Argentina: La lucha continúa
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Claudio Pandolfi y la penalización de la protesta
El poder judicial como instrumento represivo, y no de justicia. El espionaje
a integrantes de movimientos sociales ordenado por el juez de la causa AMIA. El
forzamiento de las leyes para castigar a los que protestan. El castigo a
inocentes para generar miedo. Las condiciones de detención aberrantes, y la
falsa neutralidad del gobierno, según el abogado Claudio Pandolfi.
Agencia La Vaca
"No cambió la estrategia del gobierno: entró en su segunda etapa" dice el
doctor Claudio Pandolfi, presidente de la comisión de Derechos Humanos del
Colegio de abogados de Lomas de Zamora, y abogado de Correpi.
"La primera etapa consistió en aislar a los movimientos de desocupados,
llevarlos a un punto de saturación con respecto a la sociedad, que hoy es
indiferente frente a los piqueteros. Le es indistinto lo que les pueda pasar".
Algunos movimientos, asegura Pandolfi, detectaron esa temperatura a tiempo y
cambiaron sus modos de acción. "Pero otros siguieron en la misma colaborando,
sin querer, con la táctica del gobierno".
Según el argumento, construida la indiferencia social, se avanza en la
judicialización, bajo la superstición de que todo ocurre gracias a la
independencia de poderes: "El gobierno no emite opinión, como si los reclamos
que motivaron las detenciones no fueran reclamos al gobierno. No se responde a
esos reclamos, se permite que actúe la policía y detrás viene el poder judicial.
El gobierno sigue mirando para otro lado".
Pandolfi descubre allí otro cambio: "Yo recuerdo que en el 2001 hubo una causa
contra el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) en la que querían procesar a 57
personas. Es muy difícil sostener eso. En cambio ahora se detiene a 102 personas
en los hechos ocurridos en Plaza de Mayo, el fiscal pide que procesen a todos,
pero finalmente aparece el juez que dice: no, nos quedamos solamente con los
siete que serían los delincuentes culpables. Entonces primero actúa la policía
que genera el hecho en la tapa de los diarios, y luego se corrige el exceso
policial lo cual de paso se lava la cara de la justicia".
Un hecho que tal vez no se ha destacado lo suficiente es que el juez que lleva
la causa de los detenidos en Plaza de Mayo es el célebre Juan José Galeano:
"¿Qué seriedad puede tener Galeano en un procesamiento? Si lo cuestionamos en el
caso AMIA, que habría instruido absolutamente mal, falseando las pruebas y
mereciendo un juicio político, ¿por qué puede procesar a piqueteros? ¿Por qué es
creíble en un caso y no en el otro? ¿O a un mentiroso hay que creerle según mi
conveniencia? Así, el que juzga es el mismo al que después de diez años llevando
la causa AMIA se lo investiga por la supuesta comisión de un número
indeterminado de delitos en su función como juez".
Galeano investiga también la causa por los incidentes en el edificio de
Repsol-YPF. Pandolfi señala que este juez, de paso, empezó a sindicar como
sospechosos a los abogados de las organizaciones implicadas en sus
investigaciones.
Y lo que es aún más inquietante, Galeano ha ordenado seguimientos y tareas de
inteligencia sobre los movimientos, aunque con los desmadres típicos en estos
casos. "Al MTR le realizan tareas de inteligencia muy burdas, porque incluso en
algunos casos se equivocaron de movimiento y persiguen a otras personas". En los
casos que acertaron, los integrantes del MTR ya descubrieron la vigilancia a la
que son sometidos y los vehículos que los siguen.
Una curiosidad: para individualizar a quién perseguir el juzgado utiliza las
actas de las reuniones de dichos movimientos con el propio gobierno. "De ahí
sacan los nombres de los dirigentes a los que luego les realizan tareas de
inteligencia. Se va a llegar al extremo en que los dirigentes que firmen algún
acuerdo con el gobierno no van a poner su nombre, para evitar ser procesados en
el futuro".
Se cae en otra situación escabrosa: "Desde el punto de vista técnico no se está
investigando el hecho que ellos plantean de haber prendido fuego en la puerta de
Repsol, sino que se pasa a lo que se llama delito de autor" explica el
abogado. "Se está investigando a la organización y no el hecho delictivo que
empezó y terminó ese día. La investigación apunta a realizar tareas de
inteligencia hasta la fundación del MTR, que si no me equivoco se remite a 5 ó 6
años atrás. No puede pensarse que uno de los motivos de la fundación del MTR
haya sido organizar un escrache a Repsol. Así se busca procesar a la gente del
MTR por asociación ilícita o por querer imponer sus ideas por la fuerza, para
que se trate de un delito no excarcelable y por el cual pedirían la captura de
sus dirigentes".
