Globalización económica y exclusión. ¿Adolescentes peligrosos
o adolescentes en peligro?
CAES
La Haine
El Estado social no introduce el objetivo de la eliminación de la pobreza, sino
del socorro y la protección de los pobres. No combate las causas de la
desigualdad social y económica de los individuos, sino alguno de los efectos de
dicha desigualdad. 1 Moneda única y exclusión
La Europa del euro, basada en el poder del dinero, es una turbina de creación de
riqueza, pero también de exclusión. Sin embargo, la degradación de las
condiciones de vida de millones de personas parece tan inevitable como el hecho
de que la primavera suceda al invierno. La precariedad de la mayoría no aparece
como producida por un hecho político, sino por un hecho natural, el mercado. La
inestabilidad de la gente parece no tener ningún responsable, porque su origen
está más allá de la política.
La Economía como ciencia se configura como un conjunto técnico cuyo manejo queda
en manos de los expertos. De esta manera, la discusión acerca de los fines de la
economía y, por tanto, de sus consecuencias, está resuelta de antemano. El
manejo de este complejo técnico instrumental, en manos de los economistas,
ratifica los intereses del capital y degrada, en aras de esos intereses, las
condiciones de existencia de una gran parte de la sociedad.
Este funcionamiento, que es un hecho político, se presenta como derivado de una
inevitable naturaleza de las cosas. Desde esa apariencia, el orden de relaciones
sociales queda sustraído de la discusión y la crítica. Aunque la precariedad y
la pobreza tienen su origen en el mercado, paradójicamente, éste aparece como el
único sistema en que las personas pueden vivir en paz, porque la economía
prescribe que los individuos no son sociables más que a través del comercio.
Cualquiera que cuestione hoy la economía de mercado, en base a sus consecuencias
de pobreza y marginación, está planteando el problema del poder y por lo tanto,
está sentando las bases para la confrontación civil. El mensaje explícito del
poder es que, o continuamos obedeciendo y aceptamos la precariedad como
inevitable, o nos atenemos a las consecuencias.
Lo público se divide en dos campos. Uno, el de la administración de la economía
que, como un hecho técnico corresponde, en la Europa del Euro, al Banco Central
Europeo que fija los tipos de interés sin ninguna interferencia de las
instituciones políticas. Otro, el de la mecánica parlamentaria y la acción
gubernamental que elabora las leyes y las aplica, respectivamente, sobre un
orden de relaciones sociales previamente determinado por la economía. Esta
aparente despolitización de la economía, implica la imposición autoritaria de
los intereses de unos sobre otros. Mientras, el Parlamento, mantiene la ficción
de ser la representación de los intereses generales. La Constitución Europea
consagra esta estructura dual. Respetando la lógica económica es imposible una
acción política que reduzca este déficit democrático.
El mercado mundial no solo favorece a la burguesía, sino a todos los individuos
que se mueven persiguiendo sus deseos y que tienen dinero para satisfacer dichos
deseos en el mercado. Millones de asalariados han aprendido a someter sus deseos
a la disciplina de la producción capitalista, pero, al mismo tiempo, han
aprendido también a no poner límites a sus deseos en la esfera del consumismo
capitalista. Desde dentro de esta lógica solo se puede ser como productor o
consumidor de mercancías. Sin salir de dicha lógica, el proletariado solo puede
crear la tumba del propio proletariado como fuerza transformadora, no la tumba
del capitalismo.
El poder es algo funcional para dominantes y dominados. El mercado no solo
beneficia a la burguesía sino al sector de la población que tiene rentas para
acceder libremente a dicho mercado. Para los marginados y los pobres, que no
tienen acceso al mercado, esta situación no se vive como una exclusión desde la
que pedir cuentas a la lógica económica, sino como una anomalía que debe ser
resuelta mediante la inclusión individual en dicho mercado. De esta manera
todos, incluidos y excluidos, estamos dentro de la lógica de la economía. Este
sistema de reproducción de la desigualdad a través del mercado y del estado, se
basa en "la voluntad", individualista y competitiva, compartida por los de
arriba y los de abajo. Hoy, dicho sistema recibe el nombre de democracia.
2 Por un conocimiento intencional y con consecuencias.
EL CONOCIMIENTO COMO RELACIÓN
El conocimiento verdadero de la exclusión, implica la clarificación de sus
causas estructurales, históricas y sociales. Esta mirada nos hace percibir la
precariedad, no sólo como carencia, sino también como fuerza negadora del orden
de relaciones sociales que la genera. Intentar remediar las urgencias de la
exclusión sin identificar sus causas profundas, no perceptibles desde una mirada
superficial, constituye, en última instancia, una forma de retroalimentar, más
allá de los buenos deseos, la lógica excluyente.
Conocer las jóvenes vidas rotas por la droga, la exclusión y la cárcel no es
acumular datos neutrales. Al explicar estas vidas desde las dimensiones
descritas anteriormente, el sujeto que conoce debe considerarse en el mismo
orden de realidad que el objeto conocido. La condición social del individuo
excluido está relacionada con la condición social del individuo que conoce o
socorre, porque ambos son partes de un todo social que genera desigualdad. El
uno no puede explicarse sin el otro y sin el orden social que comparten. El
conocimiento es una relación, una convergencia entre el sujeto, que conoce y el
objeto, en este caso otro sujeto, a conocer. No hay sujeto sin relación. El
sujeto se constituye y modifica en el acto de conocer que, a su vez, modifica al
objeto conocido.
