Argentina: La lucha continúa
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Inseguridad urbana
Argentina importa el Plan Colombia
Cristian Lora y Gabriel Morales
Agencia Periodística del Mercosur
Un acuerdo entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y Colombia para el entrenamiento antisecuestros introduce aquí la estrategia militar estadounidense para Conflictos de Baja Intensidad.
E l Plan de Seguridad anunciado por el gobierno de la provincia de Buenos
Aires, el distrito más poderoso de este país, prevé enviar agentes de la policía
bonaerense a Colombia. Es para entrenarlos en la Escuela Antisecuestros que
Estados Unidos creó y financia en el marco del Plan Colombia.
El problema de la inseguridad en Argentina tiene su epicentro en la provincia de
Buenos Aires. Con la mayor concentración de población del país –14 millones de
habitantes-, es el distrito con mas delitos cometidos –más de 24 mil denunciados
en lo que va de 2004-, alcanzando gran relevancia en la opinión pública los
casos de secuestros extorsivos y "express".
En Colombia, por otro lado, se registra un promedio de 2.500 casos de secuestros
por año, cifra que ubica al país latinoamericano como el más afectado en el
mundo por esta problemática. Este hecho preocupa a Estados Unidos en tanto
afecta sus inversiones en el área, a la vez que sirve como justificativo para su
intervención directa en el sistema de seguridad de este Estado.
La Escuela Antisecuestros de Colombia es una iniciativa estadounidense y es la
primera en América Latina. Costeada con presupuesto norteamericano de unos 25
millones de dólares, funciona desde agosto del año pasado y está destinada al
entrenamiento de las fuerzas de seguridad colombianas.
La Escuela donde ensayarán los agentes bonaerenses es parte del Plan Colombia,
que Estados Unidos ha diseñado para el control militar de la región y con el
pretexto del control del narcotráfico, que tiene en territorio estadounidense su
más pujante mercado.
La ayuda militar de Washington a Colombia es justificada ante la opinión pública
norteamericana bajo la estrategia de "guerra contra el terrorismo", señalándose
a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al Ejército de
Liberación Nacional (ELN) como organizaciones narcoterroristas y responsables de
más del 50 por ciento de los secuestros extorsivos.
Según ha expresado el Secretario Adjunto de Defensa para Operaciones Especiales
y Conflictos de Baja Intensidad de Estados Unidos, Thomas O`Conell, sobre el
entrenamiento de las Fuerzas Especiales de su país a los militares colombianos,
este "refleja un elemento significativo de la estrategia de nuestra propia
nación en la guerra mundial contra el terrorismo: el entrenamiento y
equipamiento de fuerzas aliadas para crear la capacidad de establecer soberanía
efectiva en su propio territorio".
Fue el diario The Washington Times, el mismo que acaba de reconocer que le
mintió a sus lectores en ocasión de justificar la invasión a Iraq ordenada por
la administración de George Bush, quien tuvo a su cargo una de las más finas
interpretaciones de las palabras de O´Conell. En una columna publicada el pasado
1 de julio, el matutino de la capital norteamericana sostuvo que la "guerra
contra el terrorismo", manipulada como una estrategia servirá, a Estados Unidos
para la intervención en las fuerzas de seguridad de distintos países sin
hacerles sentir que se socava su soberanía nacional.
Por su parte, la estrategia del ministerio de Seguridad de la provincia de
Buenos Aires busca enfrentar el problema del delito creando además unidades
especiales como un banco de registros criminales (CAICO) y una brigada especial
dedicada a investigar y prevenir secuestros (UICO). También prevé a la formación
de un cordón policial en torno a los tres cinturones urbanos de la provincia que
rodean a la Capital Federal, con la ayuda de Gendarmería y Prefectura (policías
de fronteras y puertos respectivamente), la incorporación de unos 16 mil nuevos
efectivos y la confección de un Mapa del Delito, para evaluar la acción de las
comisarías y clasificar las zonas urbanas según su riego.
Esta serie de medidas son la respuesta a una mayor "sensación de inseguridad"
dentro de la ciudadanía, que no es equivalente al índice de delitos cometidos,
entre otras causas por la cobertura mediática y sensacionalista del problema. En
este sentido se expresó el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe
Solá, al presentar el "mapa del delito", dando cuenta además de que en junio
último se denunciaron casi 3 mil hechos criminales menos que en el mismo mes del
año anterior.