Aunque alguien no sea ducho en temas jurídicos, con sólo ser argentino sabe en
qué clase de crímenes terminan las llamadas tareas de inteligencia, cuando se
las vuelca a la persecución de opositores. "Pero además, jurídicamente no tienen
validez. Podrían ordenarse acciones de ese tipo, por ejemplo, para identificar a
los militantes que estaban en la movilización. Con los videos y la foto, se los
va a buscar por los locales. Tendría una lógica jurídica, piense uno lo que
piense sobre eso. Pero esto está ordenado buscando materiales, volantes, gente
que firma actas con el gobierno: ¿qué tiene que ver eso con lo que pasó en
Repsol?"
La consulta inevitable: pese al marco democrático ¿se siguen realizando tareas
de inteligencia interna sobre grupos opositores? Contesta Pandolfi: "Se hacen, y
Galeano las está legitimando judicialmente. El otro día yo le decía al
secretario del juzgado: ¿para qué hacer acciones de inteligencia sobre el MTR,
si es un movimiento público, con dirigentes conocidos, sus locales y demás? Le
conté incluso que acababan de hacer un seminario sobre derechos humanos en Lomas
de Zamora, con la presencia de un juez de la Corte Suprema".
El secretario del juzgado contestó: sí ya estamos enterados. Esto genera
otra duda atroz: ¿será el propio Zaffaroni objeto de las tareas de inteligencia
interna, teniendo en cuenta sus contactos con el MTR?
El abogado Pandolfi considera que esta investigación sobre movimientos públicos
y notorios, con fotos clandestinas y autos encubiertos, sólo puede implicar un
objetivo: "Están legitimando estas tareas para armar una causa".
Sobre la causa por los incidentes frente a la Legislatura, Pandolfi considera
que se trata de la misma estrategia. "La figura delictual no existe. Plantear
que porque los manifestantes habrían tirado piedras o roto vidrios, y que por
eso coaccionaron a los legisladores, es un absoluto disparate".
Es más, se les imputa haber cometido sobre los legisladores una privación ilegal
de la libertad, delito por el cuales en el juicio a las juntas militares se
condenó a gente como Jorge Videla y Emilio Massera, por los secuestros
perpetrados durante la dictadura. "Con la misma interpretación, un abrazo al
Congreso como el que hizo la CTA podría provocar que los legisladores digan que
se sienten coaccionados o sin libertad de salir del edificio, y haya que detener
a 100.000 manifestantes por privación ilegal de la libertad. Eso muestra la
locura de la medida".
Pero mientras analizamos las locuras o la racionalidad de lo que hacen estos
funcionarios, hay personas de carne y hueso presas y en una situación
desesperante. "Es algo más para discutir. Los funcionarios que reivindican su
trayectoria histórica en la defensa de los derechos humanos, no pueden mirar
para otro lado con la situación de los presos comunes, ni con la situación que
están ahora estos presos. El secretario de Derechos Humanos Eduardo Duhalde
mantuvo como abogado la reivindicación histórica de mantener a los presos
políticos unificados en el mismo lugar. Ahora la táctica es desperdigarlos por
todos lados. Duhalde no dice nada, negando toda su propia trayectoria, y lo
mismo ocurre con la gente que está con él.
La paradoja, según Pandolfi: "Esos presos están detenidos sin haber cometido
ningún delito, aislados, en penales insostenibles, y conviviendo con un sector
social imputado de delitos muy graves, siendo que ellos no tienen antecedente
delictivo alguno, y que están detenidos por haber ejercido el derecho a
manifestarse".
Pandolfi intuye que estas detenciones no son las últimas, sino que la dinámica
de esta situación recién está empezando. "Hay que hacer un serio llamado a las
organizaciones políticas y sociales a que dejen de lado sus diferencias, y
actúen en forma unificada en este tema. Hay familias que quedaron sin su único
sostén. Hay presos adentro que sostener no sólo anímicamente, sino con
recursos".
Otra propuesta: "Hay que armar un tejido social lo más amplio posible para parar
esta política del gobierno. Para eso hay que incluir a los sectores medios y a
los parlamentarios, sin ningún tipo de cuestionamiento ni tapujos. Hay que
hablar con quien haya que hablar si eso sirve para armar un tejido social que
denuncie esta política represiva".
El otro aspecto de este drama es el propiamente jurídico. "Los fallos son
impresentables, pero de qué sirve que después de cinco años te pongan en
libertad diciendo: usted no fue. ¿De qué me sirve tener razón si de todos modos
quedo cinco años preso?
El poder judicial no es un bloque homogéneo y que hay funcionarios contrarios a
estos criterios de penalización de la protesta, según el abogado. "Son una
minoría, pero hay que trabajar con quienes no comparten la posición de
criminalizar, para aislar a los que están a favor. Y denunciar técnicamente las
falencias que tienen estas groserías jurídicas".
Pandolfi estima que hay que hacer una campaña que explique la situación de los
presos. "Pero hay que explicar por qué están presos. Es mentira que sea porque
son peligrosos delincuentes. En algún momento nos van a empezar a acusar de
terrorismo. Ya está pasando en América. Paremos esto antes de que esa acusación
aparezca".