Europa
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Sobre el apoyo de IU al envío de tropas a Haití
Esa izquierda que legitima en el Parlamento español una ocupación militar
Pascual Serrano
Rebelión
El pasado 6 de julio el Parlamento español votó el acuerdo del Consejo de
Ministros para enviar un contingente militar a Haití. Para sorpresa de muchos,
el grupo Izquierda Unida-Izquierda Verde-Iniciativa per Catalunya Verds apoyó
este envío. El diputado Joan Herrera argumentó que la situación era muy distinta
a Afganistán porque se trata de una "situación extrema y de calamidad" y que "en
Haití no tenemos que remover obstáculos de fondo para la reconstrucción social,
civil y política". Expresión esta última que, por más que lo intento, no logro
saber qué significa.
La primera aclaración es que el gobierno presentó la propuesta con razonamientos
plagados de mentiras y engaños. Entre ellos, Rodríguez Zapatero afirmó que se
trata de "una misión de estabilización en Haití que vino a sustituir a la fuerza
multinacional provisional establecida con carácter de urgencia tras la dimisión
del presidente Aristide" y que "cuenta con el pleno respaldo político de la
Comunidad del Caribe".
Como bien afirmó el expresidente Aristide cuando fue derrocado el pasado
febrero, lo que Zapatero denomina "dimisión" consistió en abandonar su
residencia y el país encañonado por marines norteamericanos.
A fines de marzo, se dio a conocer en Santo Domingo los resultados preliminares
de una Comisión de Investigación sobre Haití, instaurada por el antiguo Fiscal
General de EE.UU., Ramsey Clark, que indagaba sobre los acontecimientos de
febrero. La Comisión reveló que los gobiernos de EE.UU. y República Dominicana
habrían participado en el armamento y entrenamiento en ese último país de los
paramilitares haitianos que lideraron las revueltas contra el presidente. La
Comisión encontró que doscientos soldados de las Fuerzas Especiales
estadounidenses llegaron a la República Dominicana para participar en ejercicios
militares en febrero de 2003 con autorización especial del presidente dominicano
Hipólito Mejía. Estas maniobras se realizaron más cerca de la frontera que lo
usual, en una zona desde donde los rebeldes paramilitares, muchos de ellos
implicados en anteriores dictaduras en Haití, estaban practicando ataques
regulares contra instalaciones del Estado. Algunos centros de entrenamiento se
encontraban en -o cerca de- instalaciones militares dominicanas. La Comisión
recibió también varios informes del transporte de armas de la República
Dominicana a Haití, por tierra o mar. Hay que recordar que Haití no disponía de
ejército tras la decisión del propio Aristide cuando reasumió el poder como
presidente constitucional hace diez años, tras tres años de dictadura militar.
Tanto EEUU como Francia justificaron la intervención en las irregularidades
electorales que dieron la victoria al presidente haitiano. Razonamiento bastante
peculiar tras cuatro años de aquellos comicios sin ninguna referencia a su
limpieza o fraude. Más extraño todavía si tenemos en cuenta que las elecciones
estaban previstas para el próximo año y que incluso el presidente haitiano llegó
a ofrecer su adelantamiento a los opositores.
El segundo argumento del presidente español es "el pleno respaldo político de la
Comunidad del Caribe" (Caricom). Tremenda mentira porque el Caricom ya emitió
una declaración formal el 27 de marzo negándose a reconocer al Gobierno interino
de Haití en el cierre de una cumbre que insistió en solicitar a la ONU que
investigue el derrocamiento del presidente Jean Bertrand Aristide. Los líderes
caribeños decidieron entonces no dar el reconocimiento oficial al gobierno
haitiano.
En la madrugada de ese 27 de marzo, los presidentes emitieron una declaración en
la que señalaron que "no debían ser adoptadas acciones para legitimar a las
fuerzas rebeldes". También dijeron que aunque Haití sigue siendo un "socio
bienvenido" en la Caricom, "ha habido una interrupción en el proceso
democrático". Lamentaron también las declaraciones recientes del recién primer
Ministro Gerard Latorutue, quien señaló que los rebeldes eran "luchadores
libertarios". Latortue suspendió la participación de su país en la Comunidad del
Caribe, por su postura ante el traslado de Aristide a un exilio temporal en
Jamaica.
