particulares de terceros países para comprar productos debían ser
aprobados por el Comité de Sanciones, antes mencionado. Al gobierno de Iraq solo
le restaba la potestad de determinar a quién vendía su petróleo para que fuera
comercializado en el exterior y a quién le compraba los productos autorizados
por el CS.
Este limitado margen de libertad fue determinante para que el gobierno de Iraq,
seleccionado a determinados países (Francia, Rusia, China, España, a sus vecinos
árabes y Turquía, a India e Indonesia o Malasia), fuera paulatinamente, a partir
de 1997, rompiendo su aislamiento económico y diplomático (por ejemplo, el
gobierno de Aznar será el primer país de la UE en reabrir por entonces su
Oficina de Negocios en Bagdad). Aquí radicará la razón por la cual la
Administración Clinton determinará en el otoño de 1998 poner punto final a la
denominada política de contención frente a Iraq (es decir, de
prolongación indefinida del embargo) y pasar a la de "cambio de régimen"
(aprobación por el Congreso estadounidense del Acta de Liberación de Iraq): esta
es la fecha del inicio de los planes de invasión de Iraq por parte de EEUU, no
el 11-S de Bush.
Los contratos petrolíferos
El informe de la CIA incluye en el apartado "Deceptive Trade Practices
Supporting Illicit Procurement" la relación de todos los contratos de
comercialización del crudo iraquí firmados por el gobierno de Iraq y empresas,
gobiernos, organizaciones y particulares de todo el mundo durante las 13 Fases
(semestrales, a contar desde el primer semestre de 1997) en que estuvo en vigor
el programa y hasta el inicio de la invasión, en marzo de 2003. Según la CIA, la
lista corresponde a la original en inglés elaborada por SOMO, la empresa pública
iraquí encargada de comercializar el petróleo; es decir, es la auténtica y está
completa. La lista en inglés y su versión gemela en árabe fueron entregadas por
un responsable del ministerio iraquí de Petróleo el 16 de junio de 2004 al
equipo de la CIA dirigido por Duelfer. La lista —en realidad 13 listas— ha sido
incluida escaneada en el informe de la CIA y puede revisarse en su Anexo B,
páginas 167 a 200.
Si bien el título de esta sección del Informe Duelfer hace referencia a
prácticas ilegales por parte del gobierno de Sadam Husein para proveerse de
fondos, la propia CIA reconoce tanto que la posible desviación de fondos no
estaba encaminada a lograr un rearme estratégico (sí a procurarse de liquidez y
divisas para otros fines), como que los contratos que aparecen en las listas son
todos ellos legales, dado que fueron suscritos en el marco del programa de NNUU.
Tenían que ser presentados por ambas partes —por SOMO y por el adjudicatario—
ante la Comisión de Sanciones del CS de NNUU antes de el que crudo pudiera
ser embarcada desde las terminales de Fao, al sur de Basora. De igual manera,
tanto SOMO como el adjudicatario o la empresa que le representara estaban
obligados a dar cuenta al organismo internacional del destino final de la
partida, es decir, a dar por concluida la transacción, a fin de que las propias
Naciones Unidas pudieran contabilizar en la cuenta de Iraq el ingreso efectuado
por el comprador final del petróleo embarcado.
Ciertamente, quiénes firmaban el contrato de comercialización del petróleo
iraquí en Bagdad, en las oficinas del ministerio de Petróleo, podían disponer
del beneficio obtenido de su puesta en venta en el mercado internacional, una
ganancia con la que el gobierno iraquí contaba, al ofrecer las partidas a un
coste inferior al internacional. Esta práctica tuvo su origen en las
dificultades que encontró Iraq para poder vender su crudo al inicio del
programa, debido a las presiones de otros proveedores o de las grandes
petroleras. Buena parte del petróleo iraquí así exportado desde diciembre de
1996 tuvo por destino final las refinerías de EEUU.
