Argentina: La lucha continúa
|
Más plata y menos transparencia
Casa de derechos humanos
Un largo piquete fashion
Los pilarenses de los barrios más pobres, que para acceder a sus viviendas deben sortear los más grandes peligros de la lodosa vía pública se enteraron que tenían calles públicas en perfecto estado que habían sido alambrados sin que nadie les pusiera freno. Que la legislación se hizo después del vallado, que las calles serán definitivamente rematadas y que nadie piensa, ni por casualidad, devolverlas a la gente, son sorpresas más que desagradables. Máxime, cuando hablamos de un modelo de sociedad de privilegiados por un lado y ciudadanos sin derechos por el otro que eterniza la injusticia en Pilar.
En el debate, a nadie se le ocurre pensar en otro tipo de emprendimiento urbano que mire la equidad o la solidaridad como principio. Está a la vista el fracaso del barrio privado como lugar seguro y aséptico.
Aún cuando existiera letra chica, si es que la hay, que sostenga la idea de vender lo público, no hay sustento ético en semejante negocio. Todavía están frescas en nuestra memoria las liquidaciones de los años 90 que han sido los años de la venta pública sin escrúpulos. Nadie puede decir hoy que haya beneficiado al país . Ese cúmulo de dinerillo que llenó cuentas personales, campañas políticas, y nos hizo conocer los abultados ricos ilícitos (producto del robo al Estado), el despilfarro y el champagne. El "síndrome María Julia" es una patética historia que parece interminable.
La Historia del Presupuesto
Todavía atónitos por el desfalco de Bivort después de ser aprobado su aumento de presupuesto y que, dicho sea de paso, terminó en la impunidad más vergonzosa, esta semana supimos que el gobierno se aumentará su presupuesto para varios ítems que, de ninguna manera, incluye la Salud (Con una situación sanitaria catastrófica), la educación, la vivienda, las becas estudiantiles, los planes de lucha contra flagelos ambientales u otros temas urgentes.
Del paquete presupuestado, llama la atención el aumento exorbitante a personal cuando no hubo aumento salarial alguno y la poco transparente destinación de los fondos. En esta coyuntura es fácil dudar que los 14,7 millones no llegarán nunca al Estado y menos a la gente. Y lo más terrible es pensar que ese dinero se gastará en las campañas electorales que se avecinan, por lo que no es difícil dudar que se viene un nuevo desastre financiero.