Si toda la compasión y la socioburocracia se comprometieran a la expresión
política de la gente excluida el panorama sería diferente. Sus acciones y sus
omisiones, es decir, el tipo de relación que el sujeto incluido establece con el
sujeto excluido - convertido en objeto de estudio, socorro o control social -
fuera diferente, cambiaría el rol de cada uno y la totalidad de las relaciones
sociales.
La noción de "relación" debe tomarse en su sentido pleno. Se trata de una
interrelación, es decir, no solo de la forma en que un sujeto constituye su
objeto, sino también de la forma en que éste modela al sujeto mismo. Hay que
hablar de relación "de objeto" y no de relación "con el objeto". Hablar de
relación con el objeto, implica que los objetos existen al margen de la relación
del sujeto con ellos y, simétricamente, que el sujeto y el objeto ya están
totalmente construidos antes de dicha relación.
LO PARTICULAR Y LO GENERAL.
La familia, la escuela, la empresa, el círculo social o la institución donde se
socializa una persona, no contienen dentro de sí todas las condiciones de su
reproducción, no son sistemas cerrados. ¿Cómo entender un conflicto individual
sin insertarlo en la red de relaciones, valores y lógicas dominantes en la
sociedad?
La aparente "naturalidad" de los hechos cotidianos se complementa con la
aparente "lejanía" de las fuerzas materiales y culturales de la sociedad. Sin
embargo, la envolvente social determina, en alto grado, el acontecer de la vida
cotidiana. A su vez, la totalidad social es sólo la agregación de millones de
biografías y dinámicas particulares.
LO PRESENTE Y SU GENEALOGIA
Tras la primera naturaleza de las cosas, que es la que se nos muestra tal cual
es, se oculta una segunda naturaleza no menos real que la primera. Esta segunda
naturaleza consiste en el proceso histórico y social por el que una situación, o
la vida de una persona, es como es y no de otra manera. Sin conocer las fuerzas,
las acciones y omisiones, los aciertos y errores que explican la génesis de lo
real, no podemos explicarlo adecuadamente. Por eso, se nos aparece como algo
"natural" y por lo tanto, inmodificable.
LO INDIVIDUAL Y LO RELACIONAL
Sin mirar la estructura de relaciones sociales, en la que se constituye un
sujeto, difícilmente podremos entender su comportamiento. Las características
orgánicas y genéticas de un individuo, sólo juegan un papel dentro de la trama
relacional que le constituye como persona. Estas determinaciones operan como
necesidad, como límite o tendencia, pero inscritas en un devenir abierto,
imprevisible, que es el reino de la libertad, del hecho social en el que se
despliega dicho individuo.
Los individuos no preexisten a su relación recíproca. Más bien, los individuos
como extremos de una relación, se copertenecen. No podrían ser sin el otro, sin
los otros. La relación entre los seres humanos no es algo externo a su
naturaleza, sino algo interno y esencial. Cada uno de los extremos de la
relación, cada individuo, tiene su verdad en el otro, en los otros. (Karl Marx)
LA FALACIA DEL INDIVIDUALISMO.
El individualismo metodológico trata de explicar lo social como agregado de lo
individual. Sin embargo, lo individual, lo humano, sólo lo es por su naturaleza
social. El individuo no sólo es condición, sino también consecuencia de lo
social. Somos humanos porque somos animales racionales y debemos nuestra razón
al lenguaje, que es una adquisición social. La dimensión social es un predicado
fundido a la naturaleza del ser humano. (Aristóteles)
UN MUNDO INSEGURO Y PARADÓJICO
La inestabilidad y el miedo están presentes en la vida cotidiana de la mayoría
de la gente. A diario sentimos horror ante el espectáculo de la miseria y el
sufrimiento, Pero su persistencia les otorga el carácter de normales. Y esta
normalidad les hace aparecer como inevitables. (Andrés Bilbao)
Aparentemente, estos fenómenos dolorosos no tienen su causa en la injusticia y
en la coerción. La responsabilidad de la exclusión social, no hay que buscarla
en el poder, sino en el Mercado. Pero los beneficiarios del Mercado desaparecen
tras un orden impersonal cuyas leyes parecen ser ajenas a la voluntad humana y a
la política.
¿Quién tiene la culpa de que haya tanta precariedad? : NADIE. ¿A quién
responsabilizar de la vivienda inaccesible y de la degradación de los empleos? :
a NADIE. ¿Quién debe rendir cuentas de la pobreza y el hambre en el mundo? :
NADIE. ¿Quién responde de los 1.500 muertos y 4.500 lisiados, en accidentes de
trabajo en España producto de la violencia de las relaciones laborales
presididas por la competitividad?: NADIE.
Los problemas que padecemos aquí, parecen tener su origen en el más allá. Por
eso, no hay nadie que pueda enfrentarse con ese NADIE, ni pedirle cuentas. Ante
la desigualdad y la degradación material y moral de las condiciones de vida,
solo cabe cumplir las leyes del Mercado. Es decir, seguir persiguiendo cada uno
sus intereses, desentendiéndose de las consecuencias. Nos queda el consuelo de
los sentimientos y de la compasión, como base de una moral sin consecuencias
políticas. A partir de estas concepciones, el autismo individual o
microcomunitario es la única respuesta ante el avance de la deshumanización.
Lo humano es un atributo de lo social. Sin la actividad de tejer el vínculo
social (no solo producir y consumir), lo humano se degrada y tiende a
extinguirse. Para salvar la dimensión humana es necesario refundar la vida
social, es decir, la política. Crear lugares sociales desde donde pensar los
problemas y decidir actuaciones para superarlos. Impedir el despliegue
totalitario de la lógica económica en la realidad social, que es local y
participar en nuevas formas de sociabilidad desde la organización de la fuerza
social local que, simultáneamente, mira a lo general y se organiza en una fuerza
global. En este proceso, identificar a NADIE es prioritario.