A partir de la octava fase —como era entonces sabido y recuerda el informe de la
CIA— el gobierno iraquí exigió el ingreso en cuentas clandestinas al margen de
Naciones Unidas, abiertas en Líbano y Jordania, de una determinada cantidad de
fracción de dólar por barril comercializado, lo cual reducía al mínimo el margen
de beneficio, máxime si había varios intermediarios. Con esta medida, el
gobierno de Sadam Husein confirmaba el grado de fiabilidad de sus interlocutores
políticos y económicos exteriores, al tiempo que se proveía de divisas y dinero
en caja. Algunas empresas —Repsol-YPF, por ejemplo— indicaron entonces
consternados a las autoridades iraquíes no poder desviar tal cantidad de dinero
de los contratos firmados con SOMO: la preocupación por perder pie frente a
competidores europeos en el inmenso campo de la recuperación de la industria y
explotación petrolífera iraquí que se estaba abriendo en el país fue entonces
evidente.
Tras el informe de la CIA hoy tenemos una nueva confirmación de que ese dinero
no fue destinado, como decíamos, al rearme ofensivo de Iraq, ni tuvo por destino
cuentas secretas en paraísos bancarios a nombre de los dirigentes iraquíes, como
en su día balbuceó algún responsable estadounidense. La mayoría de ese dinero
fue a parar al Banco Central de Iraq, como si de impuestos se tratara. Con esos
fondos el régimen iraquí compraba las piezas de recambio prohibidas por el CS
(todas las relativas a electrificación, telecomunicaciones e industria
petroquímica), cuya falta impedía la normalización socioeconómica del país;
modernizaba los obsoletos sistemas de defensa antiaérea, en unos años de impunes
ataques diarios de la aviación estadounidense y británica en las llamadas "zonas
de exclusión aérea"; o pagaba a las familias de los mártires de la Intifada
palestina o los estipendios de abogados europeos enfangados en una batalla legal
con los del CS por muchas irregularidades incluidas en las resoluciones
aprobadas desde 1991, por ejemplo.
En cualquier caso, la cantidad ilegalmente recaudada por este
procedimiento por el régimen iraquí puede considerarse calderilla comparada con
las cantidades que Iraq dejó de recibir desde la Guerra del Golfo de 1991 por la
prolongación del embargo petrolífero (y de dátiles, por ejemplo), pese a la
liberación del emirato kuwaití: un promedio de unos 20 mil millones de dólares
anuales.
Las listas de la CIA, de ‘al-Mada’ y de MEMRI
Ciertamente, el interés de las listas de SOMO incluidas en el informe de la CIA
es múltiple. En primer lugar, están completas, a diferencia de las dadas a
conocer el pasado 25 de enero por el diario iraquí en lengua árabe al-Mada,
que incluía tan solo 270 compañías, organizaciones e individuos de medio
centenar de países que habrían recibido contratos para la comercialización de
crudo iraquí por parte del gobierno de Sadam Husein.
La selección de nombres tuvo entonces un doble objetivo: el primero, demostrar
que el depuesto régimen iraquí había premiado a organizaciones o individuos por
su oposición al régimen de sanciones, o que había pretendido comprar el apoyo a
sus tesis de círculos oficiales y económicos internacionales; el segundo, al
excluir premeditadamente a otros adjudicatarios del crudo iraquí (como ahora
veremos, por ejemplo, en el caso del Estado español, a Repsol-YPF o
Cepsa), darle un carácter secreto a la relación de nombres y al
procedimiento, como si hubiera otra lista pública y se hubiera procedido
eludiendo el mecanismo establecido por el CS. En suma, era la lista de los
destinatarios de las propinas de Sadam Husein que se espera encontrar en
el ministerio de Petróleo en Bagdad, el único ciertamente —damos fe de ello— que
los bombarderos estadounidenses no convirtieron en arenisca durante la guerra.