Por ello, los 11 jefes de gobierno que asistieron a la cumbre pidieron a la
Asamblea General de la ONU o al secretario general Kofi Annan que supervisen una
investigación sobre las afirmaciones de Aristide, quien dijo que agentes
estadounidenses armados lo habían obligado a dejar el país el 29 de febrero,
mientras los rebeldes amenazaban con atacar la capital haitiana.
Pero, además, mientras el Parlamento español aprobaba este envío de tropas, un
teletipo de Efe informaba del encuentro de representantes del Caricom y
funcionarios del gobierno interino de Haití en una ronda de conversaciones en
Puerto Príncipe para intentar enderezar las maltrechas relaciones que mantienen.
Se recordaba que todavía hoy el gobierno que encabeza Gérard Latortue y el
presidente interino Boniface Alexandre no ha recibido el reconocimiento oficial
de la organización caribeña.
También continúa vigente la petición del Caricom de una investigación a las
Naciones Unidas y a la Organización de Estados Americanos (OEA) sobre el
derrocamiento de Aristide.
La prueba evidente de la ruptura que Zapatero llama "respaldo político" es que
las propias "autoridades haitianas, y cito a Efe, sostienen que el Caricom sigue
siendo el principal defensor de Aristide, pese a que el actual gobierno ya ha
sido reconocido por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la OEA,
entidades de las cuales forma parte la alianza caribeña". Por ello las
autoridades haitianas han acusado en los últimos meses al Caricom de injerencia
en los asuntos internos del país.
A la condena de la intervención y el no reconocimiento del Caricom también hay
que sumar la posición del gobierno de Venezuela, que considera lo sucedido en
Haití una evidente intervención norteamericana y una amenaza para la soberanía
de los países latinoamericanos.
En cuanto a la postura de los haitianos, las organizaciones miembros de la
Asamblea de Pueblos del Caribe, que incluyen a organizaciones de derechos
humanos, de desarrollo rural, de mujeres, de la iglesia popular, entre otras,
aunque han mantenido duras críticas contra el gobierno de Jean-Bertrand Aristide
participando en la revuelta identifican como prioridad la lucha contra la actual
ocupación militar de su territorio. Condenan las circunstancias en las que
Aristide abandonó el país y la interferencia del Departamento de Estado en la
política interna del país, así como la insurrección armada apoyada por la CIA.
Denuncian que: "Las fuerzas estadounidenses intervinieron en Haití para
desvirtuar y confiscar la victoria del Pueblo Haitiano contra la dictadura de
Aristide".
Participar hoy en la fuerza multinacional que está ocupando Haití supone una vez
más legitimar un intervencionismo militar de Estados Unidos y el derrocamiento
de un presidente que llegó al poder por las urnas. Justificar esa presencia con
argumentos de ayuda humanitaria es el mismo método con el que se participó en
Iraq. Pretender convencernos de que militares y guardias civiles son las vías de
ayuda humanitaria con las que los países ricos deben ayudar a los pobres es un
insulto a la inteligencia.
Por todo ello, es de agradecer la postura del BNG en el Parlamento español,
quien con su oposición al envío de tropas españolas recordó en el hemiciclo que
"no es cierto que el señor Aristide se haya marchado voluntariamente. El señor
Aristide fue secuestrado y ninguna resolución de la ONU puede legitimar un
proceso contrario a lo que fue todo un régimen democrático, por muy corrupto que
fuese. (...) era un Gobierno ilegítimo el que se estaba alzando enfrente de la
legitimidad constitucional y que era un precedente muy poco aceptable la
remoción inconstitucional de personas elegidas para sus cargos".
Es triste que quienes han mantenido durante toda su existencia una posición
coherente de oposición a cualquier intervención militar comiencen ahora a dar
carta de legitimidad a políticas norteamericanas que derrocan gobiernos elegidos
en las urnas. No quisiera pensar que se ha utilizado al pueblo haitiano como
moneda de cambio por quién sabe qué concesión del gobierno, prefiero creer que
se trata de un grave error político que espero que expliquen a quienes seguimos
pensando que no existen intervenciones humanitarias para después de las
intervenciones paramilitares promovidas por Estados Unidos.
Tampoco puede eximir a Izquierda Unida el desconocimiento de los sucesos que
rodearon el derrocamiento del presidente constitucional de Haití, entre otras
razones porque quien escribe este texto es considerado por la organización
asesor para asuntos de América Latina.
Izquierda Unida sabrá si quieren tener como socios a los ciudadanos que estamos
en contra de las ocupaciones militares o a quienes desean su voto en el
Parlamento para legitimar intervenciones.