¿Quién es NADIE? NADIE es el Banco que advierte del Déficit del Estado si se
siguen pagando pensiones a los jubilados y a los parados. Mientras tanto,
produce dicho déficit organizando la evasión fiscal de los ricos y realizando
sus inversiones en otros países si le reportan más beneficios. Pero NADIE, somos
también quienes abrimos una cuenta corriente más ventajosa porque ese Banquero
ha disminuido las sucursales,... enviando al paro a sus empleados.
NADIE son los Gobiernos, partidos, sindicatos y medios de adoctrinamiento de
masas que repiten la consigna: "solo participando en la Europa del Euro y
garantizando el beneficio empresarial, habrá bienestar para todos", a pesar de
que la precariedad masiva demuestra lo contrario. Pero NADIE somos también
quienes sostenemos y votamos, una vez tras otra, a dichos aparatos del poder.
NADIE es el complejo económico-político-mediático que impone la Moneda Unica y
la Constitución Europea, aunque ambas tengan como condición la inestabilidad y
la pérdida de garantías sociales para la mayoría. Pero NADIE somos quienes, ante
las propuestas irracionales del poder, dejamos de pensar porque es peligroso.
Quienes nos comportamos como personas "decentes", que obedecen ciegamente las
órdenes. Quienes confundimos la libertad con la ignorancia voluntaria de las
fuerzas que nos dominan.
NADIE es el Mercado, el interés privado. Pero los beneficiarios de NADIE no sólo
son la burguesía, los políticos y los plumíferos que garantizan la continuidad
de este orden. También son beneficiarios todos aquellos individuos que persiguen
su interés individual y se desentienden de las consecuencias de su
comportamiento. La ausencia de lucha social, convierte también en NADIE a los
excluidos, los que, aunque no tienen recursos ni para satisfacer sus necesidades
fundamentales, aspiran a la opulencia, en lugar de enfrentarse con el orden
opulento que les excluye. Es decir, NADIE somos casi todos.
NADIE Y EL CORO UNICO
Sorprendentemente, la precariedad y la exclusión no producen rebeldía sino
sumisión ¿Cómo se explica que millones de personas acepten resignadamente una
vida de inseguridad y privaciones como un destino trágico? La respuesta está en
la invisibilidad política de su condición, en el ocultamiento de las relaciones
de violencia social que la producen y en el vacío de un discurso crítico que se
enfrente a las falacias de la Europa del Capital.
La ausencia de voces que denuncien esta lógica y de movimientos populares que la
impidan, permite el despliegue de una forma de racionalidad global, EL CORO
UNICO, compartida por la derecha y la izquierda capitalista. La izquierda y la
derecha consideran a la exclusión no como una potencia para enfrentarse con el
orden injusto y avanzar en la constitución de un mundo más humano, sino como una
carencia y como un peligro para la democracia. Desde esta visión, solo cabe
apoyar el aumento de personal armado que defienda dicha democracia de mercado y
nos defienda a nosotros de la inseguridad ciudadana. Es decir, más policía para
protegernos de los excluidos, que son nuestros hijos, nuestros vecinos, nosotros
mismos.
La izquierda progresista no aspira a organizar a los excluidos y los precarios
contra la pobreza, el trabajo humillante y el consumismo capitalista. Lo que
quiere es incluirnos a todos, como sea, en la producción de Capital. Para eso es
necesario el diálogo social. Múltiples aparatos políticos y sindicales que
articulen la democracia de mercado y aseguren la obediencia necesaria para el
desmontaje de la protección social, de las leyes laborales y de las libertades
democráticas para los de abajo. Ya que con la Moneda Unica no es posible el
Estado de Bienestar para todos, los progres y los radicales reconvertidos
intentan, al menos, conseguir el Bienestar del Estado para ellos mismos.
La aceptación del Mercado y del beneficio privado como fundamento del orden
social, reduce las diferencias entre izquierda y derecha a la lucha por quien
lleva el timón de la nave y a adjetivos para las campañas electorales. Esta
unificación de lo político, segrega un Coro Unico que constituye el núcleo del
régimen de la Globalización. Los simulacros de la vida parlamentaria,
debidamente amplificados por los altavoces del poder, dan la sensación de
enormes batallas, donde solo hay una tormenta en un vaso de agua.
La exclusión, sin expresión política, sin izquierda real, pierde su capacidad
para interrogar al orden político sobre su legitimidad y se convierte en un
conjunto desarticulado de individuos que pugnan entre sí por incluirse
definitivamente en NADIE. A partir de aquí no hay dimensión social ni fines
racionales en la vida de las personas. Solo la NADA subjetivizada bajo la forma
de "madurez democrática" y "responsabilidad ciudadana". Un tiempo muerto, un
eterno presente sin más deseos que los que se satisfacen en el Mercado.
Hoy están en ascenso otras formas de progresía que articula los buenos
sentimientos y la mala conciencia de las clases medias. Por un lado los
contingentes del Tercer Sector y los movimientos confesionales. Su mayor virtud
consiste en su presencia real en los territorios del sufrimiento y la exclusión.