La elección del medio que debía dar a conocer la lista fue además muy
significativa: el recién creado diario iraquí antes mencionado, el humilde
al-Mada, dirigido por Fakhri Karim, un individuo con intereses empresariales
en EEUU, vinculado al Partido Comunista Iraquí e interlocutor encubierto de su
dirección con las sucesivas Administraciones estadounidenses en los años previos
a la invasión.
Pero la efectiva difusión internacional de la lista no se debió a este medio
árabe, ni a la primera página en árabe que la recoge, al-Bawaba: lo hará
en francés y en inglés Middle East Media Research Institute (MEMRI), una
institución creada en 1998, con sede en Washington y actual presencia en Iraq, y
que ha sido denunciada como la filial del Mossad en este país (4). De
estas versiones se harán eco, por ejemplo, El Mundo en su edición del 29
de enero y el diario Le Monde al día siguiente.
Esta segunda lista fue nuevamente manipulada sin duda a partir de datos
aportados por servicios de información occidentales e israelíes: asigna a
determinados nombres de adjudicatarios de contratos petrolíferos de varios
países el nombre de organizaciones o partidos políticos, como si éstos fueran
los destinatarios reales de la partida de petróleo. Es el caso de Basem Qaqish,
empresario jordano nacionalizado español, y el Comité de Solidaridad con la
Causa Árabe (CSCA). La impronta de la asociación ha resultado tan perdurable que
10 meses después el diario El País, en su edición del 8 de octubre, sigue
identificando a Basem Qaqish y al CSCA, pese a que las listas publicadas en el
informe de la CIA, al que hacía referencia el redactor en su artículo, no los
asocia, como ahora veremos. En su día, La Razón y La Clave se
hicieron eco malintencionadamente y con muy poco seso (5) de esta
vinculación espuria establecida por MEMRI, que por lo demás no debería obligar a
ocultar la bien conocida relación militante de Basem Qaqish con el CSCA, muy
anterior a la aprobación del programa "Petróleo por alimentos" y ejemplo de la
generosidad, la dedicación y el compromiso de algunos —muy pocos— miembros de la
comunidad árabe de este país con su propios pueblos.
‘Repsol-YPF’ y ‘Cepsa’, en las listas
Ciertamente, las listas originales habían sido recortadas por al-Mada
y vueltas a manipular por MEMRI. Por el contrario, las 13 listas incluidas
ahora en el informe de la CIA, si se acepta que son las auténticas (y deben de
serlo pues aparecen ocultos los nombres de adjudicatarios estadounidenses),
confirman que no había dos instancias de concesión de contratos para la
comercialización de su petróleo por parte de Iraq, una secreta y la otra
sometida al control de Naciones Unidas: todas ellas se hacían por el mismo
procedimiento, es decir, el impuesto por el programa "Petróleo por alimentos".
Así, si se repasan las 19 listas, ahora sí podrán encontrase los contratos
adjudicados, por ejemplo, a las grandes petroleras europeas, entre ellas
Repsol-YPF y Cepsa, que no aparecían en las listas de al-Mada
y MEMRI. Repsol recibió 12 partidas de petróleo iraquí en sucesivas Fases
y desde la primera de ellas; Cepsa cuatro, la primera en la tercera Fase.
Ambas compañías serán adjudicatarias hasta la última Fase, la 13, previa a la
invasión, lo cual confirma la confianza del gobierno iraquí en el papel que el
Estado español podría jugar en una resolución negociada de la crisis,... o
igualmente la apuesta hasta el final de éstas empresas respecto a un sistema ya
condenado, incluso por el gobierno Aznar. También aparece en las listas
publicadas por la CIA Expansión Exterior, la empresa mixta de promoción
del comercio exterior español, que recibe desde la primera Fase —aún con el
nombre de Sirecox— seis partidas de petróleo.
