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Argentina: La lucha continúa

Recuperar nuestros ferrocarriles significa una cuestion nacional (iii)
Carretas, galeras, diligencias y tranvías

Elena Luz González Bazán
Argenpress.info

Tirados por dos, tres y hasta cuatro yuntas de bueyes o caballos, levantando arena, caminos escabrosos y de leyenda. Carretas transportando mercaderías, desde y hacia el puerto. Desde el interior y hacia el interior, Buenos Aires enseñoreada en la gran geografía de un país que ya tenía bandera, escudo, himno y un estado, una clase dominante y muchas exclusiones… Galeras y dirigencias que llevaban gente y correspondencia, y luego tiempo de tranvías, al principio con tracción a sangre, luego electrificados…
El Buenos Aires antiguo estaba cubierto de malezas, arroyos abiertos, como el Maldonado y el Cildañez, de mucha forestación y de grandes extensiones sin poblar.

En el centro el Cabildo, que fue también cortado, amputado, para dar vuelo a una avenida, un paso al progreso, dejando atrás a ese gran edificio, lleno de simbología, que los niños de todas las generaciones posteriores conocimos por litografías…

Esta ciudad fue albergando, en su seno, cambios que no sólo la transformaron desde su fisonomía, sino que modificaron conductas y pautas culturales y sociales. Buenos Aires convertida en ciudad capital con un determinado espacio geográfico, se levantó más soberbia ante el resto del país. Dueña del puerto y la aduana supo extorsionar al resto, por su propiedad. Eso le fue generando odios y dolores de cabeza. La ciudad capital del virreinato no perdió su lugar, lo consolidó, y el puerto fue el punto de atracción para extranjeros y provincianos.

El nacimiento de Buenos Aires, como ciudad dedicada al comercio y al contrabando, violando las imposiciones del monopolio español generó una clase social poderosa que se dedicó a comerciar con ingleses, holandeses y franceses; que burló las imposiciones de la corona y buscó formas de transportar las mercaderías que entraban por el puerto y llegaban hacia él y, desde el interior de las distintas regiones de nuestra, antes virreinato, Provincias Unidas del Río de la Plata y, posteriormente, la nación Argentina.

Las formas de transporte que primaron en la antigua Buenos Aires fueron las carretas con dos, tres y cuatro yuntas de bueyes, los caballos se utilizaban para diligencias y galeras. Ahí se trasladaban grandes cantidades de mercaderías para el consumo diario, antes de entrar a la ciudad las carretas hacían una parada en los 'huecos', estos eran los lugares abiertos, que con el tiempo darán nacimiento a las plazas, a los espacios verdes, a esos pulmones de oxígeno tan esenciales en ciudades como las actuales, corroídas por la polución.

Las carretas debían pagar un impuesto, como un peaje actual que se llamaba pontazgo. La procedencia de las mismas era por el norte, sur y oeste, cada arribada tenía un hueco donde hacían descansar a los bueyes, les daban agua, cambiaban las yuntas y luego seguían su trayecto.

En estos huecos se fueron creando las plazas, se fueron armando las pulperías, fondas y ranchos que servían para el uso de los vecinos. Estos lugares los denominados huecos no tenían dueño.

En el caso del trayecto que venía del sur para entrar a la capital, del todavía virreinato, lo hacían desde La Magdalena hacia la actual Barracas, cruzaban el riachuelo por canoas. En 1784, ocho años después de la constitución del Virreinato del Río de la Plata, el Cabildo determina la construcción de un puente, que se conoce como Puente de Gálvez, por tal razón los carreteros pagarán el pontazgo.

Atravesado el puente las carretas llegaban al barrio del Puerto y, ahí, en el Alto de San Pedro se detenían. Ese lugar tiene una antigüedad que data de 1586. Hacia 1900, lo que se conoce como barrio de San Telmo estaba limitado por el Riachuelo al este, al sur por la actual avenida Martín García, y el oeste y norte por el Tercero del Sur.

Las carretas, estas caravanas de carretas con la mercadería a cuestas, enfilaban para atravesar, luego de la posta en el Alto de San Pedro, el cruce del Tercero en dirección a la Plaza del Mercado, donde hoy se encuentra la Plaza de Mayo.

Hacia 1822 se pasa a llamar Plaza del Comercio y, en 1861, se construyó en la actual plaza Dorrego, en el barrio de San Telmo, el Mercado del Comercio, que fue demolido por una orden municipal en 1897, entraba la competencia de los mercados privados y no tenía sentido, según la Municipalidad un mercado municipal.

En octubre de 1978 la Plaza Dorrego fue declarado Lugar Histórico, según decreto 2.272, ya que, en dicha plaza, el pueblo de Buenos Aires se suma a la independencia nacional, declarada en la provincia de Tucumán el 9 de julio de 1816, esto recién se hizo el 13 de septiembre, los medios de comunicación no tenían, lógicamente, la velocidad actual.

Los lugares donde paraban las carretas, se llamaban posadas, esos lugares estaban alejados de las zonas céntricas de los poblados, ya que las grandes ruedas provocaban importantes perjuicios a los mejorados que tenían en el centro de los pueblos. En estos carruajes o carretas se transportaban una diversidad de mercaderías que iban desde Buenos Aires al interior, por ejemplo materiales de construcción, alimentos, especies, aceites, vinos entre otros y al regreso llevaban cueros, cereales y los distintos productos de la zona.

La circulación de las carretas y la necesidad de proveerse de comestibles hizo que en espacios de tiempo aparecieran distintos mercados, eran los sitios donde se compraba y vendía, donde llegaban estos carruajes y el negocio se realizaba en las carretas, en el suelo sobre mantas o telas, e inclusive cueros.

La Plaza Mayor fue el primer lugar de concentración de carretas, mientras la carne se comercializaba entre las actuales calles Hipólito Irigoyen y Balcarce, las aves y pescados frente al fuerte y, las verduras en los 'altos de Escalada'.

El nivel de comercio que había hacia principios del siglo XIX llevó a que el virrey del Pino determinara la construcción de la conocida Recova Vieja, eran cuarenta locales y se extendían desde la mitad de la Plaza Mayor hasta el Coliseo, en las actuales calles Defensa y Reconquista. Además, hubo otros lugares como: el Hueco de Lorea, que recibía mercaderías provenientes por el norte y oeste, entre las calles Sáenz Peña e Hipólito Irigoyen, también conocido como el Mercado Indio, porque eran indios quienes los atendían. Estaba el Hueco de Miserere, donde estuvo el primer taller ferroviario y hoy es la estación de Plaza Once, y el Hueco de Constitución, de aquí venía el tráfico del sur, estaba entre las calles Bernardo de Irigoyen, Salta, Cochabamba y Caseros.

En 1821 Rivadavia prohíbe el ingreso al centro de carretas tiradas por más de dos bueyes.

La ciudad iba creciendo, Buenos Aires se estaba poblando, pero los medios de transporte eran para determinados sectores sociales… las carretas conformaban el comercio y un sector en ascenso, que accedió al privilegio de la tracción a sangre por los bajos costos de los animales y, por otro lado los transportes para personas, que sólo los disfrutaban quienes podían pagar cinco pesos moneda corriente por legua.

Por supuesto que en estas galeras y diligencias podían llegar a ser frecuentadas por prisioneros que eran trasladados a cárceles en las afueras de la ciudad, pero no eran todos los viajes, ni era común.

Las diligencias tiradas por yuntas de caballos iban parando en las postas, donde los animales eran cambiados, y partían hacia el destino fijado. En estas galeras, o diligencias también se transportaba la correspondencia y servían de mensajerías.