Europa
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El Opus Dei en América Latina o el alimento fascista de las dictaduras
Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada
Allá, por el año de 1957 la dictadura franquista realiza un giro de 180
grados. El poder político se reestructura y una nueva generación de tecnócratas
y empresarios del Opus Dei, encabezados por Laureano López Rodo y
Gregorio López Bravo, asumen el protagonismo político. El primero lo hará como
secretario general de Gobierno, ministro de Hacienda, Comercio y a la sazón
comisario del Plan Nacional de Desarrollo, y el segundo en calidad de ministro
de Industria. Se produce el gran salto. El franquismo se desprende de su
tradicionalismo-católico empezando el proyecto de modernización, cuyo eje será
crear una res-publica de empresarios.
"Siendo católicos en grado superlativo, los nuevos ministros no procedían de
Acción Católica, aunque hubieran heredado de ella idéntico horror hacia la
democracia y la misma carga autoritaria... Sin embargo, no fueron cooptados por
la jerarquía de la Iglesia ni vinieron a ejecutar una política católica como sus
antecesores, sino que ascendieron por sus previas conexiones con los centros de
poder y para poner en marcha una estrategia de racionalización y liberalización
económica conectada a una reforma de la administración del Estado".
Si el franquismo sobrevive a la derrota nazi-fascista infligida por los aliados
en la Segunda Guerra Mundial, fue la guerra fría el sostén ideológico del
régimen. Sin embargo, la fuerte y dura represión era un lastre para el
franquismo, había que mostrar otra cara. Como señala Tuñón de Lara: "Los
conflictos de 1956 marcaban el fin de una época en que el bloque dominante se
había mantenido de legitimaciones y slogans procedentes de la guerra y
del instrumental ideológico de aquel tiempo. La entrada del Estado español en la
órbita estadunidense (de la que en puridad, nunca estuvo desvinculado por
completo), su admisibilidad en el concierto internacional, iban sentando los
jalones de una nueva modalidad de dictadura... La invasión tecnocrática no
conocerá límites. La idea de la racionalización burocrática, de la 'eficacia'
como postulado prioritario... cuyos valores y principios no se discuten,
dominará también con esa elite de gobierno. Para López Rodó los principios de la
organización empresarial privada deben pasar a inspirar las normas de
funcionamiento de la Administración Pública". De la misma manera, deben ser el
sostén de un proyecto de sociedad concebido empresarialmente.
La incorporación de miembros del Opus Dei al gobierno fue un balón de
oxígeno para el régimen. Como tanques de pensamiento, encontraron una rápida
inserción en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. "Miembros de
este instituto secular trabados por la misma fe, solidarios en idénticos
propósitos, crecidos católicos, técnicos y administrativos y soñando con ser
gobernantes sin necesidad de ser políticos... Expertos en economía y en derecho,
alejados como Franco de la política, disciplinados, con una concepción
calvinista del éxito mundano como prenda de la predestinación divina, su fuerza
ya no procedía de su conexión con la jerarquía de la Iglesia, sino de la
oportunidad de su proyecto, de su cohesión como grupo, de su presencia en el
centro de decisiones políticas y económicas, y de su capacidad para situar a sus
leales en puestos de alta administración; en definitiva, de actuar, no como
grupo de presión... sino como una especie de partido de notables capaz de
controlar los centros de poder del Estado".
Pero tras 15 años de total control, sus proyectos comenzaron a mostrar sus
déficit, salieron a la luz los entramados de corrupción y los negocios ilícitos
realizados en nombre de la liberalización del régimen y de la apertura política.
El asunto Matesa, el mayor fraude financiero en la historia de España, puso al
descubierto los objetivos del Opus Dei y su proyecto de sociedad
empresarial.
"Las ilegalidades de la empresa de Vilá Reyes, miembro del Opus Dei, han
sido cometidas bajo la complicidad o negligencia de los ministros económicos del
Opus: Navarro Rubio, Espinosa Sanmartín, García Moncó y López Bravo. Un buen
puñado de directores generales han secundado la fechoría cometida con el dinero
del Estado, con dinero del pueblo. El sector falangista del gobierno creyó
llegado el momento de cavar la fosa política del Opus y levantó la manta
del asunto. El escándalo no se limitó a sacudir la salud del Opus Dei,
sino la salud del régimen. Ante esta evidencia, la cólera de Franco cayó sobre
Fraga Iribarne y Solís Ruiz... En tres años (de 1969 a 1972) los hechos
importantes de la alta política española han adquirido una gran importancia. Se
desgastan etapas, se rompen remiendos en una rapidez de pleno consumo. Cuando
López Rodó y López Bravo creían bien atadas y desatadas las consecuencias del
affaire Matesa se presentó la crisis en torno a los procesos de Burgos. El
proceso contra los militantes de ETA se convirtió en el proceso contra el
régimen."
Así, el proyecto de sociedad gerencial y liberalización del Opus Dei cayó
a un segundo plano, en tanto el dictador entraba en un proceso de deterioro
biológico y la sucesión obligaba a nuevas políticas. Lo único que sobrevivió,
hasta el gobierno del Partido Popular, quien rescatará el proyecto, es la frase
que hiciese famosa en una cena política un viejo liberal, Padros Arrate, quien
lacónicamente sentenció: "Arramblan con todo".
Hoy, el Partido Popular y el gobierno de José María Aznar vuelven a creer en la
sociedad gerencial, ahora con una dimensión latinoamericana. La fuerza del
Opus Dei en América Latina, gracias al impulso papal, constituye un punto de
apoyo sobre el cual orientar las políticas y las estrategias comunes entre los
distintos gobiernos fundamentalistas y conservadores que hoy gobiernan en
América Latina. Desde España, el Opus Dei concentra todo el protagonismo
gracias al apoyo de Aznar, quien ve con simpatía el proyecto, avalando sus
acciones.
Nuevos miembros del Opus Dei, tecnócratas, economistas y abogados, entre
otros, ejercen influencia y controlan los procesos de tomas de decisiones. Por
primera vez, y sin la rémora de ser identificados como parte de regímenes
dictatoriales, se ven libres para llevar a cabo el viejo proyecto ideado en los
años cincuenta del siglo XX. Un proyecto en el cual la sociedad gerencial podrá
cumplir su sueño: arramblar con todo.