También es de gran interés tener en cuenta que las listas del Informe Duelfer
incluyen, junto con el nombre del adjudicatario, el de la empresa que se
hará cargo en primera instancia de comercializar el crudo otorgado por SOMO,
además de la cantidad adjudicada y embarcada. En el caso de las petroleras
españolas, la entidad adjudicataria de la partida de petróleo y la que habrá de
comercializarlo serán ellas mismas; en las partidas adjudicadas a Basem Qaqish
será la empresa de la que es socio, Lubna. Este dato restituye la
honorabilidad de Qaqish y sus relaciones con el CSCA, puesta en duda en su día
por La Razón y La Clave: desde la firma del contrato en Bagdad con
SOMO hasta su cierre en Nueva York, la empresa que se hace cargo de la partida
es siempre la misma, registrada en el Estado español y fiscalizada. En suma, no
se recurre a testaferros o a empresas creadas ex profeso para borrar la
pista que conduciría al adjudicatario original en Iraq, como ocurre en otros
casos que ahora veremos. En síntesis, se puede especular —si se desea— que Basem
Qaqish financió en su día con los beneficios de la comercialización del crudo
iraquí al CSCA, pero en cualquier caso lo tuvo que hacer una vez que el
ministerio español de Exteriores (como era su competencia) gestionara los
contratos firmados por Lubna y SOMO ante el Consejo de Seguridad, y que
la Agencia Tributaria y sus propios socios en Lubna conocieran el balance
de cada operación.
¿Javier ‘Robert’ o Javier Rupérez?
Ya en las listas parciales dadas a conocer por al-Mada, al-Bawaba
y finalmente por MEMRI aparece identificado como "español" un individuo de
nombre Javier Robert, del que nada se sabe. El primer contrato de petróleo que
recibe Javier Robert de Iraq corresponde a la Fase séptima, (primer semestre de
2000). Tras éste recibirá de SOMO otros cinco contratos más, el último de ellos
en la Fase 13, la previa a la guerra. El volumen de petróleo de cada partida se
sitúa entre 1,5 y 2 millones de barriles de crudo.
Como muestran las listas publicadas por la CIA, Javier Robert carece de empresa
propia con la que levantar (este es el término empleado) el crudo iraquí
en las terminales de carga de Basora, y cambia en cinco ocasiones de empresa
intermediaria: Amposta (que es española), Alcon Petroleum (suiza),
Fenar Petroleum (radicada en Liechtenstein) y Aredio Petroleum
(francesa). Excepto la primera de ellas y quizás la francesa, las otras dos
empresas, ubicadas en paraísos bancarios donde se preserva por ley la identidad
de los socios, puede que carezcan de existencia efectiva y que hayan sido
creadas con la finalidad de ocultar la identidad del adjudicatario, como antes
decíamos. Estas empresas, sean o no reales, tenían que vender la partida de
crudo a intermediarios o directamente a una petrolera.
¿Quién es Javier Robert? Dos medios de comunicación, La Clave e
Interviú, afrontan en estos momentos sendas querellas presentadas por los
abogados de Javier Rupérez, a quién identificaron con Javier Robert (6).
Javier Rupérez fue desde el año 2000 y hasta el cambio de gobierno de marzo de
2004 embajador de España en EEUU y previamente presidente de la Comisión de
Exteriores del Congreso de los diputados, además de responsable de Relaciones
Exteriores del Partido Popular (PP). Según estos medios, Robert sería la
trascripción incorrecta del árabe del apellido Rupérez. Traductores de árabe
jurados han acreditado esta consideración para ambos medios.
Particularmente la redactora de Interviú, Soledad Juárez, argumentaba
entonces sólidamente que al identificar a Robert con Rupérez se pondría en
evidencia la existencia de un grupo de interés del PP vinculado a Iraq, ubicado
en las más altas esferas del partido gubernamental, en la comisión de Exteriores
de la calle Génova y en algún gobierno autonómico, pero articulado en torno a la
dirección de la Fundación del PP, Humanismo y Democracia, que hoy preside José
María Aznar y cuyo patronato estaba presidido, al menos hasta hace poco tiempo,
por el propio Rupérez.