Sin embargo, la baja en los índices de inseguridad no implica que la ya iniciada
reestructuración policial –1.500 policías están en disponibilidad por
irregularidades cometidas y unos 800 fueron echados de la fuerza-, como el
rediseño del sistema de seguridad provincial –creación de nuevas agencias–
puedan contribuir con claridad a un mejor desempeño del Estado.
En el 2002, en el marco de la resonancia que comenzaban a tener los secuestros
en el entorno de personalidades famosas, el entonces presidente Eduardo Duhalde
presentó un plan para la creación de un organismo de inteligencia dedicado a
investigar y prevenir los secuestros extorsivos. En esa ocasión el mandatario se
refirió a la cobertura periodística que tienen estos delitos y señaló que "hay
un desborde en los medios de comunicación" y que "tenemos que ir hacia un código
de ética".
En el mismo sentido que Duhalde, el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos
Calderón, y el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, León
Arslanian coincidieron, al momento del reciente acuerdo de intercambio y
cooperación, en que las coberturas periodísticas provocan dificultades en la
resolución policial de los casos de secuestros.
Encolumnados detrás de las empresas que buscan mayores ventas y "ratings"
explotando el tema de la inseguridad, las principales cadenas de televisión
privada desataron una ola de sensacionalismo amarillo a la vez que un discurso
de derecha contra todo principio de derechos humanos, que tiene como principal
objetivo darle cierta presencia a las fuerzas políticas conservadoras,
nostálgicas de la pasada dictadura militar y de su consecuencia estratégica, el
fundamentalismo neoliberal de la década del ´90.
Vale como ejemplo el de la televisora Canal 9, dirigida por elementos
empresariales vinculados al régimen sangriento de Jorge Rafael Videla y a las
mafias del narcotráfico de Miami, relacionados a su vez con lo más agresivo del
partido Republicano de Estados Unidos.
Allí se Susana Garnil - madre de Nicolás, un joven liberado el pasado domingo
por sus captores tras tres semanas de secuestro –, quien llamó a reprimir la
inseguridad sin reparar tanto en las causas sociales del delito, como la pobreza
y la marginación. También apoyó las movilizaciones convocadas por Carlos
Blumberg, el padre del joven Axel, asesinado en marzo pasado por sus
secuestradores.
Ingeniero y empresario, luego de la muerte de su hijo Blumberg creó la fundación
"Axel por la vida", y encabezó multitudinarias marchas ante el Congreso y frente
a la sede de la Corte Suprema de Justicia, reclamando por penas más duras y por
una ley que baje la edad de imputabilidad de los menores.
La cruzada de Blumberg encontró espacio en la mayoría de los grandes medios de
comunicación de Argentina e incluso él mismo ha sido bien recibido en una gira
por Europa que incluyó un encuentro con el Papa Juan Pablo II. Su base de
sustentación social se ubica entre los sectores mas acomodados de las clases
medias y altas, habitantes de barrios privados y en residencias de lujo.
Convertido a la tarea de hacer política de derecha y decididamente contrario a
los criterios defensores de los derechos humanos, Blumblerg predica la "mano
dura" y se ha puesto en contacto con expertos en seguridad de Estados Unidos.
Incluso ha propuesto "llevar a los jefes de policías de cada una de las
provincias argentinas para darles instrucción en Miami".
Aunque el se proclama "apolítico", sus definiciones ideológicas en torno al
derecho penal, sus frecuentes visitas a Estados Unidos, donde es recibido por
encumbrados banqueros y empresarios y hasta por cuadros directivos de los
servicios de inteligencia, ponen al desnudo su intencionalidad política y la de
sus mentores mediáticos.
Lo que Blumberg, sus sostenedores y sus nuevos adeptos, como Susana Garnil, no
pueden ocultar -pese a sus esfuerzos en ese sentido- es el siguiente dato: la
inmensa mayoría de los secuestros extorsivos y de los delitos de crimen
organizado que se registran en Argentina están vinculados al accionar mafioso de
bandas alojadas en el seno de las fuerzas de seguridad, una impronta
desarrollada durante los años de la dictadura, bajo el paraguas de la Doctrina
de la Seguridad Nacional, y mantenida durante las dos últimas décadas por las
organizaciones políticas que vienen ejerciendo el poder en el país, también
apoyadas por Estados Unidos, pero ahora con el soporte teórico del Conflicto de
Baja Intensidad.