Esto les diferencia de la izquierda, de toda la izquierda, hiperpolítica y
dogmática. Sin embargo, su aparente despolitización y su dependencia (del Estado
en el caso de las ONG's y de la Iglesia en el caso de los movimientos
confesionales), introduce limitaciones claras en su acción y dudas sobre las
verdaderas consecuencias de su trabajo, a menudo ejemplar en una primera
aproximación. Por otro lado, sectores juveniles ayer radicales que, a través de
"la crítica artista" y la lírica postmaterialista, creen haber descubierto un
atajo diagonal para la organización popular. Unos por acción y otros por
omisión, han contribuido a pervertir la fuerza constituyente del Movimiento
Antiglobalización, ocupando espacios culturales, turismo altermundialización y
puestos de trabajo en la socioburocracia vecinal, debidamente pastoreados por
las distintas agencias de la socialdemocracia.
LA LUCHA CONTRA NADIE. EL MOVIMIENTO CONTRA LA EUROPA DEL CAPITAL, LA
GLOBALIZACIÓN Y LA GUERRA
Aunque la NADA avanza incontenible, siempre queda un resto. La compasión, la
solidaridad y la voluntad de resistencia pura y dura son parte esencial de ese
resto. Partiendo de aquí, lo que ha sido tapado, preterido, puede volverse en
contra de la violencia anónima que lo excluye.
Salir de la NADA es tomar conciencia de lo que se es y por qué se es. Abandonar
el tiempo vacío del Mercado, donde todo es técnicamente calculable, para entrar
en el tiempo activo de la innovación, la resistencia y la vida en común. Esto
solo es posible dejando de ser objeto, sustancia individual e inerte en manos de
la lógica económica y constituyéndose en sujeto colectivo, que se funda sólo en
la lucha contra lo que le subyuga. Pero no en la lucha de frases, sino en la
lucha de clases, en la lucha popular capaz de pararle los pies al enemigo aquí y
ahora.
El sujeto que subvierta la lógica del Capital no es aquel cuyo advenimiento
debamos esperar, sino aquel que seamos capaces de construir. Este proceso no
está en los libros, ni en las escrituras sagradas, ni en los manuales de la
escolástica marxista, sino en la voluntad, la inteligencia y el valor de ese
resto que resiste, que no ha sido totalmente subsumido por el Mercado y sus
aparatos de poder, entre los que cabe destacar el bloque socialdemócrata.
Un terreno de actuación prioritaria es el de los sectores sociales donde las
promesas del régimen se quiebran. Si no se organiza la expresión de ese
conflicto potencial, lo organizará NADIE. Ya lo está organizando. Fútbol,
Racismo, Grandes Superficies, Televisión, la "marcha" enajenante del fin de
semana, la lucha contra el enemigo principal señalado por el CORO UNICO. Todo
ello es la NADA que ocupa el vacío del pensamiento racional, de la comunicación
humana y de la organización consciente de la vida en común.
En países del Centro, como el Estado Español, una enorme clase media que engloba
a los sectores asalariados estables, es beneficiaria del Mercado. Millones de
personas participan, más o menos, de la fiesta de la Globalización. Disfrutan de
la libertad democrática de elegir entre muchos modelos de automóvil. Pueden
comprar bonitas y baratas zapatillas deportivas, hechas por niños esclavos en
empresas de Asia donde, por cierto, se producen los beneficios de Fondos de
Inversión que tan generosos dividendos han proporcionado a sus ahorros.
Esta es la clase media que sigue las consignas del poder. Vota una y otra vez a
políticos tramposos, muchos de ellos involucrados en procesos criminales y a
burócratas sindicales cuyas razones de juventud han sido sustituidas por las
raciones de poltronas, dietas y privilegios. Vive ciegamente una vida ordenada
por la producción y el consumo de mercancías, el descompromiso político y el
relativismo moral. Una vida "decente", esclavizada por la dependencia de
hipotecas, embrutecida por dosis masivas de televisión degradante, movilizada
furiosamente por la inseminación artificial de deseos irracionales.
Estas clases medias, mayoritariamente trabajadoras, han sido educadas por la
izquierda en la veneración del mismo Progreso que les excluye o amenaza, del
consumismo que explota a los países empobrecidos, envenenando el aire, la tierra
y el agua y del Estado como lugar exclusivo para la acción política y el cambio
social.
Viven con angustia el hecho de que sus hijos no tengan vivienda ni trabajo
estable. Pero con sus ingresos, o una indemnización por el despido, o la
jubilación anticipada, pueden sostener económicamente la familia y hacen como si
no pasara nada. Esperan, con la esperanza pasiva del tiempo muerto, tiempos
mejores. Pero el tiempo no está muerto, sino ordenado por la lógica del Capital,
que construye cada día un mundo peor.
La respuesta de estas clases medias que sostienen el régimen de la
globalización, consiste en el consentimiento político, las actitudes
conservadoras ante el aumento del desorden social y el refugio en la realidad
virtual.
Esta situación hace inviable, política y electoralmente, cualquier propuesta que
se salga del Coro Único, integrado por la derecha y la izquierda capitalista.
Convierte en marginal cualquier crítica verdadera a lo que sucede y aumenta la
frustración de los miles de militantes de las organizaciones de izquierda que
aún forcejean, cada vez más perplejos y desmoralizados intentando al margen y en
contra de sus propias organizaciones poner algo por delante a la trituradora
mercantil.
Para salir de la metástasis de la NADA es imprescindible la emergencia de lo
tapado, de lo excluido. Hay que desenmascarar a NADIE, parte del cual está
también dentro de nosotros. Pero eso solo puede hacerse desde dentro de las
dinámicas de resistencia real, local contra los efectos de la lógica del Mercado
Global. Desde la lucha por las necesidades sociales insatisfechas, una de las
cuales es la Libertad. Desde la autodeterminación de los pueblos, l@s
trabajadores y las mujeres. Desde la confrontación local que, simultáneamente se
ve a sí misma como una parte de la necesaria confrontación global.
