Europa
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Los juegos olímpicos, alí babá y la corrupcion del COI
Cristóbal García Vera
Canariasemanal.com
"El espíritu olímpico sólo sigue vivo en las personas que no jugamos, los que vemos con inocencia unos juegos que deseamos que no solo sirvan como superación personal y sentimiento patriótico, sino también como un símbolo de paz. Una solución sería no dejar que grandes compañías patrocinen nada. Así sólo perderá el atleta".
(Comentario recogido por BBC Mundo.com y firmado por Artemisa, de Las Palmas de Gran Canaria)
Muy pocos acontecimientos pueden competir en cuanto a repercusión y prestigio con la celebración de unos Juegos Olímpicos. Durante las semanas que duran los Juegos, los grandes medios de comunicación –especialmente las TV – difunden prolijamente las gestas de los héroes deportivos por todo el Mundo. Y, sin duda, estas hazañas consiguen emocionar y despertar el orgullo nacional de millones de personas que se identifican con los éxitos de sus compatriotas.
El "fair play" o "juego limpio" es, supuestamente, el fundamento del Movimiento Olímpico. De manera que las Olimpiadas desempeñarían además una función educativa de primer orden. Vendrían a representar la esperanza de alcanzar –a través de este código de honor internacional- el entendimiento y la cooperación entre los diferentes pueblos y etnias del Planeta. Millones de personas en todo el mundo comparten este sentimiento. Creen en él y, aun hoy, éste es uno de los pocos espectáculos deportivos que goza de un generalizado respeto. Sin embargo, entre los deseos colectivos y los hechos media, desgraciadamente, un inmenso abismo.
LOS JUEGOS Y EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS
Los Juegos Olímpicos Modernos han cambiado mucho desde su aparición hasta nuestros días. La profesionalización, uno de los rasgos más característicos del deporte contemporáneo, no se oficializó en esta competición hasta el año 1981. Sin embargo, la esencia de las Olimpiadas, tal y como las concibió Pierre de Coubertin, implicaba ya la concepción del deporte como espectáculo protagonizado por atletas de elite. (1) Coubertin, un aristócrata de origen franco-alemán, mantenía que la educación selectiva sería la que permitiría formar a los líderes que capitanearan la conflictiva sociedad liberal del siglo XX. Los primeros Juegos contenían el germen de lo que – pasado el tiempo- iba a convertirse en el deporte mercantilizado y de consumo tal y como hoy lo conocemos. Fueron las propias concepciones ideológicas del barón de Coubertin las que consagraron la participación empresarial en las Olimpiadas.
Desde las primeras fases de la historia olímpica puede rastrearse su vinculación con esas grandes ferias de comercio que fueron las Exposiciones Universales. Los segundos Juegos, por ejemplo, se celebraron en París, en 1900, como amparo de la Exposición Universal. Su utilización como factor de promoción comercial llegó a tal punto que las competiciones deportivas tuvieron lugar en el mismo recinto de la Exposición parisiense, y la duración del evento fue deliberadamente prolongada durante seis meses para ajustarlo a las demandas de los patrocinadores.
Saint Louis, en los Estados Unidos, fue la primera ciudad no europea que organizó unas Olimpiadas. El grado de mercantilización que esta localidad del Sur estadounidense imprimió a los Juegos fue tal que hasta el propio Barón de Coubertin terminó escandalizado. De paso, los americanos aprovecharon el encuentro olímpico para convertir la yarda en la medida oficial de los Juegos. Ni que decir tiene que los negros e indios fueron excluidos de la competición oficial.
Los países europeos apenas se atrevieron a cruzar el Atlántico. Sólo concursaron 64 atletas del viejo continente por 432 norteamericanos. No fue pues una sorpresa que de las 72 medallas disputadas 68 se quedaran en casa.
Lejos de detenerse, la interferencia empresarial se fue incrementando. En 1912, en Estocolmo, ya eran diez las compañías patrocinadoras de los Juegos Olímpicos.
En cierta manera, el temprano carácter mercantil de las Olimpiadas es un reflejo de la época. Entre los finales del siglo XIX y principios del XX los países europeos se encontraban en plena fase de expansión capitalista. Alemania competía con Inglaterra en la conquista de espacios comerciales. Francia intentaba mantener el control de su Imperio. Y los Estados Unidos sufría ya los calores de una enfebrecida carrera hacia la hegemonía económica mundial El lema olímpico "más fuerte, más alto, más lejos" se correspondía, pues, con el más genuino espíritu competitivo del capitalismo industrial.