Ciertamente, las visitas a Iraq de Ricardo de León —coordinador general de
Humanismo y Democracia— y de José Félix González Noriega —secretario de la
Fundación— fueron muy frecuentes en aquel período (incluso al cumpleaños del
mismísimo Sadam Husein). Javier Rupérez viajó también a Iraq antes de asumir su
nuevo cargo de embajador en Washington, si bien en visita calificada entonces de
privada (su hermano Ignacio era entonces encargado de Negocios de España en
Bagdad). Pese a este carácter no oficial de su viaje, Rupérez se entrevistó con
Tareq Aziz, viceprimer ministro de Iraq.
Este grupo, dada su situación dentro del partido en el poder y en determinadas
instituciones oficiales, se habría reivindicado como lobby ante las
autoridades iraquíes, obteniendo, a cambio de su compromiso en apoyar la postura
de Iraq dentro del partido, del gobierno español y de instancias
internacionales, contratos comerciales del programa "Petróleo por alimentos",
tanto de comercialización de crudo como de venta a Iraq de productos, como
documentó Interviú. Todos estos contratos serían, ciertamente legales,
suscritos en el marco del programa humanitario de NNUU, si bien poco honorables
y nada legítimos, por cuanto supondrían lucro personal y habrían sido obtenidos
gracias al desempeño de cargos públicos o por la proximidad partidista a centros
de toma de decisión gubernamentales.
Javier Robert recibió de Iraq su primer contrato petrolífero en la Fase séptima,
es decir, en el primer semestre de 2000, cuando Javier Rupérez se hizo cargo de
la embajada de España en Washington. Si fuera cierto que Javier Robert es Javier
Rupérez, éste habría obtenido a través de empresas interpuestas contratos
petrolíferos del gobierno de Sadam Husein cuando era nada menos que embajador
español en EEUU e incluso en fases en las que los adjudicatarios —como hemos
dicho antes— debían ingresar buena parte de sus beneficios en cuentas secretas
iraquíes.
Gracias al informe de la CIA ahora ya son conocidas las empresas a las recurrió
Robert, al menos aquéllas que debían hacerse cargo inicialmente del crudo en
Iraq, y quizás sea posible determinar cuál es la identidad del titular de la
cuenta donde se ingresaba el beneficio de la venta de ese petróleo. Quizás ayude
a esta identificación un detalle inédito hasta ahora, sin duda importante,
también aportado por el informe de la CIA y sobre el que incluso ha ironizado el
conservador diario ABC en su edición del pasado 8 de octubre: en las dos últimas
adjudicaciones de las seis otorgada a Javer Robert (Fases 12 y 13) las
autoridades iraquíes identificarán a este personaje como "Spanish Public Party",
es decir, "Partido Público español", adscripción que antecede al nombre en las
listas originales publicadas por la CIA (pp.: 195 y 198 del informe). ¿Se trata
quizás de una mala traducción del árabe al inglés, esta vez de las palabras
popular o gubernamental?
Lucro, mentiras y guerra
Sean o no Javier Robert y Javier Rupérez la misma persona, la existencia de un
lobby del PP en Iraq en aquellos años es incuestionable, como bien
sabíamos ya entonces quienes viajábamos regularmente al país —como de su dudosa
fiabilidad, como luego se demostró. Ciertamente, la reapertura del mercado
comercial y energético de Iraq que conllevó la puesta en marcha a partir de
diciembre de 1996 del programa "Petróleo por alimentos" suscitó el interés de
gobiernos y corporaciones, también en el Estado español, que, como hemos
indicado antes, fue vanguardia en Europa —con el gobierno Aznar— en la
recuperación de lazos diplomáticos y económicos con un gobierno, el de Iraq, que
parecía de día en día más estable y solvente: pese a todas las trabas del
programa, Iraq comenzaba a ser de nuevo una potencia comercial, un socio
galanteado. Esta línea de recuperación paulatina de relaciones diplomáticas y
comerciales bilaterales sería abiertamente apoyada por amplios sectores
empresariales españoles, particularmente el de los hidrocarburos.