En ese movimiento real, aparecerá el encuentro del pensamiento con el
sufrimiento y la parte de NADIE que se reconcilia con lo humano. Ese proceso de
lucha y de vida, también obligará a salir de la niebla a los verdaderos enemigos
de la democracia, que solo saben de números, de beneficio, de interés, de
economía, de maniobras por las alturas y de resultados electorales.
Solo organizando una fuerza social que se confronte en la práctica y en la
teoría con el Coro Unico, podremos pensar alternativas reales, políticas y
organizativas y no literatura para procesos electorales o campañas y estructuras
burocrático-asamblearias para militantes en apuros y generales sin tropa. Una
condición necesaria para la reconstrucción de la izquierda anticapitalista es la
Autonomía de dicha izquierda respecto al Coro Unico. La Autonomía hoy, exige
conocer y combatir los procesos y los actores que han propiciado el control de
la izquierda capitalista sobre los movimientos sociales, en particular sobre el
Movimiento Antiglobalización, que se despliega en 20 meses entre Septiembre de
2001 y Abril de 2003.
Trabajar por volver a levantar ese movimiento anticapitalista, es prioritario
para la supervivencia de la vida en común, frente a la NADA y la tecnoburocracia
del MERCADO y también para reconstruir la izquierda anticapitalista, frente a la
izquierda virtual, inventora del "movimiento por otra globalización".
Para quitarle la máscara a NADIE hay que hacer luz aunque ardan algunos muebles,
nos aíslen hasta que rocemos la locura y nos lluevan los golpes. Expresar y
organizar el conflicto potencial, exige unir todo lo que pueda ser unido, aunque
sin perder la autonomía de la izquierda anticapitalista cuya construcción como
bloque es la tarea principal en esta etapa. Sumar compasión, ideas, prácticas,
intereses, sentimientos, razones. No conocemos el camino futuro pero es
imprescindible conocer los errores y las traiciones del pasado.
Frente a la DECENCIA de perseguir el propio interés y ocuparse cada uno de lo
suyo, hay que defender la VIRTUD de oponerse al orden burocrático programado por
NADIE, que aparece como un destino inapelable. Denunciar la expropiación de la
realidad por NADIE y reapropiarla con la actividad colectiva. Salir del tiempo
vacío del Mercado y sobredeterminar el tiempo con nuestra acción política y
social antagonista. Convertir las paradojas para consumo de intelectuales en
contradicciones sociales que cincelen la vida cotidiana.
LA UTILIDAD ECONÓMICA Y POLÍTICA DE LA EXCLUSIÓN
La exclusión es un factor inherente a la sociedad mercantil. Bernard de
Mandeville en "La fábula de las abejas" describió, en 1723, la utilidad
económica de los pobres recluidos en las "Escuelas de Caridad". Marx, en 1867,
analizó la funcionalidad del paro -ejército industrial de reserva- para mantener
bajos los salarios y disciplinar a los trabajadores y trabajadoras. Keynes, en
1919, cuestionó, por primera vez desde la doctrina literal, la utilidad
económica de la exclusión social porque, tras la Guerra Mundial, la Unión
Soviética introdujo un factor de inestabilidad política en el trabajo
asalariado. El grupo excluido, la clase obrera, podría dejar de ser un objeto y
confrontarse con el orden excluyente de la economía de mercado, constituyéndose
como sujeto revolucionario.
Hoy, los teóricos de la Moneda Única Europea nos siguen hablando de flexibilidad
del mercado de trabajo, empleabilidad y "tasa natural de paro", conceptos
compartidos por Mandeville hace 280 años.
Con el desmantelamiento del estado de bienestar europeo, regresa el paradigma
liberal pero, esta vez, bajo la forma de las escuelas neoclásicas y
marginalistas que basan la creación de valor no en el trabajo, sino en la
escasez. Se rompe con ello la conexión ilusoria que la economía liberal clásica
estableció entre la persecución del interés individual y el bienestar colectivo.
Ahora, la economía regida por la creación de plusvalor en un marco mundial y
basada en la competitividad, se impone sobre los derechos humanos, los derechos
sociales y políticos, la soberanía de las naciones y las instituciones
democráticas, la subjetividad de las personas y los límites de la naturaleza.
La riqueza aumenta tanto como la pobreza. Un veinte por ciento instalado de la
humanidad vive en la opulencia, mientras que el cincuenta por ciento dispone de
menos de dos dólares diarios de renta per cápita. En el mundo antiguo no hacía
falta demasiado trabajo no pagado para sostener los lujos de la élite social.
Hoy, el progreso, entendido como una inmensa capacidad de consumo, requiere la
expropiación de la vida de tod@s, la exclusión de la mayoría y la explotación de
enormes masas de trabajo para sostener las pautas de vida de mil millones de
personas. Es necesario un gran volumen de gente pobre, obligada a vender su
fuerza de trabajo en condiciones inhumanas, para sostener el nivel de vida
desproporcionado y criminal de la gente instalada. La precariedad, el paro y la
exclusión no tienen solución en la economía global, porque son su condición.
La frase neoliberal: "El problema de la crisis es que los pobres tienen
demasiado dinero y los ricos demasiado poco dinero" expresa la política que, en
nombre de la democracia, elimina todos los obstáculos que impiden que la fuerza
de trabajo, es decir, las personas, nos comportemos como mercancías,
adaptándonos a las leyes del mercado de trabajo. Los subsidios y las
prestaciones sociales, las leyes laborales y sindicales, traumatizan e inhiben a
los inversores y son los verdaderos causantes del paro.