LA "MULTINACIONAL OLÍMPICA" EN LA ERA DE LA "GLOBALIZACION"
Si desde sus orígenes los Juegos Olímpicos estaban impregnados de los valores dominantes de su tiempo, en la actualidad han llegado a "reproducir" la estructura de una auténtica empresa multinacional. El negocio olímpico - hay que llamar a las cosas por su nombre- maneja miles de millones de euros. Se presume que el Comité Olímpico Internacional – una especie de siniestro Consejo de Administración cuarteado por la corrupción- facturó en los pasados Juegos de Atenas 2004 más de tres mil millones de dólares
Como corresponde a las características de nuestra época, los grandes monopolios de la comunicación juegan un papel esencial en este negocio. Una buena parte del dinero que ingresa el COI proviene de las cadenas de televisión asociadas a este organismo. La NBC, que pagó casi 800 millones de dólares por la posibilidad de transmitir los Juegos en exclusiva para los EE.UU. La EBU (European Broadcasting Union), que desembolsó unos 400 millones de dólares o la OTI, (Organización de la Televisión Iberoamericana) con una inversión de 17 millones de dólares. (2) Estas pocas cadenas, junto a otras de ámbito nacional, posibilitaron que los juegos de Atenas fueran vistos en 200 países. Como en otras áreas de la actividad económica contemporánea, la llamada "libertad comercial" termina deviniendo en la férrea dictadura de los más fuertes.
El COI posee además su "lista de precios", a partir de la cual ha establecido una peculiar jerarquía. Existen "socios de primera" "copatrocinadores nacionales", "abastecedores" y "tomadores de licencias".
Los 11 "socios de primera" más importantes en Atenas 2004 fueron Coca Cola, Atos Origin de información tecnológica, John Hancock, de servicios financieros, y las conocidas Kodak, Mc Donald's, Panasonic, Samsung, Sports Illustrated , Swatch, Visa Internacional y Serox. (3) Aunque el largo historial de vulneración de los derechos humanos de empresas como Coca Cola o Mc Donalds case muy poco con el "espíritu olímpico", estos socios de honor constituyen la columna vertebral de la estructura financiera del Comité Olímpico Internacional. Sus contribuciones a la Institución deportiva a lo largo de los últimos años rebasan con creces los miles de millones de dólares.
Como compensación a las empresas que pagaron para venderse ante una audiencia de más de mil millones de telespectadores, el COI prohibió (¡prohibió!) a los asistentes a los estadios de Atenas que consumieran productos o vistieran prendas fabricadas por la "competencia". Las restricciones impuestas por las marcas incluyeron también la prohibición de llevar ropa con mensajes políticos o religiosos non gratos, para evitar que las cámaras pudieran publicitarlos ante una audiencia planetaria. (4)
También el gobierno derechista griego colaboró generosamente para crear el ambiente "seguro y agradable" que exigen los multimillonarios inversores. Con el pretexto de garantizar la seguridad de los deportistas, funcionarios y espectadores aprobó una ambigua ley antiterrorista que facilitaba la cobertura legal para perseguir a todo el que pudiera deslucir la imagen lujosa y desarrollada que pretendían exportar. De tal suerte que a los gitanos que vivían en los alrededores del Estadio Olímpico se les expulsó de sus viviendas. Inmigrantes, refugiados, solicitantes de asilo y personas sin techo fueron asimismo detenidos por la policía griega, sin ningún cargo y con total impunidad. (5) La paradoja se pone de manifiesto cuando se constata que Grecia, país que comparte con Portugal los índices más altos de pobreza y la peor distribución de la renta de Europa, invirtió la friolera de 1500 millones de dólares en poner a punto un sofisticado aparato de seguridad destinado a este gran acontecimiento.
Entre los principales beneficiarios del gran espectáculo internacional se encuentran también las empresas de ropa deportiva. Son millones de personas las que tratan de emular a los grandes campeones olímpicos vistiendo las marcas que éstos publicitan. Estas marcas - de acuerdo con la misma lógica del mercado que impera en el mundo del deporte- obtienen sus suculentos beneficios disminuyendo al máximo sus costes de producción. Nike o Adidas, abastecedora oficial de Atenas 2004, son campeones mundiales en la degradación y vulneración de los derechos laborales de los más débiles. Cientos de miles de trabajadores, en su mayoría mujeres y niños del mundo subdesarrollado, fabrican en régimen de cuasi-esclavitud, las prendas que más tarde vestirán los deportistas de elite. Como puede verse, los Juegos Olímpicos no son ajenos tampoco a la lógica salvaje que impera en las relaciones económicas en el mundo de nuestros días.
LA CUEVA DE ALÍ BABÁ
Posiblemente, la mejor prueba del abismo que existe entre los "ideales" y la realidad del Movimiento Olímpico sea la que ha proporcionado el COI durante toda su trayectoria. En este exclusivo e influyente Comité la corrupción y el amiguismo se manifiestan como las prácticas más naturales.