Confirmado el fracaso de las sanciones como mecanismo para inducir un cambio
interno en Iraq y confirmados también estos inesperados efectos del programa
"Petróleo por alimentos", la determinación primero de la Administración Clinton
y, a partir de 2000 y tras el 11-S, de la Administración Bush de forzar
militarmente el derrocamiento del régimen de Sadam Husein inducirá al presidente
Aznar a optar por el alineamiento abierto con Washington y Londres, asociándose
interesadamente a la lógica de llamada "Guerra global contra el terrorismo", una
deriva abiertamente desafiada entonces por las grandes petroleras españolas, que
siguieron viajando a Iraq.
Y una vez llevada a cabo la invasión, los mismos personajes de la dirección de
Humanismo y Democracia que viajan a Iraq antes de la guerra retornarán a un país
ya ocupado con el renovado afán de seguir haciendo negocios (7). La
cuestión es que, pocos meses después, debido al inesperado fenómeno de la
insurgencia armada en el país, la "tarta iraquí" que había que reivindicar que
la Administración Bush compartiera con sus aliados se había esfumado.
Pero esa es otra historia.
Carlos Varea fue presidente del CSCA hasta su dimisión en junio de 2004. En
la actualidad coordina la Campaña contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq
Notas:
Comprehensive Report of the Special Advisor to the DCI on Iraq’s WMD,
puede consultarse integramente en la dirección de la CIA:
http://www.cia.gov/cia/reports/iraq_wmd_2004/index.html.
Una agria caracterización de Duelfer en la etapa en que fue inspector de NNUU,
antes de la invasión, por parte de Scott Ritter, ex marine estadounidense
y a su vez polémico miembro entre 1991 y 1998 de la anterior Comisión de Desarme
para Iraq de NNUU, la UNSCOM, puede leerse en The Guardian de 9 de
octubre de 2004.
Esta es una de las razones del nulo efecto del programa en la reactivación
socioeconómica de Iraq en aquellos años, al no permitir al gobierno iraquí
disponer de fondos para la contratación, subida de salarios o acometida de
proyectos. Por el contrario, el CS sí autorizó la entrada de dinero en efectivo
para la contratación y pago de salarios en la zona del Kurdistán fuera del
control gubernamental de Bagdad.
MEMRI, documento núm. 160, de 29 de enero de 2004 (www.memri.org).
La Clave, núm. 147, 6-12 de febrero de 2004; y La Razón, edición
del domingo 15 de febrero de 2004, en portada y pág. 12. Al respecto, el
ministerio de Asuntos Exteriores ruso indicaba el 2 de febrero en relación con
la lista publicada por al-Mada que los comentarios que habían acompañado
su difusión sobre pagos encubiertos del régimen iraquí demostraban "[..] que
tales aseveraciones solo pueden ser realizadas por personas que desconocen
completamente el procedimiento para la exportación del petróleo iraquí cuando
aún estaban en vigencia las sanciones [contra Iraq]" (RFL/RL Newsline
vol. 8, núm. 21, 3 de febrero de 2004). Esta consideración cabe adjudicársela
igualmente a los redactores de ambos medios citados.
La Clave, núm. 147, 6-12 de febrero de 2004; e Interviú, núms.
1.450 y 1.452 de 9-15 de febrero y 23-29 de febrero de 2004, respectivamente.
Humanismo y Democracia acogió formalmente en Madrid la primera reunión tras la
guerra de los grupos y las figuras del exilio iraquí asociados a los ocupantes,
una cita que anticipó en pocas semanas la creación por Paul Bremer del Consejo
Gubernativo iraquí según criterios sectarios y confesionales (junio de 2003). La
web de esta Fundación es
www.humanismoydemocracia.org.