La persecución del interés privado, la confusión entre bienestar y consumo
ilimitado, es una lógica compartida por los de arriba y los de abajo. Esto
explica que la exclusión carezca de fuerza revolucionaria. El excluido sólo
busca integrarse en la lógica excluyente. Se mueve por su interés, no por su
razón. Sigue esta lógica sin preocuparse de las consecuencias sociales de la
misma, de los otros excluidos, ni de la valoración del orden social en el que
busca incluirse.
Esta propuesta social que impregna la subjetividad de las personas es, además,
irracional. Lo que es bueno para los ricos (ambición, riesgo, derroche), porque
con ello crean riqueza, no es bueno para los pobres, que deben ser virtuosos,
trabajando leal y duramente para su empresario si quieren participar de la
fiesta. O bien conformándose con una vida de privaciones e inestabilidad. Los
vicios de los ricos son buenos para el desarrollo de la economía. Vivir a costa
del trabajo de otros, constituirse como consumidores compulsivos del plustrabajo
de los demás, es un modelo social. Sin embargo, estos vicios no pueden
practicarlos los pobres porque, si lo hacen, son unos vagos que quieren vivir
por encima de sus posibilidades a costa de su empresa o del erario público,
arruinando con ello a la sociedad.
La economía capitalista global no consigue su legitimidad resolviendo la pobreza
y la exclusión masivas ni haciendo propuestas inteligibles. Al fundamentar su
legitimidad en presupuestos que no puede garantizar, dicha legitimidad no se
apoya en propuestas racionales sino en ideas abstractas e incomprensibles. Esta
estructura de valores, instala a los sujetos en un mundo sin sentido en el que
las consecuencias de las acciones no son la base de la calificación política y
moral de dichas acciones. Esta es la base del fascismo dulce que avanza entre
nosotr@s, ahora, desde dentro de la "democracia global de mercado". La evolución
de "la izquierda" en Europa y el ascenso del fascismo son dos aspectos de la
misma realidad.
El neoliberalismo critica la intervención social del Estado en el ciclo
económico como burocrática. Pero la verdadera burocracia es el mercado. La
lógica social basada en la persecución del interés privado, es una lógica
burocrática que todos siguen, independientemente de sus resultados. Esto
convierte a las víctimas en cómplices. El imaginario social, como conjunto de
normas y valores sobre los que se sustenta el sistema de significados y de
sentidos organizadores de la sociedad, es la forma en la que el deseo se anuda
al poder (Ana Mª Fernández). La producción de subjetividad, funcional a la
lógica del poder, compartida por beneficiarios y perjudicados, es una condición
para el desarrollo ininterrumpido de la economía global. Simétricamente, la
producción de una subjetividad antagonista es condición necesaria para la lucha
contra la desigualdad, la exclusión y la burocracia del mercado.
EXCLUSIÓN. CÁRCEL Y SOCIEDAD.
La cárcel constituye el último eslabón de un orden social inhumano. El mismo
sistema que, en el Estado Español, mantiene en la precariedad a ocho de cada
diez jóvenes trabajadores/as, les incita a consumir como única forma de
pertenecer a la sociedad. Esta política perpetrada desde el poder y consentida
por todos, es la mayor fábrica de criminalidad conocida.
Con el aumento de la Globalización Económica y la precariedad, han crecido las
cárceles y sus habitantes. En 1980 había en España 16.000 personas presas, en
2000 más de 50.000, hoy cuatro años después, 56.000. Nada comparado con el
modelo de sociedad al que se dirigen España y los países del euro. En EEUU, con
una población de 290 millones de personas, la población reclusa es de más de 2
millones. Una tasa 7 veces superior a la de España en la actualidad. La
precariedad y la incitación al consumismo crean las condiciones para que muchos
no tengan más opción racional que delinquir. Luego, la sociedad trata a las
víctimas de esta dinámica agresiva, una vez convertidas en agresoras, como si
fueran verdugos. La sociedad deshumanizada y aterrorizada les traslada todos sus
miedos, les vacía de humanidad, les trata como animales. A partir de aquí, es
fácil demostrar que los delincuentes reaccionan como animales y así redoblar la
violencia sobre ellos, que es la proyección en un objeto exterior de la
violencia que cada uno ejercemos contra la parte social y cooperativa que hay
dentro de nosotros mismos.
LA VERDAD DEL SEÑOR ES SU SIERVO. La verdad de nuestras sociedades opulentas
está en el interior de las prisiones. La cárcel no es una institución de
prevención de actividades asociales de restauración del daño causado por la
persona que delinque y de reinserción en la sociedad de dichas personas, sino el
resumen de unas relaciones basadas en la persecución del interés individual. Una
pieza más del sistema de control que, desde la cuna a la tumba, ejerce el poder
sobre los pobres.
En el interior de las fortalezas donde se hacinan los prisioneros de la Economía
de Mercado, se ejerce la violencia impune sobre las mentes y los cuerpos de las
personas encarceladas. Los traslados infrahumanos, la inactividad, el miedo, las
autolesiones y el suicidio como exponentes de la desesperación. La droga como
factor de sometimiento y destrucción de los individuos. La violación sistemática
y estructural de los derechos humanos. La fría violencia de la maquinaria
administrativa sobre seres indefensos. (Julián Carlos Ríos y Pedro José
Cabrera). Este es el mapa del interior de esos depósitos de desheredados.