El COI estaba y está constituido por una camarilla autoritaria y hermética que controla los asuntos del olimpismo como si de una finca particular se tratara. No tiene que dar cuentas a nadie. Sus decisiones son absolutamente inapelables. En realidad, como el dictador Francisco Franco, parecen actuar con la convicción de que sólo son responsables ante la historia. Y es que de casta le viene al galgo. Ese carácter autoritario y vertical se acentuó cuando José Antonio Samaranch, connotado jerarca de la dictadura franquista con un siniestro historial, accedió a la dirección del Organismo olímpico. Según James Petras, sociólogo de la Universidad de Nueva York, Samaranch copió la estructura y el estilo de los antiguos sindicatos verticales de la Dictadura, y los trasplantó al Comité Olímpico. A semejanza de lo que hizo el "caudillo", el marqués de Samaranch, y la cuadrilla de la que se rodeó, permitió y alentó la corrupción y el soborno entre los delegados del COI, en tanto se mantuvieran leales a sus propios dictados. Ser miembro del COI se convirtió en una profesión ideal para hacerse con una respetable fortunita. Comisiones, privilegios, favores de las grandes multinacionales, connivencias económicas con las autoridades municipales de las ciudades preolímpicas… Todo este entretejido de sobornos y negocios por debajo de la mesa acabó estallando en espectaculares escándalos que forzaron la dimisión del prepotente y pequeño "duce" franquista. Las grandes empresas multinacionales abandonaron a su antiguo valedor. Su descuidada "ligereza" había deteriorado la imagen "inocente" de las olimpiadas. Eso era malo para los negocios. Y ya se sabe, de acuerdo con el espíritu calvinista, "business are business". El antiguo delegado de deportes del "Generalísimo" se vio obligado a coger las maletas, no sin antes tratar de garantizar que sus sucesores compartieran su misma cuerda. Una sabia lección de historia inspirada en quien, en otros tiempos, había sido su "caudillo": "atado y bien atado". Es decir, cambiar algunas cosillas para que todo continuase como siempre.
Lo cierto es que la corrupción no acabó ni empezó con Samarach. A este respecto, James Petras comentaba que "la corrupción de las Olimpiadas es una parte inevitable y pequeña de la corrupción y la corrosión general que se da en la transformación de la original y antigua concepción griega de los juegos Olímpicos hacia una empresa gigante. La dimisión de los delegados implicados del COI no cambiará ni la situación, ni el operativo del COI". (6)
No se trata sólo de la honestidad, o la ausencia de ella, de los actuales miembros del Comité Olímpico. El monstruo mercantil en el que se han convertido los Juegos, en cuya organización toman parte las más poderosas empresas del Mundo, no tiene posible marcha atrás dentro del marco económico en el que se desenvuelven sus actividades.
Muy recientemente, un equipo de investigación del programa "Panorama" de la BBC se ha encargado de corroborar lo que decimos. Después de que se filtrara una compra de votos que posibilitó la elección de Salt Lake City como sede de los Juegos de Invierno de 2002, el COI tuvo que ensayar un urgente lavado de cara para intentar reestablecer su maltrecha imagen. Expulsó a seis de sus miembros y otros cuatro presentaron su dimisión. Introdujo también una serie de reformas en sus reglas que incluían la restricción de los contactos con las ciudades candidatas. Y creó, además, una Comisión de ética encargada de velar por el cumplimiento de estas disposiciones. En definitiva, intentó presentar el monumental escándalo como una crisis coyuntural solventada con la purga de los corruptos y con una transformación de la estructura interna del Organismo que, presuntamente, debería evitar que un hecho similar volviera a repetirse.
Los citados periodistas de la BBC han puesto al descubierto una realidad bien diferente. Haciéndose pasar por empresarios londinenses, los reporteros demostraron la existencia de agentes profesionales que siguen ofreciendo los votos de los miembros del COI a cambio de importantes sumas de dinero. Según estos intermediarios, después de que trascendieran los sobornos de Sant Lake City, los integrantes del Comité Olímpico han empezado a "andar con pies de plomo". No obstante, y a pesar de las nuevas normas de discreción impuestas por la Comisión de ética, los periodistas pudieron reunirse directamente con el Presidente del Comité Olímpico de Bulgaria. Las cámaras ocultas que utilizaron los investigadores de la BBC les permitieron inmortalizar a uno de los hombres más importantes del COI en el momento en el que se mostraba "dispuesto a negociar con su voto".
Las nuevas investigaciones que el Comité Olímpico ha tenido que ordenar difícilmente servirán para maquillar el hecho de que esta práctica se encuentra generalizada dentro de la poderosa Organización deportiva.
¿BENEFICIAN LOS JUEGOS A LAS CIUDADES QUE LOS ACOGEN?
