Argentina: La lucha continúa
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La Lobreguez y el Autismo de la Ciencia y la Universidad Argentina.
Si se tratara de comparar la Edad Dorada de la producción académica y
científica Argentina (1956-1966) con la actual penosa realidad, sin duda un
nombre resaltaría, la de un héroe laico llamado José Boris Spivacow.
¿Porqué traer a cuenta este nombre del pasado? Porque sin duda, en ese entonces
EUDEBA, la Editorial de la UBA, fue la "vidriera insolente" donde la
intelectualidad argentina exhibió al mundo la potencialidad de su originalidad y
su creatividad. ¿Quiere decir esto entonces que el desideratum es volver a
EUDEBA y a la imprenta ilustrada como único mecanismo para erradicar la
mediocridad y el humillante sojuzgamiento al que se somete a la docencia
superior argentina?
Evidentemente eso ya no es posible, por cuanto desde hace un par de décadas la
revolución comunicacional e informática ha alterado radicalmente los mecanismos
de representación intelectual y simbólica. En efecto, las instituciones
académicas y científicas son ahora evaluadas privilegiadamente por la producción
que exhiben en sus sitios, páginas y portales electrónicos, y no ya por sus
editoriales librescas. En ese sentido, la UBA y la universidad argentina se
encuentran en una posición relativa gravemente subordinada y postergada, pues en
lugar de instrumentar los avances tecnológicos como Internet para el progreso
del conocimiento los manipulan para objetivos ventajeros y para saciar una
cultura vividora.
Pruebas al canto. En la universidad argentina, y más específicamente en la UBA,
su portal central y los portales descentralizados por Facultades y hasta por
Departamentos, exhiben serios deficits, omisiones y ausencias, que no reciben
incentivo ni premio alguno por parte de la CONEAU o la Secretaría de Políticas
Universitarias del Ministerio de Educación. Para no agotar al público lector me
circunscribiré en esta nota al elemento que considero crucial para el despertar
de una conciencia intelectual largamente adormecida, por no decir contaminada y
humillada. Ese elemento no es otro que la transparencia, para cuyo análisis y
evaluación fue preciso practicar un estudio pormenorizado de cada uno de sus
portales.
De todos ellos, por cierto el que luce como el más transparente es el Portal de
la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, pues es el único que ofrece una
carpeta de "Información sobre Denuncias y Sumarios", y otra carpeta mas para las
Selecciones Interinas, donde se expone el inusual "Reglamento para la provisión
de cargos docentes auxiliares". Estas llamativas y excepcionales inclusiones no
son poca cosa, cuando estamos referidos a un contexto académico-científico
fatigado por los abusos, las arbitrariedades y los acosos de toda suerte y
condición.
Pero sin subestimar estas singulares contribuciones del Portal de Exactas quiero
centralizar mi crítica en lo que entiendo es la vulnerabilidad más llamativa y
visceral que padecen la generalidad de estos Portales. Esta no es otra que la
exigua ilustración de la producción académica de sus cuerpos docentes, y la no
menos exigua existencia de vínculos, enlaces o links externos.
Para el caso de la Facultad de Ciencias Sociales, por ejemplo, el Área de
Comunicación Científica, sugiere en su Portal de Cátedras como "piso mínimo de
contenidos" un rutinario y tedioso triple propósito: 1) los objetivos de cada
materia; 2) la identidad del equipo docente, y 3) el programa vigente. Su
Coordinadora Ana Gutman, pese al esfuerzo desplegado, no exige a los docentes
exhibir su producción académica individual, tal como se estila en todos los
portales universitarios del Primer Mundo. Pareciera que para la administración
del Portal es más importante la comunicación interna burocrática de cada cátedra
con sus estudiantes que exhibir al mundo y a su país lo que su propio cuerpo ha
producido. Seguramente la Coordinadora Gutman no es libre de exigir lo que ella
desearía por cuanto debe estar involuntariamente condicionada por el mandarinato
dominante.
Más precisamente, cuando se trata de exhibir la producción intelectual dicho
Portal, en su carpeta de Publicaciones, y en la subcarpeta de gacetas (.fsoc)
publicadas, nos revela en su último n.9, que la Facultad publicará siete (7)
libros, pertenecientes a investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales,
aclarando --por si las moscas-- que los mismos "…han aprobado en todos los casos
los referatos correspondientes". Intrigado por tamaña escrupulosa referencia
indagué repetida e inútilmente en todas sus carpetas por los consabidos
mecanismos de conformación y selección de referatos. Pero dicho mecanismo es un
misterio herméticamente guardado por vaya a saber cuál esbirro y cuál
contumacia.
Finalmente, el déficit más generalizado lo encontré en los denominados Links,
instrumento clave para la propagación del saber a escala mundial, y más
específicamente para la construcción de una red abierta y global del
conocimiento científico. En efecto, ninguno de sus portales le confiere
importancia a la sección de Links externos, no vaya a ser que algún intrépido
usuario se atreva a comparar nuestro Portal criollo con los de afuera.
Esta deficiencia no es nada inocente, y revela la naturaleza autista de nuestra
elite académica, la cual está más preocupada por la dimensión de su ombligo que
por las profundidades de su mirada y las perspectivas de sus horizontes.
Seguramente la Coordinadora Gutman se ha visto también en este caso
involuntariamente privada de practicar estos progresistas desarrollos mediáticos
y electrónicos.
Este autismo y esta lobreguez están permanentemente alimentados por la lógica
Fordista de la línea de montaje, ejemplificada por los Incentivos y las
Categorizaciones, que al elocuente decir de Sergio Caletti son una farsa "cuya
configuración provoca un dejo de espanto".
Cordialmente,
Eduardo R. Saguier
http://www.er-saguier.org