La cárcel es la impotencia para disponer del tiempo y construir la propia vida
con libertad. La imposibilidad de traducir el tiempo en un proceso ético de
seguridad y alegría junto a los otros (Toni Negri). En este sentido, la cárcel
no sólo está a un lado de los barrotes. Podemos hablar de una cárcel de baja y
una cárcel de alta intensidad. En esta última se condensa todo el horror de un
mundo de individuos aislados que luchan entre sí. En la primera habitamos todos.
De la exclusión de la cárcel no se sale mediante la inclusión en un orden social
que sólo te admite si eres productor y consumidor de mercancías. Así, solamente
se pasa de la cárcel intensa a la cárcel extensa y siempre con la seguridad de
que otro ocupará tu lugar tras los muros.
La exclusión no es una anomalía propia de individuos incapaces o malvados. La
exclusión el es síntoma de un orden social basado en la competitividad en la
guerra de todos contra todos. Para que la exclusión tenga capacidad de
interrogar al sistema acerca de su irracionalidad y su violencia, debe
politizarse, es decir, explicarse a sí misma las causas estructurales, políticas
y sociales de su condición. La exclusión como sufrimiento debe reconciliarse con
el pensamiento y reunir todos los elementos productivos para cambiar la
sociedad. La compasión por los presos y marginados no debe coexistir
pacíficamente con el orden social que produce marginación ininterrumpidamente.
ADOLESCENTES EN PELIGRO
La adolescencia no es una etapa natural. Es decir, no es identificable en todos
los momentos históricos y para todas las clases sociales. Constituye un cajón de
sastre, una etapa sociológica, más que psicológica, de duración y
características variables, determinadas por las circunstancias sociales.
Sin embargo, podemos precisar algunos rasgos presentes, al menos, en el inicio
de este proceso: a) Evolución del sistema nervioso y cambios físicos y
hormonales.
b) Crisis en la estructura de la personalidad, proceso de construcción del "yo"
en el que la búsqueda del reequilibrio es el motor evolutivo.
c) Proceso de socialización autónoma y de adaptación al mundo exterior.
Se trata de un proceso de cambio, lleno de inestabilidad e inquietud, en el que
el sujeto adolescente busca modelos y referencias para autoafirmarse como un
"yo" independiente (Luisa Fernández, Jaime Funes y Antonio Pellicer).
La etapa adolescente se inicia con la salida de la infancia y la ruptura de la
identificación con la figura parental, para ser, al fin, "sí mismo", lo que
genera insatisfacción por lo que aún se es y temor por lo que todavía no se ha
llegado a ver. Síntomas de esta etapa son el ensimismamiento, la conciencia que
se hace aguda, la exaltación suspicaz del "yo", la búsqueda para hacerse
coincidir consigo mismo (Osterrieth).
La persona adolescente, en un mundo como el descrito, en un ser vulnerable en
mayor grado que la persona adulta, por vivir en un trance de transformación, de
crecimiento, de ruptura sin seguridades. Cualquier adolescente es un eslabón
débil. En nuestra sociedad todos los adolescentes crecen con referencias y
modelos contradictorios, irracionales y violentos. Comprender al adolescente
problemático, sólo es posible desde la comprensión del entorno social en el que
se despliegan las turbulencias e inestabilidades de cualquier adolescente.
Los adolescentes, inmersos en procesos "anómalos" , situados entre la adopción y
la cárcel, son sólo el eslabón débil de otro eslabón débil, el conjunto de los
adolescentes que es, a su vez, eslabón débil del conjunto de las personas. La
"normalidad supuesta salud" es el conjunto de malestares de la vida cotidiana
que se sufren pero que, habitualmente, no se analizan ni cuestionan por
considerarse normales. No generan demanda explícita. No tienen interlocutor
válido y, sin embargo, se cobran altos precios en salud y bienestar (Mirtha
Cucco y Luis Losada).
La falta de conciencia de la naturaleza del mal, traslada la violencia
constitutiva de la vida y la subjetividad de los sujetos al interior de dichos
sujetos y a otros sujetos, produciendo respuestas patológicas, asociales y
autodestructivas. Ignorar o tapar las raíces de dichos comportamientos, conduce
a criminalizar a la víctima y a reprimir la expresión de su dolor. Pero lo
aplastado, volverá, tras una operación sicótica, a emerger de forma cada vez más
desordenada (J. M. Ripalda).
Las políticas que sólo persiguen la inclusión de los adolescentes problemáticos
en el orden excluyente y su integración en un mercado de trabajo humillante y
agresivo, como única alternativa a su crecimiento y autonomía, son soluciones
que forman parte del problema.
LA LUCHA CONTRA LA EXCLUSIÓN ES LA LUCHA CONTRA LA UNION EUROPEA
La exclusión no es superable desde dentro de la economía global porque la
pobreza juega un papel funcional a dicha economía. El estado de necesidad de
millones de personas crea las condiciones para que "libremente", acepten
trabajar en cualquier condición y con cualquier salario. Esta flexibilidad es la
que necesita el capitalismo globalizado para ser competitivo.
Los comportamientos asociales de los pobres, que sólo siguen los presupuestos
teóricos de los ricos, estimulan uno de nuestros sectores económicos más
dinámicos: la industria policial, militar, judicial y carcelaria, la
socioburocracia, las empresas de la compasión y las empresas ideológicas de auto
oposición verbal, patroneadas o consentidas por la izquierda capitalista.