Una parte del trabajo de los responsables de los proyectos olímpicos consiste en intentar persuadir a los habitantes de las ciudades en las que se organizan los Juegos de las enormes ventajas que conlleva este "privilegio". Apelando al orgullo nacional, la propaganda oficial insiste hasta la saciedad en el formidable estímulo que éstos suponen para el desarrollo económico. Sin embargo, hasta el momento nadie ha sido capaz de concretar la manera en la que la colosal inversión pública que los Juegos Olímpicos exigen revierte en la mayoría de los ciudadanos.
Pero lo que sí ha podido constatarse es que las Olimpiadas son frecuentemente utilizadas como pretexto para realizar violentas reconversiones urbanísticas y voraces operaciones especulativas que, en otras circunstancias, se enfrentarían a un fuerte rechazo popular. No solo las constructoras concesionarias de las obras faraónicas que requiere el olímpico evento obtienen jugosos beneficios. Una poderosa red de intereses inmobiliarios, vinculados al poder político, aprovecha la ocasión para abrir sus fauces ante una oportunidad que pintan calva. De acuerdo con este panorama no debe extrañar que una de las más frecuentes corruptelas consista en untar los bolsillos de los miembros del COI para facilitar la elección de determinadas ciudades. La alianza entre políticos y empresarios se refuerza en estas ocasiones. Son billones los que entran en juego. Lo primero es lo primero. Y en ese lugar no se encuentran ni los deportistas ni el deporte más que de manera circunstancial.
Para hacer frente al aumento coyuntural de la demanda de alojamiento, durante los días que dura la Competición, es necesario además aumentar las infraestructuras turísticas de manera desproporcionada. Aunque esto reporte también millonarios ingresos a un sector privilegiado de inversores, a medio plazo origina graves perjuicios al conjunto del sector. Afortunadamente las limitaciones de espacio del Archipiélago Canario nos impiden albergar un evento de semejante magnitud. ¿Se imagina el lector lo que supondrían unos Juegos Olímpicos en manos de nuestros autóctonos "empresarios-constructores" del Gobierno de Coalición Canaria o del Partido Popular?
Y, ¿qué queda el "día después" del paso del ciclón olímpico? En el año 1992 se gastaron miles de millones de pesetas en la organización de los Juegos de Barcelona. ¿Promovieron esas Olimpiadas la participación masiva de nuestros jóvenes en la actividad deportiva? Las instalaciones resultantes de las Olimpiadas de Barcelona ¿no siguen siendo de uso exclusivo de los deportistas de elite?
En el año 2004, Alberto Ruiz Gallardón encabeza la delegación madrileña que aspira a organizar las próximas Olimpiadas. No es ningún secreto que la inversión que requiere un proyecto de esta naturaleza sería considerablemente superior a la realizada en Barcelona 92.
Hace ahora ocho años, la euforia por las medallas conseguidas en la ciudad catalana logró que muchos olvidaran los paupérrimos presupuestos que se dedican a promover la práctica de un ejercicio físico saludable en una población cada día más sedentaria. Hoy, cuando las Olimpiadas amenazan con aterrizar nuevamente en el Estado español, la mayoría de los centros escolares continúa careciendo del material mínimo imprescindible para impartir una adecuada Educación Física.
Ni las prioridades ni la retórica de los gestores del olimpismo han variado desde entonces. Pero consolémonos, los corruptos mercaderes del negocio del deporte nos continuarán reservando el papel de consumidores pasivos en este moderno circo romano en el que han convertido los Juegos Olímpicos.
Referencias:
(LOS JUEGOS Y EL ESPÍRITU DE LOS TIEMPOS)
En cierta manera, el temprano carácter mercantil de las Olimpiadas es un reflejo de la época. El lema olímpico "más fuerte, más alto, más lejos" se correspondía con el más genuino espíritu competitivo del capitalismo industrial.
( LA MULTINACIONAL OLÍMPICA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIÓN)
Como compensación a las empresas que pagaron para venderse ante una audiencia de más de mil millones de telespectadores, el COI prohibió a los asistentes a los estadios de Atenas que consumieran productos o vistieran prendas fabricadas por la "competencia".
(LA CUEVA DE ALÍ BABÁ)
Un equipo de investigación de la BBC demostró la existencia de agentes profesionales que siguen ofreciendo los votos de los miembros del COI a cambio de importantes sumas de dinero
(¿BENEFICIAN LOS JUEGOS A LAS CIUDADES QUE LOS ACOGEN)
Las Olimpiadas son frecuentemente utilizadas como pretexto para realizar violentas reconversiones urbanísticas y voraces operaciones especulativas que, en otras circunstancias, se enfrentarían a un fuerte rechazo popular.