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Europa

 

Aniversario Desembarco de Normandía
Día D, hora H

Ignacio Ramonet
La Voz de Galicia

El domingo próximo, 6 de junio, se cumplen sesenta años del desembarco de las fuerzas aliadas en Normandía, en 1944, que marcaba el comienzo de la ofensiva final contra el Tercer Reich y la liberación de Europa. Las fuerzas alemanas estaban ya en retirada en el frente del Este, embestidas por el ejército rojo de la Unión Soviética desde la caída de Stalingrado en febrero de 1943. También retrocedían en Italia, junto con sus amigos fascistas, donde los aliados habían desembarcado en Sicilia y en Salerno, y ganado, en marzo de 1944, las batallas decisivas de Monte Cassino y de Anzio que significan la derrota de Mussolini y la caida de su régimen. Roma es liberada por las fuerzas estadounidenses y británicas el 4 de junio de 1944.

En Roma estaba yo la semana pasada y pude comprobar que es una ciudad en estado de sitio. Con controles de identidad permanentes y fuerzas de seguridad en alerta por todas partes. Y es que, para celebrar el sesenta aniversario de su liberación, acude en persona George W. Bush, que de paso le agradecerá a Silvio Berlusconi su apoyo en la expedición de Irak. Entre los romanos se siente nerviosismo y auténtico temor a un atentado de Al Qaida semejante al que castigó con crueldad Madrid el pasado 11 de marzo. «Sería una manera de alcanzar tres objetivos a la vez -me dice un amigo periodista del semanario Internazionale -, el propio presidente de Estados Unidos, su aliado y lacayo Berlusconi, y golpear a la vez la capital de la Cristiandad».

En Francia existe en este momento ese mismo temor. Porque, después de Roma, George W. Bush acudirá el 6 de junio, junto con el primer ministro británico Tony Blair, a las playas de Normandía -cuyos nombres de código eran Utah, Omaha, Gold, Juno y Sword- para recordar el desembarco. En total, junto con el presidente francés Jacques Chirac estarán presentes unos 17 jefes de Estado y de gobierno. Por primera vez, el canciller Gerhard Schröder ha sido invitado a las ceremonias; hasta ahora sólo convocaban a los vencedores y nunca al vencido alemán.

Para vigilar y proteger a tanta personalidad, se ha movilizado de nuevo en esta región, sesenta años después, a un verdadero ejército: 9.000 militares y más de 10.000 gendarmes. Poca cosa cuando se compara con los 153.000 hombres que aquel Día D, bajo el mando del general Eisenhower, cruzaron la Mancha y se lanzaron al asalto de las playas normandas protegidas por el Muro del Atlántico. Entre ellos estaba el mítico fotorreportero Robert Capa, que desembarcó en las mismas condiciones de peligro que los demás soldados (y que Steven Spielberg ha reconstruido con maestría en los quince primeros minutos de Salvar al soldado Ryan ) y nos dejó unos inolvidables clichés de aquella heroica gesta.

Nadie en Europa debe olvidar el generoso sacrificio de decenas de miles de jóvenes soldados norteamericanos (y británicos, canadienses, australianos, neozelandeses, y franceses libres, y españoles republicanos) que dieron su vida para liberar a Europa del nazismo y del fascismo. Nuestro agradecimiento nunca será suficiente. Pero es lamentable que sea el presidente George W. Bush quien venga a recoger, en nombre de aquellos héroes inolvidables, el homenaje de los europeos. No se lo merece. Un presidente que ha pisoteado en Irak los valores democráticos de su país, que ha llamado «liberación» a una brutal invasión para apoderarse del petróleo, y cuyas fuerzas han aplicado la tortura, no representa con dignidad a los jóvenes muertos en las playas normandas que dieron su vida por la democracia y el respeto de los derechos humanos. No se merece nuestra agradecimiento. Sólo nuestra repulsa.