Desde dentro de la lógica del mercado solo se genera más mercado aunque,
coyunturalmente, se consiga vender un poco más cara la propia mercancía, o se dé
un poco de pomada a las llagas más sangrantes. No es desde un empleo cuyo único
objetivo consiste en ganar un salario, cuando más alto mejor, desde donde se
puede construir la pertenencia social. Tampoco puede surgir una vida en común
ordenada, si cada uno persigue sus deseos ilimitados, despreocupándose de los
demás y de los límites de la naturaleza. El bienestar no puede ser individual,
ni basarse en poseer muchas cosas. La dimensión social de nuestra naturaleza
humana exige la moderación de los deseos individuales superfluos, contando con
los deseos de los otros y con los límites del mundo. Paralelamente, el éxito de
un colectivo u organización social, no puede darse aislado del éxito de los
demás colectivos, como cuota parte del éxito del conjunto. Los atajos son éxitos
en los que vendes tu alma al diablo.
La vida social no solo es producción, intercambio y consumo. También es
sentimientos, intersubjetividad, cultura y participación política desde lugares
sociales. La rebelión contra el absolutismo, la moderación voluntaria de los
deseos, el cultivo de lo cercano y lo autónomo, la mirada hacia los demás y la
totalidad y la vocación constituyente desde lo local, son elementos necesarios
para interrumpir la lógica económica. Criticar la lógica excluyente y autista
del capitalismo, no solo como vendedores de fuerza de trabajo, sino también como
consumidores y como seres sociales.
Poner el acento, no solo en las consecuencias sociales y medioambientales
derivadas de la lógica económica sino, sobre todo, en el hecho de que dicha
lógica ordene la sociedad. Tanto el capitalismo liberal como el capitalismo
regulado, asumen el hecho de la economía y del Mercado como una institución
natural. Esto es lo mismo que aceptar que el beneficio privado sea el móvil de
las relaciones económicas y por extensión de las relaciones sociales.
El Estado social no introduce el objetivo de la eliminación de la pobreza, sino
del socorro y la protección de los pobres. No combate las causas de la
desigualdad social y económica de los individuos, sino alguno de los efectos de
dicha desigualdad. Aunque los liberales confían al mercado la solución de la
pobreza y los Keynesianos a la política, ambos coinciden en aceptar la Economía
y el Mercado como el principio constitutivo de las relaciones sociales.
La única salida al círculo vicioso del Coro Único, es la construcción de un
principio constituyente alternativo a la lógica económica. Esto implica una
crítica teórica y práctica al mercado como principio de realidad y al Estado
como su garante. Pero también la integración de dicha crítica en las luchas
sociales que se libran constantemente.
Para que la lucha y la resistencia espontáneas tengan capacidad de cambio, es
necesario vincular esas dinámicas a una voluntad constituyente. Eso exige una
acción política desde lo social y la acumulación de fuerza, práctica y teórica,
que impida el despliegue del orden económico. Generar una dinámica de
acontecimientos llenos de relaciones productivas y sociales no regidas por el
dinero. Cultivar la subjetividad generada por estas formas sociales alternativas
y confluir los millones de riachuelos de resistencia y de vida en un cauce común
que abra los caminos del presente y del futuro.
Huir del desgarramiento y la automarginación, del microcomunitarismo que
coexiste pacíficamente con las fuerzas que configuran las relaciones sociales
violentas. Atender lo urgente, pero también lo importante, desde la autonomía
del bloque anticapitalista, verdadero lugar para la defensa de la democracia y
los derechos humanos. Fomentar la confluencia de lo diverso, cultivando, desde
el respeto a la diversidad, la convergencia y no la diferencia. Unir todo lo que
pueda ser unido como fuerza productiva de una realidad nueva y posible en el
proceso de lucha contra el capitalismo y la derecha. En suma, combinar la fuerza
de la crítica con la crítica de la fuerza.
Afirmar el dolor, reconocerlo, sentir con él y, al tiempo, negarlo, desvelar las
lógicas que lo constituyen y enfrentarse a ellas. Facilitar la toma de
conciencia del adolescente a través de un grupo de iguales. Utilizar el grupo
como dinámica para la resignificación de los daños sufridos, como espacio para
la reapropiación de la fuerza del sujeto, que sólo puede provenir de la fuerza
colectiva, no otorgada uno a uno por el poder establecido, sino compartida con
sus iguales y patrimonio común. Potenciar el grupo como lugar de la cooperación,
la autoorganización, las emociones, los deseos y el dolor de los otros.
Canalizar la fuerza de la vida hacia la autodeterminación y la construcción de
sí mismo, junto con los demás. Todo ello con la ayuda discreta y sin guión
predeterminado de las personas educadoras, como dinamizadoras y mediadoras entre
las distintas lógicas que operan en ese espacio: (adolescentes, administración,
trabajador@s, valores sociales, entorno político, etc.)
Concebir la desolación y el sufrimiento del sujeto adolescente como una fuerza
negadora de la violencia social dominante y como energía para un proceso de
crecimiento y de libertad, a través de la vida en común. Identificar los sujetos
actuantes y las lógicas presentes en el espacio de la intervención social
(políticas institucionales, demandas laborales ideológicas, conservadoras y
represivas). Hacerlas emerger de manera explícita y dialogar con ellas cara a
cara. Impedir las agendas ocultas dando primacía a la finalidad declarada:
proteger a los adolescentes en peligro y ayudarles a crecer en colectividad.
Generalizar la práctica de la mediación penal extrajudicial desde los colectivos
de intervención social para rescatar de las manos del estado la reparación del
daño del joven infractor a la persona agredida, el reconocimiento "del otro"
como base de la reinserción social y la canalización de la violencia estructural
que padece el adolescente en peligro, hacia sentidos productivos de
sociabilidad.
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