Ya es de todo conocido que durante el desgobierno del corrompido Yeltsin el
patrimonio nacional de Rusia se entregó a ávidos especuladores. Mediante
arbitrarias mercedes, subastas fraudulentas y patrañas financieras la riqueza
nacional fue a parar a los bolsillos privados de forajidos de la economía. Se
creo así una legión de facinerosos de cuello blanco que se disputaron entre sí
el botín mediante la ley del más fuerte, una especie de "oeste" mercantil. Esos
tiburones del capital se lanzaron vorazmente sobre el fruto del pillaje y las
guerras de pandillas convirtieron a Moscú en una especie de Chicago de los años
veinte. Algunos fueron especialmente afortunados, como Boris Berezovsky, quien
controló Aeroflot y parte del petróleo y Vladimir Gusinzky, quien se apoderó de
los medios de difusión masiva.
Ahora se ha pasado a una nueva etapa: Putin está despedazando las mafias para
crear nuevas agrupaciones de poder económico que le sean adictas. Ahora hay dos
tipos de oligarcas, los viejos y los nuevos. Antes se privatizaba la propiedad
estatal, ahora se esta reprivatizando la propiedad privada.
El corresponsal en Moscú del Washington Post, Peter Baker anunció, en un
reciente despacho, que el Kremlin está procediendo a desmontar Yukos, el
consorcio energético de Vladimir Khodorkovsky, magnate que se encuentra en
prisión por evasión fiscal. A cargo de esa operación se encuentra Ivan Sechin,
un asesor de Putin, quien se desenvuelve en las sombras del poder detrás del
trono. Sechin, igual que Putin, fue espía de la KGB y forma parte del grupo de
ex agentes que el nuevo Presidente llevó consigo al Kremlin. Khodorkovsky
desafió la autoridad central y comenzó a maniobrar políticamente para crear una
plataforma que le permitiese sustituir a Putin como Presidente, esto desató su
desgracia.
El gobierno está desmembrando Yukos y las empresas que lo componen están siendo
adjudicadas a un nuevo cartel, Rosneft. El director general de Rosneft no es
otro que Ivan Sechin. Para Baker la principal fuente de poder de Rusia no es
militar, como antaño, sino energética. Sus reservas de petróleo son comparables
a las de Arabia Saudita. La producción diaria de petróleo ha subido de seis
millones de barriles a 9.3 millones.
El conflicto con Yukos ha sido uno de los causantes de los elevados precios del
oro negro, en este instante. Putin está considerando construir un oleoducto
gigante para suministrar petróleo a Japón. Estados Unidos está presionando para
obtener permiso de construcción de una terminal marítima, para barcos tanqueros,
en Murmansk. De ahí la necesidad urgente de Putin de controlar la producción
energética.
En este momento el estado solamente domina el 7% de la producción de petróleo y
si logra apoderarse de Yukos tendría el 18% bajo su jurisdicción. Otras empresas
que están recibiendo los pedazos del descuartizamiento son Gazprom y
Surgutneftegaz, ambas cercanas al Kremlin. A la vez Putin está elevando los
impuestos que debe sufragar la industria petrolera y ha despojado a los
gobernadores regionales de sus poderes sobre la industria energética.
Para no desalentar a los inversionistas extranjeros Putin está dando seguridades
de que no aspira a nacionalizar de nuevo la extracción petrolera. La Conoco,
British Petroleum, TNK tienen importantes intereses en Rusia. El sector privado
ha incrementado la extracción del hidrocarburo en un 90% en los últimos años.
Sechin, la nueva estrella del Kremlin, tiene 43 años, habla francés y portugués,
es graduado de la Universidad de Leningrado, tras lo cual fue reclutado por la
KGB y enviado a África. Junto a Victor Ivanov, otro ex agente de la KGB, compone
el núcleo central de la guardia pretoriana que rodea a Putin a quienes se les
conoce como los "siloviki", los adalides de la línea dura.
gotli2002@yahoo.com